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Críticas de Reaccionario
Críticas 4.412
Críticas ordenadas por utilidad
3
27 de diciembre de 2012
7 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de las piedras anteriores uno se pone a ver este tercer y último (¡menos mal!) número de la trilogía con la misma sensación que los minutos de la basura del final de un partido de baloncesto. A estas alturas está todo el pescado vendido y si hay mejoría, es porque el equipo contrario se ha relajado. Confieso que como el estropicio del "Señor de los anillos" era irreparable y la película contiene tantas ridiculeces y es tan pomposa que uno se relaja, se ríe de lo que sale, se hace bromas y hasta le parece más entretenida que las anteriores en las que se esperaba ilusamente algo bueno. Desgraciadamente Peter Jackson nos ofrece lo mismo que en sus anteriores trabajos aunque aquí riza el rizo y se vuelve tan solemne que prácticamente todo es épico, aunque sea bajarse de un caballo o asentir con la cabeza. Pero me temo que el director es tan burdo que confunde lo épico con poner caras, una música majestuosa y usar cámara lenta. Y así nos tiramos minutos y más minutos. Me parece que no ha visto "Los Caballeros del Zodiaco". No obstante, como decía, más de lo mismo, por lo que lo apuntado en mis críticas anteriores sigue siendo válido para "El retorno del rey". Me temo que para lo único que sirve esta mastodóntica, pretenciosa y absoluta nada es para hacer gracias. Y si no que se lo digan a "Cruz y Raya".

Así que visto lo visto me sumo a la idea de reírme a costa de Tolkien-Jackson. ¿Os habéis fijado en el parecido de Gollum con el que fuera ministro del PP, Josep Piqué? ¿O que al enano se le he puesto acento de alemán en esta última entrega? Por otro lado, descubrimos que Pippin y Merry son porretas. Observad como hablan de que se han fumado la hierba que les quedaba. Respecto a los malos, su nivel de incompetencia es de órdago. Por ejemplo, Sauron es un completo inútil. Se limita en toda la película a gritar con voz cavernosa "¡Pippin!" cuando este coge la bola. Pero cuando Frodo y Sam están junto a sus narices escalando un totalmente desguarnecido volcán no se cosca para nada. En cambio los secuaces son divertidos pues no dejan de ser los de la banda de "Lordi" aquellos que ganaron Eurovisión. Mientras tanto podemos descubrir en Galdalf el antecedente al anciano karateca y luchador que sale en todo dibujo animado moderno y en Eowyn la antecesora de "Mulan" pero a la bestia pues se muestra tan aguerrida y valiente en el combate que me convencí que era directamente lesbiana. Aunque para "raritos" esta historia tiene un tufo gay tremendo, con tanto Hobbit, tanto hombre y tantas caras que me ponen. Que conste que no soy el único que sospecha de la interpretación homosexual de esta historia.

Me da la impresión que Tolkien quiso hacer una especie de Leyenda Artúrica moderna sin darse cuenta que no llega a la suela de los zapatos. Una sola imagen de Uther Pendragon clavando Excalibur en la roca vale muchísimo más que toda esta farragosa historia junta. Lo que no sabría decir es como la gente puede valorar "El Señor de los anillos" existiendo joyas como "Excalibur" (1981). La única explicación es que no la conozcan. Aquí si que hay magia, honor, épica, drama, romance, fantasía y de todo. Comparada con la cinta de John Boorman, la de Peter Jackson es una completa porquería. Claro que más magia hay en "Dragones y Mazmorras", en "Conan" y hasta en "David el Gnomo" y "Los Pitufos". En "El Señor de los anillos" lo que hay es mucha palabreja que no hay quien entienda: "la torre blanca", "las naves negras", "la montaña de sombras", etc. y los seres fantásticos degradados al máximo, como por ejemplo, los dragones, convertidos en simples corceles. Qué diferencia con el dragón Fafnir, de la mitología germánica, que dormía encantado mientras bajo su cuerpo guardaba el tesoro de los Nibelungos, incluido el anillo y cuya sangre hacía invulnerable a quien se bañara en ella.

