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España España · Santa Cruz de Tenerife
Críticas de Ficus Pandorama
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Críticas 40
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
30 de diciembre de 2014
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es quizás la película más humana de Tim Burton hasta la fecha, la que quizás se aleja más de su estilo fantástico y oscuro para tratar de describirnos este biopic sobre los Keane. Con una buena ambientación cincuentera y una vez más un gran trabajo, un tanto histriónico eso sí, de Christoph Waltz que pone todas sus dotes y más, dando vida a un marido sin escrúpulos.

Este largometraje inspirado en hechos reales, “Es una historia que nadie conoce”, como nos señala uno de sus guionistas Scott Alexander, es una gran historia olvidada, en la cual Burton no ha tenido que echar sus condimentos habituales tales como, efectos especiales, barroquismo o cuento gótico clásico. Ni tan si quiera esta vez, ha recurrido a sus actores fetiches Depp y Bonham Carter para ponerle su sello personal, solo se ha valido una vez más de su habitual compositor Danny Elfman que le ha entregado una apreciable partitura.

Burton se sentía atraído desde hace mucho tiempo, por la figura de Peggy Doris Hawkins y su historia, la cual en el film realiza un cameo y aparece sentada leyendo la biblia. Margaret Keane es una ingenua esposa y ama de casa con buenas dotes artísticas para la pintura, pero dotes secuestradas por su marido Walter, un astuto embaucador que se llevaba todo el merito de su esposa, con la venta de sus raros y originales retratos de niños y mascotas con ojos grandes, cuadros con una estética Kitsch y que su marido supo sacarle rendimiento gracias al marketing artístico de masas. En Big Eyes, encontramos momentos memorables como el enfrentamiento entre el mediático crítico John Canaday al que interpreta un sólido Terence Stamp, que se encarga de despreciar las supuestas obras de Walter Keane. Y por otro lado, la secuencia en los tribunales del matrimonio para tratar de aclarar la verdadera autoría de las obras. ¡Antológico! el momento en el que el juez obliga a dibujar a ambas partes en la sala.

En definitiva una buena y peculiar historia, poco conmovedora y algo desganada al final, pero que como nos dice uno de sus guionistas “Si no fuese verdadera, yo no me la creería” y es por eso, por lo que la última película de Burton gana en interés, en que es una historia que merece ser vista precisamente, con los ojos bien abiertos.

Feliz año 2015
Ficus Pandorama
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7
20 de abril de 2013
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una más que interesante descripción fílmica, en la que el director y reputado guionista Paul Schrader, galardonado unos años antes con el Globo de Oro por su guión en “Taxi Driver" (1976) de Martin Scorsese, nos narra en principio la vida y oficio de un metódico gigoló de lujo, de Palm Springs. Se trata de la película que aparto definitivamente a Richard Tiffany Gere del teatro sobre todo en Broadway, para dedicarse exclusivamente al mundo del cine. Tuvo su dosis de fortuna, este sex symbols cinematográfico de los 80 y 90 nacido en Syracusa y perteneciente a una modesta familia, cuando John Travolta rechazó el papel de Julian kay, ponièndole en bandeja, el ser una de las estrellas más sexy y mejor pagadas del cine en Norteamérica, y reafirmándolo poco después con otro gran éxito de los ochenta como lo fue “Oficial y caballero" (1982) de Taylor Hackford.

Esta cinta de Schrader se mueve entre lo erótico, lo policíaco y el suspense, teniendo en lo primero su parte quizás más interesante e insólita en todo el film, muy pocas veces ha sido tan bien llevada al cine la prostitución masculina como en esta película. Es embriagadora esta American Gigoló, que parece tener una sencilla estructura de cine negro, aunque en el apartado del suspense es donde menos funciona. Es caliente, sensual, en sus escenas más comprometidas, (el desnudo integral de Gere, es uno de los momentos más sorprendentes de la película, sobre todo para las féminas) pero no por eso deja de moverse con estilo y elegancia, sobre todo bajo los compases de la música de Giorgio Moroder, con un tema principal muy recordado por los de nuestra generación, “Call Me” cantado por Deborah Harry vocalista del grupo Blondie, que fue nº 1 en listas en Gran Bretaña y en Estados Unidos, y que acentúa más si cabe un cierto clima parecido en varios de sus planos, con la antes mencionada película de Scorsese. Y aunque parezca increíble también catapulto al encargado del vestuario, un tal Giorgio Armani, del cual Richard Gere en la película luce impecablemente palmito, sobre todo a la hora de elegir chaqueta y corbata. No hay duda que su forma de vestir lo ha convertido en uno de los actores más atractivos de Hollywood, menos atractiva si cabe, ha sido su glamurosa e irregular filmografía.

A mí personalmente no me parece un producto indecente como muchos han llegado a calificar, es más soy de los que creo, y tal vez sea el único, que American Gigoló por lo aquí comentado anteriormente, ha ganado con el paso del tiempo, al salir de una mera e interesante película ochentera, ha convertirse en una obra que vista hoy en día no decepciona, que no es poco.
Ficus Pandorama
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9
8 de diciembre de 2012
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tranquilos que yo pago, hoy estoy feliz, debe ser porque estoy viendo por enésima vez una de esas películas que detienen el tiempo por un instante. Tranquilos, que todo está en manos de John Ford, en esta tarde lluviosa de principios de diciembre. Todo está tranquilo en el Pub de Cohan, se servirán nuevas copas al ritmo de la música de Víctor Young, volveremos a cantar folklóricas canciones, mientras una entrañable historia de amor, entre un ex boxeador hijo de emigrantes irlandeses y una lugareña pelirroja de mucho carácter, transcurre.

