"En algún apartado rincón del universo centelleante, desparramado en innumerables sistemas solares, hubo una vez un astro en el que animales inteligentes inventaron el conocimiento. Fue el minuto más altanero y falaz de la 'Historia Universal': pero, a fin de cuentas, sólo un minuto. Tras breves respiraciones de la naturaleza el astro se heló y los animales inteligentes hubieron de perecer. Alguien podría inventar una fábula semejantes pero, con todo, no habría ilustrado suficientemente cuán lastimoso, cuán sombrío y caduco, cuán estéril y arbitrario es el estado en el que se presenta el intelecto humano dentro de la naturaleza. Hubo eternidades en las que no existía; cuando de nuevo se acabe todo para él no habrá sucedido nada, puesto que para ese intelecto no hay ninguna misión ulterior que conduzca más allá de la vida humana." (Nietzsche)


"Decimos que en la angustia 'se siente uno extraño'. ¿Qué significan el 'se' y el 'uno'? No podemos decir ante qué se siente uno extraño. Uno se siente así en conjunto. Todas las cosas y nosotros mismos nos hundimos en la indiferencia. Pero esto, no en el sentido de una mera desaparición, sino en el sentido de que, cuando se apartan como tales, las cosas se vuelven hacia nosotros. Este apartarse de lo ente en su totalidad, que nos acosa y rodea en la angustia, nos aplasta y oprime. No nos queda ningún apoyo. Cuando lo ente se escapa y desvanece, sólo queda y sólo nos sobrecoge ese 'ningún'.
La angustia revela la nada." (Heidegger)

Y, en todo ello, vive y duerme la Melancolía.

Película de zombies (de zombie) donde escasean las vísceras o la sangre, donde abunda la voz, o la mirada.

La cuestión es muy sencilla (o no tanto): David, con una vida como la de cualquier otro, con una pareja como la de cualquier otro, con un trabajo y un vehículo como los de cualquier otro, es atacado. Ahora es un zombie.

Y ya no hay vida ni posibilidad de vida. Sólo dolor, soledad, autodesprecio. Descomposición, asunción de la descomposición. Y fugaces concesiones a la nostalgia por un pasado que no puede volver, por una rutina ya vedada. El drama de quien ya no puede ser humano, aunque recuerda haberlo sido, aunque quisiera serlo, aunque siga siéndolo. El grito inaudito de un zombie, no de ningún otro.

Coger las riendas de una vida para liberarla del peso de la abulia y la inercia, dejar de delegar en incapacidades reafirmadas a por de ser creídas, hacer lo que siempre se ha dicho que ha de hacerse. Luchar por un otro futuro desde la tienda más mediocre y anodina, sin grandes soliloquios ni trascendencias. Y ser feliz, en lugar de sólo querer serlo.

O darse cuenta de que ya se es, de que no está más allá de los bailes de Jay-y-Bob, de peleas infantiles o de recuentos sexuales.

(Tomando/haciendo que tome nota)