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Críticas de Samuel Cuenca
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
10
9 de junio de 2020
22 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mirad, esta serie es otra cosa. Sin más. Bueno, no, con más, leerlo en lugar de verlo (cuando la serie se explica por sí sola) es un pecado, pero para qué nos vamos a engañar, después de visionarla sólo tienes ganas de comentarla una y otra vez.

Es la primera vez que veo una serie dos veces tan seguidas en el tiempo, en menos de cuatro meses me la estaba viendo de nuevo. Y es que Fleabag no es cualquier obra, Fleabag es la Intocable de las series de ficción. Para empezar, es hilarante. Es extremadamente cómica, su humor confía en sí mismo y se atreve a dejarlo todo en manos de la narrativa y de sus actores. Y funciona. Funciona que lo borda, vamos. Sus diálogos son tan reales como divertidísimos, la comedia está en la tensión, en el cruce de personalidades, en la excentricidad. El guion está sumamente bien escrito, los ritmos son perfectos, las pausas, los giros... Siempre está ocurriendo algo en pantalla. Está cargada de emoción, cada escena. Y es porque los personajes están tan bien construidos que la historia se cuenta sola. Cuando unos personajes están tan bien construidos, es difícil que no ocurra nada a cada momento, cada pequeña cosa genera un conflicto. No hacen falta grandes artificios, ocasiones especiales... Coloca a unos personajes excelentes en una cena y tendrás todo hecho.

También es gracias a los actores y las actrices. En esta obra, cada uno de ellos hacen un papel espectacular y juegan un papel tan importante que, si no fuera por ellos, la serie no sería ni la mitad de lo que es. Este guion necesitaba unos actores y unas actrices así. El casting es una maravilla, y los personajes están seleccionados al detalle: Phoebe Waller-Bridge es simplemente brillante y entiende perfectamente de lo que va su propia obra y lo que quiere transmitir (a veces no es tan sencillo ni efectivo, aun siendo su propia obra); Andrew Scott mide cada gesto de forma que parece que se haya estudiado, si es que no lo ha hecho, cada movimiento de una infinidad de curas y párrocos en general, al mismo tiempo que resulta encantador, cautivador, desde el primer momento en pantalla; los actores y actrices de la familia son simplemente una familia, no han podido reflejar mejor cada personaje característico (el cuñado nocivo y repulsivo, la madrastra odiada y odiosa, el padre roto y cariñoso, la hermana trabajadora, medida e infeliz); y los personajes secundarios lo clavan en unos papeles súper carismáticos y necesarios para el personaje de Fleabag, aportando una redondez impoluta.

Y si tenemos que hablar del humor de esta serie, la ruptura de la cuarta pared juega un papel imprescindible, y lleva a la cima el recurso de interactuar con la cámara. De miradas sutiles que pasan de largo rápidamente por la cámara hasta monólogos para el espectador que te envuelven en el ambiente de la escena. Te implica de una manera excepcional, está perfectamente ejecutado por Waller-Bridge y tiene un timing preciso y desternillante. Además, con el detalle del cambio narrativo que se da en este recurso en la segunda temporada, de la mano de uno de los personajes principales, cobra un sentido aún mayor y lo dota de una importancia y de una profundidad superior, denotando que ese personaje está entrando en el mundo de Fleabag y por tanto, en nuestro mundo y nuestra perspectiva. Es simplemente de lo mejor de esta serie y uno de las mejores ejecuciones de recursos que he visto en mucho tiempo como espectador.

Por otro lado, los momentos. Los MOMENTOS. El drama también está ejecutado a la perfección. Aliviado por el efecto del humor, toca el momento de llorar, y vaya con los lagrimones. Esta historia es tan dura, la de su personaje protagonista especialmente, que llevarla a cabo de cualquier manera sería un sacrilegio. Te hace compadecerte sin poner en un pedestal al personaje más gris de todos, para luego en conversaciones con su padre terminar comprendiendo del todo que es la mejor de la familia, y hace lo posible por que todos salgan del pozo en el que no son capaces de verse, y es que Fleabag es un personaje tan interesante que va cargada de emoción y de piedras por el camino. Los personajes crecen conforme Fleabag los va empujando, poquito a poquito, como son los empujones: bruscos pero a veces, necesarios. Lleva todo el peso en su espalda y le da unos matices al resto que son, sencillamente, increíbles.

