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Críticas de antonalva
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Críticas 487
Críticas ordenadas por utilidad
7
3 de septiembre de 2017
9 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pero… ¿quiénes son los rehenes? Y… ¿cuáles los criminales? Estas dos preguntas van tomando cuerpo durante todo el metraje, planteando envenenadas encrucijadas que alimentan la polémica y cuestionan el uso que del lenguaje hacen los regímenes totalitarios. La propaganda de los déspotas no deja ningún resquicio para la ambigüedad, el raciocinio o la disidencia: la realidad tiene que ser constante, única e inequívoca, oficial, incuestionable y unánime. Incluso hacerse preguntas puede ser peligroso, ya que los tentáculos del poder lo infestan todo con su terca red de espías y sus terroríficos delatores. Cuando hay miedo a la libertad – por suponer una ofensa, menosprecio o burla a los pilares ideológicos que fundamentan los axiomas supremos e irrebatibles –, cuando se prohíbe a los ciudadanos llamar a las cosas por su nombre, cuando el disimulo y la mentira se convierten en una segunda piel, entonces hay que echarse a temblar. O no queda más remedio que emprender la huida.

El estilo deslavazado, inhóspito y gris elegido por el director para recrear un suceso real, resulta un completo acierto, ya que incrementa la sensación de estar asistiendo a un encubierto e irreverente documental de aquellos penosos años de la febril agonía del régimen comunista de la URSS, obtuso y empecinado coloso con pies de barro. Pero su trama también podría pasar por ser una fabulación desquiciada o un cuento para adultos de amarga moraleja o una mordaz alegoría sobre las penalidades de vivir bajo el estéril yugo de una dictadura, sea del signo que sea. La angustia del horror cotidiano deviene en pesadilla, la suma de los cochambrosos y mezquinos detalles que jalonan el mínimo recorrido configuran un tapiz macilento, deshilachado y monótono. Como si no pudiera haber luz tras atravesar las tinieblas. Auténtica y abrumadora claustrofobia.

Hacia el final de la cinta, varios jerarcas soviéticos pontifican y repiten sin descanso: “Pero si no les faltaba de nada, si lo tenían todo… ¿por qué lo han hecho?” Ante semejante proclamación de ceguera, terquedad, cerrilismo y prepotencia sólo cabe confirmar que no hay mejor ciego que el que no quiere ver. Sobre todo, cuando han transcurrido más de tres décadas y la ubicación de las tumbas de los desdichados interfectos sigue siendo una asfixiante y ofensiva incógnita para todos sus familiares. Como si se quisiera borrar el descrédito y la afrenta de aquel episodio a base de perpetuar la injusticia y manteniendo el despotismo. Las víctimas son siempre incómodas, en especial cuando ningún paisano alzó la voz o actuó para detener aquellas tropelías. En definitiva, una valiente y desesperante muestra de cine comprometido.
antonalva
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6
23 de marzo de 2014
24 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
La anterior película del director – Sin identidad – rescataba y ponía al día algunas de las sabias enseñanzas de Hitchcock y del cine de misterio, actualizando dobleces y engaños con pulso firme y auténtico talento visual, ofreciendo un entretenido divertimento que permitía diferentes lecturas y ofrecía un elaborado juego lleno de brillantez y regocijo. Pero con esta cinta se queda en mero artesano adocenado, más interesado en hacer pasar por agudo lo que no deja de ser un esforzado ejercicio de estilo, ayuno de fondo, trivial en su desarrollo y desenlace. El competente reparto se esfuerza por hacer verosímil lo imposible y deja una amarga sensación de artimaña fútil y el conjunto se precipita hacia la inutilidad más pueril.

Hablar de decepción quizás sea excesivo porque la película entretiene y tiene una corrección correosa casi infalible. Pero sabe a poco, a demasiado poco. Cuando se plantea una situación única, hacen falta personajes más sugestivos y complejos para que realmente te interese lo que está pasando y sientas que todo el alboroto merece la pena, pero el embrollo es demasiado artificioso y desordenado, los personajes carecen de alma y los toscos mimbres del engaño se quedan a la vista del espectador como para que acompañemos el devenir con la necesaria tensión que nos haga olvidar el amaño o fingimiento inverosímil del conjunto. Se admira la capacidad de crear tensión en torno a (casi) nada, pero es demasiado poco y demasiado impostado como para proveer un pasatiempo meritorio.

