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Críticas de Josproncio
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Críticas 24
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
9 de febrero de 2012
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
El amor de Joe Dante por el cine siempre ha quedado patente en cada una de sus películas. Prácticamente cada proyecto en su filmografía toma referentes, claramente patentes o constantemente subyacentes, y los sitúa en una realidad nostálgica.
Pero buenas intenciones no hacen buenas películas, y ninguna referencia a La invasión de los ultracuerpos mejorará Looney Tunes. De nuevo en acción, ni unas imágenes de La guerra de los mundos dará encanto a Exploradores.

En ninguna película como en Matinee, estos referentes consiguen crear una gran historia. El único trabajo de Joe Dante que opta por homenajear ese cine que ama desde la distancia y la contextualización, en lugar de la réplica.
La historia de película dentro películas tiene el riesgo de llevarnos a algo más tópico, evidente y facilón, pero eso no es así en este caso. El amor por el cine queda más patente que en un film en que todas las referencias pudieran confundirse con falta de talento y el retrato de una época, la contextualización que no puede darnos una película autoajustada a sus referencias, compensa cualquier posible fallo. Y es precisamente por esta aproximación que Dante puede permitirse tener en su curriculum lo más cerca que estará de dirigir una película de la época. Los 10 o 15 minutos que duran las escenas de Mant son simplemente brillantes.

Matinee es la mirada no solo a una clase de cine, sino a toda una época. Es la muestra de que, tan importante como la película, puede llegar a serlo el momento que se hizo y, sobretodo, aquellos que la hicieron y la vieron. Es la glorificación no solo de las monster movies, sino de las propias personas y su pasión por la magia del cine.

Es cierto, Matinee se disfruta mucho más conociendo la época en que se basa, pero la esencia de ese cine cincuentón se mantiene hasta nuestros días. La película no es solo el retrato de una época, es el retrato de nosotros mismos, un retrato lleno de humor, amor y vitalidad.
Josproncio
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8
17 de mayo de 2009
24 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hasta tres versiones existen de la primera (y única) película de Richard Williams, el tipo detrás de la brillante animación de “¿Quién engañó a Roger Rabbit?”. Las diferencias que llegan a existir entre cada una de éstas, son verdaderamente impresionantes.
Básicamente, la producción de esta película fue un trabajo personal de Williams, quien pasó más de 20 años consiguiendo subvenciones, contratando voces, animando pequeñas escenas.... El éxito de la película de Zemeckis le permitió contar con un estudio que financió la película y le permitiría terminarla. Desgraciadamente, el enfermizo perfeccionismo de Williams provocó retrasos constantes que, unidos a una producción bastante similar que la factoría Disney había anunciado, hicieron temblar a los inversores. Éstos, ni cortos ni perezosos, quitaron la película de manos de Williams y contrataron a un animador de televisión para que terminara algunas escenas que faltaban y añadiera otras. El resultado es la versión que pudo verse oficialmente, llena de chistes graciosos y canciones de amor, que destrozaban con saña la idea original de Williams.
Gracias a Internet, no obstante, un montaje hecho por un fan, utilizando los elementos de Williams, finalizados o no, pudo darnos una visión de lo que podría haber sido la película de Williams. Y, oigan, qué maravilla.
La animación enérgica y fluida está respaldada por unos diseños y unos colores impresionantes; y todos juntos sirven magníficamente a un argumento sencillo pero igualmente efectivo, respaldado con un humor mudo que nos retrotrae a algunos de los mejores cortos de los Looney Tunes.

