La serie comienza con una buena idea que a medida que van pasando los capítulos se convierte en un panfleto de corte feminazi donde el sistema machista pisotea a las víctimas de los delitos sexuales y un par de mujeres empoderadas (y un par de aliades feministas) son las que tienen que venir a sacar las castañas del fuego a un montón de machotes sin cerebro, que según estadísticas sacadas de no sé dónde, en lugar de investigar violaciones se dedican a pegar a sus mujeres en casa.

Lo de Netflix ya empieza a ser algo digno de estudio donde al final todos los caminos llevan a Roma.