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España España · Barcelona
Críticas de pantallazo
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Críticas 64
Críticas ordenadas por utilidad
6
5 de agosto de 2023
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sabría explicar el porqué no me ha terminado de convencer. Esperaba encontrar aquí el veredicto de algún experto en la materia que me ayudase a esclarecer mis pensamientos. Pero, para un servidor, 'El resort' ha resultado ser un viaje a ninguna parte, una experiencia entretenida pero por momentos agotadora. Un relato que mezcla géneros partiendo del drama y la comedia que posteriormente adquiere un cariz detectivesco con pinceladas de suspense y que termina dejándose llevar sin remedio por la imaginación.

Lo que se suponía iban a ser las relajantes vacaciones en el paraíso de una pareja de turistas con problemas conyugales con el propósito de regenerar cuerpo y mente, se transforma en una aventura por la jungla, repleta de misterios y casualidades que se sustenta en misticismos y leyendas. Durante el camino se tantean muchos temas: el amor y el desamor, el dolor de la pérdida, la libertad para escoger tu propio destino y por supuesto, la necesidad de volver atrás y subsanar el pasado. Parece que nos han querido contar muchas cosas que se han desdibujado entre tanto ajetreo y enredo.

La cuestión es si el viaje vale la pena y aquellos que, como yo, esperen una explicación racional no la van a encontrar. Yo es que soy más de ciencias y 'El resort' no es una historia convencional, es de esas historias que te hacen cuestionarte si es más importante el destino o el camino recorrido. Los protagonistas aprenden una valiosa lección a medida que recorren el trayecto en busca de su MacGuffin pero como espectador, me he quedado exhausto a base de teorizar y buscar una resolución plausible a lo que se iba desarrollando. Si quieren una moraleja, que la hay, es que el pasado, pasado está. Para seguir adelante debemos dejar de mirar atrás y si es con ayuda de nuestros seres queridos, mucho mejor.

Si alguien más se ha fijado en esas imágenes oníricas que nos asaltan en todos los episodios de 'El resort' y que parecen imitar la forma y las tonalidades del iris, es casi improbable que se acuerde de aquella primera escena que abría la serie de J.J. Abrams, el ojo de Jack Shephard abriéndose mientras la cámara se alejaba. Admito que soy de referentes 'dosmileros' y si hay una serie capaz de justificar un desenlace complejo e irresoluble con un largo viaje fascinante que mantuvo a medio mundo en vilo ante la pantalla, esa es 'Perdidos' (2004). Aprovecho esta oportunidad para sacar a relucir esta obra maestra de la ingeniería narrativa y no solo porque me enseñó que los finales no tienen porque cambiar nada ni permanecer atados y bien atados si después de todo, hemos disfrutado del camino. ‘El resort' me ha hecho rememorar un poco de aquel espíritu, por su combinación de realismo y surrealismo, de realidad y de ficción y por formular algunas preguntas cuyas respuestas no vienen en bandeja.

Al margen, también destacaría su banda sonora tan particular y diversa, de esas que no se deben interrumpir cuando alcanzan los créditos finales para que te acompañen hasta el próximo episodio. 'El resort' inaugura con el tema Strange Overtones de David Byrne y Brian Eno, una carta de presentación que encaja perfectamente con el tono de la serie, extraño a la vez que cautivador.
pantallazo
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6
18 de junio de 2022
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me llama la atención que una película titulada ’The Waiter’ (El Camarero) pueda catalogarse como intriga. ¿Qué podría tener de intrigante la vida de un camarero (en España, Ayudante de camarero)?. Me entusiasma esta moda de titular las películas como el oficio que desempeña el protagonista pero cuya trama nada tiene que ver con este. Podría haberse bautizado como ‘El friegaplatos’, ‘El lampista’ o ‘Paquito el chocolatero’.

Los puretas del séptimo arte, manifiestan que el estilo de Steve Krikris pertenece a la ‘new wave’ griega junto a otros del gremio como el inclasificable Yorgos Lanthimos (‘Canino’ 2009) y que su debut se trata de un filme neo-noir minimalista y oscuro con un sentido económico de la narración (sin apenas diálogos). Un sugerente ejercicio de contemplación aunque sin pulso emocional. En fin.