Al final, uno no puede sino lamentar que la que podría haber sido una de las mejores películas de animación de todos los tiempos fuera pervertida de tal manera.
Josproncio
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6
16 de mayo de 2009
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con El código Da Vinci, el horror se apoderó de mi desde el primer capítulo. Siempre me ha gustado imponerme unos límites y creo que el monje albino asesino en el museo del Louvre y la reunión con su siniestro y religioso señor del mal, los traspasó todos de la forma más violenta y espectacular posible.
Con este panorama, las ideas que se planteen (sean originales o no) quedan diluidas en un folletín sin fundamento en el que el protagonista no elabora teorías sino que las prueba en ese universo ficticio en el que todo es cierto. Si Robert Langdon dice que la tumba de María Antonieta está en la antorcha de la estatua de la libertad, por Dios que así será.
La película, por su parte, carecía absolutamente de personalidad al ser simplemente una traslación del libro a la pantalla. El terrible guión de Akiva Goldsman era un mal copia-pega que no se preocupaba del ritmo o de lo que pedía el medio cinematográfico tanto como de meter absolutamente todo lo que había en el libro, por muy forzado que sea.

El único cambio sustancial de Ángeles y Demonios con respecto a El código Da Vinci, es la incorporación en el guión de David Koepp. Así, aunque éste haya pasado tiempos mejores, sigue siendo capaz de guardar unos mínimos que no guardó Goldsman (sería interesante conocer sus aportaciones a esta). La traslación se convierte entonces en una adaptación, limitada y sin demasiada gracia, pero que al menos entiende mejor el ritmo y realiza una obra mucho más cinematográfica y ágil que su predecesora, eliminando las larguísimas explicaciones (y sus flashbacks) que perfectamente pueden resumirse en dos o tres frases.
Obviamente, esto sigue sin hacer Ángeles y demonios una buena película: nos encontramos con esos enigmas que parecen sacados de un ejercicio de juntar los puntos para descubrir el animalito, a los que tenemos que añadir un contexto con un enorme potencial (la "lucha" entre ciencia y religión) que es desaprovechado con escenas de una simpleza increíble o momentos vergonzosos.

En lo que hace referencia al resto de los departamentos, todos mantienen una continuidad perfecta con su trabajo en la anterior película, a excepción del peluquero de Tom Hanks (gracias a Dios): Ron Howard se pone tras la cámara y de vez en cuando hace esos planos vistosos tan prescindibles (y digitales), Tom Hanks pone su cara habitual y cobra el cheque (al menos, se le ve más agradecido por tener un guión menos monótono), Salvatore Totino ilumina la película con una vela mortecina y gracias (la oscuridad de la imagen termina resultando crispante) y Hans Zimmer sigue el tono de su partitura anterior (que aquí se adapta mucho mejor a la acción).

