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España España · Cinecittà
Críticas de Xavier Vidal
Críticas 640
Críticas ordenadas por utilidad
5
3 de junio de 2011
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ver una película de Woody Allen es de por sí un aliciente, un ritual, una obligación y casi una necesidad; pero hay que reconocer que toda la genialidad que concentra ese título tan poético deserta en la hora y media de metraje. Ésta vez Allen no me engancha. No me siento identificado con sus tramas. Todo da más o menos igual. Es una película que se ve pero no se mira. Una historia con un mensaje bastante diluido, un final excesivamente abierto (eufemismo de otras consideraciones como 'inconcluso' o 'insuficiente') y, a la postre, todo ese derroche de tramas y personajes acaba por dejarnos bastante vacíos. Allen ha bautizado su criatura como un presagio que no se cumple: cualquier discurso sobre el destino, el azar, las relaciones de pareja y las segundas oportunidades quedaba mejor reflejado en obras anteriores. Se le reprocharon muchas cosas a Vicky Cristina Barcelona, Si la cosa funciona y Scoop, pero las prefiero por su tono festivo e intrascendente. Conocerás al hombre de tus sueños, por contra, se toma demasiado en serio a sí misma. Incluso la supera El sueño de Cassandra, otro cuento con aspiraciones tragicómicas y resultado irregular. Nada que ver con la obra maestra Match Point. Pasa y no queda: estamos seguramente ante la peor película del genio neoyorquino de toda la década, esa que abrió La maldición del escorpión de Jade. Una lástima porque Naomi Watts logra una soberbia interpretación y porque Antonio Banderas empieza sus pasos como chico Allen con nota. Una pequeña decepción.

Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities http://cachecine.blogspot.com
Xavier Vidal
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6
25 de marzo de 2011
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Satoshi Kon alertaba en su genial serie de trece episodios Paranoia Agent de la animalización de los estudiantes japoneses. A la mente también nos viene Battle Royale, el gran funny game de jóvenes listos para matar. Confessions suma y sigue en esa constante de cine de terror social, con unas imágenes estilizadas, con una narrativa tan fragmentada como los cómics manga. En Confessions, más que lo que se cuenta, importa quién lo cuenta: la mirada, los personajes que, en conjunto o aislados del resto, narran su particular vivencia y aportan información a una amalgama de odio, venganza y redención. Aún así, a Confessions le puede un gran defecto: nunca supera el monólogo inicial de la profesora, y a partir de aquí la cinta se limita a complicar, alargar y en esencia aguar la potente premisa inicial. Intrincada, alambicada, de corazón sádico y alma inquieta, Confessions interesa más por sus atributos visuales que por las reflexiones que pueda subyacer, algo que Kon nunca hubiera hecho. Al final la hipérbole es exagerada, irreal; y la película acaba hinchada, envenenada de su propio sadismo. Nuevamente, sorprende que una propuesta claramente pequeña, más apropiada para festivales especializados, haya llegado a quedarse a un paso de la nominación al Oscar. Confessions divertirá a los espectadores que prefieran el espectáculo a la ética (muchas veces formo parte de ese grupo: sólo desde esta perspectiva puede disfrutarse de las imágenes de, por ejemplo, Quentin Tarantino), a cambio de que sepan perdonar los vaivenes, la teatralidad de unas confesiones surrealistas (si no, basta recordar el excelente plano en ralentí de la piscina para reconciliarse con toda la película). Aunque hay momentos que caen por su propio peso (cinematográfico): el excelente speech (cuidado que se avecina un spoiler de los gordos) en el que la profesora confiesa haber infectado el desayuno de dos estudiantes con sangre portadora del virus del Sida. Vaya, que es una bestialidad... ¿Nadie deseó matar a un compañero de clase o pegar una bofetada a un profesor? Pues eso.

Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities
Xavier Vidal
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6
23 de julio de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
He aquí el mayor éxito del cine noruego de los 80, una película basada en una leyenda lapona, unánimemente considerada una de las mejores películas de la historia del cine escandinavo. Pathfinder cuenta el periplo sobre nieve de un joven que debe salvar a su pueblo de una tribu invasora. Sin muchos recursos narrativos y escenográficos a su disposición, la película se entretiene en el combate cuerpo a cuerpo de los personajes y en la belleza mayestática de su naturaleza. Nada más... y, visto con ojos del siglo presente, nada menos. Su director Nils Gaup no necesitó de efectos especiales para atrapar al público con una historia de aventuras a la vieja usanza. Pathfinder tiene alma, justo aquello que brilla por su ausencia en el remake de 2007 (este sí, con una pirotecnia más que generosa). Cuando el joven protagonista entra en la cabaña final, dispuesta en mitad de la nada cual sauna, el público tiene la sensación de haber transitado con él el lado más salvaje de la condición humana. La lucha contra los elementos, la superación de las inclemencias meteorológicas, las supersticiones de arraigo medieval, todas las acepciones que encierra el término "supervivencia". Una nota exótica que nació como epopeya local y que acabó enamorando a todo el globo.

