Llevo meses contando los días para que se estrenará pues soy muy asiduo a la dupla Disney-Pixar y además soy un apasionado de la cultura italiana. Lástima que de nuevo repita esa misma fórmula de relato clásico que sin duda sigue entreteniendo y divirtiendo a pesar de que ya empiece a trillar. Así como también me ha decepcionado en cierta forma el que, si obviamos el tema “Vespas” sobre el que se sustenta parte del entramado, el hecho de que suceda en Italia es meramente anecdótico con afán de hacer un diseño diferente y tratar una cultura que hasta ahora no habían hecho. Lo que me sabe mal es que a pesar de estar bien ambientada y contar con guiños muy buenos a dicho pueblo, me sigue dando la impresión de que ese escenario está desaprovechado; un país tan rico culturalmente como Italia da más de sí que para una historia veraniega más. Eso sí, no se puede negar que es realmente fidedigna la recreación de ese pueblo pesquero italiano con sus persianas verdes, sus trattorias y sus fuentes de estilo romano.

Asimismo, vemos de nuevo, como en “Soul”, que la compañía empieza a tratar temas más adultos, como la emancipación, la madurez, la voz de la conciencia, los celos o la traición propias de esa alocada adolescencia a través de la divertida mirada casi de fábula de un grupo de amigos a quién el verano les hará aprender tanto a ganar, cómo a perder. Además, por primera vez en una película Disney/Pixar vemos resquicios de sangre y hasta algún que otro puñetazo, que, aunque parezcan casi imperceptibles y si parpadeas te los pierdes, gusta ver como la compañía se adapta a la dificultad de los tiempos actuales en los que todo vale y lo gráfico está a la orden del día, ningún niño se escandalizaría por esto ahora con todo lo que se ve ahí fuera a diario.

Por desgracia, a pesar de sus 100 minutos de metraje se me ha quedado corta, así como algo escasa de contenido con todos los elementos con los que cuenta. Pero no dejéis que eso os preocupe, si lo que buscáis es un rato distendido cuenta con el sello de calidad y valores a los que nos tienen acostumbrados, por ello el entretenimiento y la emoción están asegurados. Nota: 7,5.

Desde el Festival de San Sebastián se estrena en cines el nuevo trabajo sellado con la firma de C. Tangana, un joven multidisciplinar de la farándula castellana que destaca en el ámbito musical con variedad de estilos que, al igual que este metraje, logra conjugar con cierta gracia apoyado por buena cantidad de profesionales y asesores que, a su vera, procuran un desarrollo favorable de su trayectoria.

A modo de contexto, el estreno del álbum “El Madrileño” supuso el récord de oyentes de un artista español en servicios de streaming, lo que dio pie a esta ambiciosa gira y, con ella, la documentación de una odisea de concepción casi fatalista desarrollada mediante una dirección innegablemente esteta y efectista que, por contraparte, bebe de referentes a los que fusila sin mucho tino a la par que se procura unos dejes ácidos a modo de alivio y desenfado.

Sin embargo, no estamos ante lo que se denomina un rockumentary, ni lo que sería la filmación de un tour internacional, sino ante una aproximación a las dos caras de la moneda de la industria, desidealizando esa vida de rockstar que muchos artistas de medio pelo presumen mientras pelean encarnizadamente en su foro interno su persona y personaje público en todo un ego trip de considerables dimensiones.

Constituida para ser una serie de distintos capítulos en Movistar+, existen diferentes cortes de la misma según el medio de visualización por el que opta el espectador, más, en todas ellas confluirán sus dos vertientes argumentales; una faceta más motivacional y aspiracional que llega a resultar inspiradora invitando a transgredir y elucubrar nuevos horizontes y otra que funciona como una caída al infierno que desata un excesivo colofón de problemas fruto de una pésima organización -y esa ambición desmedida- sometida al amparo de todo un equipo de profesionales de la gestión y los empresariales presumiblemente cualificados.

Dividida en 3 partes, la primera puede calificarse numéricamente con nada menos que un 8 por mostrar sin tapujos los anhelos e inquietudes de la figura artística, sin embargo, los tercios posteriores se sostienen en un notable hasta que, finalmente, excedidos de más en el metraje de forma innecesaria, resulta en un mero 6 que no hace sino que el espectador abandone la sala con regusto agridulce y debidamente informado (o publicitado) de los planes de “El Madrileño” de abandonar el panorama musical con afán de probar suerte en el exigente mundo audiovisual que requiere, si cabe, aún más constancia y dedicación.

