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Críticas de Chris Jiménez
Críticas 2.193
Críticas ordenadas por utilidad
Un vistazo a El Padrino
Documental
Estados Unidos1990
7,2
356
Documental, Intervenciones de: Francis Ford Coppola, Mario Puzo, Al Pacino, Diane Keaton ...
7
9 de noviembre de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"A comienzos de los '70, Mario Puzo y Francis Ford Coppola crearon dos de los más influyentes films del cine americano, ganadores de nueve Oscar, incluyendo dos a Mejor Película".
Es cierto, dos de las más grandes películas que se han realizado son los dos periplos de la familia Corleone, que dieron a su director y actores un éxito sin precedentes y establecieron una nueva forma de cine en Hollywood.

La primera en 1.972, que cambiaría para siempre el cine, no sólo el de gangsters, sino el cine en general, de la que muchos directores tomarían ejemplo (especialmente Martin Scorsese y Sergio Leone); la secuela en 1.974, para la gran mayoría aún más épica y memorable que su predecesora, iniciando en la industria la moda de las continuaciones y las sagas y derribando ese incierto mito que sostenía "segundas partes nunca fueron buenas". Después de eso, Coppola tuvo otros grandes momentos ("La Ley de la Calle", "Apocalypse Now", "Cotton Club").
Pero dieciséis años más tarde, para sorpresa de unos y disgusto de otros, pues aquello parecía más bien una oportunidad de la Paramount y el propio director de sacar dinero, éste regresaría para continuar, ya por última vez, con el legado que había heredado Michael Corleone, con el vasto imperio que había construido a base de violencia y terror, sangre y fuego, y su intento desesperado de encontrar la redención. Coppola contaría no sólo con la colaboración del mismo equipo técnico, sino de la mayor parte del equipo artístico de las anteriores entregas (junto a nombres del calibre de Joe Mantegna, Andy García, Eli Wallach) y apareciendo su propia hija, Sofia, esa empalagosa y pánfila sin sangre en las venas que viéndola actuar uno se pregunta cómo demonios ha logrado llegar donde ha llegado.

"The Godfather Family: A Look Inside" está rodado por Jeff Werner, del que yo al menos sólo recuerdo la extraña y divertida "Cheerleaders' Wild Weekend", y comienza con una anécdota sobre una de las escenas más recordadas, la de la cabeza del caballo en la cama, que comenta el propio Coppola. Siempre resulta fascinante descubrir secretos de aquellos films que de algún modo nos marcaron, y más aún cuando nos los cuentan sus artífices o actores; "El Padrino", como no podía ser menos, es una obra llena de historias y curiosidades, y para todo amante del cine que se precie merece la pena conocerlas.
El documental investiga (livianamente) en las dos primeras partes de la saga mientras el director está en plena producción y posproducción de la tercera (a la que al menos yo no le tengo mucho aprecio), acercándose a él, a su modo de trabajar, de enfocar el guión y de conectar con sus actores mientras nos enteramos de cosas tan interesantes como la negativa de los estudios de tener a Marlon Brando y Al Pacino de protagonistas, asistiendo así a una curiosa prueba de casting en la que Martin Sheen y el mismísimo Robert DeNiro, ambos muy jovencitos, intentaban conseguir el papel de Michael y Sonny, respectivamente.

Por suerte para DeNiro, Coppola le elegiría dos años después para hacer de Vito en la secuela; de hecho, podemos ver a todos los actores probando en el papel que, más tarde y para regocijo del director, se llevaría Pacino. Conversaciones entre unos Brando y James Caan borrachos acerca de aquello que realmente desearían en la vida; Marcia Lucas, esposa de George, haciendo las veces de montadora para los tests de casting; la influencia de Kurosawa para Coppola en una escena en la que a un personaje se le asesina clavándole sus propias gafas en la garganta.
Un segundo director contratado por Paramount que supervisaba a Coppola mientras rodaba el primer film, pudiéndolo despedir y reemplazar en el acto si cometía algún trapiés; el bebé que sostenía Diane Keaton en la escena del bautizo era...¡Sofia Coppola! Es decir, multitud de hechos que despiertan la curiosidad del acérrimo fan de la película. Entre tanto, el director comparte profundas reflexiones con Mario Puzo sobre la tercera parte y el descenso a los oscuros infiernos de su protagonista, Michael, ya anciano y preparado para su cada vez más cercano final.

