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Críticas de jequecito
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Críticas 20
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
23 de agosto de 2022
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tangerine es de esas películas que solapan la ficción y el documental. Siguiendo una trama ficticia a través de un plantemiento documentalista, con muchas escenas grabadas como tal, el director elige la iluminación natural y las banda sonora dota el film de una atmósfera opresiva y violenta.

Baker nos ofrece su perspectiva de las realidades marginales de las calles de Los Angeles. Una perspectiva a través de las especificidades de los personajes y alejada de clichés. Las tensiones que surgen de circunstancias como la prostitución, la transexualidad, las diferencias raciales o los problemas de asimilación cultural se muestran mediante ironías y conflictos interseccionales. A pesar de la radiografía compleja y llena de matices, lo más particular de la narración es cómo las penurias de los personajes principales se desligan de la etiqueta que se les suele asignar en un primer momento: el taxista armenio no es despreciado por su procedencia, sino de la mano de su círculo matriarcal familiar que reprocha sus comportamientos inmorales, además de ser él quien se interesa por la nacionalidad de Sin-Dee y no al contrario, la prostituta transexual es rechazada por haberse operado, la penitencia del drogadicto no parece ser la droga sino su relación con las mujeres, al cliente de Seen se le reprocha su hipocresía y no su consumo de la prostitución, al policía su trato frívolo a los ciudadanos y condescendiente con su compañera.

Si bien la película presenta la marginalidad desde distintos ejes, en algunos aspectos se puede establecer una distinción entre lo femenino y masculino. Mientras que las mujeres, cualquiera que sea su condición, aparecen en grupos o parejas, las figuras masculinas se presentan solitarias, carentes de cualquier tipo de red de apoyo y ansiosos por llenar la ausencia de afecto en sus vidas a través de la prostitución, las drogas o el dinero procedente de negocios turbios. Dicho eje atraviesa a Sin-Dee personal y argumentativamente. Considerada por algunos a caballo entre lo masculino y femenino, refleja un conflicto a través de la búsqueda de la mujer con la que su compañero y proxeneta le ha sido infiel.

Ya durante el tramo final, una discusión catárquica, sin desperdicio, junto a la ironía de la dependiente china amenazando constantemente con llamar a la policía.

A pesar del desasosiego característico de la cinta, el final parece esperanzador: tras los atributos físicos que muchas veces nos definen socialmente, permanecen el cariño, la empatía y el afecto.
jequecito
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8
26 de julio de 2021
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Lo particular y cautivador de la historia de Carax se encuentra en cómo el contexto grotesco y sucio en el que está inmerso el protagonista, un indigente que no tiene donde caerse muerto, marginado incluso entre sus iguales, se transforma en un relato delicado y romántico. La transformación orgánica de la violencia en ternura sucede a través de situaciones irónicas, a veces casi cómicas, cargadas de simbolismo religioso.

Hay dos aspectos que, más allá del mayor o menor entusiasmo que pueda causar la película en cada espectador, creo que son admirables de Carax. La primera es el empleo tan preciso del espacio arquitectónico como un elemento narrativo más, literalmente desde la primera escena hasta la última (la persecución a través del metro parisino o la secuencias sobre el Pont Neuf). La segunda, cualidad obligada en los mejores realizadores, es su capacidad para generar imágenes tan sugerentes. Si bien la edición de sonido y fotografía ayudan mucho, sería injusto no reconocer que escenas cómo el escupe fuegos, el baile sobre el puente o los amantes emergiendo del naufragio de 'La Medusa'.

Por remarcar puntos algo negativos de la película, en algunos momentos da la impresión de recrearse en sí misma y, aunque no me disgusta, Denis Lavant no está en ningún momento a la altura de Binoche.
jequecito
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9
20 de enero de 2021
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si nos ceñimos a la trama de la cinta en sentido literal puedo estar de acuerdo con la mayoría de críticas que he leído por aquí: estaríamos ante una comedia insulsa, sin gracia y en la que parece que no sucede nada. Pero ¿soy al único al le parece obvio que el cautiverio de Houellebecq es en realidad una precisa alegoría sociopolítica sobre Francia? Sobre su recorrido vital, su visión personal del país, del Estado, de las fuerzas militares, de la relación con Alemania y con el Islam, de la clase política…


La primera escena nos presenta la tesis de la película. Michel está en su casa charlando con un amigo sobre la reforma que le gustaría hacer en su apartamento [Francia], quiere “tirarlo todo”. La madera la prefiere de caoba porque “los tonos claros le recuerdan a Escandinavia” (en la última escena comenta su odio al sistema político escandinavo, “son una dictadura”). Quiere que se vean las escaleras. Sólo hay una cosa que desea mantener: “la cocina está bien”.

