La película de Aladdin tiene un claro objetivo, es entretener, y lo consigue, la película entretiene, partiendo de esta base la película es un éxito.
Desde un punto de vista un poco más amplio hay que apuntar que está hinchada de estereotipos comerciales convencionales, la mayoría de los cuales, todo sea dicho, están bien introducidos y consiguen ser graciosos y divertidos.
Una de las grandes dudas era saber cómo iba a ser la fidelidad a la película de animación de 1992. Si bien tras los primeros 2 minutos parece que va a ser exactamente igual, coge variantes y líneas argumentales que difieren de la original y que se agradecen. También es cierto que acaba cerrándose con un desenlace prácticamente calcado a la película original, lo cual deja un poco de insatisfacción ante el atisbo de cambio de argumento que parecía entreabrirse a mitad de película. En cualquier caso, es difícil abordar este punto, puesto que somos muchos los fanáticos Disney y en líneas generales considero que está conseguido y es satisfactorio el compendio entre original y nueva versión.
Es de destacar que el 90% de las canciones son las originales, con arreglos y aportes modernos que no estropean o molestan a los puristas. El respeto a las canciones originales es siempre de agradecer para los “Fanáticos Disney” y en esta nueva versión son bastante fidedignos.
A nivel interpretativo la película flojea notablemente, ya que se busca el fotograma como producto de venta fácil. Sin embargo Will Smith lo hace a la perfección y se disfruta, sin duda alguna es el aporte interpretativo de la película, que pese a no salirse del contexto comercial “palomitero”, él si ofrece un producto agradable de consumir por el espectador. También resulta gratificante el aporte y la comedia del nuevo personaje Dalia interpretado por Nasim Pedrad.
La película no está al nivel de las primeras obras del director de Lock & Stock y Snatch, pero si deja entrever un mínimo toque para no caer en una película cuya mediocridad sea lo único que destacar como ha pasado con nuevas versiones anteriores al estilo Dumbo. En cualquier caso hace ya tiempo que doy por hecho que el Guy Ritchie de finales de los noventa no piensa volver.
En definitiva, acaba convirtiéndose en una película que intenta satisfacer a todo su público, nuevo, infantil, adulto, seguidores de los clásicos Disney, y en líneas generales lo consigue a base de puntos hilarantes, principalmente por el aporte de Will Smith como genio de la lámpara.

El director neoyorquino a sus recién cumplidos 77 años no ha perdido su toque, ni su ambición, sigue rodando y firmando películas a mordiscos de la misma manera que lo hacía hace 50 años. Sin embargo ahora, vemos un cineasta mucho mas maduro, con la certeza de saber que difícilmente encuentre el mismo escenario de presupuesto ilimitado y total libertad artística como se ha encontrado en esta producción. Los guiños constantes a sus propias películas, las aportaciones de la gran mayoría de los actores que han participado en sus películas son constantes, con especial atención a la potente y decepcionante corta de Harvey Keitel. La propia duración de la película parece un aviso del propio Scorsese afirmando que ha realizado la película que quería hacer a todos sus niveles. Es la mas larga de su filmografía, sin embargo se pasa volando.

La película no defrauda, todos los fans del director pronto ven sus expectativas satisfechas, el trávelin de cámara endiablado empieza en la primera escena, el uso genial y acertado de la música , los cambios de plano, la voz superpuesta, todo está. Sin embargo y aquí es donde comienza la grandeza de la película, la cinta comienza a fundirse entre los clásicos recursos del director con otros menos conocidos. El uso de la música se reduce para dar paso y protagonismo a unas interpretaciones geniales, los planos se centran en los protagonistas, la historia de la película comienza a pasar por la historia de varias décadas de Estados Unidos de una manera magistral.

Es aquí cuando mas se disfrutan las interpretaciones de las estrellas consagradas presentes. Cada uno de los principales actores de la película merece un comentario diferenciado. Por un lado tenemos la interpretación menos agradecida, la de Robert De Niro, dada su introspección, aún así, consigue ser un vehículo perfecto para el espectador en todo momento y de una manera en la que solamente un actor tan consagrado y con tanta experiencia podría. Por otro lado, Al Pacino, si bien suele tender a la sobreactuación se enfrenta ante un personaje que precisamente es una personalidad sobreactuada en si misma y el actor de manera paradójica consigue entender perfectamente el personaje y le dota de un carisma único. Por último, la actuación de Joe Pesci es simplemente una auténtica obra maestra, su contención, sus gestos, toda su interpretación es incuestionable, magnánima y con un minimalismo existo para conseguirlo.

Si se puede poner un pero a la película sería la técnica de Rejuvenecimiento digital CGI, puesto que hay ciertos resultados un tanto cuestionables a nivel facial y sobre todo en lo referente a la armonía de los movimientos de unos casi octogenarios actores cuyo resultado es como mínimo extraño. También es verdad que la gran fotografía, los escenarios tan bien recreados, las sublimes interpretación y la magistral dirección de la cámara acaban por hacernos olvidar este pero y aceptarlo sin mayor historia.

Al final de la cinta la melancolía y la perspectiva crepuscular se abre paso para cerrar una obra maestra de una manera perfecta. Hay un sentimiento innegable al terminar la película de fin de una era, de culminación de un género que nunca se repetirá, de percibir que nunca habrá una película de mafiosos de este tipo y a esta altura. Incluso se atreve a ir mas allá y parece ser un canto de cisne a la propia vida y como el paso del tiempo se abre siempre de manera inexorable a través de ella.

En conclusión, se puede afirmar que nos encontramos ante una de las grandes obras maestras de Scorsese, si no la mas grande por los aportes de madurez que encontramos en ella. Es el cierre perfecto a la últimamente definida trilogía comenzada por Uno de los nuestro y continuada por Casino. Pero es mucho mas, es el cierre y homenaje al propio director, a los actores que le han acompañado en su camino todo este tiempo, al género en si mimo e incluso a la vida.