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España España · Vigo
Críticas de trici
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Críticas 9
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
13 de enero de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
ATENCIÓN: ESTE TEXTO PUEDE CONTENER CONTRADICCIONES, DICCIONES PECULIARES, DESORIENTACIONES VARIAS Y TRAZAS DE PESCADO.

Quizá fue ese cartel de colores saturados y la cabeza rapada de Charlize Theron haciendo sombra al protagonista. No sé exactamente qué me hizo alquilar Mad Max: Fury Road (sí, alquilar ¿vale? Me gusta nadar en aguas tradicionales), pero lo que no me habría imaginado nunca era que una historia de acción me fuera a gustar precisamente por eso, por su acción.

No tengo intención de profundizar en un análisis de guion o en la sorpresa que supuso que un personaje femenino fuerte y con personalidad estuviera escrito para pasarle por encima al ya conocido Max de la saga del mismo director. Poco queda ya del policía encarnado por un joven Mel Gibson a finales de los 70 y de su mundo de motoristas. Pero sí me gustaría remarcar el hecho de haber encontrado una película de acción que es de mi agrado, ya que, normalmente, cuantas más explosiones y coches dando vueltas de campana haya en ellas, menos me interesan. Soy un pez, y el hecho de serlo me hace comer pescado. Sin embargo, Mad Max no hizo más que sorprenderme con sus explosiones y su velocidad, y más me sorprendió aún que fueran precisamente esos elementos los que mantuvieran mi atención. Al final parece que al pez le gusta la carne.

Vamos a rodar una película de acción, dijo George Miller, ¿y qué vamos a necesitar? Pues un desierto en Namibia; dieciocho diseños de vehículos originales diferentes; especialistas para dar y tomar; y por supuesto, al compositor e intérprete de la banda sonora en mayas rojas, colgado de un muro de altavoces y tocando una guitarra que escupe fuego al final del mástil. ¡Dicho y hecho! Bueno, quizá no tan rápido, teniendo en cuenta que los bocetos iniciales eran de 1999 y que su rodaje no comenzó hasta 13 años después. Pero viendo el resultado se puede afirmar que fueron unos años bien empleados. Creo que si se te ocurre coger un cerdo y varios patos reales y hacerlos protagonistas de tu guion (en efecto, George Miller escribió el guion de Babe, el cerdito valiente) estás lo bastante cuerdo como para rodar Fury Road.

La cosa empieza bien, todo son facilidades: que si controlar el polvo generado por unos vehículos gigantescos a gran velocidad en un desierto (la continuidad está garantizada); que si mantener a unos personajes dando saltos por encima de un camión en llamas (la dirección de actores la tenemos dominada, vamos a centrarnos en que no haya que sacarlos de debajo de las ruedas); que si subir a unos especialistas en lo alto de unas barras pendulares ancladas a un vehículo en movimiento (porque somos australianos y vivir entre tiburones y arañas letales no es bastante emoción en la vida); y como esto no es lo suficientemente impresionante, vamos a hacer que unos motoristas salten por encima de los camiones y los hagan explotar, y todo con el agravante que tiene filmarlo y que quede bien a la primera. ¡Claro que sí! Pero ¿quién dijo miedo?, está claro que un presupuesto de 150 millones de dólares ayuda, y un equipo con conocimientos del género lo realiza.

Supongo que muchos de los elementos y complicaciones que tiene Mad Max en cuanto a guion y rodaje de acción, los tienen multitud de películas a las que no doy el crédito que se merecen, pero en lo que a presentación se refiere, esta historia de ciencia ficción se lleva la palma. Es el conjunto de la historia y la manera en la que se integra la acción, convirtiéndola en una parte fundamental y necesaria del mundo que Miller ha creado. Un contexto post apocalíptico concebido de tal manera que te invita a conocer más sobre su funcionamiento y entresijos, en el que la misma gasolina que vemos consumirse en persecuciones y explosiones, es uno de los bienes más escasos junto con el agua, y cuya escasez estimula las decisiones de los personajes. Es también la complejidad real de la acción y la espectacularidad con la que te golpean escena tras escena. Todo colabora para mantener nuestra atención como espectadores al más alto rendimiento.