Tras el rapto, Houellebecq es llevado a la casa en la que transcurre toda la trama.

1. LOS PADRES DE FAMILIA COMO ENCARNACIÓN DE LA PATRIA FRANCESA Y ALEMANA

La matriarca de la familia, Ginette, se presenta como “ésta es mi casa y tú eres mi invitado”. La encontramos en muchas escenas tejiendo una tela roja, blanca y azul. Mediadora en las discusiones entre sus hijos pero abierta y permisiva, llega a ofrecer una película porno a su invitado, con el que se muestra compasiva durante todo el relato.

Ginette presenta a su marido como polaco (aunque como más tarde comenta Houellebecq “Polonia es un semi-país, un sueño que sólo ha existido en el exilio”) encarna al Imperio Alemán. Su primera intervención es un “me acabo de duchar”. Acerca de su biblioteca, ella comenta “si son libros de guerra son de mi marido, el resto son míos”.

Durante una cena, borrachos, discuten enérgicamente y hacen comentarios que no tienen sentido si no los entendemos como una escenificación de la Segunda Guerra Mundial: después de mencionar Alsacia, Ginette suelta “si algún día cayese un rayo [el blitzkrieg alemán] barrería todo, pero de noche lo rehicieron con una cruz” [‘catolización’ polaca durante el periodo comunista]. Tras mencionar el paso de sus abuelos por Auschwitz, a Michel le ponen un pijama y lo mandan al cuarto a dormir.

El padre muestra al escritor un coche que está restaurando: “es un Dodge de 1941, pero le he cambiado todo: el suelo es nuevo, el parabrisas es de Estados Unidos, el radiador [Berlín] está arriba. Los contadores ya no están militarizados”. La alusión a la Alemania de posguerra parece obvia. Además, las labores mecánicas no las realiza él sino un “obrero” extranjero que vive en un mugriento contenedor junto a la casa.


2. LOS HERMANOS Y SECUESTRADORES COMO LA CIUDADANÍA Y LOS PODERES DEL ESTADO

Trabajan para un supuesto cliente del que reciben instrucciones, pero viven en la casa de sus padres. En una secuencia en la que los tres se abrazan mientras proclaman orgullosos “somos hermanos”, cada uno viste uno de los tres colores de la bandera francesa. El más bruto de los hermanos incide reiteradamente en su condición de gitano judío, algo que irrita a Michel. Luego intenta enseñarle cómo silbar la Marsellesa pero no lo consigue.

Otro de los hermanos, ex-boxeador, representa al estamento militar. Mientras muestra un vídeo de un antiguo combate le dice a Houellebecq “si no te gusta no tienes por qué verlo, pero a si a nosotros nos gusta ¿entiendes que lo hagamos?” “Podrías escribir sobre mí” añade luego, a lo que Michel se niega. Ve con buenos ojos a Michel y no parece soportar a su hermano gitano: “tú te irás y yo tendré que quedarme con mis padres y hermanos”. En una escena exhibe sus músculos para luego añadir “ya no estoy para competir”.

Mantienen un régimen estricto con el tabaco pero permiten beber todo lo que el escritor demande.

“Te quejas mucho” le replica uno de ellos “Bueno, hay que decir las cosas” responde Houellebecq. “Me parece que no tenéis un plan, tomáis las decisiones los tres” les llega a espetar. Luego comenta lo extraño de que no escondan la cara ya que podría identificarlos y delatarlos más tarde. Los secuestradores no parecen preocupados y uno responde “tú di que no te enteraste de nada. Que había mucho ruido, música muy alta. O que te habíamos drogado”. Veo aquí una crítica al pueblo francés que, a pesar de conocer con nombres y apellidos a los dirigentes políticos, prefieren emplear sus vidas en principios más hedonistas.


