Las opiniones son reduccionistas y están revestidas de ignorancia histórica y afeites políticos. Esto no era necesario con Che: Guerrilla.

Lo primero para una adaptación cinematográfica de la historia: la autenticidad del contexto y la veracidad de los hechos que ocurrieron. Los que hemos leído el Diario de Bolivia, la Guerra de guerrillas, la biografía de Anderson y Castañeda, lo que ofrece la red a golpe de ratón y, además, hemos estado en Cuba sabemos que Guerrilla reproduce de forma fiel lo que ocurrió o, al menos, lo que los documentos -algunos parten de fuentes primarias: testigos presenciales- dicen que ocurrió.
Primera medalla para la película: no traiciona la historia. Ocurre con muchas que trafican con el cine y la historia, mercaderes de arte. Sin ir más lejos Andy García en Muerte en Granada o en La Ciudad Perdida: dos ofensas a la inteligencia, la historia reescrita, que reescrita, adulterada, el esperpento en manos de un Valle Inclán americano. Los acentos, los sucesos, las anécdotas, el guión ...todo está "cuadrao" en Che:Guerrilla. Pero eso sólo lo valora el que entiende, el que ha leído algo. El escucha en la película la palabra chanco y reconoce que es un cerdo o que pucho es un cigarro para un peruano guerrillero y que dentro de la linealidad de la película el Che organiza dos grupos entorno al suyo: una vanguardia y una retaguardia. Ni siquiera el crítico de cine que reduce su análisis a una opinión política es capaz de valorar los pequeños detalles.

Segundo valor. Al contrario de lo que se dice o piensa no era necesaria una implicación épica del guión, los actores... Algunos esperaban una hazaña de tiritos con la que alimentar el ocio, el Che bandera en ristre por la avenida de las jineteras. Nada de eso. Tanto 'El Argentino' como 'Che: Guerrillero' no engañan a nadie. Cuentan lo que ocurrió. No hay maniqueísmo revolucionario. Para que el espectador juzgue la historia a través del cine. Ambas son una obra maestra. Enhorabuena.

Al margen de una puesta en escena excepcional, Katyn se convierte en una excelente versión cinematográfica de la historia gracias a que huye de la épica y de los efectos desmelenados, error muy común cuando se quiere novelar o adaptar al cine hechos históricos destacados como es el caso de este genocidio. Ese cuidar la grandilocuencia de medios del discurso narrativo es, si cabe, mucho más valorable dada la implicación emocional y autobiográfica del director en la historia.

Por otra parte, cabe destacar la importancia de que las películas -como la prensa, la novela o la música- no bajen el nivel ante el espectador. En este sentido, los diferentes planos en los que discurre la trama son fácilmente comprensibles para un espectador interesante e interesado en que no lo apacenten, sino en alimentarse.