Sobrevivir entre la precariedad y la miseria, respetando - o no - unas mínimas normas de convivencia de cuyo cumplimiento se ocupa el personaje que interpreta Willem Dafoe, que alcanza una brillantez en su actuación solo comparable a su trabajo en Anticristo de Lars von Trier.

Aunque existen teorías que relativizan el mérito interpretativo de los niños indicando que son "actores naturales" que aplican espontáneamente todo aquello que los directores les indican, el talento de la pequeña Brooklynn Prince transciende del contenido de estas teorías y muestra unos registros superlativos que bastan para que su personaje sea el hilo conductor de la película.

Respecto al director, Sean Baker va camino de erigirse en el profesional que mejor refleja la marginalidad. Si bien la penuria y la escasez quedan magistralmente expresadas en The Florida Project, el contraste entre el lujo próximo de DisneyWorld y la pobreza vital de los edificios donde sobreviven los protagonistas no está totalmente logrado. El resto de la puesta en escena me parece impecable. Por eso, mi valoración de la película "sólo" es de 9.

Película difícil para introducirse desde el principio en su universo pero que consigue conectar a través de la exposición de unas situaciones más incómodas que divertidas. El descenso a los infiernos de un director de museo de arte contemporáneo correctamente interpretado por Claes Bang provoca al principio una reacción compasiva ante un personaje que aparenta ser el humano más normal dentro de un cosmos intelectual y postmoderno tan superficial como hipócrita. Según avanza la película el protagonista se muestra como otro personaje patético y elitista del mundo con el que interactúa, digno merecedor de las consecuencias de sus acciones.

Genial Elizabeth Moss en un rol hilarante y desmesurado.