Asimismo, reservado en su proceso artístico, no revela detalle alguno sobre producción o la composición de sus obras, desgranando u exponiendo el trabajo tras ellas, meramente ampara sus flaquezas capacitativas en la construcción de todo un espectáculo, entendiendo plenamente los códigos del entretenimiento, de modo que, en última instancia, augura un valor artístico a su creación con el fin último de facturar la experiencia.

Cabe reconocer que, por desgracia, socialmente, y más por estos lares en que la competición y la envidia forman parte del pan de cada día, hay cierto morbo en ver caer a figuras relevantes de su pedestal, pero quizás esta obra peca de una falta de mesura que propicia que no te interpeles con sus protagonistas ante la cantidad de absurdeces que se terminan atestiguando que bien podrían haber sido decididas o gestionadas de mejor forma.

En definitiva, el filme, como pretende lograr un Pucho extasiado con su exposición, va en descenso, pues la que verdaderamente importa de todo este coro es la figura del artista en la pueden hallarse suma ambición, creatividad e incluso una estimulante soberbia que lejos está de lo que hallamos en su persona, un muchacho común y corriente que no tiene demasiado que revelar, más allá de un backstage lleno de lamentos. Nota: 6,5.

A finales de los 70, un equipo del FBI empezó a desarrollar una serie de técnicas y prácticas con objeto de comprender la psique de los asesinos seriales y demás criminales de índole violenta, estas eran el inicio de lo que hoy día conocemos como perfilación criminal y, gracias a ellas, se han podido establecer patrones de conducta y realizar demás descubrimientos que han ayudado a la captura de cientos de criminales.

Y, hablando de la película, si eres como yo un interesado de la psicología criminal y todo lo que eso envuelve a nivel cerebral o simplemente te gustó la serie Mindhunter de David Fincher por como aborda a través de interrogatorios las psicopatías y sociopatías, esta es tu película. Se percibe bien documentada (o todo lo bien que se podría de un individuo tan cambiante), ambientada e interpretada. Pues los protagonistas, además de estar soberbios en todos los aspectos, se han caracterizado concienzudamente para parecerse a quien interpretan, en especial, un inquietante Luke Kirby en estado de gracia, lo cual es un plus para sumergirte de lleno en ella.

Además, en líneas generales, procura no trata al espectador por estúpido, ni al criminal, que también es importante. En su defecto opta por exponer de forma factible y responsable las luces y sombras de una mente complejamente interesante. Y es que, sin obviar sus fechorías, Bundy fue un personaje “fascinante” que supo manipular hasta tal punto de disponer de toda una legión de seguidoras independientemente de todas las barbaries cometidas. Era alguien con gran capacidad de oratoria y convicción, estudioso y cultivado, en definitiva, un ser humano instruido, “feliz” y agraciado al que aparentemente no le faltaba de nada, excepto que cargaba la losa de un narcisismo y ego patológico mayor que él y sus convicciones, lo que le llevo a entenderse infinitamente superior a sus conciudadanos y a posteriori querer ejercer un dominio sobre los -en este caso “las”- más débiles a razón de someterlas a voluntad para satisfacer sus impulsos.

A su vez, todo sea dicho, quizás este Bundy esté algo más teatralizado hacia una misteriosa mística que en ocasiones ralla el Hannibal Lecter de Hopkins, ayudado de una dirección y fotografía que abusa de los primeros planos con tal de desconcertar con la frialdad y la naturalidad de sus expresiones. El real, en cambio, tendía a ser, además de groseramente pervertido en círculos cerrados de confianza, desconcertantemente afable y cercano. Por eso, aunque Luke Kirby da lo mejor de sí para lograr una muy buena interpretación, creo que de tener oportunidad de preguntarle al real acerca de este, diría que le han dotado de unas expresiones maníacas y altivas prominentemente acentuadas de las que él no dispone, al menos no a un nivel tan superficial y lo mismo ocurre con el despojado de su personalidad de carácter más neutro y pasivo, que le valió, con la astucia suficiente, para alimentar a los medios y al populacho que contribuyeron a enaltecer su persona, dándoles lo que pretendían, sin darle demasiada importancia, porque él se creía por encima de eso. Eso sí, aquí a nivel argumental estaría bastante orgulloso de cómo se han retratado sus distintas capas de razonamiento.

