Sin lugar a duda, podemos achacar al director neoyorquino trabajos insípidos o sin una mordiente particular desde el guion. Y, sin ninguna duda, podemos decir que esta película forma parte de las más que interesantes (como son la mayoría) de Allen. Su inmersión en la creación de una obra teatral le permite crear una atmosfera en la que el espectador sucumbe como si estuviera presenciando los ensayos y la evolución de la dramaturgia.
Una vez más, Woody Allen es capaz de crear personajes muy diferenciados y, a través de la exageración de sus virtudes, o defectos, nos presenta una plantilla que cabalga entre lo esperpéntico y la armonía. Sin dejar de lado extravagancias surrealistas encajadas con la normalidad que solo Woody Allen consigue, la película es una delicia.

Emotiva película que no deja de lado el sarcasmo y el humor, aún manteniendo por ocasiones situaciones de tensión provocadas por la falta de comunicación entre el padre y el hijo. Los papeles inconmensurables de Mastroianni (como siempre) y el de Troiusi hacen que la película logre empatizar con ambos; entendiendo las discrepancias desde las que parten.
Scola logra un film ligero, que no se descentra de la historia, en la que el espectador resulta un cómplice acompañante de esta pareja paternofilial.

Incómoda de ver por el movimiento excesivo de cámara, casi nunca fijo, provoca una desfocalización de la propia trama y dificulta la misma. Tampoco consigue esa inmersión del espectador en la escena con la repetición de primeros planos.
Poco reparto, que recae en su totalidad en la figura de Dequenne, que sobresale por encima del resto. La película es interesante, aunque el guión parece escasear por momentos en los que se recurren a silencios que no trascienden más allá.
La duración es perfecta para no acabar desechándola a la mitad, cosa de la que parecen darse cuenta los propios hermanos Dardenne.

Puertas abiertas como recurso escénico es quizás el lenguaje más interesante que realiza Almodóvar en su nueva película; su sonoridad, su continuidad, su juego simultáneo, hacen de la apertura de puertas prácticamente un nuevo personaje.
Centrados en la trama, la película ofrece una perspectiva novedosa ante el dilema de la maternidad. Hay fases del visionado en las que el guion parece forzar la interpretación, llegando a desenfocar un tanto la historia.

Si no encuentras más que la película sin posibilidad de subtítulos y no sabes inglés ni griego, no te preocupes, dale al play, pues la palabra solo aparece en la imagen y la música, podemos decir incluso que el diálogo no es más que un añadido, un factor cuasi musical.
Asumiendo esto, la película posee una belleza y un trato sutil perfecto, que no se pierde aún reflejando la hecatombe y la ruina desgarradora. Parece por momentos cabalgar entre el surrealismo más felliniano pero con una connotación costumbrista del contexto balcánico.
La música de Eleni Karaindrou es sin duda el climax ambiental de la imagen, funcionando prácticamente como guía de la trama ya que, como se advertía, el diálogo no ayuda mucho.