Ya que estamos con la Saga de los Nibelungos, os voy a contar el inicio para que veáis aquello a lo que Tolkien aspiraba y no logró: ante una batalla Odín ordenó a la valkiria Brunilda que se llevara al otro mundo al héroe Sigfrido pero cuando lo vio, se enamoró de él y lo perdonó. Por eso, Odín la condenó a yacer dormida sobre la cima de un monte, rodeada de llamas altísimas y privada de sus poderes divinos, que sólo recuperaría cuando un héroe sin miedo la rescatase. ¿Os imagináis quién puede ser? Esto, amigos, si que es un pedazo de historia, no la del "Señor de los Anillos"o la de Arwen (Liv Tyler, que con lo guapa que eres, que poco sales. Si es que es para pegarle a Jackson y a Tolkien), que os guste o no, es degradada de Elfa inmortal y poderosa a simple humana corriente y moliente con la excusa del amor. Una aberración que esconde el deseo de destruir la feminidad que representa Arwen a la par que al ser mágico. Y si no, ¿por qué no es al revés? él elfo y ella humana. Lo cual me lleva otra vez a la idea de que hay mucho mensaje gay en esta obra.
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3
18 de mayo de 2014
26 de 81 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se puede alegar que en 1990 no había tantas películas sobre la República y la Guerra Civil, pero contadas desde el punto de vista propagandístico más favorable para la izquierda, pero en el 2014 son ya una inmensidad. Así que, mala suerte Carlos Saura. Si la hubiera vista entonces y no ahora quizá no me hubiera resultado, además de falsa, tan pero tan tópica. Como siempre, los republicanos son una gente muy salada incapaz de matar a una mosca mientras que los franquistas son unos malvados que se pasean por ahí con cara de estreñidos, dando voces y fusilando por doquier. El colmo llega en esa representación teatral con un público uniformado en exclusiva. Se ve que en la zona nacional no había civiles, mujeres o niños.

Como "¡Ay, Carmela!" se muestra de lo más complaciente con los republicanos no me queda más remedio que aportar una serie de datos. Los protagonistas empiezan en Aragón, donde los "rojos" llegaron a ejecutar en su parte de la región ocupada, que no fue mucha, al menos a 3.000 personas; pero quieren irse a Valencia, donde la represión revolucionaria acabó con la vida de como mínimo 5.000 seres humanos. Todas cifras de Bartolomé Bennassar, con el agravante nunca lo suficientemente resaltado, que estos crímenes se realizan siempre en retaguardia y en territorios donde no hubo combates. De Enrique Líster, líder comunista al que se piropea, en realidad asesino de anarquistas y demás, mejor ni hablo.
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3
29 de abril de 2012
6 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siguiendo el título de la película de Woody Allen "Toma el dinero y Corre", eso es lo que tenían que haber hecho los profesionales y dejarse de líos, reflexiones, consultas sentimentales y otras zarandajas. Han sido contratados para una misión, deberían cumplirla, cobrar su recompensa y ya está. A fin de cuentas, a ellos qué les importa la relación del marido con su mujer. En fin, metiendo las narices donde no le llaman demuestran ser poco profesionales.

Claro que una misión que se presenta como prácticamente suicida es resuelta con una facilidad pasmosa por lo que tampoco es que se requiere tanta gente ni tan preparados. Por ejemplo, el personaje de Robert Ryan es completamente superfluo y tampoco es que el resto del equipo tenga que esforzarse mucho.

En cambio la que si parece que se está esforzando es la guapa Claudia Cardinale que tiene toda la pinta de estar de verdad agotada, sedienta y maltrecha por andar a caballo por esos desiertos de la frontera mexicana. Por cierto, todo lo que sale sobre ella te disgusta: te molesta su matrimonio, sus amoríos, sus ínfulas revolucionarias y el desastroso final. En un momento dado dice: "antes era joven y estupida". No te preocupes Claudia, sigues siendo joven (bella) y estúpida (SPOILER).

La película te resulta pesada pese a que el comienzo es bastante prometedor. Pero como he dicho antes, el desarrollo es de una simpleza que le quita todo interés. Para hacer más amena la cinta Richard Brooks pretende que reflexionemos sobre los "ideales" de la revolución. En un momento dado Raza viene a decir que la Revolución parece una chica honrada pero que luego resulta una fulana. Corrijo, siempre ha sido una cualquiera pero algunos (muchos) incautos la han querido ver virtuosa. Por ese motivo el desengaño es fruto de la ceguera o las ilusiones despertadas simple ingenuidad.