Lo malo de "A Look Inside" es que no profundiza tanto como uno cree en las dos primeras entregas y su realización, mezclando los nostálgicos recuerdos pasados con lo que se vive tras las cámaras en la más reciente "Parte III" con no mucho acierto, donde vemos discutiendo a unos Pacino y Keaton envejecidos o a una Sofia Coppola con dudas sobre su escena amorosa con Andy García.
Aun así, un documento la mar de interesante y provechoso, el cual ya merece la pena con sólo poder presenciar la pasión y el ímpetu de Francis, realmente hipnóticas. Eso sí, se echa en falta una entrevista con el sr. Brando.
Chris Jiménez
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7
9 de noviembre de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando vemos que una persona es testigo de un crimen la policía suele preguntarle las mismas cosas: "¿oyó usted algo?, ¿vio algo extraño?".

Es lógico, pero...¿qué pasa si ese mismo crimen es cometido delante de un sordo y un ciego? Pues simplemente que se armará un lío grandísimo y, a todas luces, divertidísimo. "No me Chilles, que no te Veo", tercer y penúltimo film en el que se unieron los geniales Gene Wilder y Richard Pryor tras "Locos de Remate", se posiciona entre mis comedias ochenteras favoritas, un proyecto que TriStar Pictures tenía en mente viendo el éxito de taquilla logrado por las anteriores colaboraciones de los cómicos, cuyo guión sería reescrito por Wilder contando con el veterano y no menos irregular Arthur Hiller tras la cámara, quien ya les había dirigido en "El Expreso de Chicago".
"¡Da la casualidad de que entre los dos lo vieron y oyeron todo!". El irascible e histérico capitán Braddock no podría haberlo expresado de mejor manera. Una misteriosa mujer (con las piernas más perfectas del mundo y que huele de maravilla) que podría haber sido sacada directamente de un clásico del cine negro ha disparado a un hombre, y los únicos que han "presenciado" el asesinato son David Lyons y Wallace Karew; uno resulta ser sordo y el otro ciego. Y resulta curioso que el film se inicie con algunos ciudadanos discutiendo y peleando entre ellos...

Y es que la gente se lleva mal, sí, y no son muchos los que entienden el significado de comprensión y tolerancia en este Mundo, cosa que perseguirán los protagonistas de la película, quienes después de ser interrogados por una policía del todo incompetente y desagradable y escaparse de comisaría, se cruzarán con la asesina y su cómplice. Mientras huyen de estos villanos, en realidad estereotipos del género representados de la manera más bufonesca, David y Wallace habrán de llegar hasta el jefe de aquellos que intentan matarlos y desentrañar el misterio que se esconde tras una importante moneda de oro. ¿Cómo se resuelve este embrollo? De la manera más absurda y alocada posible.
Así se pone el dedo en la yaga desde el primer momento. Un sordo y un ciego, dos hombres tocados por la desgracia y desplazados por una cruel sociedad en la que intentan ser aceptados, la cual se lo niega constantemente, terminan enredándose en una intriga criminal que bebe directamente de la más clásica tradición "hitchcockiana" (siendo el film básicamente una versión cómica y con invidentes de "Con la Muerte en los Talones" ) y que resolverán gracias a su mutua cooperación e ingenio al tiempo que aceptan con dignidad e incluso con humor su discapacidad.