Porque eso es la obra de Fleabag: sencilla pero emotiva. Efectiva, cínica, preciosa. Y los aspectos técnicos no se quedan atrás. Con poco presupuesto pero historias desgarradoramente reales, esta serie es la prueba de que con los recursos necesarios, una base fantástica y amor por la técnica, se puede hacer una obra maestra. El aspecto visual es el que debía ser, mostrando todo, en todo momento, parándose donde se tiene que parar. Los planos son una delicia, especialmente aquellos en los que Fleabag se muestra más frágil, vulnerable, volviéndose una cámara en mano desequilibrada, renqueante, acorde con el desajuste emocional y la tormenta que está viviendo la protagonista. Una banda sonora (compuesta por Isobel Waller-Bridge, hermana de Phoebe) que es efectiva y en la segunda temporada más aún, con coros y una composición que realzan la temática religiosa y más profunda que contiene. Y lo mejor es el montaje. Es tan sumamente útil y realiza una labor idónea junto al humor de las escenas, contribuye con nota a ello y sin ese montaje, el humor no sería el mismo. Ciertos cortes en los momentos precisos, hilando los planos y las escenas, cortando momentos, sonidos, que dotan a la serie de aún más humor o más desequilibrio emocional.

Lo dicho. Esta serie es sin duda 10/10. Una obra maestra del género sitcom, tragicomedia... La crítica perfecta y una representación brillante de las familias, el machismo, las personalidades diferentes, la modernidad, la vida laboral y mil cosas más, pero sobre todo es una oda al amor y al error, las consecuencias de nuestras personalidades en la sociedad y la manera de vivir en ella.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Samuel Cuenca
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6
27 de agosto de 2020
19 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
He leído y escuchado muchas críticas que comentan que, como dice la propia película, tienes que dejarte llevar, no tratar de entender y olvidarte de las cosas para disfrutarla. Para comenzar, diré que creo fervientemente que si una película tiene que convencerte de que olvides cosas que tiene para que la puedas disfrutar, significa que algo está haciendo mal y lo reconoce. También tengo que decir que hace unos años Nolan era mi director favorito, y que mis obras favoritas de él son Memento, El caballero oscuro, El truco final, Interstellar y The following (sí, The following, creo que es mejor que esta película). Voy a dividir la crítica en cosas negativas y los aspectos positivos del largometraje. LAS NEGATIVAS:

-Su ambición desmedida. Nolan ha tenido una confianza demasiado grande a la hora de hacer esta película, con tanta ambición que se acaba estrellando queriendo abarcar mucho para apretar muy poco.

-Los momentos en los que Nolan básicamente habla al espectador. Por favor, basta ya con las cosas del tipo: "sí, verás: tiene la entropía invertida". Y ya. Ésa es la explicación. Luego sigue la película introduciendo "algoritmos" y cualquier concepto vacío que no explica en absoluto y te sientes tonto por no entenderlo, pero en realidad es que ni siquiera intenta explicar algo (no mediante diálogo, mediante el resto de herramientas que el medio ofrece, pausando la acción, el ritmo, tomándose un tiempo para asentar conceptos y respirar). Me recuerda a Under the skin. No sirve de nada explicar poco las cosas si no las cuentas bien con las imágenes tampoco. Si todo son tiros y diálogos vacíos de vez en cuando, sigues sin enterarte de nada. Los mensajes pseudofilosóficos siguen siendo una risa. Es un Nolan que se ha cansado de que digan que sobreexplica las cosas, y ahora decide pecar por el otro extremo, de lo contrario, para callar bocas. Y luego, "no trates de entenderlo", "¿no te duele la cabeza?", en boca de sus personajes. A mí me duele la cabeza. Pero del ruidazo durante toda la película. Hablando del sonido...

-Sonido tosco, es un muro de sonido roto, parece hasta no profesional, una mezcla que podría ser perfectamente inexistente, ensordecedora, molesta, desagradable, y mira que los motivos musicales son interesantes. Los leitmotivs de la banda sonora son muy buenos, e incluso utilizan una producción y por ejemplo unas bajadas en la melodía bastante curiosas que generan tensión (en lugar de lo más habitual en las bandas sonoras, las ascensiones, las séptimas, las quintas, para rápidamente generar una expectativa). Pero la mezcla de sonido de esta película es de las peores que he visto en una obra de su calibre, lo cual me sorprende viendo el resto de filmografía de Nolan, porque suele cuidar el sonido mejor que la media de directores.