Otra de las cosas que también hacen de Fury Road algo diferente, es el uso medido del CGI (Computer-Generated Imagery), o como todo el mundo lo conocía hasta hace poco, efectos por ordenador (llamadme loca, pero yo sigo prefiriendo este término). Casi todo el contenido audiovisual que consumimos a diario incluye efectos creados por ordenador, en los cuales muchas veces no reparamos, debido a su gran calidad. En otras ocasiones, los percibimos y los disfrutamos, siendo conscientes del “engaño” a nuestros sentidos. Pero no siempre son bien recibidos y el exceso o el mal uso pueden crear una confusión en pantalla. Los efectos de Mad Max no son excesivos, complementan e incluso enriquecen esa atmósfera sin estropear el metraje, y ayudan a crear ese ambiente de caos en un futuro dantesco. El diseño de una tormenta de arena o el simple etalonaje digital (también conocido como corrección de color), por ejemplo, contribuyen a dar forma al universo de Max.

El conjunto de todos estos elementos colocados en una inteligente medida, sumado al valor de correr riesgos, y no me refiero solo a los físicos, convierten a la película en una experiencia de incesante descarga de adrenalina.

Y como no aguanto mucho más tiempo fuera del agua, me quedaré con un interrogante: ¿Será verdad que he descubierto que me gusta la acción? ¿Se me habrá abierto un mundo de nuevas posibilidades? Glups, no lo creo… A lo mejor me he tirado a la charca con mis divagaciones, pero hay dos cosas que no se pueden ignorar: una, que Mad Max: Fury Road es acción con mayúsculas, y dos, que todo el equipo de esta película y en particular los especialistas y dobles de acción, están igual de locos que su protagonista.

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trici
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5
13 de enero de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué es lo que no me ha gustado de Animales fantásticos y dónde encontrarlos? Es complicado ser la primera parte de lo que pretende ser una nueva saga, al mismo tiempo que se es la novena película sobre el mundo fantástico de J.K. Rowling. Y supongo que por ello “decidí” (deliberada y al mismo tiempo inintencionadamente) ir a verla con pocas esperanzas, lo que no me ayudó a meterme en la búsqueda de los queridos animales de Newt Scamander.

A pesar de que me encontré con un protagonista muy digno en sucesión a su predecesor, me pareció el único personaje interesante, pero atrapado en una trama repetitiva. “A ver, pececillo de mierda, la película se llama Animales Fantásticos y dónde encontrarlos a lo mejor te esperabas una profunda historia sobre la tolerancia”. ¡Pues sí! Y de hecho, ahí está, escondidita bajo una trama principal que hemos visto infinidad de veces y que podemos titular “salvemos a los animales que no han hecho nada malo”, pero con magia.

No es que no haya disfrutado de una película entretenida, con alguna risas de por medio, pero no he visto en ella la esencia de Harry Potter que tantas ganas tenía de rememorar. Es la falta de extravagancia propia del mundo mágico en la mayor parte de los personajes, que caen en su lugar en la exageración de estereotipos; es la pobreza en atención a la genialidad de la magia, mientras en la anterior aventura cada detalle del mundo mágico era acentuado, en este caso la magia se encuentra fuera del marco de la fascinación, quizá para abrir paso a los animales y a la originalidad de los mismos; es la inexistencia de un personaje femenino que me convenza; y es también la falta de un villano a la altura de sus predecesores. Solo espero que las fuerzas mágicas conocidas como los “obscurus”, cojan protagonismo en posteriores películas junto con el mensaje que proclaman y que me vuelva a enamorar por segunda vez de ese mundo de magos, pero esta vez, encontrando animales fantásticos.

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trici
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6
13 de enero de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si buscamos “Mary Poppins” en Google, lo primero con lo que nos topamos es una gran variedad de información sobre el musical de Walt Disney de 1964. La película consiguió todo tipo de reconocimientos en el momento de su estreno y aun hoy la recordamos con cierta nostalgia debido a su carácter alegre e infantil. Sin embargo, la autora de los libros de la protagonista a la que nos referimos, no quedó en absoluto satisfecha con el resultado de la adaptación.

Pamela Lyndon Travers tuvo una vida difícil y llena de controversias. Mujer soltera que tuvo que valerse por sí misma durante muchos años, fue contraria a las sufragistas en su época, con 40 años adoptó a un niño, al cual separó de su hermano gemelo para posteriormente renegar de él. También su orientación sexual ha dado qué hablar, habiendo mantenido una relación en secreto con tres mujeres al mismo tiempo, yéndose a vivir posteriormente con una de ellas. Sin embargo, el motivo por el que se dio a conocer fue la creación de Mary Poppins en 1933, en una serie de 8 novelas protagonizadas por el que sería su personaje más famoso.