Ángeles y demonios no deja de ser una película tan irrelevante como poco elaborada y algo vergonzosa, pero que, consciente de su carácter de blockbuster veraniego (o casi), tiene un ritmo más ágil que, al menos, nos da 140 minutos entretenidos.
Josproncio
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4
9 de mayo de 2009
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
A la hora de encarar esta actualización de la célebre saga de ciencia ficción, una de los aciertos de Abrams y su equipo (por no decir el único) es conseguir una película que sirva a la vez como guiño a los trekkies de toda la vida e iniciación a los que no entienden nada de este universo, utilizando el tiempo como forma de legitimar todos los cambios realizados en los personajes y sus personalidades. Así, las potencialidades de este nuevo Star Trek son infinitas.
El guión cae en manos del duo Orci/Kurtzman, a los que debemos la entretenidísima (no por méritos del guión) Transformers. Éstos llevan la historia por senderos ya muy conocidos, pero lo hacen sin el más mínimo interés, cayendo en el ridículo ya desde su exagerada primera escena. La juventud de los personajes sólo sirve para convertirlos en una especie High School Musical en el espacio, sobretodo en su primera media hora (la escena de la niñez de Kirk y su pelea en el bar resultan surrealistas y fuera de lugar), tras la cual la cosa se convierte en una sucesión de escenas de acción, chistes (su humor es tan ridículo como prescindible) y presentaciones de personajes (para las cuales éstos siempre mirarán a cámara, esperando que la imagen se congele para que aparezca su nombre) que, como en el caso de la mencionada película de Michael Bay, podrían salvar la película en manos de un director competente.
El principal problema de esta nueva película de Star Trek es que J.J. Abrams no tiene ni idea de qué hacer con la cámara. Utiliza planos vistosos con una frecuencia inusitada y gratuita en la inmensa mayoría de los casos y descuida enormemente la mayoría de escenas (la presentación de Spock frente al consejo es de verdadera vergüenza). Esta dirección, junto al montaje, hace una película que termina resultando tan cansina (la recreación del puente de mando es sorprendentemente aburrida, así como esa manía de cegar la cámara con luces intermitentes) como confusa (la pelea en el bar) y carente de emoción: las batallas espaciales parecen un simple desfile de efectos sin ton ni son.
Los actores, por su parte, hacen lo que buenamente pueden con su papel, que, en la mayoría de los casos, es bastante limitado (ahí está Simon Pegg, el tipo con más carisma de todo el reparto, relegado a secundario gracioso con voz de Ross Geller).
Si en algo destaca, pues, esta nueva película, es, como no podía ser menos, en los efectos visuales (que resultan pasmosamente realistas) y en la banda sonora del siempre eficiente Michael Giacchino (la creación de un tema completamente nuevo, dejando el de Courage para homenajes, enfatiza que estamos frente a un universo nuevo).
Josproncio
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3
7 de marzo de 2009
25 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
El principal problema que veo a esta adaptación de Watchmen no es que sea poco fiel al original (caso de V de Vendeta, dicen, o La liga de los hombres extraordinarios), sino justo lo contrario. Como les pasaba a las adaptaciones de Sin City o El código Da Vinci, la película de Snyder parece olvidar que los cómics (y libros) se mueven en un medio diferente que las películas.
Así, el guión de Hayter y Tse adapta casi punto por punto el cómic original, y por momentos da la sensación de que los implicados estaban más ocupados en ser 100% fieles que en hacer una película con entidad por si misma. El resultado es una historia excesiva con escenas innecesarias o alargadas y diálogos falsos y por momentos risibles (supongo que el diabólico doblaje tiene gran peso en esto último).

El segundo problema es en lo visual. Probablemente el Watchmen de Moore y Gibbons sea la obra definitiva sobre superheroes, una historia de personajes bien construidos y con ciertos dilemas y reflexiones verdaderamente interesantes. Sin embargo, Zack Snyder llega con un grupo recién salido de ese delirio infográfico que es 300 (película que, dentro de sus límites, resulta la mar de disfrutable) y se encarga de Watchmen como quien se encarga de Transformers. Y es que una cosa es encargarse de un entretenimiento veraniego; y otra muy distinta, de una historia más seria.

Snyder visualiza estos hipotéticos años 80 con una puesta en escena plana y monótona, y un equipo que no está a la altura.
La fotografía del limitado Larry Fong puede resultar en 300, pero está lejos de ser un buen trabajo y se inscribe de lleno en la cada vez más irritante moda visual del nuevo siglo (imágenes oscuras y contrastadas).
La música de Tyler Bates se pasa toda la película a un nivel inaudible y cuando destaca, recuerda irremediablemente a cosas ya oídas.
Los efectos especiales cumplen (sin destacar demasiado), por muy gratuitos que resulten a veces (Dr. Manhattan).

El director de la reivindicable Amanecer de los muertos, parece tener ideas interesantes, pero no sabe llevarlas a cabo, como pasa con los títulos de crédito; y en la mayoría de las escenas está absolutamente perdido. Visualiza las peleas con ralentizaciones y movimientos absurdos (la ridícula escena inicial o el enfrentamiento final); y parece tan empeñado en darnos un festín de canciones (eso sí, buenas todas ellas), que las mete donde buenamente puede, por mal que queden (el entierro, con Simon & Garfunkel).

Quizás sea ir a lo fácil, pero se me antoja imposible no compararla con The Dark Knight. Sin ser perfecta, probablemente sea la adaptación de cómic más sobria y madura que se ha hecho. Y no puedo evitar pensar lo que habría sido Watchmen con el genial montaje, la compleja fotografía y la efectiva banda sonora de la película de Nolan.
Josproncio
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