Todo esto se traduce en un puñado de inolvidables "gags" que sobre todo circulan entre lo juvenil, lo ingenioso y lo muy disparatado, añadiendo a la comedia física unos diálogos descacharrante que llegan de la manera más natural, con los que es imposible no reir a carcajadas, y en una trama que no destaca por su originalidad, pero no importa. El objetivo de Hiller y del dúo Wilder/Pryor, donde demuestran como nunca la buena química que hay entre ellos, es entretener al espectador, y ello se consigue desde el principio hasta el final de la película en un clímax con sorpresa de lo más divertido, pues el ritmo, ya sea por el humor o por la acción, resulta trepidante.
También sería imposible tocar en la actualidad temas como los que se tocan aquí a través del humor negro, ¿acaso hoy día en una comedia comercial (para toda la familia, se entiende) oiríamos algo como "Esta mañana he encañonado a esa mujer desnuda con mi erección" o chistes raciales como el que hace Pryor en el tren, o diálogos con tantas palabrotas seguidas, o aparecer una mujer desnuda así como así, o hacer mofa de dos discapacidades tan importantes como la ceguera y la sordera? Sin duda la obsesión por lo políticamente correcto ha conseguido que hubiera mucha más libertad hace treinta años que ahora.

Y es que aquel humor tan propio de los '80 ya no volverá a repetirse. Por su parte, los grandes Wilder y Pryor, sensacionales, son acompañados por buenos secundarios como Kirsten Childs, un Anthony Zerbe en estado de gracia, nuevamente de villano y que interpreta un enfrentamiento memorable contra Pryor, ese jovencísimo Kevin Spacey, una preciosa Joan Severance transformada en genuina "femme fatale" y ese Alan North al borde del ataque cardíaco que se lleva una de las mejores frases de la película: "Hemos pasado por todo esto para atraparlos...¿y ahora no les puedo matar?".
Pese a su ilógica e incongruencias que van más allá de lo imaginable, "No me Chilles, que no te Veo" conseguiría rendir muy bien en taquilla, aunque ni a los críticos ni, curiosamente, al dúo y a Spacey les acabó gustando el guión, llegando a afirmar de la película que era un auténtico desastre. Sea como fuere hoy día está considerada por muchos (al igual que un servidor que escribe estas líneas) como una de las comedias más divertidas de aquella mágica década, sin duda la mejor colaboración entre Wilder y Pryor.
Chris Jiménez
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3
2 de noviembre de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues Houston tenemos un problema...un grave problema. Porque si un asteroide gigante se acerca a La Tierra, si la única idea de la NASA es romperlo en dos con una explosión (¡!) y si se ha de convertir a un puñado de pendencieros perforadores de petróleo en astronautas (¡¡!!)...sí, señor, es un problema.
Vamos, que todo es un problema en esta película. De lógica, de sentido y de todo...aunque, eso sí, no de espectáculo.

Ver "Armageddon" tras tantos años me provocó una sensación similar a cuando revisioné "Godzilla", "Independence Day" o "Twister". De niño, esta megaproducción de ciencia-ficción y aventuras me dejaba pasmado, sin respiración, por su colección de brutales efectos especiales y sus momentos de acción, emoción y tensión, y me hacía reír con su humor tonto y de patio de instituto; ahora, ya con unos años más, pues no la he recibido del mismo modo, claro, por lo que creo que estas películas que uno ve de pequeño o en la preadolescencia deben quedarse allí, en el bonito recuerdo, pues se te puede derrumbar lo que tú creías que era un mito. Y "Armageddon" lo era, en serio.
Dos films hubo en 1.998 sobre un cuerpo del espacio que va a colisionar con el planeta, "Deep Impact" y esta que nos ocupa (ya se ha dado esto otras veces). La primera se estrenó en Mayo, la segunda en Julio; la primera es la cara dramática y emotiva de la moneda, la segunda es la cara bruta y desenfadada. Los señores Bruckheimer y Bay, que venían de hacerse multimillonarios después de colaborar en "La Roca", sabían bien como hacerle la competencia a la obra de Mimi Leder.

