Death Sentence es una película en la que las pretensiones brillan por su ausencia pero que logra el objetivo de hacerte pasar el rato sin tener que darle demasiado a la cabeza.

Historia de venganza de las que hemos visto varios millones en la gran pantalla desde el comienzo del cine hasta el día de hoy que cumple con todos los clichés exigibles a este tipo de cinta y que nos muestra la transformación sufrida por un padre de familia que ha logrado cumplir el sueño americano cuando ve como una banda de malvados maleantes rompe este sueño en mil pedazos. Ahí es cuando el padre de familia se convierte en un violento asesino sin piedad babeando en busca de venganza sin pensar demasiado en las consecuencias y con unos policías bastante ineptos acechándole pero sin ponerle realmente freno.

El director, que me pareció que hizo una notable labor en Saw, ha hecho una película que te mantiene en tensión y entretenido durante la hora y cuarenta y cinco minutos que dura. La única duda que me surge es si realmente era necesaria la presencia de John Goodman y del personaje al que interpreta porque realmente no aporta absolutamente nada a la historia (aparte de las armas).

Es increíble, sencillamente acojonante que esta película exista y que pretendiese ser seria. Ed Wood, tras el visionado de Plan 9, se ha convertido para mí en una especie de ídolo por tener los huevos toreros de sacar esto y, de encima, llamarlo cine.

La película nos narra la historia típica de ciencia-ficción de serie B con extraterrestres amenazando a nuestra amada Tierra y a nuestro estilo de vida tal y como lo conocemos. Pero es que es tan tremendamente cutre y carente de lógica que uno no puede evitar reírse cada cinco minutos por sus innumerables fallos garrafales y por la cantidad de situaciones absurdas que se dan (me encanta como el bueno de Ed nos mete con calzador en la misma película zombis con extraterrestres malvados). Ey, pero que la peli hasta nos viene con un poquito de moralina advirtiéndonos de los males que puede traer consigo el desarrollo armamentístico, ¡¡toma ya!!

Sinceramente, es tan mala que te ríes más que con muchas comedias y, por eso, no puedo dejar de recomendárosla. No os podéis hacer llamar cinéfilos si no habéis visto Plan 9, considerada la peor película de la historia (aunque yo esa condecoración se la daría a esa "cumbre" del humor patrio conocida como "El Ekipo Já").

El director de cine japonés Takeshi Kitano ha firmado lo que es su, hasta la fecha, más desquiciada y delirante película. En esta se estudia, según mi humilde punto de vista, la alienación producida por la fama y el éxito.

Kitano es un humilde y solitario cajero de un supermercado que espera pacientemente una oportunidad para poder trabajar en el cine como actor acudiendo constantemente a audiciones en las que nunca consigue nada y viviendo una vida totalmente opuesta a la del genio del cine e idolo de masas Takeshi Kitano con el que guarda un parecido físico extraordinario. Kitano, durante el primer tramo de la película, parece tener sangre de horchata: nunca protesta a pesar de lo injusta que es la gente con él, aguanta al único “amigo” que parece tener y a la novia de este (los cuales se dedican a reirse de él constantemente a sus espaldas). Un día Kitano se hace con un arma de fuego y entonces todo cambia…

Una historia interesante, en un principio, pero que a partir de cierto momento comienza a mezclar fantasía con realidad de una manera que desconcertará por completo al espectador que espere ver una película al uso. Incluso a los fans del director que estén acostumbrados a las extravagancias de sus obras "Takeshis" les dejará con el culo doblado. En cierto modo, por su surrealismo parece más una película de David Lynch que de Takeshi Kitano.

Aunque bien es cierto que algunos de los temas constantes en la obra del Sr. Takeshi siguen presentes: violencia excesiva, escenas oníricas (demasiado presentes en “Takeshis” para mi gusto), largos silencios y un humor extraterrestre que estoy seguro que mucha gente le encontrará poco o nada de gracia.

Pero nos encontramos ante un director atípico y polémico de estos que o se aman o se odian, y a mi personalmente el Sr. Takeshi me encanta como cineasta (aunque a veces se le vaya la pinza).

Quentin Tarantino ha obtenido algo que no es fácil de conseguir y que una vez conseguido es difícil de perder: fama. Si a esa fama le añades el prestigio ganado como director en sus primeras películas y la inmensa cantidad de dinero, que segurísimo, habrá amasado en los últimos años, ya tenemos lo que Quentin quería: vía libre para hacer lo que le dé la gana. Lo cual se traduce en el homenaje a las películas de los años 70 que él y Robert Rodríguez han abordado con Grindhouse. Debido a que en España no se ha emitido en su formato original sólo me encuentro en situación de opinar de la parte de Tarantino, Death Proof (simple y llanamente porque no he visto Planet Terror todavía).

Allá vamos. Death Proof es una película entretenida para pasar el rato, pero que nadie espere encontrar una obra maestra a la altura de Reservoir Dogs o Pulp Fiction porque no la va a encontrar. La originalidad de Tarantino en su forma de contar historias (algo que a mi parecer le hizo ganarse el aprecio de crítica y público en su día) ha ido diluyéndose y reemplazándose por un método narrativo más tradicional y lineal.

Death Proof ofrece las siguientes virtudes: coches, tías macizas, persecuciones impresionantes, golpes humorísticos que tienen su gracia, una decente banda sonora y un argumento que no tiene ni pies ni cabeza pero que (sorprendentemente) es efectivo. Y todo esto, aderezado con los siguientes defectos: partes de la película un poquito infumables en las que no pasa absolutamente nada (aparte de los diálogos interminables y cansinos que nada tienen que ver con las sorprendentes y chocantes conversaciones de los protagonistas de las primeras películas de Quentin), situaciones surrealistas hasta el punto de llegar a ser ridículas y golpes humorísticos sin gracia.

Entonces, ¿cuál es mi recomendación? ¡Pues ir a verla cojones! La peli es curiosa, divertida y te permite echar unas risas. Pero repito, no esperéis una maravilla del séptimo arte.