-Que el personaje protagonista se llame literalmente y comprobado en los créditos, Protagonista, me saca de quicio. A nivel guion, es una vagancia impresionante y una falta de rigor a la hora de crear a tu personaje increíble. Son los detalles los que hacen a un personaje interesante y por eso éste no lo es. Tiene algo de carisma, pero es lo único que tiene, le falta un background por todos lados, no sabemos nada del protagonista, ni su nombre. No sabemos su pasado, no sabemos lo que le atormenta, lo que ama, lo que anhela.

(LO POSITIVO EN LA ZONA CON SPOILERS. CONTIENE ALGÚN SPOILER IMPORTANTE)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Samuel Cuenca
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6
25 de septiembre de 2020
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película me ha parecido realmente curiosa, porque rebosa realidad y emotividad, y sin embargo, hay puntos que chocan de frente con este aspecto.

Para empezar, la dirección sobria y eficaz, directa y sin grandes artificios, es muy buena, así como el guion, con unos diálogos sencillos, con una gran cantidad de subtramas y de motivaciones. También se nota que cuenta con una documentación de calidad y tratan la situación de un profesor interino de una manera muy acorde con la realidad. La fotografía es muy buena, respetando el tono sencillo de la cinta y con bastantes cámaras al hombro, con algunos planos generales y americanos que dan lugar a la interpretación y planos bastante sugerentes. Los actores lo hacen genial y David Verdaguer vuelve a deslumbrar con sus gestos, su forma de moverse, la manera que tiene de meterse en un personaje. La música recuerda al estilo del compositor Ludovico Einaudi, con obstinatos y fraseos no muy virtuosistas, pero que saben crear una atmósfera delicada con maestría.

Me encanta cada uno de los niños y niñas, tienen tratamientos y subtramas notablemente interesantes. Me fascinó la relación entre ellos, cómo evolucionaron apoyándose los unos en los otros, perdonándose, dejando las cosas atrás y avanzando. Sus diferentes personalidades, juntas, en equipo. Selva es un personaje que evoluciona muchísimo durante la película; el chico que hace valer su identidad y se reafirma; Vero, contraatacando y colaborando, Carlos y su gran cambio, etc. Todos tienen mucho que contar. Sin embargo, creo que se han dejado cosas en el tintero.
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Samuel Cuenca
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El último baile (Miniserie de TV)
MiniserieDocumental
Estados Unidos2020
8,2
15.584
Documental, Intervenciones de: Michael Jordan, Phil Jackson, Scottie Pippen, Dennis Rodman ...
8
6 de junio de 2020
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un profesor que tuve me dijo una vez que si un documental parecía una ficción, es que estaba bien hecho. Y salvo por las intervenciones de las entrevistas y las voces en off, esta obra lo cumple con nota.

The last dance lleva el documental expositivo a otro nivel. En cuanto a lo narrativo, muestra a sus personajes claramente como personajes grises, con diferentes motores, y diferentes puntos de giro. Muestra elementos tan ambiguos como el talento de Jerry Krause para la visión de negocio y su aportación al equipo, pese a que lo retratan como a un egocéntrico estúpido y lo colocan como antagonista principal del documental, o el trabajo y la inteligencia de Rodman pese a ser un juerguista notable y una persona excéntrica para el resto de la plantilla y del mundo. Muestra al equipo como eso, un equipo, la necesidad de cada uno de los factores para que finalmente surgiera una leyenda como aquella, y van surgiendo antagonistas en diferentes subtramas, como los Pistons o los Celtics. Con los temas políticos como el del senador Grant, el sueldo de Scottie o la moralidad de Jerry, se esfuerza por no posicionarte y hacerte entender todas las perspectivas con una brizna de información de cada punto de vista, por mucho que se comente que éste es un publidocumental. Esta obra me ha permitido como espectador pensar en todos los personajes con cierta imparcialidad, si bien es cierto que cada uno de ellos rezuma orgullo. También hace especial énfasis en la obsesión de Michael Jordan como una figura tan tóxica como referente y competitiva. Más allá del mero retrato, esta serie es la representación de una pregunta: ¿qué precio estás dispuesto a pagar para llegar a la cima?