La jugada se inició cuando el presidente de Disney, Joe Roth, copió furtivamente el guión que Bruce J. Rubin estaba escribiendo para "Deep Impact" y la historia del clásico "The Green Slime", y decidió iniciar un proyecto de contraataque, al igual que hicieron los de la Fox para desbancar a "Dante's Peak", avalada por la Universal, sólo un año antes. Del guión de "Armageddon" (y ojo al dato porque esto sí es interesante) se encargaron nueve personas; pensarán que es increíble que para escribir esta basura estuvieran involucradas dieciocho manos, pero así es, y entre ellas nada menos que las de J.J. Abrams y Robert Towne (cualquiera lo diría...).
La historia es más bien sencilla: otra vez el Mundo va a ser destruido, no por una guerra nuclear o por un terremoto gigante, ni por una invasión alienígena, sino por un asteroide que viene a toda pastilla a estamparse contra nosotros, y ese rebaño de cabezas pensantes que es la NASA determina que hay que volar la piedra espacial. ¿Cómo? Poniendo una bomba atómica. ¿Dónde? Haciendo un agujero en la roca y echándola. ¿Quién lo hará? Un grupo de ocho perforadores del petróleo con las neuronas revolucionadas comandados por el durísimo Harry Stamper, un tradicional héroe americano de pies a cabeza, de esos que ya no quedan, vamos. El futuro de toda la Humanidad está en manos de estos magníficos del espacio, así que...que Dios nos coja confesados.

Como bien decía antes, películas como ésta suelen gustar más si se las deja en el entrañable recuerdo...y es que ese es el problema. A veces, ha habido directores de producciones de grandes presupuestos que han sabido compaginar perfectamente entretenimiento con sustancia y unas sólidas historias, pudiéndose citar a Ridley Scott, John McTiernan, Wolfgang Petersen o Jan DeBont (estos dos últimos cogidos por los pelos gracias a un par de títulos), sin embargo Michael Bay nunca se ha centrado en la sustancia o en la lógica de la historia, sino en el espectáculo, pues sus películas van dirigidas a adolescentes y adultos sin criterio que consideran el cine un medio con el que pasar el rato y poco más, dejando muy claro el objetivo del director: tratar al público como si fuesen niños.
Y "Armageddon" es espectáculo en el sentido más estricto de la palabra, en concreto 144 minutos de acción, efectos especiales, personajes estereotipados, una trama con más agujeros que la superficie lunar y unos diálogos de ridículos para arriba donde el rigor científico se deja a cien metros bajo tierra. Después del entrenamiento del grupo de Harry, donde nunca he visto decirse tantas gilipolleces, y tan juntas (parece que cualquier capullo puede ser astronauta), la cosa parece mejorar un poco cuando suben al espacio, aumentándose la carga dramática y emotiva, aunque el nivel de chistes y bromas no decrece.

Para adivinar como funciona el film sólo hay que fijarse en la escena inicial: cae el fragmento del asteroide en la ciudad y causa un destrozo de mil demonios pero, ¡ey!, ¡el perro del tipo que hemos visto antes está vivo dentro del boquete! Lo que yo diga, Michael Bay trata a su público como niños. La tropa que tenemos aquí es un reparto estelar en la línea del "all-star system" de los clásicas de catástrofes donde hallamos caras tan conocidas como las de Bruce Willis, Will Patton, Steve Buscemi, Michael C. Duncan, Keith David, Owen Wilson, Peter Stormare, Ben Affleck, Billy Bob Thornton y muchos más cuyo carisma queda por los suelos y cuyos diálogos no se creen ni ellos (eh, ¡la narración del principio la hace Charlon Heston!).
Liv Tyler, la hija del cantante de Aerosmith, siempre me ha parecido una horrorosa actriz; de hecho, hay un par de momentos serios en los que se ríe mientras dice sus diálogos. De esta peripecia patriótica hasta el tuétano (¿cuántas veces sale la bandera de barras y estrellas?) a ritmo de videoclip que se convirtió en uno de los films más lucrativos de los '90 con casi 600 millones de dólares recaudados, se salvan un par de secuencias emocionantes (¿quién no lloró con la despedida de A.J. y Harry?), la música de Trevor Rabin, los impresionantes efectos visuales y Willis, porque es muy grande, y porque si el planeta necesita un héroe pues quién mejor que él.

