Para mi sorpresa, Von Trier ha variado el rumbo. Parece que ahora le apetece beber de otros genios del cine. Parece que necesitó a Kubrick (véase El resplandor) para conseguir la atmósfera masticable que quería para "Anticristo". Parece que necesitó a Tarkovski (véase El sacrificio) para transmitir la demencia en sus formas más grotescas.
No obstante, le ha salido bien; muy bien. Tan bien que le admiro. Se está convirtiendo en mi director fetiche. Siempre hace cosas nuevas, a veces irritantes, a veces sorprendentes. Pero sabed algo:
Lars von Trier tiene muy claro lo que quiere y, sea cual sea el medio, llega a SU meta. Queda averiguar QUÉ es lo que quiere...

Al principio vemos una extraña secuencia, sin sentido, en blanco y negro, y con unos sonidos que auguran la locura de la razón. De repente aparece la historia, en sueco (la recomiento en V.O.S) y empieza la presentación de los personajes. La película va perdiendo con el paso de los minutos la presencia de la sociedad, al mismo tiempo que va apareciendo la soledad, la desconfianza, el amor, los silencios incómodos pero sinceros..., el ser humano sin máscaras ni gilipolleces. La película descuartiza al espectador y le da de comer los trozos. Recomiendo verla a solas.

Tres historias combinadas en una película que se alza como una sola historia. Difícil dirección de un argumento tripartito que pocos directores han logrado. Es fácil caer en el desorden, pero Iñarritu lo consigue.