Pamela era una mujer con una personalidad difícil. – ¡Un momento! ¡Para el carro! ¿Cómo te atreves a describir a una persona con información que podría estar tergiversada? Pues porque me siento poco objetiva esta mañana y tengo que escupir hacia algún sitio aunque eso signifique que mis babas se mezclen con las aguas en las que estoy nadando. – Siguiendo con lo que nos atañe, en Al encuentro de Mr Banks, Travers es descrita desde un principio como una mujer arisca a quién lo único que le importa es ella misma, y a medida que avanza el relato se nos va descubriendo una mujer con un pasado marcado por la figura de su padre, que cuida de su novela y de los personajes que aparecen en ella como si fueran de su familia.

Parece que Al encuentro de Mr Banks nos relata la historia de una escritora excéntrica que poco a poco muestra su lado más tierno y “disneyniano” niano niano… perdón, que me distraigo fácilmente… Puede aparentar que al igual que hicieron con Mary Poppins en la adaptación del ’64, el personaje de Travers es moldeado para quedar bien en pantalla. No es que se intente facilitar la empatía del espectador maquillando la personalidad difícil de la escritora, no es que se trate de evitar la representación de sus ideas más controvertidas, sino que, lo crucial para Al encuentro de Mr Banks es precisamente demostrar la mejor de las intenciones con su protagonista.

Sin embargo, la película no solo retoca la personalidad arrolladora de Travers, sino que también nos muestra a un Walt Disney volcado en su familia, un hombre paciente y sensible, pero con la labia propia de un embaucador. Walt consigue todo lo que se propone y cuando se empeña en adaptar el libro, inevitablemente, acaba ganando de nuevo. La película señala a los artistas que trabajan para la compañía como las verdaderas víctimas de las negativas de Travers, viendo todas sus ideas echadas por tierra una y otra vez. Son los que tienen que lidiar con la mujer, que les obstaculiza todo su trabajo, pero a pesar de este tira y afloja que se nos narra, cualquiera que haya visto Mary Poppins sabrá al momento que ninguno de los cambios que el personaje de Travers propone fueron finalmente incluidos.

Partiendo de un proyecto creado por Disney para relatar un acontecimiento en el que la propia empresa se vio involucrada, me asaltan algunas preguntas. ¿Dónde empiezan y dónde acaban las intenciones de la productora de animación y su historia con la escritora? ¿Hasta qué punto intentaban relatarla como una historia de forma verídica o real? ¿Cuál es el punto de vista del filme con respecto a la propia productora y a su fundador? ¿Está la película tratando de mostrarme a un Walt Disney ambicioso que mueve los hilos a su antojo? No acabo de comprender cuál es la postura en este punto, si de verdad la productora se aventuró a retratar a Disney como un hombre poderoso que manipula y persuade para conseguir lo que quiere, o simplemente es la sensación que me quedó a mí. Es posible que el propósito de Al encuentro de Mr Banks sea buscar una postura neutral, lo menos partidista posible, aunque finalmente no pueda evitar llevarnos a su terreno de flores y animales que cantan al compás.

La película no es compleja, al fin y al cabo seguimos hablando de una producción Disney, y aun así no soy capaz de contestar a ninguna de estas cuestiones.

No estoy plenamente segura de cuál es el propósito de Al encuentro de Mr Banks. Si trata de contentar al espectador con una historia en la que una persona repelente no está consiguiendo lo que demanda o si por el contrario nos está contando que la empresa Disney, por mucho que algo se le ponga en su contra, siempre alcanzará lo que se propone. De ser así, es en este momento en el que no comprendo el motivo de tal mensaje. ¿Es capaz de plantearnos la productora de Mickey Mouse una película en la que su principal mensaje tire piedras sobre su propio tejado? ¿Cómo una película Disney puede mostrar una versión legítima de lo ocurrido cuando se presenta a sí misma como un gigante que consigue todo lo que quiere? ¿Acaso nos está diciendo que de nuevo su versión es exactamente eso? ¿Suya?

Una vez llegados a este punto, empiezo a preguntarme si es mi escepticismo lo que me hacen creer que esta versión nunca podría crear a una Pamela Lyndon Travers legítima a la real o un Walt Disney con el que un público objetivo y la propia empresa puedan quedar satisfechos.