’The Waiter’ es una película rara, como decimos los que no entendemos de cine, de esas que solo puedes ver en la Filmoteca de tu barrio si todavía no ha bajado la persiana. Su argumento se resume en dos líneas pero no tiene interpretaciones ocultas o surrealismos fuera del alcance del ciudadano de a pié, primero porque David Lynch no dirige ni produce esta película y segundo porque deduzco que el director no ha trabajado nunca como (Ayte. de) camarero. ’The Waiter’ es el típico proyecto pseudoexperimental de un director novel que recibe multitud de premios en festivales de cine independiente y que se rige por el sistema actual de hacer cine: escribir una historia muy sencilla que se rodea de un halo de misterio y de elementos extraños que la enriquecen y la hacen más curiosa.

Valga decir que el apartado visual es magnífico, tanto en interiores como en exteriores, sorprende el detalle y la delicadeza con la que se ha filmado. Cada fotograma es un bodegón de tonos verdes apagados ambientado en la época de ‘Cuéntame cómo pasó’. No hay mucho más pero es suficiente para darle valor y que una vez terminada la película no pienses que ha sido una pérdida de tiempo.

Renos, el protagonista, tiene una personalidad y unas aficiones un tanto particulares que contrastan con los estereotipos de un camarero. Es un tipo solitario, muy reservado y poco versado en el arte de la conversación que trabaja de camarero en una elegante pastelería ateniense de camisa y chalequillo. Dedica su tiempo libre a la botánica y a desarrollar su faceta artística dibujando sus plantas de interior; su apartamento parece más un invernadero barra galería de arte. Ajeno al resto del mundo, Renos parece satisfecho con su rutina diaria aunque jamás esboce una miserable sonrisa, hasta que un acontecimiento desbarata su plácida e insignificante existencia.

No sé hasta que punto el propio Renos se ve implicado o se deja arrastrar por todo lo que le sucede. Puede que esté aburrido de su vida y quiera darle sentido, añadir un poco de Tabasco a este sinsabor. En una conversación con su compañero de sala, este le comenta que quiere irse y dejarlo todo porque siente que su vida está vacía, a lo que Renos le responde que no importa que cambie de lugar si allí donde va continua siendo el mismo.
pantallazo
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2
27 de enero de 2022
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Phoebe Halliwell, la bruja que poseía dones tan útiles como el de levitar varios centímetros sobre el suelo, reaparece convertida en una exitosa novelista. La hermana que consiguiera casarse con el demonio buenorro y alcanzar el puesto de reina del inframundo (Phoebe I del Infierno) para más tarde erradicar a todo ‘quisqui’ e instaurar la república, decidió dimitir del brujerío para dedicarse a la escritura aprovechando su experiencia como redactora de hechizos. Hacer el bien no paga las facturas, especialmente cuando los precios de los ingredientes de las pociones no dejan de crecer debido a la inflación.

Phoebe, la bruja capaz de predecir el futuro salvo cuando se trata de adivinar el número premiado del Euromillón, regresa a la antigua casa familiar para restregarle por la cara a su querida hermana, quien no pasa por su mejor momento, el éxito y la fama logrados. Su hermana adicta a las pastillas, que ha perdido sus poderes, la custodia de su hijo, se ha divorciado y ni siquiera se ha molestado en reformar el baño de invitados, le pide ayuda a Phoebe para encaminar de nuevo su vida. Sin embargo esta, como es habitual entre las hermanas pendón, no tarda ni cinco minutos en ligarse al vecino buenorro de la casa de al lado y pedirle una cita. Y mientras ella se va por ahí de picos pardos, un misterioso hechicero aprovecha para liquidar a su indefensa hermana.

Phoebe no tardará mucho en sobreponerse a la pérdida porque sabe que pronto aparecerá otra hermana hasta ahora desconocida con un nombre que comienza por P, como puede ser Pascuala, Pancracia o Philomena, y que terminará por sustituir a su antigua hermana en futuros episodios. Por lo que tratará de pasar más tiempo con el vecino buenorro, que casualmente es policía y uno de los encargados de investigar el caso, el otro es Lucius Sweet de los Simpson. Sedienta de protagonismo, a Phoebe no le quedará más alternativa que desempolvar sus habilidades de médium, tales como ir preguntando por ahí a gente y buscar en google, si quiere que el incompetente cuerpo de policía resuelva el crimen de su hermana, más simple que una partida al Cluedo entre dos jugadores.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
pantallazo
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5
12 de marzo de 2022
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un joven va de portal en portal en busca de sexo. Viste una coraza de lentejuelas que le protege de todo y de nada. Se obsesiona con el primero que consigue despojarle de esa armadura y al mismo tiempo es objeto de otra obsesión, más peligrosa si cabe, y de la que intentará liberarse.

