Este es mi intento de saber de qué iba la historia:

C deja ver a H que ya no lo quiere, H2 se enfrenta a H y H se da cuenta que todo ha acabado (no es un sueño) y decide marcharse. Cambiamos la agresividad de la anterior escena por una triste donde se escucha la canción. Finalmente C se confiesa, nunca le gustó, no quiso hacerle daño, puede ser malvada y eso le gustaba.

Al final te das cuenta que las máquinas aún no están preparadas para contarnos una historia, sus diálogos no tienen conexión ni sus situaciones sentido. Pero puedes intuir una historia en un ambiente bizarro. Al menos te queda la sensación de haber visto algo.

Parece ser que ésta es la última película de la trilogía de Tarantino, la trilogía en la que decide ir más allá de ser director para reescribir la historia. Pero esta vez no funciona. Tanto en Inglourious Basterds como en Django, el giro final responde a dos grandes discriminaciones sistemáticas: contra los judíos y el nazismo y contra los negros y la esclavitud. Pero en esta tercera, el giro se ve venir, ya lo has hecho otras dos veces, ya no tiene el mismo efecto. Además los crímenes de Manson no crearon esa injusticia social, más bien pasaron a ser parte de la cultura pop que Tarantino parece que quiere destruir con esta película.
Además esta vez el final no tiene cimientos. En las otras 2 películas, vemos los horrores de los Nazis/esclavistas y queremos su venganza con violencia nivel Tarantino. Aquí se nos niega esa vendetta en la manera que construye el relato ¡¿Por qué?! Así la última escena, en lugar de ser épica, resulta graciosa (la mayor parte de la gente en el cine se estaba riendo).
Y en su intento de matar la cultura pop, tenemos la escena de Bruce Lee, que ni la veo graciosa ni necesaria, tanto como los chistes sobre los mexicanos.
Pero para ser sincero, también tiene sus cosas buenas:
- La química entre DiCaprio y Pitt y el carisma de ambos, aunque no suficiente como para llenar 150 minutos.
- Los últimos 15 minutos, pero es una pena que no tenga la catarsis que Tarantino buscaba.
- Las 2 escenas de Julia Butters, la niña cuyo nombre no conocemos.
- Algunos diálogos (marca de la casa).

Hay grandes escenas, aunque nos hagan sentir incómodos.
La que se come el dedo. La directora nos muestra sin palabras la lucha interna de la protagonista, entre el quiero y un "no debo" mayúsculo. Y después nos sacude con la indiferencia de la hermana, que culminará en otra brutal escena donde provoca el accidente. Sabemos que si la hermana no ha reaccionado es porque se siente aliviada al tener a alguien que comparta su terrible secreto.
Estas 2 escenas son un viaje al mundo interior de las chicas, muy bien llevado y casi sin diálogos. Últimamente las películas abusan de ellos, como si trataran al espectador como tonto, pero ésta no lo hace. No nos intenta explicar nada, sino que nos enseña lo que no estamos preparados para ver.
Además la directora cuida los detalles en su cinematografía. En varias escenas caóticas (sobre todo las de las fiestas) donde consigue que mantengamos la atención en la protagonista y en ver como rodeada de gente es cuando se siente más aislada. O el uso de los tonos, escenas en las que predominan los azules (cuando consigue calmar su nuevo instinto) o escenas con tonos rojos (cuando su instinto despierta). O lo que detona el final, cambiando el juego de colores en la escena que vemos en el móvil, incluso el vestido es azul.
Cuando ella se pinta los labios de rojo intenso fantaseando con lamer sangre es brutal pero también creo que no conectará con mucha gente. Es torpe e infantil pero así es ella
O casi al final, cuando ella se despierta con su mejor amigo, estilo El Padrino, para que lo vamos a negar. Al principio nos hace creer que ha sido ella, que ha tocado fondo en su espiral de depravación, para luego ver como su hermana le ha arrebatado lo que más quería y la cruel manera de hacérselo descubrir. Con un sólo giro de cámara, te cambia la historia, te obliga a volver a interpretar lo que acabas de ver.
Y por supuesto, la escena final con el padre.