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trici
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8
13 de enero de 2018
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace poco me enganché a Vikingos, una serie del canal Historia, y esta vez sí tuve la sensación de estar viendo una ficción que tiene un cuidado especial con respecto a una época y cultura. Cabe mencionar que se toma muchas licencias y que gran parte de lo que nos presenta es invención, pero también que en su intención se encuentra mantener la esencia de la leyenda y la historia conocida del pueblo vikingo. El simple hecho de exhumar lenguas muertas como el nórdico y el francés antiguo o el sajón, o conseguir que nadie eche de menos los famosos cascos de cuernos, hace que se pueda ver de otra forma una civilización de la que se tienen más interrogantes que certezas.

Es evidente el impacto visual que genera con su dirección artística y el peso que ésta tiene en el resultado de la ficción. Un proyecto enfocado en la parte más artesanal de la puesta en escena con la intención de evitar la artificialidad que puede generar la postproducción. Con esta idea en mente, Vikingos crea un mundo propio que cobra fuerza con cada imagen.

Melenas, heridas y tatuajes:
Esta nueva generación de imagen vikinga se apoya en la agresividad de los estilos. Aunque el laborioso trabajo que llevan algunas de las melenas no se adecúa a una realidad de la civilización vikinga, tanto mujeres como hombres son retratados con una poderosa imagen marcada por unos peinados que generan muy acertadamente ese look salvaje propio del pueblo guerrero. Ficción y realidad se enfrentan en un conflicto del que sale airosa la fantasía con la espectacularidad por bandera.

En el caso de las mujeres, personajes de la aldea como Aslaug o Helga muestran sus largas melenas sueltas, al tiempo que las guerrera Porunn, y en especial Lagertha, lucen unos peinados complejos marcados por la ostentosidad. En el caso de los hombres, la licencia se extendió hasta incorporar unos diseños pertenecientes a una cultura prácticamente hermana: la de los normandos del s.VIII. Las largas barbas y trenzas son claves para crear, junto con las melenas, una imagen fiera, símbolo de identidad de la serie. Una apuesta inteligente que no desprestigia la historia, sino que ayuda a imaginar a un pueblo en el que todo tiene una fuerza provocativa.

La agresividad de la violencia tiene bajo sus pies un cómodo colchón en forma de cosméticos. Una serie de estas características siempre se apoya en un gran trabajo de maquillaje que consigue que resoplemos de dolor desde nuestras casas cada vez que una espada, flecha o hacha atraviesa la ruda piel de los luchadores. El diseño de tatuajes y su acentuación en determinados personajes junto con la marca de distinción del maquillaje vikingo, hacen dar un paso más en la repercusión del departamento en la historia.

Pequeños-grandes detalles:
Los peinados vikingos no son los únicos elementos en los que la serie decidió primar la ficción sobre la realidad. El vestuario se caracteriza por la ausencia de fidelidad, anteponiendo la calidad, la elaboración o incluso los tejidos y colores, el impacto visual. La ropa de los personajes es un componente que en este caso, una vez más, ayuda a formar una imagen que da forma a un relato provocador.

Vestuario ficticio, estilo irreal, grandes licencias… A estas alturas es difícil comprender en qué punto Vikingos le hace un favor a la cultura nórdica. Desde mi punto de vista, es en el guion donde aparece la mayor parte de la indagación y el deseo de abrir esa parte menos notoria de los vikingos al mundo.

El peso de lo real recae en elementos de gigantesca importancia entre los que se reparte el protagonismo en cada escena. El modo en el que la confección de telas está presente en las tareas de las mujeres da significación a un trabajo sin el que la navegación a vela, y la consiguiente conquista de Europa, no serían posibles; el valor de los símbolos y joyas con los que se representan ritos de gran consideración tanto en la vida como en la muerte; o la importancia que le han devuelto a los escudos, muchas veces poco considerados en su función, haciéndolos relevantes en cada batalla y apoyados por la vistosidad de los colores y diseños. Parece que una batalla ya no es épica hasta que alguien ruge entre la multitud: “ShieldWall!!” seguido de un profundo gruñido que profieren los guerreros antes de entrar en formación defensiva.

Violencia y muerte no son los únicos atributos que la serie le concede a la sangre. Su empleo se extiende como se extiende su naturaleza y consigue transmitir al espectador la normalización con la que los protagonistas la afrontan. La utilización de la sangre en la cotidianeidad refuerza una sensación que nos aleja del desagrado con el que siempre se relaciona. Su otra cara aparece como parte de la vida en rituales de fertilidad de la tierra o acercando la sensación de devoción y deleite al quedar sus rostros rociados con ella en celebraciones religiosas.

