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España España · Barcelona
Críticas de Juankiblog
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Críticas 61
Críticas ordenadas por utilidad
6
16 de febrero de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como ya sabéis, la nueva obra de Blue Sky Studios (Ice Age, Río) se trata de la cinta de animación más esperada desde Papá, soy una zombie y Pos Eso. Sin lugar a dudas, el enorme descenso en taquilla de Los Últimos Jedi se ha debido a la entrada de Ferdinand en los cines españoles: caos, colas, gente disfrazada de torero en sus concurridos preestrenos a medianoche, locura, expectación. Que no pare la fiesta de Ferdinand.

Sorna y fracasos taquilleros aparte, la nueva adaptación del relato de Munro Leaf —la anterior siendo el famoso y controvertido corto de Disney— no es el mojón de enormes proporciones que daba por hecho que estaba a punto de comerme justo en el momento de sentarme en la butaca, cual cordero en un matadero, esperándome lo peor. La historia de Ferdinand quizá no daba para un largometraje, y menos aún a cargo de los responsables de Robots, pero por lo menos cumplirá la misión de entretener a vuestros hijos durante hora y media sin crearles secuelas psicológicas irreversibles.

Huelga decir que mis temores infundados parecían estar a punto de cumplirse durante gran parte del film: sus dos primeros actos son potencialmente problemáticos, están plagados de chistes tonal y moralmente cuestionables (en muchos aspectos no deja de ser una versión para todos los públicos de La fiesta de las salchichas) y por momentos da la impresión de que nos encontramos ante una extrañísima glorificación y oda cinematográfica a la tauromaquia. Las batallas musicales protagonizadas por caballos maricas (sic) no le ayudan a sumar puntos a su favor. Pero al final todo se arregla.

Y no es que los chistes empiecen a tener gracia de repente, ni que las referencias a España dejen de ser deliciosamente racistas (en su defensa, al menos esta vez se han documentado lo suficiente como para no meter sombreros mexicanos por doquier), aunque sí que queda mucho más claro el mensaje que busca defender la película. Un mensaje genuinamente poderoso, transmitido simplemente con imágenes. Unas imágenes muy sencillas, pero que sin embargo sé que perdurarán clavadas en mi retina durante mucho tiempo. Aunque luego me olvide del resto. Que lo haré.

Hablando de imágenes, está claro que los de Blue Sky Studios no son Disney/Pixar. Ni Dreamworks. Ni siquiera Illumination. La animación no pasa de ser meramente funcional y los diseños pecan de simples y bastante feúchos. Bien es verdad que podría ser peor. En peores plazas animadas hemos toreado los espectadores y, por suerte, Ferdinand no es una aberración al nivel de Foodfight. No nos deslumbrará más allá de algunos momentos puntuales, pero al menos cumple su propósito. Que no es poco, visto lo visto.

Por desgracia, no puedo comentar sobre qué tal están John Cena, Kate McKinnon, David Tennant o Miguel Ángel Silvestre en sus respectivos papeles. El pase al que accedí proyectaba la versión doblada al español. Algo positivo que sí puedo decir con respecto a dicho doblaje es que no he percibido la voz de ningún famosete o youtuber de tres al cuarto distrayendo y destrozando la cinta. Algo es algo. La traducción también parecía bastante decente, así que cero pegas más allá de mi pedante preferencia por la versión original.

No os voy a mentir, Ferdinand no os va a cambiar la vida. No será la película favorita de los más pequeños de la casa, ni va a reventar la taquilla en ninguna parte, ni se venderán moñecos del torete estas navidades. Pero es fundamentalmente inofensiva, tiene un buen mensaje y, exceptuando el tono rotísimo que tiene en sus dos primeros actos, no se me ocurre ningún defecto apocalíptico que achacarle. Es, fácilmente, la séptima o novena mejor opción en taquilla para acudir al cine esta semana. Haced lo que queráis.

Crítica original en: http://www.cineenserio.com/ferdinand-ay-torito-guapo/
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4
15 de noviembre de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada en la novela homónima de Stephen McGeagh, Habit se presenta en España por primera vez en el Festival de Cine de Terror de Molins de Rei. Ante mi desconocimiento total sobre la obra original en la que se basa, pude enfrentarme a su visionado completamente virgen. Un milagro en estos tiempos que corren. Lo malo es que, debo reconocerlo, he salido de él bastante desconcertado. Y diría que no en el buen sentido. En todo caso, vayamos por partes.

