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Críticas de Luis Guillermo Cardona
Críticas 3.370
Críticas ordenadas por utilidad
8
22 de mayo de 2016
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Quién será aquel que no ha tenido uno de esos días en que todo resulta de color oscuro? Un día que pocos captan real y conscientemente como Día de Prueba, pues son las ocasiones en que el Hado viene a decirnos cosas de este estilo: “A ver mi amigo, ¿cómo anda tu madurez?”, “¿Has avanzado en la paciencia y la tolerancia?”, “¿Estás ya en condiciones de tramitar sensatamente una desavenencia” …

Cuando uno sale incólume, seguro de no haber perdido el control y de haber dado efectivo trámite a las adversidades del Día de Prueba, siente que ha crecido como ser humano y eso produce paz y seguridad. Pero, cuando dio de lo mismo, cuando se mostró agresivo o en su defecto sumiso, cuando fue duro o en exceso permisivo… entonces es cuando, al irse a la cama, siente uno que, el que está allí, es el mismo imbécil de siempre. Y así no debe ser.

También, Johnnie Bradfield, el boxeador que ahora celebra su nuevo título de campeón mundial de los pesos medios, va a tener su día gris cuando, aflojada la lengua por los tragos, entera a un periodista de que, el cuento de “no bebo, no voy con mujeres y adoro a mi madre”, no es más que una triquiñuela que ha promovido para mantener limpia su imagen. Desde ese momento, varias tragedias se avendrán una tras otra…

La crisis puede llevarte a un pequeño o tenebroso infierno, pero de igual manera -y es lo que el universo espera- la crisis te ayuda a crecer y te pone, empujadito, en el lugar donde se espera que estés. ¿Sabrá Johnnie tramitar su Día de Prueba? ¿Buscará la luz o se hundirá en las tinieblas donde todo se pierde?

Bueno será ver “HAN HECHO DE MI UN CRIMINAL”, para darse cuenta de que hay dos maneras de manejar las cosas y de que, al final, cada quien recoge exactamente lo que siembra. Remake de “The life of Jimmy Dolan” (Archie L. Mayo, 1933), con guion, escrito por Sig Herzig, partiendo de la novela homónima de Bertram Millhauser y Beulah Marie Dix, la película fue curiosamente dirigida por Busby Berkeley, el celebrado coreógrafo al que siempre se asocia con los magníficos caleidoscopios humanos que recreó en tantísimos filmes musicales que, él mismo u otros grandes directores, dirigieron en los años 1930 y 40.

Extrañamente, no obstante ser esta una realización con un aire claramente edificante, muy gratamente actuado y con un ambiente general bastante satisfactorio, no conseguí desprenderme de una rara sensación a película maldita, cuando, al verla, recordaba que algunos años después, ese gran actor que fuera, John Garfield, tras haber superado una infancia difícil y llena de carencias, hubiera muerto ¡con tan solo 39 años!, agobiado por la depresión que le causó el haber sido puesto en la lista negra por el infausto Comité de Actividades Antiamericanas.

Al contemplar el bello rostro de Gloria Dickson (Peggy), actriz a la que conocí en “Ellos no olvidarán” -filme en el que debutó muy satisfactoriamente-, también recordé que, cuando apenas tenía veintiocho años cumplidos, un incendio en la casa que alquilaba en Hollywood, terminó abruptamente con su vida… y curiosamente, su último marido había sido boxeador de pesos medios y moriría, algunos años después, en una cárcel de Nebraska.

Y hasta me duele cuando veo a ese Gran Actor que fuera Claude Rains (Phelan), cuatro veces nominado al Oscar y ¡jamás se lo dieron!

En todo caso, “HAN HECHO DE MI UN CRIMINAL” es un filme aleccionador que vale la pena ver.

Título para Latinoamérica: “ME HICIERON CRIMINAL”
Luis Guillermo Cardona
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8
13 de abril de 2016
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muchas han sido las monjas que hicieron votos forzados por presión de algún miembro de su familia o de varios a la vez, pues, preferían tener a una ‘santa’ y no a una solterona, una ‘descarriada’ o una eterna rival de sus otras hijas o hermanas. Para algunas de éstas mujeres, la estadía en el convento fue toda una desgracia, porque deseando llevar una vida normal, tenían que ajustarse a los pesados rituales y normas de aquellas instituciones, además de que no eran raros los desmanes y/o las inclinaciones non sanctas, con lo que, su salud emocional (y en ocasiones física) no estaba asegurada. Peor aún, era intentar rescindir de los votos, pues, se buscaba toda suerte de obstáculos para que las monjas no abandonaran sus recintos ya que, así se evitaba la propagación de la mala atmósfera... ¡Eran muchas las cosas que se tenían que ocultar!

