Impresionante documental que nos habla del intento de respate de Iñaki Ochoa de Olza en el Annapurna (2008). La cinta nos muestra con fidelidad los acontecimientos que se sucedieron después de que el montañero navarro quedase prácticamente inmovilizado a más de siete mil metros de altura. En este sentido es una excelente crónica, pero no es sólo eso. Las imágenes y los testimonios se dirigen también a retratar a los alpinistas que formaron parte del intento de rescate del navarro, y en este sentido es una auténtica lección de amistad, de ética y de vida. De pura vida.

Digo de ética y de vida (la amistad es incuestionable), porque lo que nos hacen comprender estos hombres extraordinarios como el propio Iñaki, es que sus vidas no valían ni valen más que la de él, y que para ellos hubiera sido muy difícil seguir adelante sin hacer todo lo humanamente posible por intentar salvar a su compañero. El documento rebosa autenticidad, y emociona profundamente. Nos muestra que la vida y la muerte están íntimamente vinculadas, y que es en ese filo entre una y otra donde suceden las cosas realmente importantes, donde surge y se expresa todo lo que somos o de lo que somos capaces.

Se la recomendaría hasta a mi peor enemigo.

Hago este comentario sin haber leído lo que dicen otros usuarios, que seguro que es muy interesante (es sorprenderte descubrir hasta que punto casi siempre es mucho más inteligente y auténtico lo que escribe la gente que lo dicho por los “críticos”). La idea es no dejarme influenciar por otras opiniones y no repetirme (aunque seguramente lo haré)

Para mí “Sin perdón” es una película extraordinaria, porque tiene casi todo lo que debe tener una buena película, y sobre todo porque tiene lo más importante: capacidad para emocionar. Es lo que tiene el cine de Eastwood, que es un director que hace películas clásicas, redondas, que cuenta historias que tienen un principio, una trama y un desenlace, donde todo sucede porque tiene que suceder, y el hecho de que sea predecible no tiene la más mínima importancia, porque lo importante no es lo que sucede, sino cómo sucede, y el cómo casi siempre supera las expectativas. La historia es profundamente humana sin ser empalagosa, sin caer en absoluto en “sentimentalismos”. No hay buenos ni malos, sino circunstancias vitales reales, singulares, que se tornan verosímiles conforme avanza el film y nos llevan a un final no sólo esperado, sino deseado. Sota, caballo y rey. El rey es Eastwood o William Munny, dependiendo de que quieran situarse delante o detrás de la cámara.

Película enorme, de extraordinaria ambición. Podría decirse que es filosófica, y lo es, pero no es sólo eso. Es la historia de una familia, y a través de ella, una visión del universo y de la vida, del "milagro" de la creación y de la paradoja de la existencia humana, siempre al filo entre la dicha y el sufrimiento, entre la belleza y el horror, entre la plenitud y la pérdida. No hay cielo sin infierno y viceversa. No hay un porqué, pero si la capacidad y la necesidad de preguntar ¿por qué?

Más que película filosófica, filosofía en imágenes. Una sucesión de imágenes discontinuas, extraordinariamente bellas, que valen por sí mismas más allá de cualquier narración. Un cúmulo de sensaciones que nos violentan y nos incitan a pensar, sopesando nuestra capacidad de sentir, de emocionarnos, de recordar, de sufrir...

Una experiencia sobrecogedora, que nos cuestiona acerca de lo que queda en nuestro interior para sentir la felicidad de estar vivos y aceptar el misterio y el dolor.

Las salas de cine están hechas de luz y sombras, de imágenes-movimiento que se suceden en una explosión de luz en medio de la oscuridad. Uno piensa que el origen del universo no fué tan distinto, que esa explosión que está en el origen de todas las cosas se parece bastante a lo que experimentamos cuando nos adentramos en la oscuridad de una sala de proyección: la vida misma en imágenes, el pensamiento vivo. Esta película de Malick viene a confirmarlo.

Hay que reconocerle a Tarantino un talento especial. Hacer una película en la que se trata de torturar nazis sin piedad es una fantasía perversa y maravillosa que no deja indiferente a nadie, pero es que además el director sabe ponerle las dosis exactas de humor y seriedad para que la cinta no sea ni una crueldad absurda ni una pura tonteria, y hubiera sido muy fácil caer en cualquiera de estos dos extremos. Por lo demás, la película tiene algunas lagunas narrativas, ciertos altibajos que hacen que uno piense que tal vez le falte algo para ser lo que podría haber sido. Destacaría el primer capítulo, soberbio, aunque quizás le juegue un poco en contra, porque después la película decae un poco, y sólo recupera ese nivel de intensidad en la secuencia de la taberna. De cualquier modo creo que es una película interesante en muchos sentidos, y muy entretenida. Aunque no me parece que sea la obra maestra de Tarantino, de quien todavía seguiremos esperando la película perfecta.