Una de mis películas favoritas de la vida. Su profundidad, su aparente simpleza, la sencillez con la que es contada, sus tomas abiertas, su drama elegante, Bruno, la desesperación, la verdadera ruina que deja la guerra. Una joya.

El ojo humano puede percibir cien tonalidades distintas de azul, verde y rojo, que mezcladas se convierten en millones; paradójicamente no se percibe el negro, la oscuridad, pues ésta no es más que la ausencia de la luz y sus colores. Pero entender algo nos obliga a ver el prisma en su totalidad, su parte con color (visible) y su lado oscuro (fisiológicamente invisible); y así se entiende al mundo. Las protagonistas del documental centraron sus vidas en luminiscencias, mostrando belleza y ocultando en su oscuridad los pesares que aquejan a todo ser humano. Ahora se muestra su sombra acumulada, y ésta penetra y se siente real; llega a ser más potente incluso que la luz que ellas se esforzaron en mostrar. Su oscuridad deslumbra, y cuando el documental acaba uno comienza a sentir el calor maravilloso que emana desde esa penumbra. Aprende uno a ver en la oscuridad, desde su umbría, y siente respeto. Mucho más profundo de lo que parece; extraordinario documental.

Me sentí siempre ajeno en uno de los personajes que admiro mucho. Me interesó su historia, no me atrapó la forma en que fue contada. Aun así es una película bien hecha. Pero quizá no fue hecha para mí.