Con respecto al ámbito técnico, la cantidad ingente de material es encima de una calidad tremenda, muy propia del cine de ficción en cada plano, su iluminación, su capacidad narrativa. El documental se esfuerza mucho por mostrar en vez de contar, y tiene planos que cuentan por sí solos lo que está ocurriendo o lo que va a ocurrir. Recuerdo especialmente el plano final del capítulo VIII, con una mano por cada equipo tratando de hacerse con el balón en el saque inicial, y ambas manos rozando el balón con los dedos, luchando por cogerlo. Te deja con el resumen y esa sensación como cliff hanger. El documental también lucha por mantener la atención del espectador como una serie de ficción, pese a que pierda fuerza al empezar la segunda mitad, dejando paso a aquellos momentos de heroicidad sin aderezos ni más profundización en los personajes, para concluir con un último capítulo mucho más contemplativo y de admiración, el último baile. Cuenta con un montaje sublime, con algunos detalles junto al sonido que son una delicia, montajes rítmicos con las canastas y los movimientos de los jugadores. Su banda sonora es sencilla pero efectiva, y consigue realzar aquellos momentos de desafío de la obra de tal forma que no es de extrañar su fácil asociación para algunos memes.

Por último, su estructura es de lo más llamativo en cuanto a lo técnico. Enlaza sin perder de vista la trama de cada capítulo dos líneas temporales que acaban uniéndose: los primeros años en adelante, desde la entrada de MJ en los Bulls, y por otro lado el último baile, el último año del equipo legendario de Chicago. Las tramas de cada capítulo se pueden definir claramente:

-Cap 1: Jordan (poder, ambición).
-Cap 2: Pippen (respeto y valía, dinero, resentimiento).
-Cap 3: Rodman (sexo, drogas, excesos).
-Cap 4: Phil y táctica. Equipo como tal, génesis.
-Cap 5: fenómeno de masas, globalización de la NBA y de MJ.
-Cap 6: consecuencias de su competitividad: negatividad, presión, escándalos.
-Cap 7: padre de Michael.
-Cap 8: regreso de Michael.
-Cap 9: Steve Kerr, Gus. Homenaje al apoyo.
-Cap 10: The last dance. Disolución.

En el capítulo VI se dice una de las mejores frases de todo el documental, y presenta la metáfora que define la toxicidad y la ambición de Jordan en su máxima expresión, a la vez que su lado más humano: "cuando te suben a un pedestal, es como jugar llevando las de perder. Es imposible ganar". Ésa es la peor pesadilla para Jordan: un partido que no pueda ganar. Odia que le pongan en un pedestal, porque estando ahí, sólo puedes defraudar, no puedes seguir ganando porque ya estás en la cima para todo el mundo, pero sí puede que la gente te baje de ahí. Jordan vive en una pesadilla: es el mejor del mundo. Y una vez consigue ser el mejor del mundo, sólo le queda perder.
Samuel Cuenca
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9
19 de noviembre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es cine. Esto es algo que me gustaría recalcar desde el principio porque veo en las otras críticas esta postura de que Antidisturbios es cine. Es una serie. No es cine porque sea una serie muy buena. Las series tienen la misma calidad y desde hace algunos años mucho más en relación calidad-cantidad que las películas que se estrenan. Sus estructuras son de serie, tiene un mundo que dura más que el minutado de cualquier película, y se mete en algunos temas (por otra parte de rabiosa actualidad) con una profundidad y un nivel de detalle que para el cine convencional sería impensable en España, al menos hasta el momento.

