De nuevo cogen un clásico de los 90 y lo transforman en un producto para blanditos.

Atrás quedaron los ambientes sombríos y personajes rudos medievales, llenos de misterio.

Ahora todas y todos con suavizante de cabello, dientes alineados y relucientes.
Todo, edulcorado de unos ademanes pos-millenials y gestos de clichés de instagramers.
Atrás quedó una trama llena de corazón de ruda inocencia.

Por su lado los monstruicos llenos, como no, de aburrida charrateria digital, parecen reciclados de alguna serie marveliana.

Ahora nos venden las tramas sofisticadas que bien podrían encajar en una serie en medio de Nueva York.

Total, resultado descafeinado, con un primer capítulo que no despierta ningún interés.
Esta manía de "normalizar" (o lo más bien standarizar) clásicos, está acabando con la creatividad y la originalidad, además de no aportar nada, tal vez, ni al público que Disney+ ha ideado este soso remake.

Si yo fuera profesor de audiovisuales pondría este capítulo como "ejemplo de anticlimax" en mis clases.

Es alarmante, preocupante y sollozante, que le hayan dado este proyecto a esta chica. Que por lo que veo viene de la publicidad.

No sé qué criterio argumentaron para darle este proyecto. Porque su recorrido es bastante paupérrimo. Huele a cuñadismo o cuñadisma.

La "obra" recoge una consecución de escenas que pierden al espectador, que no crean lógica narrativa, que ni huelen el climax. Con un elenco, de bastante nivel, bastante perdido.

Un proyecto subvencionado, en parte, con nuestros impuestos . Una broma macabra, una suerte de venganza contra aquel visionario como fue Chicho, y que, por lo que demuestra, la visión de Alice no pasa más allá de hacer spots e stories para Trident.

Llego al cineasta por primera vez en un estudio profundo de su obra. Después de haber visionado "Todos somos Alí" me sumerjo en el universo Fassbinder tras conocer la gran correspondencia que tiene con Jean Genet (Querelle) así como temáticas que comparten, incluso estética, estilo y porque no decirlo ética.

Y comenzamos por el principio. He de reconocer que me ha costado verla (de hecho lo hice en tres momentos diferentes) acostumbrados al cine de salón de las nuevas plataformas entrar en este tipo de lenguajes cinematográficos cuesta. Soy admirador de otros autores de cine pausado (Godard, Tarkoscky) pero reconozco que la sobre saturación de la bazofia de ritmos vertiginosos que consumimos nos hace desdeñar cierto tipo de cine, y porque no, puede caer, peligrosamente, en desuso. O ser simple carne de flimoteca o estudio en enseñanzas cinematográficas.

La vida en movimiento. La vida y la muerte, la cotidianidad y la magia pasan a diario por la esquina donde el propietario de un estanco, Auggie Wren (H. Keytel) pero el tiene la cualidad de detener esa vida todos los días, a la misma, hora desde hace años sacando instantáneas.

Por esa esquina pasa Paul (W. Hurt) que todos los días va a adquirir sus dosis de nicotina para amenizar el pesar diario de un escritor que pese a haber vivido grandes perdidas en su vida, le concede, esta, el regalo de cruzarse en el camino de Auggie, que le muestra historias de lo más increíbles de su vida en el estanco. También, la vida, le regala el cruzarse con Rashid un chico afroamericano que huye y que busca a la vez.

La sorpresa del día a día, las pequeñas reacciones mágicas en cadena que etiqueta al film dentro del género de "historias cruzadas". Reacciones provocadas por la falta de un padre en Rachid y por la añoranza del hijo, que nunca tuvo, en Paul. Crea una relación en la que ambos se protegen, si, porque en un principio Paul le ofrece su ayuda Rachid pero la ayuda de este (tal vez inconscientemente) también es importante ya que Paul se encuentra atascado artísticamente y el toparse de morros con la cruda realidad que recorren las calles de Nueva York le hará destapar sus nudos personales.
(El cuento del padre que se convierte en el hijo es sencillamente genial).

Es un film que toca varias temáticas si bien yo resaltaría una: los lugares. Como sirven para encontrarnos con personas totalmente ajenas a nosotros y que pueden sorprenderte por muy banal que, aparentemente, parezcan sus vidas.
Me resulta curioso, también, como es utilizado el concepto del dinero que pasa por varias manos y siempre ayudando más conforme pasa de mano. Como esa "energía monetaria de transacción" puede ser utilizada para acciones que tienden hacía el bien.

Los textos de Paul Auster, se pasean por el verano neoyorkino encarnados por dos actores pesos pesados de su generación, que ellos, con la maestria de los grandes, hacen que este sea liviano y ameno. Para captarlos Wang simplemente posa su cámara, crea cuadros (de interiores) bastante interesantes, prevaleciendo esos amarillos, tal vez, para remarcar el ambiente caluroso de la gran ciudad, apenas cambia dos veces de plano en cada secuencia por lo que deja que"texto y carne" hablen. Texto e interpretación prevalecen mostrando una hermosa prosa filmada sublime, de historias que nos mueven, que nos enseñan. Cine con mayúsculas que consigue trascender desde lo cotidiano.

Inventadas, o no, las historias nos abren nuevas visiones de la realidad o simplemente nos producen placer escucharlas/contarlas en un café con el humo de un buen habano.