Todo son recuerdos del viejo conserje que sale constantemente en el film. Y son recuerdos, con todo lo que ello conlleva. Los recuerdos no son objetivos ni asépticos sino manifestaciones de nuestra mente, son subjetivos, están moldeados y alterados por nosotros, recordamos determinadas cosas y de determinada manera. Por eso la narración no es al uso, sino deformada por las ensoñaciones del conserje. Y partiendo de esto indicaré lo que creo que muestra esta película.

Creo que trata, de forma magistral, de confrontar los inicios románticos, maravillosos de los primeros años de una relación de pareja, con su fin inevitable, con los últimos años en los que todo se ha acabado, en los que la vejez, las arrugas, el silencio, la monotonía y la falta de amor terminan por habitar la relación.
Creo que es un ejercicio, para mí muy interesante. Esa pareja de jóvenes se ven a sí mismos en la vejez (en esos supuestos padres a los que visitan), en el futuro ajado y triste que llega siempre.
Y el futuro mira al propio pasado que es espléndido, joven, lleno de fuerza y magia (como la película que el conserje mira absorto).
Tras ese relámpago de amor, de ilusión, luego viene la vida y las decisiones que se toman, no siempre acertadas. Y la realidad se impone a sus deseos. Quizá él quería haber llegado a algo más y se quedó en conserje porque no pudo hacer otra cosa que quedarse en el pueblo. Quizá fue ella, que deseaba llegar a más y se quedó por él y eso la destruyó por dentro.
Los dos son la misma persona abandonada a unas decisiones vitales que las encierran en ese sótano de la soledad, ese sótano al que no se podía entrar.
El chaval, en una escena del film, estrecha la mano de su padre casi sin mirarle y nunca vuelve a hablar con él en toda la película, el padre es él y es como si se odiara a si mismo.
Él la quería pero ella quizá no, quizá se arrepintió una vez casada y ya no hubo escapatoria.
Y ella murió de demencia, de alzheimer, y eso se muestra en la escena en la que la madre está postrada en la cama y la chica mira tras la ventana y ve un ataúd. Es ella enterrada.
El ya no aguanta más su vida, triste, llena de esperanzas rotas y destinos incumplidos, y sin ella, a la que quiso y no pudo satisfacer, y se suicida muriendo de frío en la vieja camioneta.
Creo que la escena en la que agradece el Premio Nobel no es más que delirios de lo que quiso haber sido para ella y nunca fue.