Al ver caminar por la nieve o ir en la camioneta a Donald Sullivan (Newman) con su nieto, nos hemos acordado de "El Chico". No son los mismos personajes, pero tenemos la sensación que Sulli ha robado algo del gran Charlot, que Newman destila aquí algunas gotas de la ternura y del amor del genio del bombín.
Una historia menor en un pueblo cualquiera, pero muy bien contada.
Con un guion poderoso que reparte juego entre todos los protagonistas. Porque aquí todos tienen un papel importante, personajes bien trazados, claros, nítidos ... con sus claroscuros correspondientes. Como debe ser, como en la vida misma.
Con delicadeza Benton nos muestra cómo son las relaciones en el seno de una pequeña sociedad rural de la América profunda. También en la vida doméstica, con los silenciosos reproches del hijo, Peter (Walsh), al ver que el suyo recibe la atención que él nunca mereció de Sulli, "Te has saltado una generación".
Diálogos brillantes como vemos. A veces irónicos, "Tengo un trabajo que incluso tú puedes hacerlo". A veces tiernos como los que se cruzan hijo y padre: "No va a ser fácil hacer de tí. -No te preocupes si no lo consigues a la primera. Al principio yo tampoco pude".
Porque ahí está Newman para dar cuerpo al resto de un gran elenco, para dar solidez al mensaje. Debe haber mejores actores en su generación, sí, pero nosotros no los conocemos.
No se la pierdan ... si no tienen un pelo de tontos.

El Oeste ya no es lo que era ... y tal y tal.
Tampoco tú Tom estás para muchos trotes.
Contar batallitas de los buenos tiempos ... Te acuerdas del tiroteo aquel ... Todo a cámara lenta, diálogos soporíferos en los que parece que el narrador se escucha mientras dice chorrada tras chorrada. Lento, lentísimo, como los tiroteos pum ... pum .... más pum y pum ...
Nada. Dos pistolas de merienda. Chocolate y pan.
Huir.

Por la nieve cabalgaba el indio Lobo Solitario al encuentro del rico ranchero, cuando a este lo mata su relamido ayudante.
Pésimas caracterizaciones con trajes requetenuevos a estrenar. Todo malo, guion, realización, diálogos, tiroteos ... ¡Morir por morir, qué mal mueren!
No se salva nada. Bueno, sí, algunas baladitas.
Un truño. Huir.

De acuerdo no es lo mismo. Pero también los polacos tienen derecho a su superproducción histórica. Echándole medios, sí, pero sin calidad.
Llevan muchos años los de las barras y las estrella perfeccionando su propaganda y les sale divinamente. Lo mismo que a sus amigos del otro lado del Telón de Acero.
A su lado "La batalla de Varsovia" queda cutre y pobretona. Y eso a pesar de los extras que mueven, caballería, vestuario, ambientación ... Que están bien, pero no se pueden presentar caricaturas de Lenin, Stalin y compañía queriendo merendarse a Europa y el mundo. Siguen teniendo mucha parroquia y no les gusta oír estas cosas.
Cinta de historia basada en la batalla del Vístula donde los polacos frenaron en seco a los soviets. Pero demasiado maniquea.
Flojo guion y torpe realización que nos zarandea del cabaret (buenos números musicales) al frente de batalla en un ir y venir continuo.
Sonido regular, nos parece estar asistiendo a una telenovela de sobremesa.
Bien la fotografía y alguna perla que otra que se deja caer por allí: "¿Progresista? Un comunista sin partido".
Pasable. Después de 130 años bajo dominio extranjero, los pobres polacos también tienen derecho a contarnos sus batallitas.

La cabalgata de Santa Claus de los grandes almacenes Macy ha resultado este año un gran éxito. Y sin embargo Doris (O'Hara), la organizadora del evento, apenas lo saborea pues su mentalidad práctica y realista le lleva a rechazar el mundo de ilusión y de emociones que rodean esa oronda figura.
Y así, con sinceridad exenta de imaginación educa a su hija Susan (Wood).
Menos mal que desde el Polo Norte ha llegado Kris Krincle (Gwen) para que la Navidad recupere su verdadero sentido. El profesor Hamilton de Calabuch se deja caer ahora por Nueva York.
Bellísima comedia navideña que derrocha ternura, simpatía y humor.
Excelente guion que nos lleva al interior de los bazares comerciales, a la intimidad de las casas, al departamento de Correos, incluso a poner un pleito a Santa Claus con sus ribetes políticos. "Fe es creer cuando el sentido común va a juicio".
Todo funcionando a la perfección, como un reloj, sin agujeros ni saltos en el vacío.
Realización ágil, fresca, que mezcla con acierto ingenuidad y pragmatismo.
Excelentes personajes muy bien trazados e interpretados. Nos quedamos sobre todo con Gwen, que anticipa al berlanguiano físico nuclear americano que se perderá por las playas de Peñíscola.
Resumiendo, una cinta bellísima que recomendamos, aunque nosotros preferimos a los Reyes Magos antes que al gordito de los renos. Pero no se lo digan.