Lo primero que llama la atención de Habit es su excelente trabajo de ambientación que consigue sumergirnos de pleno en la ciudad de Manchester. Concretamente en sus pubs, prostíbulos y barrios marginales. Nos sentiremos como si fuéramos un cani alcohólico británico más. Su factura técnica resulta impecable y está extremadamente cuidada aun tratándose claramente de una producción independiente más bien modesta.

Sus actores tampoco desentonan: Elliot James Langridge ofrece un trabajo muy solvente como protagonista y la enigmática a la par que adorable presencia de Jessica Barden nos atrae desde un primer momento. En general, casi todas las interpretaciones del film rozan el mismo nivel con una notable excepción. Robert Beck está absolutamente fuera de tono y cualquiera de sus ridículas aportaciones provoca vergüenza ajena en cantidades industriales. Irónicamente, sus escenas acaban siendo lo mejor de todo el metraje.

Y es que Habit funciona mucho mejor cuando no se toma a sí misma demasiado en serio. Sus primeros compases se ven muy beneficiados gracias a un tono ligero que mezcla toques de neo-noir con gotas de humor negro resultando en una combinación muy orgánica a la par que entretenida. Si bien nos sentiremos intrigados, no tendremos mucha prisa en saber por dónde va a tirar la trama. El viaje es lo suficientemente placentero como para que no nos preocupe desconocer el destino.

El problema, como ya os imaginaréis, viene cuando el argumento decide mostrar sus cartas: el interés tarda menos en decaer que las motivaciones de sus personajes en difuminarse. Y en cuanto lo hacen desaparece por completo cualquier atisbo de empatía que hasta el momento pudiéramos sentir por ellos. Digno de mención es el flaco favor que les hace el guionista, condenándolos a desaparecer de la pantalla arbitrariamente por mucho más tiempo del deseable y, en ocasiones, sin explicación alguna (estoy casi seguro de que el personaje de Andrew Ellis se desvanece sin más antes del último acto).

Unos altibajos de ritmo dignos de la más impía montaña rusa y un final de lo más anticlimático acaban de rematar una película que no sé todavía muy bien qué es lo que me querían contar sus responsables con ella. Quizá la culpa fuera mía. Igual no supe leer entre líneas o me perdí su trasfondo por culpa de distraerme con los múltiples bostezos que se oían en la sala. A saber.

Crítica original en: http://www.cineenserio.com/terror-molins-2017-habit/
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9
30 de septiembre de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Os voy a pedir un imposible. Huid por completo del material promocional de Colossal. En serio. Como de la peste. No porque sea malo, no porque sea engañoso, sino porque cuanto más vírgenes lleguéis a la última película de Nacho Vigalondo más la vais a disfrutar. Pero, ¿a quién quiero engañar? Os habréis comido ya todos los (preciosos) carteles y tráilers que hayan salido. Es la pena de la era de la información. Eso sí, si por lo que sea os acabáis de enterar de que Colossal existe, apagad el ordenador e id a verla inmediatamente. En serio.

Colossal se disfruta mucho más cuanto menos sepas de ella, menos expectativas tengas y más desprevenido te pillen sus múltiples y locos giros argumentales. Os podría decir que es prácticamente la mejor película del año, que no os la podéis perder por nada del mundo, terminar aquí mi reseña y quedarme tan ancho. No podría hacerle justicia con mis palabras, en cualquier caso, tan solo podría reiterar en lo que ya he dicho intentando que no se me note. Y al fin y al cabo sería un alivio para mí por lo que me ahorraría de escribir y para el lector que no tendría que aguantar mi turra. Pero como yo aquí tengo una labor que desempeñar, intentaré profundizar en el tema sin destripar innecesariamente.

Nacho Vigalondo siempre tiene buenas ideas. Tanto la interesante Los Cronocrímenes, la divertidísima Extraterrestre como en la innovadora y fallida Open Windows estaban plagadas de buenas ideas. El desarrollo podría ser mejor o peor, pero el punto de partida siempre era novedoso e intrigante a priori. En Colossal podemos decir finalmente que Nacho se ha sacado la chorra. Y no un poquito, no. Esto es el equivalente cinematográfico a que Vigalondo —completamente desnudo y untado en aceite— baile haciendo el molinillo frente a tu cara durante una hora y cuarenta minutos.

Describir esta película es difícil sin entrar en destripes, pero lo más superficial que podemos decir es que es una comedia romántica, un thriller psicológico y un kaijū eiga (o, como diría el ciudadano de a pie, una peli de MOSTROS). ¿Cómo conseguir aunar estos tres géneros sin que ninguno de los tres chirríe? ¿Cómo englobarlos temáticamente y que además tenga sentido? Pues Vigalondo lo hace. Y con la chorra, insisto. Colossal es una de las experiencias cinematográficas más divertidas y gratificantes que he tenido el placer de ver.