Marguerite de la Marre (1717-1790), fue una monja francesa, recluida en la abadía de Longchamp, que intentó repetidas e inútiles veces renunciar a sus votos y volver a ser libre como lo fue hasta apenas los tres años. Fue tan dramática su historia y sufrió tantas vejaciones durante los muchos años pasados en los claustros, que, el escritor Denis Diderot, la tomó como base de una historia semejante que se publicaría como, “La Religieuse”. Su gran sabiduría y su profundo espíritu crítico, sintieron intolerable que, en nombre de Dios, se dieran situaciones de semejante infamia, y contra todo riesgo, Diderot escribió sus memorias noveladas en 1780, pero éstas no verían la luz hasta 1796, cuando ya el escritor había fallecido.

Como era de esperarse, “La Religiosa” fue tildada de obra anticlerical, pues, se quería impedir que se hiciera eco de que las instituciones religiosas ejercen coerción sobre sus adeptos; oprimen la naturaleza humana; alimentan la locura y la degradación mediante sus medidas represivas; y a algunas personas, incluso, las conducen al suicidio con profundos sentimientos de culpa… o de impotencia. En definitiva, de ser las aparentes instituciones donde el amor y la integridad deberían estar siempre sentadas a la mesa, se convierten (en muchos casos) en antros donde se aniquila por completo la libertad, y la dignidad del hombre o la mujer son pisoteadas sin resquemor alguno.

Siglo y medio después, cuando otras, muchísimas, tristes y deplorables historias han seguido teniendo lugar en aquellos claustros, el director francés Jacques Rivette, tiene la osadía (¡bienaventuradas todas las osadías que se asumen en nombre de la verdad y de la libertad!) de llevar al cine la gran novela de Diderot y el resultado es una obra lúcida, objetiva, desapasionada en sus juicios, y con más interés de que cesen las represiones y los abusos de cualquier orden, que de condenar a alguien en particular.

En, <<LA RELIGIOSA>>, Rivette, exalta los valores de su personaje, Suzanne Simonin, como ha dado en llamar a la monja que, con mucho vigor interpreta, Anna Karina, y poco se interesa en señalar maldad en aquellas superioras y monjas que lucen como sus verdugos. En toda la historia, y en algunos de sus personajes, lucen revertidos esos rasgos de luz y oscuridad que a unos y a otros los determinan, y esto da un particular brillo a esta tormentosa historia que tiene un largo eco desde que surgieron los llamados claustros.

Liselotte Pulver, Micheline Presle, Yori Bertin, Francine Bergé y Francisco Rabal, complementan un reparto que se ajusta muy bien a su cometido; y a nivel técnico, las cosas bastante correctas, aunque la edición podría ser lo menos decantado de un filme que, por esenciales razones, ha logrado la trascendencia.
Luis Guillermo Cardona
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8
1 de diciembre de 2015
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por fortuna, el cine también se ha enterado de la belleza, la ternura, la sabiduría… y entre otras cosas, la fidelidad que suelen compartir con nosotros los animales. Nada tan admirable como ver a alguno de esos seres que suelen considerarse inferiores, revelando, además de aquellos valores, un coraje y una entereza que no suele abundar ni siquiera entre nosotros los seres superiores.

Lassie es uno de los más apreciados ejemplares caninos a los que el cine y la televisión han rendido honores y al que, nosotros, ya hemos hecho un lugar en nuestro corazón desde hace muchísimos años; y por sobrados méritos, sería Elizabeth Taylor, la actriz que brotara como una nueva Deanna Durbin –ejemplo de la adolescente bella, noble, inteligente y comprometida-, la encargada de compartir con ese magnífico animal, las difíciles aventuras y los gestos de integridad que dignifican la vida.

La historia –escrita por Lionel Houser-, nos narra el conmovedor drama de un cachorro collier que involuntariamente resulta abandonado, y tras ser gravemente herido por unos chicos que andan de cacería, es adoptado por la joven campesina Katherine Merrick, quien, dispuesta a conservarlo ante las objeciones de su madre, se esmera para que el animal se convierta en un ovejero que cuide del rebaño. Para su suerte, contará con la valiosa ayuda de su vecino, Harry McBain, un noble anciano que se convertirá en su maestro y su asesor.

Después, el drama aumentará poderosamente, cuando Bill –como ha llamado Kathie a su perro- se convierta incidentalmente en un perro de guerra… y entonces asistiremos a un emotivo drama que hará aflorar lágrimas y sensibles emociones.