Ah, la mejor frase de la película se la lleva Owen Wilson: "Le diré una cosa que me cabrea cantidad: la gente que cree que Jethro Tull es sólo un componente del grupo". Impagable.
Chris Jiménez
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2
26 de octubre de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Te entró miedo con "El Orfanato"?, ¿te rayaste con "Abre los Ojos"?, ¿te deprimiste con "Mar Adentro"? Pues no te preocupes, porque aquí viene una película que te hará recordar las anteriores con una sonrisa...¡con una gran carcajada!
Un acontecimiento planetario, igual que el proclamado por Leire Pajín cuando se iba a dar el nombramiento simultáneo de Zapatero y Obama para la presidencia.

Planetaria fue mi decepción. Un 5 o 6 de Diciembre de 2.009, yo tenía 16 años. En la televisión no paraban de dar publicidad todo el tiempo de la que probablemente sería la película del año, y, viendo el entusiasmo con el que era anunciada, del siglo (no nos engañemos, cuando un estreno sale tanto por la tele es porque nadie va a verlo a las salas). Así que mi padre y yo decidimos ir al cine, una tarde de fin de semana.
Arranca la sesión. Aparecen las letras "Telecinco Presenta". Me estremezco. "Mal empieza esto", pienso. Parece que la película quiere parodiar a "Los Otros". ¡Que Dios nos coja confesados!, aparece Silvia Abril, una mujer que me repugna sobremanera. Alexandra Jiménez es enervante pero, en fin, cuenta con dos buenos pares de atributos que me impiden dejar de mirarla. Empieza con fuerza, hay disparate, hay alguna que otra gracia inspirada...pero esa chispa se empieza a extinguir, a derrumbar, como las extremidades del pobre Simeón. En la sala, sólo dos ingenuos más nos acompañan a mi padre y a mí en la aburrida sesión; no me sorprende en absoluto.

Ay, el subgénero de la parodia. ¿Cuándo perdió la gracia, la originalidad, la vida? Seguramente con los '80, que se llevó incontestables perlas como "Top Secret!", "Aterriza como Puedas" o "Agárralo como Puedas". La magia ya no estaba en la década siguiente; de repente llegaron los Wayans con "Scary Movie" y todo volvió a empezar, sólo salvándose la primera, porque infinidad de títulos después ("Date Movie", "Casi 300", "Superheroe Movie", "Epic Movie", "Híncame el Diente"...) la parodia demuestra estar irremediablemente muerta, aunque siga arrastrando a los cines a un montón de oligofrénicos sin gusto ni cerebro.
Recién estrenada "Disaster Movie", los productores Francisco Sánchez y Eneko Lizarraga fueron iluminados con una innovadora idea: parodiar éxitos del cine español. Del "argumento" se iban a encargar el propio Lizarraga junto a Paco Cabezas, quien ya había escrito "Sexykiller" y más tarde realizaría "Carne de Neón", y el afortunado tras la cámara fue un desconocido Javier Ruiz Caldera, al que su interesante cortometraje "Treitum" había gustado a los productores, quienes invirtieron más de 3 millones y medio de euros en el film (cuánto podrían hacer los talentos independientes de este país si se fijasen un poco en ellos e invirtieran en sus ideas).

