Película sobre la Guerra Civil que cuenta las vivencias de un grupo de soldados y oficiales del ejército nacional destacado en el frente de batalla, y que tiene como hilo conductor la figura del "páter" recién llegado a la compañía, interpretado por un jovencísimo Adolfo Marsillach. El espíritu religioso está omnipresente a lo largo y ancho del film, como sin duda debió suceder en la realidad, dentro del bando nacional, al tiempo que exalta la buena relación, compañerismo y camaradería entre la tropa y en los mandos.

La película retrata una parte de nuestro pasado, en el que la figura del cacique estaba presente en buena parte del entorno rural. Estos personajes y sus allegados, controlaban el trabajo ... y la vida de todo el mundo, como si de señores feudales en plena Edad Media se tratara. Ahora bien, en la época en la que se relata esta historia, basada en hechos reales, el que la hacía la pagaba, aunque fuera el señorito del lugar.

Entretenida película de espías con un guiño claro a "Con la muerte en los talones" de Alfred Hitchcock, en clave de humor. En esta ocasión es James Garner el improvisado agente secreto que debe descubrir el paradero de una partida de diamantes, en una Lisboa infectada de espías pendientes de todos sus movimientos. El cuarteto protagonista está sencillamente perfecto, y los secundarios, no les van a la zaga. Un ritmo apropiado, la acción que no decae en ningún momento y una buena banda sonora, dan como resultado una película que se ve con agrado y cumple perfectamente su cometido de pasar un buen rato.

Película de 1962 que refleja la forma de vida de esa época, a través de las vivencias de los miembros de una familia, compuesta por un feliz matrimonio, sus 4 hijos y un yerno. La vivienda está situada en la azotea de un bloque de pisos, de ahí el título. La acción transcurre en un caluroso y festivo día de verano. Los 2 hijos pequeños viven sus primeros amores adolescentes, mientras la hija está a punto de ser madre y el mayor arrastra un problema que sirve para dar a la narración un toque dramático. De fondo: el botijo, la palangana, el aguador, la cañería al descubierto, la ducha improvisada, y esa "familiaridad" con los vecinos, que hoy en día ya no existe. Una vida dura y difícil, pero también alegre e ilusionada.

Típica película de aventuras de la época. Que nadie busque otra cosa que pasar un buen rato. La lucha entre dos compañías interesadas en la construcción del ferrocarril está bien planteada por su director, Richard Thorpe, intercalando escenas típicas de documental, de animales salvajes, junto con toques humorísticos, plasmados principalmente en la figura del ayudante del protagonista Robert Taylor, pero también en alguna otra escena, como la del hechicero. Al final, como es lógico, triunfan los buenos. Entretenida.