¡Lástima! Llegué al último episodio de la primera temporada cargado de ánimo y un deseo en alza, como jovencito hormonado, pero transcurridos 15 minutos del mismo, tanto el ánimo como el deseo empezaron a decaer a pasos agigantados (no quiero hacer mala sangre con el título de la serie pero....) y lo que hasta ese momento había sido contención se desbordó como un torrente, más bien como un torrente de aguas sin depurar. Pura y dura miseria creativa. La muerte en modo grotesco y zafio, de un modo que escuece. ¿De verdad ese mismo equipo había realizados los otros capítulos? Razones tiene el corazón que el corazón no entiende. De un proyecto brillante la pátina deslucida del último episodio lo transforma en vulgar tele serie. Véanla, pero por favor borren el último capítulo, si no lo hacen tendrán ese regusto de carne descompuesta por mucho tiempo en su boca.

Suenan bien los acordes de La casa de papel, (incluso son pegadizos) pero pasados unos minutos (no hace falta terminar de completar el primer capítulo) se da uno cuenta de que esta canción ya la ha oído antes (y mucho mejor contada) y que los acordes se repiten en boca de cada personaje con un brillo distinto, pero sin dejar de ser los mismos. Vamos que en el fondo todo es apariencia, ese viejo dilema del ser y la apariencia. Le sobra a la serie dramatismo de garrafón y sobreactuación y le falta algo más de limpieza. Algunos diálogos son de traca (los de la inspectora y la madre deberían formar parte del decálogo de cómo no hay que dialogar, pero hay más...) En fin,algún acierto con la trama, alguna actuación algo más contenida y una música muy bien elegida, forman el corpus de esta serie en mi opinión sobrevalorada. Se puede ver pero se olvida pronto. Lástima no haber empatizado con ningún personaje... pero esa es otra historia.