Los domingos deberían de ser palomiteros y no gafapastiles, si es que me lo tengo dicho.

La Cinta Blanca, de Haneke. Espectacular en la técnica, digna del mismísimo Bergman (mucho homenaje), con planos tan precisos, milimétricos, perfectos y tan poco explícitos se desarrolla la violencia con tanta precisión como se hacía en Funny Games explícita y terrible como ella sola. Me chirrían un par de cosas sin importancia -más de planteamiento que de guión, perfectamente estructurado y notablemente narrado- como esa sensación de haber forzado falta de conclusiones, como si dentro de la obviedad se pretendiera una reflexión más profunda sobre el misterio. La propia vida de los personajes era suficiente para esto, el paternalismo no era necesario. Por lo demás, poco que criticar. Hasta los niños a los que normalmente odio en la pantalla, bordan sus interpretaciones, tanto como los geniales adultos.

Y cuando consiga masticar todos los espejos que se esconden detrás de toda esta intensidad pausada y toda esta violencia reprimida, aún tendré rato para saborear. A ver cómo cojones descanso ahora.

Personajes carismáticos, Jeff Bridges es el puto amo (sólo por su dicción, la versión original es obligada), técnica, visual y sonoramente impresionante...

Pero no me enganchó. La historia me pareció a ratos manida, a ratos vacía. A trompicones todo el rato, no podía dejar de pensar en que estaba detrás de una serie de gags independientes, con un hilo maestro conductor, pero sin una profundidad necesaria para darle cohesión a todo el asunto.

No hay duda que los Coen saben hacer un cine excelente, y no tienen película mala, pero muy a menudo me dejan con esta sensación de no plena satisfacción, de coitus interruptus (No Country for Old Men, Oh Brother, o esta True Grit). Eso sí, he de reconocer que cuando me llenan (Fargo, The Big Lebowsky , Miller's Crossingo The Man Who Wasn't There), me sale el semen por las orejas.

También puede ser que los últimos westerns que he visto han sido: Sin Perdón, Grupo Salvaje, El Hombre que Mató a Liberty Valance, Pat Garrett & Billy The Kid y Hasta que Llegó su Hora, y es normal que mi nivel de exigencia para con el género esté disparadísimo

¿Qué puedo esperar encontrarme en una película sobre el creador de Facebook? Exactamente lo que me he encontrado al ver The Social Network de David Fincher. Freaks informáticos, fiestas universitarias, y pomposos multimillonarios. Aunque tiene la profundidad de un cenicero de McDonalds , los personajes son caricaturas poco elaboradas, y hay un montón de escenas injustificadas e innecesarias (la novia pirómana o la carrera de remos en gran bretaña, por ejemplo), es entretenida y está bien dirigida, además de que tiene una banda sonora bastante guapa. Cumple perfectamente mis expectativas de para pasar el rato y olvidarme de ella en diez minutos.

Las tres películas de Toy Story hablan de lo mismo. La amistad y el abandono. Todas comparten momentos paralelos (un Buzz Lightyear idiota creyéndose su película, por ejemplo). Mismos personajes y un limitado radio de acción. Todo podría empujar a que, después de una genial y maravillosa primera parte, sus secuelas fueran flojas, aburridas o incoherentes (como le pasó a Shreck). Pero estos tíos de Pixar cuidan muchísimo sus guiones. Todo es redondo, todo fluye como debería. Los paralelismos y las repeticiones de tramas se convierten en autohomenajes. Y los personajes son entrañables y carismáticos. Desde Woody y Buzz, hasta Mr. Sonrisitas o el Oso Oloroso. Nada sobra y nada falta. Toy Story 3 es un digno final a la saga, hay quien dice que es la mejor de las tres, yo sigo prefiriendo la primera. Ésta quizás es un poco más oscura, un poco más seria, aunque los toques de humor siguen siendo geniales y tienen algún que otro momento de humor negro excelente, toda la película respira una atmósfera de despedida y de tristeza.

Me encantó

Si alguien se ha tomado la molestia de leerme y empieza a dolerle el culo, que me imagine a las diez y media de la noche, después de seis horas y media sentado, y con la resaca aún golpeándome en las entrañas. Aguanté:

Secuestrados. De Miguel Ángel Vivas. Es imposible no pensar en Funny Games cuando ves esta película. Y no porque la calidad sea remotamente cercana a aquella durísima película de Haneke, sino porque es obvio el homenaje que se le intenta hacer en ésta ya sea en la fotografía y el montaje bastante efectista (toda la película no serán más de diez interminables planos secuencia perfectamente logrados). Pero más allá de la calidad técnica, la película no ofrece mucho más. Interpretaciones flojas, un guión poco masticable, y un exceso de violencia (física y psicológica) tan desmesurado, explícito y desagradable que terminas con la sensación de que el director solo buscaba una excusa para relatar las más terribles atrocidades. La excusa es creíble a priori: unos vándalos entran a robar a una casa; pero termina siendo insuficiente para la cantidad de sangre derramada y maldad desarrollada. Excesiva e ineficaz, con un buen montaje que alcanza un par de momentos de genialidad (bien intencionada y más o menos conseguida).
Seis.