Curiosidad uno: en su momento, fue la producción más cara del audiovisual noruego y se supo que parte de su equipo técnico, habitual de la saga Bond, abandonó el set de rodaje debido a las bajas temperaturas (se registraron casi cincuenta grados centígrados bajo cero).

Curiosidad dos: Nils Gaup ha seguido vinculado al cine de acción y, tras el fenómeno de Pathfinder, rodó Náufragos, película familiar de piratas, noruega y en noruego, financiada por Walt Disney.

Curiosidad tres: el protagonista es el hijo del director, daba vida a uno de los compañeros de Stellan Skarsgard en la plataforma petrolífera de Rompiendo las olas, publicó discos de música folklórica y a la gala de los Óscar 1988 fue vestido con una prenda Gákti, la indumentaria tradicional de la comunidad Sami.

@CinoscaRarities
Esta crítica forma parte del especial Películas internacionales de los Óscar de Cinoscar & Rarities
- https://www.ivoox.com/oscar-del-s-xxi-el-podcast_bk_list_5673629_1.html
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Xavier Vidal
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6
3 de febrero de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vestido de novia pone sobre la mesa el desconocimiento y la intransigencia social que rodea a la transexualidad. Con el recuerdo muy presente de Fresa y chocolate, film al que se le rinde un homenaje explícito en la trama, la cineasta Marilyn Solaya muestra los cambios que sufre la vida de Rosa Elena al descubrirse que años atrás se sometió a una operación de cambio de sexo. La cinta muestra el lento desmoronamiento de los referentes de su protagonista: sus problemas de pareja, el inesperado reencuentro con un conocido de antaño, la conflictiva relación con su padre (simbólicamente mudo, ya mayor y muy enfermo) y la amistad con una amiga transexual que no esconde su condición. Vestido de novia retrata las bases machistas de Cuba, pero la historia perfectamente podría suceder en otro rincón del mundo y de Latinoamérica.

Si el cine permite conocer y entender vidas ajenas, a la vez que tiende puentes para la convivencia y el respeto, Vestido de novia abre un debate muy necesario en el nuevo aunque igualmente tradicional contexto cubano del 2016. Lástima que, a diferencia de la obra de Alea y Tabío, la apuesta de Solaya no acabe de tener una factura técnica sólida: sus fotogramas denotan la austeridad, por no decir precariedad, con la que han tenido que lidiar sus responsables. Al cine cubano todavía le queda mucho trecho por recorrer, pero Vestido de novia demuestra que los jóvenes cineastas suramericanos tienen mucho que aportar a la visibilidad y a la liberación sexual de sus convecinos. Esa es la razón de ser de una película con buenas intenciones y resultados nada desdeñables.

@Xavicinoscar, Cinoscar & Rarities
http://cachecine.blogspot.com.es/
Xavier Vidal
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La once
Documental
Chile2014
6,8
382
6
26 de diciembre de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Cuántas historias nos podrían contar nuestras abuelas! ¡Y qué peligro tienen las señores mayores cuando quedan para tomar café, comer pasteles y charlar de sus cosas! Esa escena cotidiana e íntima es precisamente lo que reproduce La once, la crónica de unas amigas ya ancianas que nunca faltan a su reuniones de cotilleos y confidencias. Y, como no podía ser de otra manera, sus testimonios son la mar de interesantes. Maite Alberdi dirige a unas mujeres que son sus actrices, sus amigas y sus cómplices. Todo el metraje respira verdad, nostalgia y familiaridad. La vida de cada una de ellas se cuela en unos diálogos cargados de humor, a veces socarrones, otras sencillamente humanos. Alberdi habla del tiempo, de todo lo que resta invariable y de aquello que el paso de los años se encarga de borrar por ley de vida. Al final de La once, uno tiene la triste sensación de que ese mundo de encuentros y comilonas está a punto de extingirse. Si el cine consiste en capturar la belleza de un instante, no hay duda de que Alberdi logra eternizar lo efímero y refortalecer la fragilidad de las relaciones humanas. Durante 70 minutos, el espectador siente que forma parte de ese grupo de amigas. Y eso, se mire por donde se mire, es un logro propio del mejor cine.

@Xavicinoscar, Cinoscar & Rarities
http://cachecine.blogspot.com.es/
Xavier Vidal
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