Muy pocas veces uno tiene el convencimiento (y la suerte) de estar viendo una OBRA DE ARTE mientras ve una película.

En Leolo no hay efectismos, ni moderneces vacías. La fuerza de las imágenes es brutal, igual de cegadora que la luz de esa Sicilia idealizada en su mente. El guión es perfecto, consigue equilibrar la sordidez más cruda del entorno de Leolo con la poesía de sus ensoñaciones, y va desvelando la evolución y el desenlace de todos los personajes. Cada uno de ellos tiene su espacio, siempre en la órbita y bajo la mirada de Leolo. Todos ellos están muy bien caracterizados.
La fotografía merece mención aparte, un 10. La música también soberbia, con temas de Tom Waits, los Rolling Stones o Loreena McKennitt.

Nadie sabe hasta dónde habría podido llegar el director de esta película si no hubiese muerto tan joven. Por lo menos nos ha dejado el legado de una película inigualable.
Un 10