De la mano de Pixar, nos llega una película de animación 3D, la cual se empeña en posicionarse contra el racismo y las imposiciones familiares en la construcción de la vida de los hijos.

El film dirigido por Peter Sohn, el cual ya conocemos por su otro largometraje animado “Un Gran Dinosaurio” de 2015, nos presenta un mundo donde coexisten distintos seres pertenecientes a los cuatro elementos de la naturaleza. De esta manera Candela, la protagonista, quien pertenece a los seres de fuego, se ve obligada contra su voluntad a seguir con el negocio de su padre. Sin embargo, ve su vida alterada cuando conoce a un joven de agua llamado Nilo del cual se enamora.

Así, la película se esmera en crear metafóricamente una historia donde estos elementos representan distintas etnias o civilizaciones que se ven obligadas a vivir en una misma ciudad y producto de esto surgen distintos conflictos culturales. Y si bien este trabajo está destinado a niños, puede resultar incluso un poco básico en su ejecución aunque, de todas maneras, lleva de forma concisa su mensaje en contra de la discriminación. Además, trata temas relacionados a las construcciones familiares, en donde se puede ver claramente como representa aquellas familias que desean un futuro para sus hijos sin tener en cuenta lo que ellos realmente quieren, por lo cual retomando lo dicho anteriormente se impone el objetivo de demostrar valores que para Pixar son los correctos, sobre los cuales se vienen trabajando hace varios años en la compañía.

Por otro lado, y ya fuera de los elementos ideológicos, hay que destacar la brillante originalidad para la creación de esta ciudad fantástica, la cual es visualmente buena, aunque no por ello hace de la película una obra fascinante.

En conclusión, es un film que no llega a producir momentos de deleite argumental o visual. Sencillamente asume su rol de obra infantil y se toma algunos permisos para no ser demasiado profunda. Aunque no por ello uno debe dejar de disfrutarla, sobre todo si no se tiene grandes pretensiones.

Más conocidos por su participación en el guión de la película “Spider-Man: De regreso a casa”, Jonathan M. Goldstein y John Francis Daley toman las riendas de la dirección, en una obra de comedia, la cual se centra más en hacerte reír que en la construcción de su relato.

Siendo una adaptación del juego de rol que lleva el mismo nombre, la película cuenta la historia de Edgin (Chris Pine), un artista y estafador quien se embarca en una aventura para conseguir una reliquia que podrá ayudar a su familia. A su lado se encuentra la fuerte y decidida Holga (Michell Rodríguez), el mago Simon (Justice Smith) y Doric (Sophia Lillis), una joven con la habilidad de convertirse en animales. Juntos recorrerán un mundo visualmente hermoso e irán descubriendo nuevos personajes y objetos que harán avanzar la trama.

Sin embargo, si bien se puede apreciar múltiples referencias al juego y se establece un universo fantástico con un muy buen trabajo de efectos especiales y diseño de arte, la obra presenta carencias en la construcción de su relato. Esto se debe a que sus personajes, tanto protagonistas como antagonistas, tienen objetivos superficiales y no se logran desarrollar en profundidad, haciendo del film una obra caricaturesca. De esta manera, su fin es hacer reír al espectador, rompiendo continuamente la verosimilitud y recurriendo a chistes fácilmente comprensibles para todo el público. En consecuencia, el conflicto de la historia no es tomado con seriedad y se deja que “Deus ex machina” facilite la canalización del relato, aunque si se analiza como un juego de mesa donde el azar y los dados construyen la historia, podría ser considerado como una propuesta acertada.

Sin duda, es una obra para toda la familia que pretende abarcar una gran cantidad de público, no solo desde su propuesta, sino también de su necesidad, siendo esta, la de cubrir los más de siento cincuenta millones de dólares que costó su producción. Recomendada para aquellos amantes del juego de mesa original y quienes buscan desconectar la mente y divertirse un rato, con un gran despliegue artístico y efectos especiales. Aunque fuera de estos conceptos no se le puede exigir muchos más.