No todo es mérito del director, claro. La banda sonora del cada vez más notorio Bear McCreary y unas excelentes interpretaciones por parte de Anne Hathaway (posiblemente la mejor de toda su carrera) y Jason Sudeikis (también la mejor de su carrera, aunque éste lo tenía más fácil) hacen el resto. A destacar también unos efectos especiales low-cost que lucen mejor que los de algunas superproducciones. No quiero mirar a nadie, pero a ver, Cuatro Fantásticos.

Pero siento que ya os estoy contando demasiado. Os dije hace unos párrafos que apagarais el ordenador. O el móvil. O la tablet. O el reloj. O lo que sea que uséis ahora los millennials. Id a verla. Si os gusta, me pagáis una cena. Si no, tenéis todo el derecho del mundo a tirarme a la cabeza un DVD del Godzilla de Roland Emmerich. Aunque presiento que os va a gustar. Y ahora, si me lo permitís, voy a seguir fantaseando con directores untados en aceite.

Crítica original en: http://www.cineenserio.com/colossal-vigalondo-se-la-saca/
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6
30 de septiembre de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los planes de dominación mundial de Lego van viento en popa. No tenían suficiente con los muñecos, los videojuegos y las series de televisión, ahora también pretenden saturar a muerte el mercado cinematográfico. La Lego Película fue una sorpresa fresquísima y un excelente film, Batman: La Lego Película ya flojeó bastante más por culpa de un exceso de ñoñería que compensó con una estupenda batería de chistes en su primera media hora. Lo malo es que apenas unos meses después nos topemos con el estreno de La Lego Ninjago Película, que no sólo ostenta el honor de tener el título en español más feo de la franquicia, sino también el de ser la cinta más floja de las tres.

Hay dos preguntas que no logro quitarme de la cabeza. La primera, ¿qué necesidad había de estrenar este impío sacacuartos tan pronto? Con la secuela de La Lego Película en camino, ¿por qué arriesgarse a quemar al espectador agotando la fórmula antes de tiempo? La segunda, ¿qué leches se supone que es un Ninjago? Después de ver la película, me temo que no he conseguido responder ninguna de las dos. Es más, incluso me ha dejado con más dudas de las que tenía previamente. Por ejemplo: ¿qué hace a estas alturas ese pobre Jackie Chan ya mayor, en su cama nido, metiéndose en estos fregados?

Da rabia, porque todos los ingredientes que hicieron las dos entregas anteriores tan disfrutables siguen estando ahí: ritmo endiablado, animación estupenda, chistes cada cinco segundos, rupturas inteligentes de la cuarta pared y un reparto de lujo. El problema es que su ritmazo no consigue enmascarar que los chistes son, sin duda alguna, los más flojos, rancios y menos trabajados que se le podrían haber ocurrido a los SEIS guionistas que escribieron La Lego Ninjago Película. Tampoco su colorida animación hace que pasemos por alto la ausencia de Christopher Miller y Phillip Lord en la dirección, relegando el trabajo a otros tres directores que ofrecen un trabajo impersonal y descafeinado. Por si fuera poco, en España ni siquiera podremos catar el reparto original, ya que la distribuidora ha tenido la terrible idea de ofrecer la película única y exclusivamente en su versión doblada.

Permitidme que aborde el tema del doblaje. Me parece fatal cuando, por motivos puramente comerciales y sin preocuparse por la integridad o la calidad del producto, deciden prescindir de actores de doblaje y en su lugar contratan a algún youtuber famosete de turno para ponerle la voz a los personajes de una película. Esto ya sería una salvajada en cualquier país, pero hacerlo en España tiene doble delito. ¿Por qué llamar a JPelirrojo para doblar a alguien teniendo aquí a auténticos profesionales como, por ejemplo, el reparto de La que se avecina? Menos mal que en esta película optan por la segunda opción, contratando a Jordi Sánchez para doblar a Jackie Chan y a Povedilla de Los Hombres de Paco para Justin Theroux. Así sí, joder, con integridad. Con principios. Marca España.

En cualquier caso, estoy casi seguro de que los pequeñuelos de la casa se lo pasarán de miedo con este subproducto que en un mundo mejor habría sido estrenado directamente en DVD. Por desgracia, todo el consuelo que nos quedará a los adultos de la sala será poder reírnos con el ÚNICO gag especialmente brillante —aunque destripado ya en los pósters— que tiene en todo el metraje. Mientras tanto, nos lamentaremos de que ese chiste no forme parte de otra película que no parezca haber sido escrita con el piloto automático.