Esta serie, más allá de otros temas, es una que habla sobre la relación entre la violencia de los hombres de masculinidad convencional y su evidente fragilidad emocional. Y es un retrato perfecto. De hecho, es la mejor serie que he visto sobre este concepto, y no sé cómo no se está comentando en otras críticas. Es lo más evidente de la obra y siendo un retrato perfecto, creo que conviene destacarlo. Tienes una variedad de hombres amplísima, con varios tipos de violencia, por causas distintas y con personalidades radicalmente complejas y diferentes. Al final, solo así se consigue diseccionar un tipo de violencia íntimamente vinculada al hombre y lo que se espera de él. Esto contrasta con la protagonista, Laia, que realmente es protagonista por varios motivos. Uno de ellos es porque se pone el foco en ella al hilar el caso, siendo esta una obra bastante coral y que dedica mucho tiempo a cada personaje para mimarlo y cuidarlo. Está muy, muy bien construida como todos, cosa que vemos desde el arranque. Pero sobre todo se agradece que sea una mujer la protagonista y es vital a nivel de guion, porque contrasta de forma excelente con el tema de la serie y lo ensalza a su máximo esplendor. Laia coge el tema de la serie y lo levanta con sus brazos, mostrándolo al mundo y haciéndolo palpable: es una mujer en un mundo de hombres. En un mundo de violencia y poder. Y ella va a ser la única que podrá apaciguar los intereses de todos y tener la valentía de enfrentarse a él, no por orgullo, no por fragilidad ni roles, sino por justicia.

La serie está REPLETA de conflictos, es lo que más destaca. Es una serie gris, todos sus personajes son grises y hay una inmensa cantidad de relaciones y de conflictos de intereses, de personalidades y actitudes que hacen redondo cada minuto de la obra. Cada uno tiene lo suyo, y me encanta cómo funciona cada conflicto interno con el de su vida social y profesional. Es espectacular el trabajo de guion en este aspecto. Peña y Sorogoyen conocen a la perfección a sus personajes, hasta un punto fuera de lo normal.

Es una serie que ama a TODOS sus personajes. No los juzga, son reales, dolorosamente reales. Tampoco se posiciona: ha mostrado muchas de las caras que tiene la moneda de la UIP, Policía Nacional, PAH... y se atreve a cuestionar el asunto de los desahucios y su prevaricación. Los actores están soberbios, y dan en el clavo con algunos personajes de la sociedad, que están fielmente reflejados. No sabemos sus nombres reales, pero joder, sabemos que existen, vaya que si existen. Chapó también por el trabajo de caracterización. Desde luego ayuda a todo esto lo brillante de cada uno de los diálogos, están escritos con muchísimo cuidado en cada coma y con una naturalidad especial. He de destacar la presencia, el coraje y la obstinación de Vicky Luengo, el carisma y la credibilidad de Patrick Criado y la vulnerabilidad en el aparente liderazgo de Hovik Keuchkerian. Los demás hacen un papelón, como estamos acostumbrados.

La banda sonora no está muy presente, pero cuando lo está es altamente efectiva, con sintetizadores adecuados al momento interno de la serie, y contribuye a la tensión de cada escena. Porque cada escena rebosa tensión y los finales de cada capítulo son una maravilla.

Diría que donde se acierta menos es en la manera de cerrar la serie (quizá porque en la ambigüedad esperan firmar una segunda temporada). El momento de Laia sola en el piso es increíble, y más adelante. Pero a la hora de contar la resolución del conflicto, pienso que confían demasiado en el espectador, y pecan de ambigüedad. También, hilando muy muy fino, creo que hay tres momentos inconexos con la evolución de la serie, y que piden una resolución mayor: el momento de Laia y Alexander en la discoteca, el plano de Rubén Murillo escalando como último plano del capítulo cinco y el castigo (o la falta de él) en el arco de Raúl Bermejo. Quizá esto último sea más personal que otra cosa, pero desde luego espero que todos deseemos un final distinto para Bermejo y aún estemos esperándolo.

Lo que está claro es que esta serie es de las pocas que me ha dejado con la boca abierta, ha hecho que me incorpore emocionado y que me preocupe tanto por las personas que le dan vida. Es un viaje de crudeza, con unos momentos de acción y de tensión inmejorables y perfectamente dirigidos, y en definitiva es una serie de personajes, que cambian radicalmente durante cada capítulo, evolucionando drásticamente y con una verosimilitud brutal. Y todo ello sin descuidar la trama principal, que al fin y al cabo suele estar en este tipo de géneros para marear y despistar al espectador, entretenerlo.

La metáfora es perfecta y parece que la serie se haya creado desde ahí, haciéndose la pregunta de: si quiero hablar sobre la violencia del hombre, ¿desde quién lo narro? Y ha culminado en la representación de lo que hay detrás de cada uno de los personajes que deben usar su fuerza sí o sí. Sin duda, un trabajo coral y una labor de escritura impecables.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Samuel Cuenca
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