"Spanish Movie" se ríe de "Los Lunes al Sol", "El Laberinto del Fauno", "Abre los Ojos”, "Volver", "Yo soy la Juani", "Alatriste" o "REC" con una trama que principalmente mezcla "El Orfanato", "Los Otros" y "Mar Adentro". Como era de esperar, se sigue el esquema que inició "Scary Movie" y que de algún modo ya aparecía en "Hot Shots" o "¡Vaya un Fugitivo!": no parodiar el aspecto global de las películas para resaltar lo ridículo de algunas situaciones planteadas por un género cinematográfico, sino calcar escenas de otros títulos en clave de caricatura, todo esto apoyándose en una increíble exageración, estética e interpretativa, que pretende provocar la carcajada pero que a lo sumo consigue sacar alguna que otra risa floja.
La repetición de Caldera carga, hastía, y la inexistente trama quiere apoyarse en "gags" que quedan en un "pudo ser y no fue". Los mejores momentos se pueden contar con los dedos de una mano, y son dos, las dos discusiones entre Ramira y Antonio (la primera con la pantalla dividida y la segunda con el truco visual de la habitación), dos escenas realmente hilarantes gracias, sobre todo, a Luis Zahera. Andreu Buenafuente de gnomo, Michelle Jenner de hada, un desperdiciado Joaquín Reyes de fauno, Álex de la Iglesia de trilero, Jaume Balagueró y Paco Plaza apareciendo como municipal y bombero y Alejandro Amenábar como el reflejo de Pedro en el espejo...todo para nada.

Ni siquiera los chicos de "Muchachada Nui" consiguen insuflar vida al film; sólo Eduardo Gómez y el antes nombrado Zahera arrancan algunas risas. Estupor total cuando aparece un envejecidísimo Leslie Nielsen haciendo de médico (guiño a "Aterriza como Puedas") con cara de "¿dónde me he metido?" mientras yo pienso "¿pero cómo habrán liado a este pobre hombre para que acabe aquí?".
En fin, un par de ocurrencias graciosas no compensan una mediocre hora y media cuyo descenso al abismo se empieza a dar pasados los 25 minutos; a los que han dado nueves y dieces a "Spanish Movie" voy a aplicarles dos frases de la película: "sin comentarios" y, en paráfrasis, "pues hacéroslo mirar".

Eso sí, el encuentro entre Leslie Nielsen y Chiquito de la Calzada que se da durante los créditos finales es algo antológico.
Chris Jiménez
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8
26 de octubre de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Superpoblación en las prisiones americanas. Presos comunes, a lo sumo estafadores o acusados injustamente, comparten bloques con auténticos psicópatas por falta de espacio, aunque son tratados (mejor dicho, maltratados) con el mismo desprecio por los funcionarios.
Esta situación ha de cambiar. En el pabellón de una cárcel como otra cualquiera, los encerrados, hartos de las condiciones del lugar, se encargarán de que dicha situación pegue un giro radical.

A mitad de los años '50, cuando en EE.UU. estaban a la orden del día temas tan importantes como la Guerra Fría, la Caza de Brujas o el terror nuclear, además de la política del senador McCarthy, también era bastante espinosa la miseria vivida tras los muros de las cárceles del país; un asunto a reivindicar que traspasó a las fronteras de la ficción, y es que no fueron pocas las películas que se hicieron con el objetivo de denunciar aquella situación. Motines sin control se daban en las penitenciarías, millones de dólares invertidos en los destrozos y los políticos recurriendo únicamente a la fuerza bruta. El momento idóneo, por así decirlo, para "Motín en el Pabellón 11".
La historia y el guión corrieron a cargo de Richard Collins, sin embargo, el escándalo en el que se vio envuelto Walter Wanger por haber disparado contra el agente de su esposa Joan Bennett en 1.951, con quien el productor creía que ella mantenía un romance, fue motivo suficiente para mostrar interés en producir la película, pues el hombre acabó encarcelado cuatro meses. El elegido para ocuparse de la dirección fue el valiente Don Siegel, aún en la primera etapa de su larga carrera cinematográfica, y que poco después colaboraría con Wanger en la que sigue siendo una de sus mejores obras: "La Invasión de los Ladrones de Cuerpos".