Es entretenida, sí, pero por completo prescindible y del todo olvidable. Como filme de sobremesa tiene un pase, pero como espectáculo se queda muy corto. Totalmente inane.
antonalva
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5
4 de octubre de 2013
21 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cansina y virtuosa cinta de corto vuelo, exangüe devenir, somnoliento desarrollo y plúmbeo desenlace. Pareciera que la película contaba con todos los ingredientes para ser un logro tanto artístico como político: las desventuras de una mujer afgana, sometida a su marido (como metáfora de su sometimiento al omnímodo islam que todo lo impregna y disuelve), bella, frustrada, casada sin amor ni pasión con un hombre que solo la usa como esterilla de noche, fardo de golpes y colchón mullido de sus horas de asueto belicoso, supuesta madre abnegada, sufrida resistente de una guerra ¿civil? donde no sabemos si hay buenos y malos o si puede o debe haberlos…

El tópico marco en el que se desenvuelve esta peliculilla intrascendente parece pensado para cosechar manojos de premios por festivales insignificantes de tercera categoría: ¿quién no se compadece con su exhausta protagonista? ¿Quién osa cuestionar la recta intención de los cineastas que diseñaron este panfletillo de sobremesa para acallar malas conciencias y hacernos creer que el diseño inane prima sobre la sustancia de la veracidad de las cosas?

Hay tanta manipulación, tanta exageración del gesto, tanto extremismo bienintencionado, tanto talibán del feminismo rancio y apolillado que confunde injusticia con verdad y dolor con fondo, que al final, de puro aburrimiento, damos por perdida una trama atractiva pero torpe, interesante aunque anémica, burda pese a sus cuidadas imágenes y desdeñosa factura. Está ayuna de veracidad, de hondura y de complejidad, todo es lineal, arbitrario, violento y nimio por pura hacinamiento de desgracias manidas.

Una decepción en toda regla. No es mala pero le falta poco para llegar a serlo, no es aburrida pero está a punto de caer en el sopor aletargado. Con similares mimbres argumentales “La gran familia española” logra cotas mayores de entretenimiento y calado, con similar punto de partida reivindicativo del rol de la mujer bajo el yugo musulmán, la cinta saudí “La bicicleta verde” está más lograda y es bastante mejor. En definitiva, la belleza de su protagonista no justifica el visionado de este cuentito obtuso lleno de buenas intenciones y nulos logros. Prescindible.
antonalva
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5
14 de septiembre de 2018
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando se cuenta con la participación, en el papel protagonista, de una actriz tan fascinante y extraordinaria como la chilena Paulina García, pareciera que todo lo demás fuera engullido por su talento, presencia y magia: es capaz de dotar de sustancia, vida, alma y autenticidad al más vacuo e insignificante de los personajes que encarna. Y esto es lo que ocurre en esta modesta producción argentina, donde encarna a una humilde mucama, que tras más de treinta años sirviendo sin descanso y con devota entrega en una mansión, es despachada a más de mil kilómetros de distancia como un fardo obsoleto e inútil, ya que tienen que prescindir de su asistencia (sin quedar del todo clara la motivación, aunque se infiera que es por la ruina de sus patronos).

Nos encontramos con la perfecta muestra de una película llena de sereno encanto y seductora inocencia, pero cuyos méritos estéticos quedan muy por debajo de su intencionalidad artística y de sus buenos propósitos narrativos. Resulta fácil alabar su escueta factura, su voluntad de mostrarnos el crecimiento personal de una mujer en la cincuentena, expulsada de su hogar de adopción al cual creía pertenecer ya para siempre… pero resulta innegable que todo deviene más en un interesante boceto impresionista al cual no se ha sabido redondear ni ensamblar con eficacia o destreza, quedándose en una insulsa y árida tierra de nadie, donde deambula sin demasiado lustre ni aliciente un personaje que se habría merecido un vehículo más enjundioso y diestro.