Fred M. Wilcox, el director que debutara con enorme acierto en “Lassie come home”, vuelve a recibir la batuta de esta segunda aventura, y de nuevo consigue un filme rodado en esplendorosos paisajes, que exalta a la naturaleza animal como bien se lo merece –la relación del perro con el cuervo y después con el oso, resulta muy agradable-; y seguidamente nos ofrece un drama donde sólidos valores salen nuevamente a flote y la vida fluye con esa feliz sapiencia que –aunque no la veamos- siempre ha estado presente.

El reparto lo complementa, Frank Morgan, el carismático actor de títulos tan celebrados como “El mago de Oz”, “Tortilla Flat” o “La comedia humana”, quien, como el señor McBain, será una suerte de ángel terrenal dispuesto siempre a servir como Dios manda. Selena Royle es la madre escéptica que, sin proponérselo, pondrá a prueba la voluntad y la inteligencia de su hija; y Tom Drake se pondrá en la piel del soldado que inducirá al perro Bill –por él llamado Doug- a convertirse en un héroe.

“EL CORAJE DE LASSIE” es de esos filmes que, vistos en familia, harán una velada perfecta, sobre todo, si a mamá (o a papá) se le ocurre, luego de verla, alentar una reflexión sobre lo visto entre los niños y mayorcitos. Unas buenas preguntas… y ellos harán el resto. ¡Es tan trascendental fomentar la comunicación asertiva entre padres e hijos!

Título para Latinoamérica: “EL VALOR DE LASSIE”
Luis Guillermo Cardona
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5
25 de marzo de 2015
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Betty, es la rica heredera de un magnate de Wall Street, tan habituada al despilfarro que, repentinamente, se le ocurrió volar en el aeroplano de su padre, para alcanzar ¡en medio del océano Atlántico! el barco en el que viaja su prometido. Rescatada ella, la aeronave en que venía se hunde en el mar, y su padre ¡imaginen la cara que puso al enterarse del hecho! En Europa, prosigue la muchacha con una vida social a sus anchas… hasta que papá se presenta y le dice las palabras que ella jamás esperaba oír. En adelante, como ella misma dirá, “Donde antes pagaba para que me atendieran, ahora me pagan para que les atienda”.

El filme, es un intento de Alfred Hitchcock, en sus primeros años como director, de hacer una comedia a la americana, siendo también la primera y la última que haría en tiempos del Cine Silente. Entrevistado por el crítico italiano Gian Luigi Rondi (1), éste le preguntaba por los que consideraba sus filmes preferidos, a lo que el maestro citó: “The Lodger”, “The 39 steps”, “Rear Window” y “Family plot”. Preguntado, seguidamente, si renegaría de alguno de sus filmes, Hitchcock respondió con estas palabras: “De uno seguramente sí, “Champagne”, sin guión, improvisándolo todo delante de la cámara, es decir –concluyó- haciendo lo que más detesto”.

Ignoro, ciertamente, cuanto improvisó nuestro director, pero acepto que así pudo haber actuado en algunas situaciones que lucen totalmente faltas de ingenio. Más, bien seguro es que sí tenía un guión, y escrito nada menos que por su habitual y calificado colaborador Eliot Stannard, partiendo de una historia firmada por el acreditado novelista, guionista, productor y también director, Walter C. Mycroft (1890-1959), y esto me lleva a pensar que la trama no era para nada improvisada, además de que, en general, es bien interesante y ya sabemos que con ella se han hecho cosas parecidas y bastante agradables: “El gran calavera” (Luis Buñuel,1949), por ejemplo.

Por otra parte, se nota el claro esmero que puso Hitchcock en la composición de imágenes, al tiempo que, narrativamente, se guarda cuando menos un par de elementos sorpresa que saldrán al paso en los momentos precisos. Su manera de experimentar con la cámara da muy buenos resultados cuando, por ejemplo, recrea un mareo, y resulta muy simpática su manera de plasmar los pensamientos, asegurando siempre una fotografía pulcra y muy bien iluminada.

Donde no cuaja la película de manera suficiente, es justo en los intentos de hacer comedia, no obstante que el director ya había demostrado (“La mujer del granjero” es muy atractiva), y seguiría demostrando, que su vena humorística era bastante fluida. Ni siquiera ayuda que tuviera como protagonista a Betty Balfour, considerada por muchos como la mejor comediante inglesa del Cine Silente (“Squibs”, “Cinders”, “The vagabond queen”… la acreditan), ni que contara con otro gran comediante, Gordon Harker (el padre de la chica), quien ya se había lucido en “La mujer del granjero”.

Aquí, y como ocurriría luego con la también fallida, “Mr. and Mrs. Smith”, Hitch corrobora que le venía mejor el humor en historias de suspenso, como “North by Northwest” o “Rear Window”… que cuando se proponía hacer una comedia pura, pues la suerte solo le sonrió cuando hizo, “Trouble with Harry”, donde pudo plasmar una magnífica dosis de humor negro.

