Diálogos que parecen improvisados, naturalidad salvaje. Tortazo de realidad en la cara. Simplicidad aparente. Solo para almas empáticas. Amarga, sin una sola pizca de azúcar.

En una época donde el cine español es pura propaganda neoliberal, un cine que no sale de un solo bando de la guerra civil, de los clichés, de vascos y catalanes, de mujeres empoderadas junto a hombres mediocres...se echa de menos cine puro, sin sesgos, sin que sea producto de una agenda política de turno...Cine real.

De las pocas películas españolas que he tenido que ver varias veces.

El documentalista supongo que se les iba de presupuesto, y decidieron prescindir de él.
Salamanca, una ciudad elegante, del norte de España, con alto nivel de vida, limpia y ordenada, de clima frío, resulta ser ahora algo así como Bagdag, con gente con cara de Sudamericano promedio y pintas rarísimas vendiendo carne colgada por la calle, sudando todo el mundo como si estuvieran en Egipto, vestidos con harapos al más puro estilo turista por las calles de Nueva Delhi, policías con cara de mexicanos, coches de los años 80... Es que no vi una sola cara de Ciudadano promedio español, ni una!
Despropósito que solo pude terminar de ver para echarme unas buenas risas con cada cosa que veía, cada una más rara que la otra.
Los americanos, por supuesto, con cochazos, excelentemente vestidos, y con aires de estar en un país del tercer mundo al cual le hacen un favor por existir.
En fin, realmente lamentable, no merece la pena ni hablar de la trama, ya que es lo de menos. Hasta en los momentos en los que se ponen serios y trascendentes miras a los extras con esas caras de Mejicanos y te entra la risa...absurdo.

Nada más comenzar, una tertulia en tv sobre el atentado, uno de los tertulianos hace su papel de indignado por tal hecho y segundos después de disertar se monda de risa, osea... el que monta esta serie en qué está pensando? De todas formas entre tanto actor mediocre tampoco es que sea crucial. El reparto es nefasto. La protagonista, es un intento de actriz que puede volverse a la webserie de Basauri de donde salió.

Empezamos con una dosis progre en forma de pareja interracial, los cuales vocalizan a duras penas, hasta el punto de que aun no capto la mitad de su primer diálogo.

La chica vasca, en un arrebato, entra a una mezquita, donde rezan hombres, y falta que la inviten a un cafelito con pastas, cuando en la realidad la echarían entre gritos y a base de empujones a la calle.

La familia del musulmán acusado es una auténtica maravilla de familia, y sus interrogatorios por la policía son reuniones de amigos. Son personas perfectas oprimidas por nuestro voraz sistema y nuestra desmedida xenofobia. Somos muy muy malos, recordad.

Cuando el jefe de la subinspectora de la ertxanxa (en avanzado estado de gestación) la insta a desmarcarse de una investigación que exigirá plenas facultades físicas, mentales y abultadas horas de trabajo por el bien de los investigados y de ella misma, esta amenaza al jefe con acusarle de acoso y de ser un machista, ahí ya me propuse empezar a reflexionar sobre si lo que estaba viendo era digno de ver o era el evidentísimo fruto del ya típico cine progre español de la última década.

Todos y cada uno de los hombres blancos que salen son auténticos mequetrefes: egoistas, interesados, lelos, ambiciosos... el padre de una víctima del atentado incluso pregunta al médico cuándo podrá ponerse a trabajar, que tienen muchos negocios importantes que zanjar, mientras la madre, por supuesto, se lo recrimina, como estupendísima mujer que es.

Lo dicho, cine para progres. Si eso es lo tuyo, igual te gusta la seriecita.