Alcanzando el Valhalla:
Existe una pieza presente en todas las temporadas que acompaña a los protagonistas en su vida y decisiones: la religión. Ésta no solo toma forma en las palabras de los personajes sino que se construye a través de los espacios sagrados, los símbolos o incluso tomando forma humana. La reproducción de sets estrictamente documentados, o el detalle en la elaboración de un ambiente en el que lo místico convive con lo terrenal de una forma natural, es el escenario de partida para un desarrollo en el que el cristianismo e incluso el ateísmo cobran fuerza en una civilización que acabó perdiendo sus creencias ancestrales.

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trici
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7
13 de enero de 2018
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tres preguntas me vienen a la cabeza antes de empezar a escribir esta crítica. ¿Cómo describir Legión de una forma concisa y clara? ¿Cómo hacer entender su contenido mediante esta redacción? y lo más importante, ¿en qué momento decidí escribir sobre algo que se escapa por completo de mis posibilidades como pez auto-reflexivo? Antes de empezar ya puedo afirmar que este no va a ser el mejor artículo para la comprensión o simplemente para la exposición de la serie. Pero ¿quién dijo que deba serlo? Después de verme la primera temporada como quien devora su plato preferido, y a riesgo de que este artículo sea en vano a partir del punto y aparte de este párrafo, he llegado a la conclusión de que Legión es una serie que solo se puede entender inyectando su mezcla explosiva directamente en vena.

Olvidad toda imagen de superhéroe que tengáis en la cabeza, deshaceos principalmente de la saga de X Men, y encontrad un hueco en vuestra mente lo suficientemente espacioso para que entre un poco de caos organizado.

Legión se sitúa en una institución mental, donde su protagonista, David, ha pasado años encerrado y drogado, luchando contra su esquizofrenia. Cuando Syd, una nueva paciente, entra en el centro, su visión con respecto a su vida pasada cambia drásticamente. Éste es el punto de partida en el que la serie comienza a jugar con el espectador en múltiples formas apoyada por la ambigüedad de la realidad a la que lo somete. Empieza por situarnos en más espacios de los que una mente atolondrada por el contenido de la televisión nacional puede entender y en una época de dudosa ubicación situada en algún momento entre los años 70 y un presente de lo más psicodélico-tecnológico.

Si hay algo que hace Legión es buscar sus límites y, pisándolos, atravesándolos o bailando el limbo por debajo de ellos, los sobrepasa. Qué otra historia permite a una serie la locura que pasa del cómic a nuestras pantallas conservando todo el sentido y coherencia que aquella que una mente sobrenatural puede crear; y cómo dejar pasar la oportunidad de incluir en una misma propuesta cinematográfica un baile sacado del Bollywood más fuera de contexto imposible y una secuencia de cine mudo acompañada del Bolero de Ravel sintetizado.

Se podría decir que es precisamente la libertad que brinda una propuesta irracional, la que pone a la serie en ventaja con respecto al espectador, pero que al mismo tiempo, está en riesgo de perderse en su propia maniobra.

Parece que Legión lo tenga todo, incluso aventurándose a que ese “todo” se convierta en “demasiado”. Es en ese riesgo donde está la diversión, y es en ese punto donde entran a jugar aquellos elementos que te guían desde la discreción más notoria: la iluminación, el color y la música. Estos contribuyen a la diferenciación y significación de situaciones sin ningún temor a ser excesivos. De entre la cantidad de información con la que la serie construye su mundo, sobresale un humor inesperado, elemento que incorpora eficazmente un respiro con el que mantener un equilibrio mental en el espectador.

Si quisiéramos comparar esta serie con cualquiera de la saga de mutantes de la Twentieth Century Fox, podríamos mencionar la existencia de un villano. Y hasta aquí su parecido, en la existencia. Los villanos de la saga toman una forma mucho más real y e irónicamente humana de lo que lo hace el monstruo en este caso, más propio de un relato de terror que del mundo de los superhéroes. Una criatura perturbadora que representa a su vez a aquellos monstruos más peligrosos: los que nos formamos en nuestras propias mentes.

Para todos aquellos que sois capaces de digerir la información que cada capítulo ofrece, también disfrutaréis de sus múltiples referencias al cine, tanto clásico como contemporáneo. Yo por el contrario, aún me encuentro descifrando algunas de las pistas que esconden en su planteamiento. Es una serie que consigue mantener la atención, no solo con su complejidad, sino también con el disfrute.

Esquizofrenia explosiva en un show que consigue mostrar lo racional de su irracionalidad, jugando con el espectador y consigo misma.

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trici
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