La estructura bebe tanto de la road-movie yanqui como del género del ‘Bildungsroman’ (o relato de aprendizaje) teutón y sabe sacar provecho de esa vaporosa armazón donde tiene cabida casi todo y nos ofrece la oportunidad de asistir al crecimiento y toma de conciencia de su heroína a contracorriente. Sin embargo, todo cuanto acontece resulta embotado, carece de mordiente o genuino interés. Las situaciones se suceden con cierta desgana y los saltos en el tiempo – donde se refleja por una parte el edén perdido y, por otra parte, el penoso periplo hacia un destino incierto – apenas añaden contenido o matices a lo que estamos visionando, más con paciente resignación que con auténtico alborozo. La cinta es muy breve, apenas 80 minutos, pero uno tiene la recurrente sensación de presenciar un corto desmedido, que ha sido hinchado en exceso, sin haberse atrevido a someterlo a una necesaria criba o a una sustancial mejora que justifique su fatigante duración.

Concluyo como inicié este comentario: la presencia de Paulina García proporciona un gozo y una admiración que la obra en sí no merece. Está bien arropada por un apto antagonista desorientado, Claudio Rissi, pero el espectador se queda al margen.
antonalva
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5
22 de octubre de 2017
19 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nada más triste e irritante para un cinéfilo que perder dos horas en una sala de cine, visionando una película aburrida, insípida, macilenta, que pretende ser cómica y no pasa de treta mañosa llena de chascarrillos burdos y plomizos, con unos personajes tan manidos y previsibles que deberían de estar prohibidos por los alguaciles del buen gusto y del decoro, tanto más insoportables por su necia y porfiada obsesión por resultar cómicos y jacarandosos. Ya sabemos que el humor es cuestión de gustos, pero cuando no se ofrece nada más que una letanía soporífera de chirigotas y caricaturas, uno acaba perdiendo la paciencia y pensando en abandonar la proyección y dejar atrás – sepultar – tanto dislate obtuso, tanto despropósito cansino.

Intentaré desmenuzar y argumentar tan estentóreo párrafo inicial. Steven Soderbergh es un director que casi siempre me ha gustado o, al menos, parecido interesante; incluso algunas de sus películas más vapuleadas por la crítica o ignoradas por el público me han resultado muy estimulantes: como por ejemplo “Indomable (Haywire)” (2011), un entretenidísimo divertimento sobre una rutilante y corajuda agente secreto. Sabe dotar de ritmo a sus obras, no pierde el tiempo con innecesarias digresiones y siempre cuenta sus historias de forma eficaz y eficiente. Se suele rodear de buenos y reconocidos actores y les hace cómplices propicios de sus engrasados artefactos, acertando en el tono y estilo. Pero en este caso, el solvente reparto se involucra y hace lo que puede con el defectuoso material, incapaz de insuflar vida a los insípidos títeres que les ha tocado en desgracia encarnar. Están por completo desaprovechados.

Porque el mayor problema es el inepto, alambicado, torpe, vulgar y deslucido guión que articula una historia tan manoseada como exánime, tan mañosa como postiza, apenas un esbozo anodino de lo que pretende ser sin alcanzarlo nunca. Los embrollos y triquiñuelas que trufan el metraje se ven venir a la legua y asemeja más a un montaje patético de verbena de feria que no a un elaborado producto de la industria del cine del entretenimiento. Se especula incluso que la guionista que firma semejante engendro, Rebecca Blunt, es un seudónimo tras el que se ocultaría – por vergüenza o temor – otro nombre de mayor calado. Hay muchas ideas muy mal ensambladas, unos diálogos que quizás en otras manos – pienso en un inspirado Quentin Tarantino – podrían haber devenido ocurrentes y originales, pero que tal y como están resultan fatuos, frustrantes y desvaídos.

En definitiva, a ratos entretenida si se obvian sus carencias, a ratos simpática si se quiere ser condescendiente, pero del todo superflua y prescindible.
antonalva
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