Innisfree y todo lo que allí se encuentra por qué no, podría ser cualquier pueblo, cualquier bar, cualquier paisaje, cualquier amor, cualquier recuerdo nostálgico extrapolado a algún momento de nuestras vidas, y es eso lo que precisamente convierte a esta película en una obra mayor, es algo que nos viene del pasado, es la añoranza de un mundo que ya no es el mismo, utópico, donde católicos y protestantes conviven en armonía, amor, comedia y batalla. Un idílico homenaje a las cosas sencillas, a las cosas pequeñas, es un tiempo y una forma de vida que ya no volverá, pero tranquilos que desde “Blanca Mañana”, Sean Thornton y Mary kate te lo volverán a recordar siempre que vuelvas a ver “The quiet man”, una historia rica en personajes como el de Michaleen Flynn, Will Danaher, la viuda Tillane o el padre Lonergan, una historia magníficamente contada a través de los rostros de sus actores.

Tranquilos, todo parece que sigue igual en la verde Irlanda del maestro Ford, porque es Ford y no Wayne el que realmente regresa a casa, un hombre que intenta encontrar sus raíces, entre el costumbrismo rural y las tradicionales canciones irlandesas:

“Era un chico salvaje de las colonias, Jack Duggan era su nombre. Nació y se crió en Irlanda en un pueblo llamado Castlemaine, a la temprana edad de dieciséis años dejó su tierra natal…”

... y todo esto transcurriendo entre bucólicos paisajes, simpáticos diálogos y bañado en negras cervezas, y es que al que le guste cantar mientras bebe, ese es mi amigo. Tranquilos ya dije al empezar gustosamente, que esta ronda la pago yo.
Ficus Pandorama
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6
7 de noviembre de 2012
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta bonita leyenda inglesa acaecida en la Edad Media (siglo XI), que los propios historiadores dicen que se fundamente en una base real, entre ellos el cronista del siglo XIII Roger de Wendower, merecía un mejor tratamiento cinematográfico por parte de Arthur Lubin, director de la conocida saga de comedias de los años 50, que tenía como protagonista a la mula Francis.

Su película no profundiza demasiado sobre los hechos de esta leyenda medieval, dejando simplemente, lo que pudo haber sido un interesante romance histórico, en una moderada cinta de aventuras en tecnicolor. Su ligero argumento y superficial guión, ambos de Oscar Brodney, sólo se apoyan en un buen reparto entre los que destacan por supuesto la siempre fordiana Maureen O’Hara, que da vida de una manera veraz a la bella dama anglosajona, Victor MacLaglen en el papel de Grimald y Torin Thatcher como Lord Godwin entre otros. Más desapercibida pasa si cabe, la interpretación de George Nader como Lord Leofric, Conde de Mercia y esposo de Godiva. Destacar como simple curiosidad para los más cinéfilos, la fugaz aparición sin acreditar casi al final, de Firts Saxon, un joven Clint Eastwood, que interviene del mismo modo que también lo hiciera ese mismo año en el clásico de ciencia ficción de serie "B" Tarántula de Jack Arnold. Encontrarlo sin saberlo es todo un ejercicio de agudeza visual.

Por lo demás, yo les sugiero que imiten un poco a Peeping Tom (el sastre mirón), el único vecino que a través de una ventana no pudo resistirse en observar a Lady Godiva a lomos de un caballo por las vacías calles de Coventry, y echen un vistazo a esta aseada y discreta cinta de la Universal.
Ficus Pandorama
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8
6 de junio de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Elegante comedia romántica que produce y dirige William Wyler, y que posteriormente daria paso a una serie de comedias de estadounidenses en Roma, como Creemos en el amor (1954) de Negulesco o Más alla del amor (1962) de Delmer Daves.

Wyler en modo contrario al famoso cuento de Charles Perrault y con pretensiones neorrealistas, nos muestra a una Audrey Hepburn en su primer gran papel, en la que quedo para siempre catapultada a la fama, siendo recompensada con el Oscar a la actriz principal por este registro de inocente princesa con sentido de la responsabilidad, que entabla un romance con el oportunista periodista americano Joe Bradley (Gregory Peck), todo ello teniendo como telón de fondo a la encantadora e historica ciudad de Roma. Obra innovadora en lo que se refiere al rodaje en exteriores, en los que la ciudad romana pone a disposición de esta deliciosa película todo su encanto.

Sentimental y simpática a la vez, huyendo de todo tipo de protocolos, como de los que huye la misma princesa al sumergirse a su aire por los alegres y pintorescos lugares de la ciudad. Ian McLellan Hunter (nombre con el que figura en los créditos Dalton Trumbo, hombre marcado por la comisión Warren) y John Dighton abordaron con un gran argumento original la historia del propio Trumbo, en el que el romance entre Joe y la princesa, queda filmado con un exquisito sentido de la delicadeza, que la convierten en una obra intemporal que no defraudara a ningún tipo de espectador, de ello mismo podrían dar fe, hasta los anecdóticos corresponsales del ABC y la Vanguardia, que aparecen al final de la película en el encuentro de la prensa internacional con la princesa.

En resumidas cuentas, creo que no hace falta añadir nada más de Vacaciones en Roma, sólo que se dispongan a verla. Se disfruta y pasa por nuestros ojos, como un cuento inolvidable que resiste el paso del tiempo con verdadero estilo y clase.

A propósito que bien le hubiera venido a esta película, que la banda sonora la hubiese compuesto Henry Mancini.
Entonces hubiera sido sin ningún género de dudas, una obra tan eterna, como la misma ciudad que la acoje.
Ficus Pandorama
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