Muy a mi pesar, nada es fabuloso en La Lego Ninjago Película.

Crítica original: http://www.cineenserio.com/la-lego-ningajo-pelicula-nada-es-fabuloso/
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5
21 de febrero de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta desolador plantarse frente a estrenos como La Leyenda de Tarzán.

Cuando una película es buena, siempre hay palabras que decir sobre ella. Cuando una película es mala, aún más. En ambos casos, la crítica se escribe sola. El problema viene cuando una película resulta tan insulsa que no se te ocurre nada particularmente positivo que decir sobre ella, aunque tampoco te provoque ganas de arrancarte los ojos y taparte los oídos con ellos. Al final, éstas son las obras menos agradecidas de todas porque no provocan emoción alguna más allá de un ligero entretenimiento rápido y olvidable. Incluso de las cintas realmente abominables se puede sacar algo positivo, canalizando todo ese odio visceral que despiertan en una reseña que resulte al menos divertida para el lector. Pero este no va a ser el caso.

Lo mejor de esta película es la sensación que transmite cada fotograma de que absolutamente ninguno de los implicados querían estar ahí: los actores estaban ansiosos por recibir el cheque y volver a sus casas lo antes posible, los productores ni siquiera se atrevían a estrenar la película oliéndose un posible fracaso estrepitoso en taquilla, incluso el director David Yates parecería bastante desganado si no fuera porque suele ser su tónica habitual (ese hombre ha conseguido lo imposible: convertir la impersonalidad en su sello distintivo).

Lo gracioso es que toda esta desidia termina trasladándose tal cual a la gran pantalla. Ninguno de los personajes está realmente por la labor, todo parece absurdamente impostado: ni Tarzán quiere ser Tarzán, ni Jane quiere ser una damisela en apuros, la historia avanza porque tiene que avanzar y ni siquiera el villano tiene tiempo para hacer muchas villaneces.

Sus intérpretes no hacen nada por salvar la función, a decir verdad. A Alexander Skarsgård, señor con el que reconozco no estar demasiado familiarizado, le queda muy grande un papel protagonista de estas características, Margot Robbie va con el piloto automático y queda demostrado por enésima vez que Christoph Waltz sólo es buen actor cuando hay un director competente detrás. Es más, su villano no sólo compite en anticarisma con el propio Tarzán, sino que además parece directamente monguer en según qué escenas. El único que parece divertirse un poco con todo esto es Samuel L. Jackson, interpretando a un alivio cómico que (exceptuando la escena de la oreja, por jodida) suele funcionar.

También es de agradecer que los responsables de La leyenda de Tarzán hayan decidido dotar al film de un ritmo vertiginoso que no pierde el tiempo en tonterías. Después de una rápida presentación de personajes y sin entretenerse contándonos una historia de orígenes (que se desarrolla en flashbacks, al estilo Deadpool pero sin molar tanto), el festival de CGI regulero (una vez más, nada hórrido pero tampoco destacable, menos aún después de propuestas como El Amanecer del Planeta de los Simios o El Libro de la Selva) no tarda en hacer acto de presencia.

Habría estado bien que el guión de La leyenda de Tarzán tuviera algún tipo de sentido, o que la historia no avanzase simplemente «porque sí», pero aquí sospecho que la culpa es del largo proceso de montajes varios que ha tenido la cinta (se percibe un aura de caótica post-producción aunque al producto final se le notan las costuras menos que a Guerra Mundial Z, por decir algo positivo). En cualquier caso, entretiene y dura menos de dos horas (que parece últimamente que todo blockbuster que se precie tiene que superar, sí o sí, los 120 minutos).

Al final sospecho que la Warner se tiró de los pelos viendo que el resultado final de La leyenda de Tarzán en taquilla no fue tan terrible como se imaginaban (después de todo, en Estados Unidos recaudó más que otros descalabros del año pasado como Warcraft o la secuela de Independence Day). Quizá tendrían que haberla estrenado antes, quizá tendrían que haberla promocionado más, quizá podríamos haber tenido una nueva franquicia potente entre manos. Pero no nos vamos a engañar, nada de eso habría conseguido que el público recordase esta película más allá de diez minutos después de haberla visto.

Una pena.

Crítica original: http://www.cineenserio.com/la-leyenda-de-tarzan/
Juankiblog
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