El film sería rodado en el transcurso de ocho semanas con la prisión estatal de Folsom como escenario de la acción, incluyendo guardias y presos reales en calidad de extras (era de sobra conocido que Siegel se apuntaba a un bombardeo). En ella se nos narra la desesperada situación a la que han llegado los encarcelados del bloque 11, objeto de vejaciones y torturas por parte de los trabajadores del lugar, quienes, hartos de las tan reprochables condiciones en las que han de vivir, deciden tomar ejemplo de otros muchos presos y organizar un espectacular motín.
El inteligente James Dunn, cabecilla de la rebelión, tiene trazado un plan tan simple como efectivo: o atienden a sus demandas, que no son ni descabelladas ni muy exigentes ("más aire para respirar, más luz para ver..."), o ejecutarán a los guardias que han tomado como rehenes. El alcaide Reynolds, de ideas liberales y a favor de las peticiones, hace lo posible por negociar, algo diametralmente opuesto a la postura del comisario Haskell y el gobernador, que no están dispuestos a ceder ante los presos, a quienes consideran poco menos que unos asesinos psicópatas sin escrúpulos.

Una de las muchas virtudes de Don Siegel es la capacidad que posee para introducir al espectador en el meollo de las tramas de sus películas, como podemos comprobar en "Código del Hampa" o la celebérrima "Harry, "el Sucio" ", y por supuesto eso es algo que también sucede aquí; el director apuesta por el estilo documental para así informarnos de la situación, sin pelos en la lengua, para decirnos qué sucede y qué vamos a ver: en las cárceles de EE.UU. cunde el desorden y la anarquía, ya que los presos son maltratados por déspotas, todo esto narrado por la voz impersonal y directa de James Matthews. Así entramos de cabeza en Folsom.
La historia se desarrolla con dinamismo, crudeza y violencia, predomina la acción en lugar del drama que podríamos esperar en un film de este tema (Siegel no hace paradas innecesarias). Mientras, la creciente tensión torna cada vez más asfixiante la atmósfera en el interior de la prisión, donde se producen conflictos tanto entre reclusos como entre carceleros y guardias, a la vez que ambas facciones se hallan en una lucha estratégica constante. Otro acierto es que el realizador no introduce pretextos, personajes más ambiguos ni medias tintas, todos sufren tanto fuera como dentro, valgan las palabras del alcaide para corroborarlo: "Tenemos gente de todo tipo. Buenos y malos, como en cualquier parte". El aspecto reivindicativo y denunciante es el motor de los hechos.

Los presos permanecen juntos como una unidad para lograr que acepten sus demandas, y la violencia es el único medio que tienen para ello, al tiempo que los políticos les tildan de psicópatas y una masa de agentes de la ley presentada de manera impersonal (como ocurría con los soldados de "El Acorazado Potemkin" cuando disparaban contra los ciudadanos en la escalinata) les gasea.
Los personajes de trazo grueso que pueblan la cinta están maravillosamente interpretados por unos actores que los dotan de gran realismo, en especial Leo Gordon, Robert Osterloh, Paul Frees y los grandes Neville Brand y Emile Meyer, éste dando vida a Reynolds, el alcaide a favor de las reformas en la prisión y el trato justo a los convictos. Aspecto de film pequeño, nada revolucionario, y sin embargo un gran testimonio de la época, llevado con el oficio de un maestro como era Siegel, influenciado a su vez por "Fuerza Bruta", de Jules Dassin.

Emocionante, sombrío, trágico y poseedor de inolvidables secuencias, además de ser precedente de futuros títulos como "Fuga de Alcatraz", del mismo director, "Brubaker", "El Hombre de Alcatraz" o nuestra española "Celda 211", la cual guarda muchos puntos en común con la de Siegel.
Chris Jiménez
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