En, “CHAMPAGNE”, apenas hay lugar para dos o tres sonrisas ya que, en buena parte, la trama se diluye en situaciones bastante desencantadas. Pero, no obstante, sentí que valió la pena verla, porque me ha recordado el mensaje de que, a los hijos hay que enseñarles que no todo les es debido, ya que solo así conseguirán madurar.

(1) Gian Luigi Rondi. El cine de los grandes maestros. Emecé.

Título para Latinoamérica: “CHAMPAÑA A LA AMERICANA”
Luis Guillermo Cardona
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10
4 de marzo de 2015
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Los únicos hombres en la tierra que merecen su estadía en este mundo son aquellos que luchan por el bienestar de otras personas”. La autora de estas palabras fue, Lillian Hellman, una mujer consecuente con lo que decía y escribía; que vivió comprometida con la causa de los judíos; antifascista acérrima; defensora de las minorías raciales en EEUU y en el mundo, y una mujer contestataria contra el oprobioso Comité de Actividades Antinorteamericanas que, por años, se dedicó a perseguir a los mejores artistas e intelectuales de los EEUU, por sus ideas liberales y antiestablishment (de izquierda, si se quiere).

Con aquellas palabras -la escritora que, tras ser anunciada por Jane Fonda en la gala de los premios Oscar 1976, ocasionara la más grande ovación con el público de pies- quería significar que la vida es compromiso, entrega al bien común, espíritu solidario, defensa de los oprimidos y exaltación de la verdad. Así vivió Lillian Hellman, y el espíritu libertario de sus obras en contra de todo lo que maltrate al hombre del común, podemos verlo reflejado en sus novelas, obras de teatro y guiones cinematográficos, entre los cuales hay títulos tan relevantes como “The children’s hour”, “These three”, “Another part of the forest”, “Pentimento”… y por supuesto, la que ahora nos ocupa, “ALARMA EN EL RHIN”.

Tras haberse firmado el pacto de no-agresión entre Alemania y la Unión Soviética en agosto de 1939, Hellman comenzó a escribir esta obra de profundo carácter antifascista, la cual terminaría al año siguiente y sería publicada, y llevada a escena en Broadway, en el año 1941. El título original -que podría traducirse como Vigilancia en el Rhin-, lo tomó de la canción patriótica alemana, Die Watch am Rhein.

El mismo director que hiciera el montaje teatral de la obra, el acreditado Herman Shumlin, y el mismo actor que la protagonizara durante casi cuatrocientas representaciones, Paul Lukas, serían los encargados de la versión cinematográfica que, con guión de Dashiell Hammett y Lillian Hellman, tendría cuatro nominaciones a los premios Oscar (Mejor película, guión, actriz y actor principal), siendo precisamente Lukas el que, además de llevarse antes el Globo de oro, también se haría merecedor al Oscar al Mejor actor.

“ALARMA EN EL RHIN”, es un magnífico drama donde la guerra se lleva en las almas, y la manera como el conflicto bélico influencia y mina el espíritu de la sociedad civil, queda aquí profunda y profusamente reflejado con el conflicto interior que vive la prestigiosa familia Farrelly, cuando de Europa regresa la hija que, por largos años, estuvo ausente del hogar. Con su esposo -un alemán antifascista de espíritu sangrante- y sus tres hijos, Sara Farrelly va a poner al día en la realidad que vive el mundo, a una familia que, para ella y los suyos, tiene los brazos abiertos y el corazón henchido.

Como lo esperaba el productor, Jack L. Warner, luego de que viera la obra teatral, el filme resultó ser un especial llamado a la toma de conciencia, y lo más bello, es que lo logra sin mostrar ejército alguno, sin un campo de batalla, ni una bomba que explote. Basta presenciar esa imponente lucha entre los opositores que habitan entre las cuatro paredes de aquel hogar, para que comprendamos, no solo que una familia es un país en micro, sino que con vigor y verdadero talento, se puede plasmar un profundo drama y un debate ideológico y moral de enorme altura.

Imposible no mencionar la sentida actuación de Bette Davis, quien, con plena complacencia, acogió un papel que reivindica a las mujeres. Lucille Watson, adorable como la madre consecuente con las enseñanzas de compromiso social que su esposo transmitió a sus hijos. Y George Coulouris, muy eficaz como el ave de mal agüero que se infiltra en aquella gran familia.

Termino citando positivas palabras que dice Sara recordando a su papá: “Hemos vivido luchando en medio de la oscuridad, pero cada día, cada hora, el hombre avanza un poco hacia una vida digna y en plena libertad”.
“ALARMA EN EL RHIN” es un filme de antología.

Título para Latinoamérica: “ALERTA EN EL RHIN”
Luis Guillermo Cardona
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