En el fondo, toda la carga ideológica proclive a la Revolución, te resbala por completo pues para un tradicionalista como yo y, en el fondo, para cualquier persona honorable, nada honroso hay en la Revolución Mexicana (en todas las revoluciones: la inglesa, la americana, la francesa, las hispanoamericanas, las del XIX en Europa, la rusa, etc.) sólo sangre, muerte, dolor y lágrimas. Pero para llegar a esa conclusión, que en ningún modo es la del director, no hace falta ver "Los profesionales".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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27 de agosto de 2013
45 de 120 usuarios han encontrado esta crítica útil
... Bernardo Bertolucci realiza un groserísimo panfleto marxista que sirve como leña al fuego para avivar las acciones terroristas de este y otras tantos grupos que pulularon en la Europa de los años 60 hasta principios de los 90. "Novecento" no es censurable sólo por la ideología que la anima sino por el descarado ejercicio de manipulación, propaganda, mentira e ignorancia que muestra. Entiendo que diciendo la verdad la izquierda no convertiría a nadie pero no es culpa mía que sea tan poco convincente. Sí es que la película empieza ya tergiversando al escoger la muerte de Verdi en 1901 como comienzo. Que yo sepa el siglo empieza en 1900, de ahí el título pero ¿qué sucedió ese año para que Bertolucci lo cambiara por el siguiente? Pues que los anarquistas, muy revolucionarios ellos también, asesinaron al Rey de Italia, Humberto I, y no conviene que la gente lo sepa.

Partiendo de esta base el pretendido análisis de la historia de Italia en la primera mitad del siglo XX hace aguas tornándose ridículo. En realidad, Bertolucci reproduce el mismo discurso servido por Stalin en los años 30 y que las mentes más sectarias siguen defendiendo. Sólo desde esta disparatada óptica podemos ver al fascismo como una marioneta del gran capital, a la iglesia como mamporrera del poder o a los socialistas entregados exclusivamente a hacer el bien. Bertolucci parece desconocer que, por ejemplo, el futurismo desembocó en el fascismo, que después de la primera guerra mundial el Partido Popular de raíz católica se hizo tan o más fuerte que el socialista o el gran peso del anarquismo al empezar el siglo. Según él, sólo había fascistas y comunistas, obviando las diversas corrientes ideológicas no dichas, desde nacionalistas a los populares, liberales y republicanos.

"Novecento" es una película sucia con ridículas secuencias sexuales y cuando no lo es, cae en unos estereotipos personales de lo más burdo. Tomad nota que los derechistas son malos, avariciosos, cobardes, iracundos, tontos, sexualmente no dan la talla, golpean a sus hijos, son psicópatas, están locos, envejecen mucho peor y sus mujeres son viciosas. En cambio, los izquierdistas son santos, pero laicos. Sin embargo en cuanto rascaron poder lo primero que hicieron fue asesinar, concretamente durante la "Liberación" de Italia en la que acabaron con muchos miles de supuestos fascistas, a menudo mediante la farsa de los juicios populares aquí bendecidos. Mucho antes la admiración que despertaba la terrorífica Rusia de Lenin y Stalin, su amago de revolución durante el bienio rojo (1919-1920) y sus combates contra los fascistas (caían de los dos lados) delataban ya su siniestra faz.
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24 de diciembre de 2014
18 de 66 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dicen que "Plácido" nace de una campaña navideña del régimen franquista titulada "Siente a un pobre en su mesa". Ahora bien, no he podido encontrar información de la misma en ningún libro, periódico o cartel de la época, absolutamente nada por lo que me inclino a pensar en una frase anecdótica convertida en una burla de vodevil por la progresía autóctona. Sea como fuere, de ahí, Luis García Berlanga monta una película que si como corto ya sería dudoso como largometraje es una tortura por lo repetitivo, cansino y ajetreado de sus 85 minutos, pero que saben a muchos más. Particular hastío causa el número de personajes en escena y la cháchara permanente, que parece italiana. Así que desde el plano cinematográfico, es una castaña que no hace ninguna gracia. Pero es que en el lado crítico es tremendamente esperpéntica, exagerada e irreal. No te crees ningunos de los personajes, ni situaciones, ni diálogos, salvo en algún detallito muy menor.

Decía Hannah Arendt que las personas totalitarias llegaban a creer como ciertas sus propias mentiras. Esto es lo que les pasa a los fanáticos antifranquistas, que hay muchísimos, que no distinguen ya la realidad de la patraña nacida de sus propios engaños. A estos les dibujas a unos franquistas comiéndose a los niños, y les parecerá un "retrato real de la miseria moral del régimen". Bajo este prisma cualquier barbaridad está justificado porque se basa en la absoluta maldad e hipocresía de aquellas gentes, especialmente sí es burguesa y con dinero. La mofa al concepto de caridad es grotesca pero lógica en la izquierda, ya que como decía Lenin, el hambre y la miseria, como son el motor del descontento revolucionario, de ningún modo hay que mitigarlos. Eso sí, os recuerdo un dato: de 1960 a 1975 la convergencia con la Unión Europea subió 20 puntos hasta el 81,4 % del PIB. En cambio en democracia, estamos en niveles de 1998... que eran inferiores a los de 1975.
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