Tenía unas expectativas importantes al tratarse de una película de Clint Eastwood -uno de los grandes- y ganas de ver como reflejaba un tema tan complicado en su nuevo proyecto. Pues bien, quedé decepcionado. La película es irregular y superficial, excesivamente plana. No aporta cosas nuevas ni ofrece nada interesante o que no hayamos visto anteriormente. La historia de tres personas que tienen en común algún tipo de contacto con la muerte, ya sea propia o ajena, con sus problemas y sus inquietudes. La historia no avanza, se queda enquistada en su propia insustancialidad, lo que hace que acabe siendo una obra aburrida y, por desgracia, prescindible.

Una película que transcurre sin pena ni gloria, en la que no ocurren hechos demasiado destacables ni nada que llame especialmente la atención. Todo ello encuadrado en un argumento simple y ya visto.
Personas encerradas en un ascensor en el que poco a poco se van sucediendo extraños fenómenos y donde van creciendo las sospechas sobre quién será el autor de todo lo que acontece en él.
Avanza sin giros reseñables ni sorpresas que le hagan subir un nivel, quedándose en un largometraje que no sobrevivirá en la memoria de muchos.
Los actores están correctos, sin más. No ofrecen esa tensión que exige el guión ni tampoco nos dejan algún momento estelar.
En fin, una película que no ofrece nada nuevo y en el que la originalidad brilla por su ausencia.