Lugo de haber tenido su debut como director en “The Father” consiguiendo seis nominaciones al Oscar, el francés Florian Zeller continua esta historia con su segunda obra, “The Son”.

En esta ocasión se nos presenta como protagonista a Peter (Hugh Jackman) quien rehace su vida junto a su nueva esposa (Vanessa Kirby) y su bebé. Sin embargo, su antigua mujer Kate (Laura Dern) acude a él desesperada ya que su hijo Nicholas (Zen McGrath) ha dejado de asistir a la escuela y presenta síntomas de angustia, depresión y violencia. De esta manera Peter decide traer a su hijo mayor a su hogar e intentar ayudarlo a cambiar su situación.

A lo largo del film podremos observar una propuesta que se centra en las relaciones que se van gestando entre los personajes dentro del hogar y los conflictos que este nuevo integrante puede llegar a desatar. La relación entre padre e hijo es el punto nodal de la película y se abre una reflexión sobre las responsabilidades que este primero debe cumplir generando una continua presión sobre el protagonista al hacerlo sentir culpable por la profunda angustia de Nicholas.

Por otro lado, cabe aclarar, que este film es producto de una adaptación de una obra teatral escrita por el mismo director. Es por ello que se puede apreciar una puesta de cámara que permite una mayor libertad en la interpretación de los actores quienes marcan los momentos de clímax y dirigen el ritmo de la película. Así, aunque de momentos manipuladora, el film no abusa de la música en los momentos de tensión, sino que recurre a su muy buen reparto para llevar las acciones adelante, haciendo genuina la preocupación de los padres por su hijo y de igual manera se crean diálogos de manera orgánica.

En otro análisis, podemos destacar una tesis que toca de cerca la problemática de la ansiedad y depresión en los jóvenes. Esto se ha visto en aumento en los últimos años producto de la pandemia, en donde los adolescentes presentan una profunda tristeza produciendo una pérdida de interés en diferentes actividades. Es por ello que su abordaje en el cine resulta apropiado en los tiempos que corren y ayuda a la reflexión sobre la problemática.

En conclusión, es un film que atraviesa un tema en auge en la actualidad y si bien sabe aprovechar el talento de su elenco, cae en la teatralidad en variadas ocasiones dándole la espalada a la expiración del lenguaje cinematográfico. A pesar de ello, es efectivo en sus formas y entretenida en su relato.

Con una puesta maravillosa que nos recuerda a la adaptación de Popeye de Altman, pero con un reparto más discreto que los que contaba la versión de los noventa con Depardieu y Clavier, vuelve al cine esta adaptación del comic francés “Astérix el galo” escrito por René Goscinny y dibujado por Albert Uderzo a fines de los años cincuenta.

De esta manera, se nos cuenta una historia ambientada en los años 50 antes de Cristo, en donde tras el derrocamiento de su madre, la princesa china Fu Yi (Julie Chen) acude a Galia junto a su guardaespaldas y un comerciante en busca de ayuda. Allí conocerá a nuestros dos protagonistas Astérix, quien está interpretado por el mismo director, (Guillaume Canet) y Obélix (Gilles Lellouche), los cuales decidirán acompañarla en su viaje para salvar la emperatriz y restablecer el orden.

Así, se nos presenta una historia de viajes y comedia la cual intenta ser fiel al estilo caricaturesco del comic rompiendo continuamente cualquier lógica realista que se puedan imaginar. Y es que, si bien la película recrea correctamente los escenarios y construcción de los personajes desde el vestuario y la puesta en escena, muchas veces abusa de su libertad cómica y comete errores que la hace llevar al sin sentido total. De esta manera, por ejemplo, incorpora al emperador Julio Cesar como un tercer personaje que por su afán de conquistar a Cleopatra se une a los villanos para demostrar su poderío. El problema aquí está en que se le adjudica tanto tiempo en la pantalla al mismo que incluso por momentos toma el protagonismo de la historia, y si bien hay que atribuirle un buen trabajo interpretativo a Vicent Cassel, una película que se llama Astérix y Obélix no puede estar haciendo un buen trabajo cuando el romano es el que mejor se desenvuelve en la historia.

