Buena película.
Puede que el tema se podría haber enfocado de mil formas diferentes. Pero la verdad es que la película va más allá de todo el sufrimiento que mucha gente soportó. No creo que nadie dude sobre la capacidad de resiliencia del pueblo judío y la angustia no sólo ante el holocausto o la Shoá o de los innumerables actos contra ellos de pogromos, la Inquisición, etc.

Para mí la película hace referencia a la facilidad con que se puede tergiversar la realidad. Hoy las redes sociales se han transformado en un vehículo para que los mentirosos triunfen. Alguien con carisma o miles de seguidores dice algo sin fundamento y todo el mundo traga. La película también se refiere a eso aunque tomando como punto de vista la tergiversación y mentiras que los negacionistas efectúan para decantar la historia hacia su punto de vista. La historia no es un punto de vista.

La historia debe ser siempre la realidad, justo lo que ocurrió. Negar, por ejemplo, el exterminio de seis millones de personas, no puede ser objeto nunca de un punto de vista, sino de vergüenza para todos nosotros.
El régimen nazi fue una máquina perfecta para obligar a torcer el pensamiento de la gente que vivía en Alemania. Cuidado con estos tiempos, porque no hemos cambiado. Hoy la redes sociales pueden encarnar ese peligro de decantar o torcer la verdad convirtiéndola en una sombra difusa.

Hacía tiempo que no veía una infamia como esta. Aguantarla hasta el final ha sido una penitencia autoimpuesta por haberla escogido. Podría haber tenido algo que ofrecer, un sentido, un guion más allá de todo aquello ya visto y revisto tantas veces, pero no; se ha quedado a las puertas.