Muchos dicen que Nicholson está sublime, que vuelve el mejor Scorsese, que por fin hay digna sucesión a Uno de los nuestros y Casino... Y en mayor o menor medida es cierto, pero sorprende las pocas alusiones a lo mejor del film, y a lo que da cuerpo a la película y al título: el pedazo de papel que interpreta magistralmente Leonardo Di Caprio. La película cobra sentido cada vez que vemos al angustiado Di Caprio en pantalla, dando forma a la trama y a la complicación del buen guión.
Un espectacular reparto a las ordenes de un genial Scorsese nos otorgan una película entretenidísima y divertida, que somete al espectador a una muy buen conseguida intriga que provoca muecas que intentan hacer avanzar la película para saber qué diablos pasará ante semejante juego de engaños y mentiras.
Una buena película, cuyo final puede que decepcione a más de uno, pero sin negar la brillantez de una cinta que supera con mucho a casi cualquier película de su género.

Polanski se recrea en la sencillez de una buena trama, de una historia que se lleva muy bien con el cine de siempre. Un argumento que firmaría la mismísima Agatha Cristie, de la mano de planos y toques Hitchckonianos, mezclados con una estética minimalista, dan como resultado una película notable y seria. Un excelente trabajo que nos brinda una película de alto nivel, con tópicos o clásicos del cine bien llevados y que no molestan, es más, se agradece ver los elementos del cine de siempre bien trabajados y no al servicio del ridículo o de la industria, o del olvido más insulso. Polanski se desliza como director, llevándonos suavemente a una historia de intriga, haciendo una película interesante con un protagonista en el papel del escritor (McGregor está una vez más genial y cautivador) de las memorias de un ex primer ministro inglés, bajo la sospecha de violar los derechos humanos y provocar crímenes de guerra contra la humanidad, rodeado de personajes que despistan y dan pistas. Memorable el entorno donde se rueda la película, así como la moderna mansión. No es una película con aires de realismo, sino una historia de detectives, una novela negra cuyo protagonista es un escritor envuelto en un lío. Si el interés va creciendo a medida que avanza la película, la última media hora es un ejercicio de intriga, tensión y diversión puramente cinéfila. Un guión puramente cinematográfico encabezado por un purista de ésto. Polanski rueda a gusto con tiempo para cuidar los detalles de ésta buena, clásica y minimalista película.

Empezaré por lo mejor de la película, Marisa Paredes y su magistral actuación y dominio de cada escena. Ella es la película, ella es la flor, y sin duda es el secreto. Soberana actuación al servicio de un buen Almodóvar que centra la trama en la mujer. La mujer soñadora, enamorada y sóla. El sufrimiento y el desgarro vital son los raíles por donde avanza La flor de mi secreto, haciendo paradas en las estaciones de la familia, los amigos, la literatura, el café y el alcohol. Buenas y sutiles escenas madrileñas que moldean la cinta, acompañadas casi siempre de un también genial Echanove.

Una buena película sin alardes, sencilla y directa al corazón de las mujeres. Normalidad y seriedad por parte de Almodóvar para crear una película que gustará a aquellos que le rehuyen. No es su opus primum, pero sí es un trabajo digno que se deja gustar.