Y efectivamente, hemos llegado a ese punto, al de los “peros”. Y es que, durante los últimos minutos previos al desenlace que todos conocemos, lanzan por la borda el trabajo más o menos fino realizado hasta el momento, entrando en una serie de histriónicas escenas complacientes con un público promedio que, de poder, os pediría que omitieseis llegados a esa parte. Pues se les va de las manos con una escena totalmente bochornosa e innecesariamente pasional entre ambos protagonistas que resta no pocos puntos a una película que estaba sabiendo ser sofisticada, comedida y consecuente con su discurso. No sé de qué departamento es obra semejante desastre, pero todos sumaron a hacer de este un momento todavía más terrible e histriónico y el montador, en conjunción y con ámbito de no desentonar tampoco, los confluyó de la peor forma posible e implantando además en su visión, una moral juzgadora de la que previamente estaba renegando, que llevan a un sórdido declive que le lleva a uno a preguntarse ¿Cómo algo tan sólido construido con sumo cuidado puede desplomarse con este nulo tacto? ¿Cómo una ficción bastante bien documentada puede tornarse en un burdo ejercicio -o incluso ensayo- teatral de segunda?

Dejando eso de lado sin saber cómo darle respuesta, solo me resta decir que a nivel cinematográfico, los que querían un thriller íntimo y enriquecedor, obtendrán lo que querían a través de buenas dosis de diálogos interesantes de escuchar. En cambio, los que buscaban algo más (in)formativo, incluso a un nivel más documental, decirles que cabría ser conscientes de se han realizado algunos cambios notables con afán de lograr la funcionalidad del empaque como un todo y poder, en el camino, abarcar a una mayor cantidad de público sediento de que le sacien esa morbosa curiosidad. Lo que a mi parecer, no termina por opacar la calidad de un realmente logrado resultado final. No es que se resarza del todo en sus últimos segundos, si no que no he llegado tan descontento como creí a los créditos finales. Vedla y juzgad. Al final cada uno emite su particular juicio y aquí, Ted Bundy, tiene el suyo propio.

Tenía una buena premisa y me aventuré habiendo visto su tráiler, creía que el cine español había cambiado de tercio con nuevos enfoques, pero no, es un despropósito, más mala que un dolor de muelas. Los personajes son maniqueos y extremadamente forzados. Ni la inclusión de elementos franceses en un intento de multi-culturalidad aventajada salvan la cantidad de estupideces -además predecibles- que se suceden.

Si tengo que elogiar algo bueno diría los frenéticos 15 primeros minutos para los que se ha hecho un generoso despliegue de medios de calidad notoria y a los actores que no lo hacen del todo mal. Se nota cierta evolución interpretativa en Casas, además Guillermo Pfening junto a la belga Déborah François cumplen también con su cometido haciendo lo que buenamente pueden con sus personajes.

Lo dicho, en el cine comercial hispano mejoramos a cuentagotas en algunos aspectos y en otros como el guión y desarrollo de personajes vamos muchos pasos por detrás. Es una lástima que con los grandes profesionales con los que contamos, se le haya dado el visto bueno a algo así con semejantes deficiencias argumentales.

Concluyo con lo decepcionante -por ponerle un calificativo no muy malo- del final, que intenta una maniobra desesperada para sorprender, que ya ha sido repetidamente sobada en este tipo de thrillers, y que no me creo en absoluto, al igual que el resto de la película.

Tras el éxito de la aclamada Infinity War el Universo Cinematográfico de Marvel continúa con la segunda entrega de Ant-Man, en esta ocasión muy bien acompañado en la acción de la que fue su compañera en la anterior película, quién encarna a "The Wasp" (la avispa).

En el nivel argumentativo realmente no se aleja mucho de su predecesora, utilizando una línea argumental similar o cuanto menos igual de simple y family-friendly. Respecto al guión se hace demasiado hincapié de nuevo, como últimamente está haciendo Marvel, de los chascarrillos, chistes y demás toques humorísticos que si bien algunos son ingeniosos, muchos otros están enfocados a un público más infantil, haciéndose repetitivos hasta tal punto de retorcer el mismo en distintas ocasiones de la película, haya este o no conseguido el efecto humorístico y/o aliviador planeado.

Los personajes están de nuevo bien definidos y cada cuál tiene su propósito, la pega en este punto es en el villano, Fantasma, quién en un inicio plantea motivaciones interesantes que se des-hinchan con su poca firmeza en pantalla y las decisiones físicas y psicológicas que lleva a cabo.

Los efectos especiales como siempre perfectamente ejecutados, en especial los diferentes rápidos cambios de tamaño durante las logradas coreografias de las cuanto menos peculiares batallas, las cuales combinadas con una correcta fotografía e iluminación hacen de sí un despliegue visual más que correcto.

En resumen se trata de otra película más de la compañía, ni de las mejores, ni de las peores, que continua la situación que las anteriores películas de la franquicia (las cuales es importante haber visto), han planteado. Si te gustó la anterior disfrutarás con esta, siempre y cuando no forjes grandes expectativas en ella.

Por cierto quedaos a las dos escenas post-créditos que son más que interesantes para entender el conflicto que se desencadena.