Que Scorsese es uno de los directores más grandes -sino el más- de la historia del cine lo podríamos afirmar muchos, solo hay que hacer un repaso por su filmografía para deprimirse y saber que nunca realizaremos nuestra profesión con la brillantez que él realiza la suya. Pero lo que hace en The Irishman es otro rollo, en esta película da un paso más allá y trasciende la industria. Porque solo él podría grabar una cinta de más de 3 horas de duración y componer esta obra maestra donde es capaz de transitar entre lo mainstream de la Mafía y lo minoritario de la vejez con precisión quirúrgica. Capas y capas de subtextos que te golpean sin parar mientras añades otro plano espectacular a su historial.

Un ejercicio de cine con todo lo que ya damos por hecho en él: dirección de actores, planos con movimientos de cámara imposibles, un montaje que te cambia el ritmo narrativo para jugar contigo cuando le da la gana, etcétera... pero al que incorpora algo que sólo podía añadir a esta película: su vejez. Es irreal la capacidad que tiene para utilizar su experiencia e incorporarla en cada plano, cada mirada... convirtiendo la historia en una conversación encubierta con el espectador en la que aprovecha para cerrar los temas esenciales de su cine: espiritualidad y violencia.

Así que nada, gracias por crecer con tu cine e ir contándonoslo. Eres un absoluto e incontestable PUTO GENIO.