3. RESPECTO A LAS POLÉMICAS AL CONTENIDO Y ESTILO DE HOUELLEBECQ

Hay varias alusiones directas a lo polémica de la obra del autor. La discusión de Houellebecq con el captor que ha leído un libro suyo pero no ha entendido absolutamente nada. Aún así éste se empeña en criticar al autor: “Los escritores escriben para tener un estilo, no?”, un reproche que se le suele hacer a su obra. En otra escena uno de ellos le pregunta: “Hablabas con mamá. ¿le explicabas tu nuevo libro?” “No, la verdad es que hablaba más ella. Me ha dicho que no diga nada.”

(Continúa en la zona spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
jequecito
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9
30 de julio de 2020
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
'Retrato de una mujer en llamas' relata la historia de Marianne, una pintora que llega a una isla para realizar un curioso encargo: retratar a Héloïse, sin que ésta lo sepa. Héloïse ha salido recientemente del convento y su madre le ha endiñado un marido rico en Milán. Así, la concepción de dicho retrato, avanza paralelamente a la transformación emocional y la relación entre ambas. Mediante sutilezas simbólicas, las miradas de las protagonistas o el uso del color, Céline Sciamma teje una obra de puro cine por su capacidad para contar tanto con tan poco. Que es la esencia del cine mismo.

Aún desarrollándose en sencillas localizaciones, el uso cuidadoso y preciso de la luz o el color, aporta una estética pictórica muy lograda. Además se pueden leer muchas capas en la historia: el arte, la relación entre las protagonistas, la homosexualidad, la igualdad o la actitud posesiva materna. El mar, metáfora de la libertad, tiene un peso importante en el relato, ejemplificado en la escena clímax en la cueva a la orilla del mar.

Con ritmo pausado pero constante, sentí que estaba ante una película emocionante, bella y tensa, donde no falta ni sobra nada. Tras el final, esa sensación en el estómago que te dejan los grandes relatos de amor. De amor y de amor al cine.
jequecito
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8
20 de marzo de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Leviatán es una película que se puede ver y disfrutar en dos planos: el primero como lo particular y el segundo como lo general.

En el primero se narra cómo Kolya, un mecánico del norte de Rusia, recibe a su hermano abogado procedente de Moscú que le intentará ayudar para que el alcalde del pueblo no le expropie su vivienda.

Por otra parte, la película ofrece la visión personal del Zvyagintsev sobre la Rusia actual, un retrato sociopolítico tan preciso como triste y duro. El conflicto entre Kolya y el alcalde es, en realidad, el conflicto entre el pueblo ruso y una clase política dominada por oligarcas corruptos, mafiosos y que cuentan con la complicidad de la Iglesia. El abogado, que al principio parece "un tío legal", tras un engorroso camino entre los excesos burócratas del país, acabará siendo maniatado, en tierra de nadie, tras tratar de chantajear al alcalde.

Se observa a un padre que abronca a su hijo por beber y fumar, cuando éste no hace sino repetir los comportamientos de su progenitor, envuelto en la cultura de la violencia y el alcohol: todos los personajes masculinos de la película abusan de la bebida, los niños se divierten con fusiles de juguete y son llevados de excursión al lago para practicar tiro.

Leviatán está llena de imágenes muy potentes, como ese niño que encarna la juventud rusa, llorando frente al esqueleto de un cetáceo que evoca lo que un día llegó a ser un país del que ahora sólo quedan los restos, el policía que decide utilizar como blanco de tiro las imágenes de los antiguos líderes ruso-soviéticos (excepto la de Yeltsin porque, como dice, "no estuvo a la altura") o esa excavadora derribando el hogar de Kolya, su vida, para levantar en su lugar una iglesia. También cuenta con otros detalles más sutiles: el crucigrama que resuelve el policía mientras Kolya arregla gratis la avería de su coche cuya solución es 'evolución' o Lilya, al borde de un acantilado observando una ballena libre momentos antes lanzarse al vacío.

El retrato de Zvyagintsev no deja hueco para el optimismo. Si en los años 20 Pudovkin utilizó en su película 'La madre' las imágenes del deshielo de un río para simbolizar la arrolladora acción de las masas durante una primavera revolucionaria, en 'Leviatán' la narración finaliza en invierno, con la tranquilidad de unas aguas que tiempo atrás estuvieron revueltas y hoy sólo son perturbadas levemente por el guijarro lanzado por un joven. El alcalde cómodamente sentado, pide otra botella de vodka, satisfecho porque las cosas siempre terminan bien para él.
jequecito
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