Por otro lado, he de entender que el film utilice ciertas estrategias de marketing para poder llegar a una mayor cantidad de público; si embargo la adaptación de un comic que es mundialmente conocido no les fue suficiente y deciden incorporar al futbolista Zlatan Ibrahimovic en el papel de "Antivirus" que, si bien cumple con su momento cómico haciendo una parodia de si mismo, claramente no aporta nada a la trama.

En conclusión, es una obra que no ha sabido utilizar correctamente en su totalidad los elementos ya propuestos por el comic original. Sus gags son repetitivos, al igual que las canciones que nos sacan absolutamente de la diégesis marcada, así como también la intención de tocar temas de discusión actuales como el feminismo los cuales se quedan a medias tintas sin dar gracia ni dejar un verdadero mensaje. Sin embargo, no deja de ser un film pasable y si usted es fan de la obra literaria encontrará muchos personajes y referencias que pueden ser de su agrado o incluso, si no espera mucho de él, podrá serle entretenido.

La polémica, la curiosidad y el morbo llevaron al público a ver y hablar sobre esta película que se enfoca en la concientización sobre el tráfico infantil. Sin embargo, contrario a lo que muchos dicen, ni trata de teorías conspirativas, ni existió tal campaña de Hollywood para evitar su estreno.

De la mano del mexicano Alejandro Monteverde, quien realiza su primer largometraje producido en Estados Unidos, nos trae una obra basada en la vida de Timothy Ballard, interpretado por Jim Caviezel, un ex agente de seguridad de los Estados Unidos, que deja su trabajo para viajar a Colombia y así rescatar una niña secuestrada por el tráfico infantil.

De esta manera, una obra que trata sobre un tema muy sensible en la actualidad, presento serias dificultades en la búsqueda de financiación, no por un intento de sabotaje de las grandes industrias, sino porque no veían la rentabilidad de este producto. Y sabiendo de que la producción industrial hollywoodense se basa principalmente en un negocio económico, fueron muchos los que no se atrevieron a realizar la inversión de riesgo. Sin embargo, la productora “Santa Fe Films” decidió confiar en el mismo, el cual no solo superó las expectativas, sino que a fecha de esta crítica triplicó sus ganancias.

Ya saliendo de los negocios, y si bien desde mi punto de vista es genuina la lucha que realiza la película sobre la trata, siendo este el claro objetivo del director visualizando la problemática, su historia no es algo que ya no hayamos visto en otros films como en “La Guayaba” (2013) y sus formas se preocupan demasiado en jugar con la emotividad del espectador. De esta manera, no hay que dejar de lado que temas como estos son sumamente difíciles de abordar ya que se debe mantener la seriedad sobre lo que se habla y al mismo tiempo conservar el entretenimiento, o al menos así lo ha planteado el director. Y si bien toma precauciones en no hacer explicita las escenas más duras de violencia, prefiriendo hacerlas sugerentes respetando la integridad de sus actores, así como también siendo consiente de la fuerza que cobra su discurso, falla a la hora de construir sus personajes los cuales parecen salir de novelas mexicanas donde son sumamente caricaturescos, sin dejar lugar para profundizar sobre ellos dividirlos entre malos y buenos sin matices.

En conclusión, si bien la película intenta dejar un mensaje, peca por formalista, dirige la emoción del público y subestima la comprensión del espectador. Este error hace que aparente pretensión económicas por encima de las sociales, construyendo una obra para el entretenimiento y no para la reflexión. Ahora bien, si de entretenerse se trata funciona y quizás te haga emocionar.