Estamos ante un debut que apunta maneras, con defectos pero no falto de cualidades. Se percibe talento detrás de la cámara y muestra buenas ideas. La cuenta atrás en apartamentos sumado a esa prenda que adquiere cualidades protectoras, me parecen elementos llamativos e ingeniosos.

Principalmente es una historia sobre el desencanto y sobre la necesidad de afrontar la realidad para poder madurar que se va transformando en un thriller que no termina de cuajar.

Me chirría que el hombre mayor y con doble vida sea siempre la encarnación del peligro, por otro lado, la decepción siempre viene en forma de joven atractivo y misterioso. Y en mi opinión, la figura del padre no está bien dibujada. Demasiado enrollado y permisivo deja que su hijo adolescente de dieciséis años ande por ahí manteniendo relaciones sexuales, solo le pregunta “¿qué tal la noche anterior?” y bromea sobre que no le preocupa que su hijo gay deje a ninguna chica embarazada. Considero que ahí fuera existen riesgos mucho más reales, como el VIH.

Tengo la sensación de que se trata de una buena historia con un desenlace bien atado que nos remite a ese análisis sobre el amor y sus obstáculos al que el protagonista hacía oídos sordos, pero temo admitir que con más presupuesto, otro director y un casting alternativo, quizás el resultado habría sido mejor.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
pantallazo
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7
15 de abril de 2021
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocos nos hemos zambullido en esta producción de origen polaco, que ha pasado injustamente desapercibida. No es la primera en mostrar la erótica masculina de los cuerpos en bañador ni la última en apoderarse de la simbología del recurso más preciado. Bajo del agua sientes que despareces y que el tiempo se detiene, dejas de percibir el peso de tus actos y de escuchar tus pensamientos.

Kuba, el protagonista de esta historia, es como un pez sin agallas, sin la capacidad de respirar en el medio acuático. Irónicamente, fuera del agua sigue siendo un pez sin agallas, sin la capacidad de enfrentarse a la vida con valentía. Alguien que siente que a medida que se va descubriendo a sí mismo pierde lo que ya conoce sobre sí mismo. Michel es el detonante de una liberación, quien intentará sacar a Kuba a la superficie de su realidad. Una realidad en la que vive reprimiendo y ocultando sus sentimientos pero que ha asumido como su hábitat. Los dos se encuentran en etapas distintas, el primero ha aceptado su condición sexual incluso abiertamente con su familia y el segundo sin embargo, ni siquiera se lo plantea.

El temor a sacrificar la estabilidad de una vida fingida les conduce a un desenlace descorazonador que destapa los prejuicios y miedos de una sociedad polaca todavía incapaz y cobarde en la que el protagonista actúa con resignación frente a su destino, a costa de su libertad y felicidad. Y aquellos que, como Michel, osen cambiar las cosas serán sometidos y condenados.

Un relato en apariencia corriente que se torna enriquecido y seductor. El dominio del director tras la cámara, descubre la crudeza de los lugares comunes y tanto las imágenes como los protagonistas desprenden un magnetismo poco común. Rodada en escenarios opresivos y angustiosos, con escasa iluminación o durante la noche, refuerza esa clandestinidad de las relaciones homosexuales y nos hace cuestionar si dónde realmente le falta el aire al protagonista no es dentro del agua sino fuera de esta. Las secuencias en el parking a través del parabrisas del coche, tienen un aire Lynchiano y compartir el humo de un cigarro se vuelve inevitable.

A veces confusa y extraña, tiene la virtud de relatar solo con imágenes lo que las palabras son incapaces de describir. Los personajes difícilmente expresan lo que sienten salvo por las miradas que sirven para silenciar sus pensamientos. La última escena, con los créditos apareciendo, es tan simple y a la vez tan reveladora.
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