¡Pelmazo el Lars von Trier!
Y con una insolencia, una pedantería y un snobismo que parece que te mira por encima del hombro: ¡Toma obra maestra, espectador cateto, burgués pacato, que seguro que no eres lo bastante culto como para apreciar mis chorradas intelectualoides divagando desde Fibonacci hasta Edgar Allan Poe (¿Qué tendrá que ver el culo con las témporas? - me pregunto yo -), que lo mío es muy fuerte (¡Salen hasta pollas en varios planos!) pero muy intectual, oye.
Y al final, el listillo del Lars nos dice que el ingrediente que realmente la da "chispa" al sexo es el amor. ¡Pero si eso ya nos lo decían hasta los curas en el cole para "dignificar" el sexo y no ser unos chicos malos que follan o se masturban por vicio!
En fin...¿No será que con las pelis de Lars von Trier nos pasa como con el traje invisible del emperador?
Y ¿a esperar la segunda parte? Yo no

Espeluznante la película. Lo más desazonante de todo es la absoluta ausencia de moral de los protagonistas, algo que los convierte en unos ingenuos obradores del mal: Los "malos" suelen ser inmorales en las películas; aquí son AMORALES en unos términos imposibles de definir, porque ni la locura más extrema podría explicarlos. Además, el aspecto freaky de los asesinos, su garrulez y su desbordante mal gusto, les convierte en los más macabros actores de humor negro, llegando a dar auténtico asco al espectador menos sensible.
No cabe reflexión moral al final de la película: sería como tratar de razonar sobre la moralidad de las setas venenosas.