Buenos efectos especiales y algunas escenas chulas pero un guión sin pies ni cabeza y un excesivo metraje (a los 55 minutos ya está todo desvelado y teóricamente resuelto, sin embargo te meten otra hora más de tiroteos innecesarios).

No obstante, si eres fan del Chuache se deja ver a duras penas y además tiene el valor de ser la última película en la que le vemos haciendo de héroe de acción plenamente en forma física, ya que por edad (casi 50 años) luego se reciclaría brevemente en producciones menos exigentes (como la comedia navideña Un padre en apuros o la afortunadamente ya olvidada Batman & Robin) antes de convertirse en Gobernator.

Sobrevaloradísima película, siendo yo un amante del western y habiendo visto todas las adaptaciones cinematográficas del célebre evento de OK Corral, desde la más antigua a la más moderna, esta versión es la más floja de todas. Se penalizó mucho en su día a las versiones noventeras, "Wyatt Earp" y "Tombstone", por ser la enésima adaptación de una historia muy trillada, pero la verdad es que esas dos son muy buenos westerns y bastante superiores a esta en todo.

Aquí tenemos un guion sin ritmo, pesado, que ni es fiel a la historia ni aporta demasiado, una dirección deficiente, sobre todo en ese tiroteo final que debía ser el plato fuerte y que está muy mal planíficado y montado. Y es cierto que en aquella época no se había perfeccionado tanto este tipo de escenas a nivel técnico, pero ahí tenemos casos como los de "Winchester 73" demostrando que ya entonces se podía filmar un tiroteo de forma mucho más realista. Tampoco las interpretaciones me dicen mucho, Lancaster era un gran actor pero aquí está plano y como Wyatt Earp me parece de los peores, Kirk Douglas sale ganando en esta peli aunque está muy sobreactuado, también gracias a que su personaje está escrito con una paleta más extensa en el guion. En fin, pasable, pero decepcionante, muy lejos de ser una obra maestra del género como la ponen algunos.

Razones por las que El reino me parece el mejor ejercicio cinematográfico al que ha dado luz la industria española desde que Fernando León pariese en 2002 Los lunes al sol:

-Porque sería fácil decir que es una película socialmente necesaria, pero más que necesaria es certera con un tema que nos afecta a todos, y eso es ir más allá de hacer "simplemente" una película necesaria, no es solo visibilizar, pues este tema está ya suficientemente visibilizado, sino que es dar en la diana. Como bien dice la periodista al final "no se trata simplemente de pedir perdón sino de hacer análisis".

-Porque Sorogoyen dirige con pulso brillante haciendo que una película nacida de la crispación social se convierta en un ejercicio de cine que nos atrapa no por su fondo sino por su forma, por esa hipertensión claustrofóbica, ese tour de force al que nos lleva como si fuesemos la sufrida mochila del atroz personaje de De la Torre con el que sin embargo, gracias a ese talento estilístico, conseguimos empatizar lo suficiente como para que estemos constantemente en el mismo disparadero desesperado que se encuentra él, intentona tras intentona por sobrevivir. Hay mucho en El reino del Hitchcock de personajes al límite como el de Cortina rasgada y escenas que subren la adrenalina sin acción sino con intriga, como las que nos tenía acostumbrados el maestro británico del suspense. También hay mucho del Costa-Gavras más enérgico y efectista, ese que surgía cuando superponía el género al mensaje para lanzar cine social que causase impacto en el espactador valiéndose del thriller. Y, sobre todo, hay mucho del Michael Mann de El dilema, otro maravilloso thriller político al que estilísticamente esta película le debe mucho y quizá la comparativa más cercana. Cuando un cineasta toca esos techos, un Goya al mejor director sabe hasta a poco.

-Porque no tiene complejos de arremeter contra todo y contra todos. Habría sido fácil hacer la enésima parodia de un político corrupto, pero Sorogoyen elige sumergirnos en un viaje que va más allá, que nos obligará a decir "vale, ya sabemos que estos tipos son repugnantes, pero vamos a hablar ahora un poquito de la parte de responsabilidad que tiene el ecosistema que les rodea". La mierda se la suele comer uno, pero la crean muchos. Sorogoyen le da su ración a todos, a los partidos, a los periodistas, al propio sistema en sí, a toda la estructura social y también a la base inferior de esa estructura; los propios ciudadanos de a pie, pues los políticos no son más que un reflejo de nuestra propia humanidad imperfecta (genial esa escena en el bar con el cliente que se lleva mal el cambio). En este reino nauseabundo nadie debe creerse mejor que nadie (magnífico también aquí el discurso/guantazo que le pega el protagonista a todo el estrato periodístico que va de salvadores de la altura moral).

-Porque tiene un elenco que sin hacer florituras circenses se marcan todos unas interpretaciones de una onda expansiva dramática acojonante y avasalladora. Todos parece hasta cierto punto contenidos pero a la vez todos parecen ollas a presión a punto de estallar y se nota como se van hirviendo por dentro. Destacar a De la Torre y Zahera es merecido pero injusto con todos los demás pues todos están a una gran altura dramática; Pou en la piel de ese líder que con su estratégica bipolaridad te hace entender cómo funcionan esta clase de psicópatas, Wagener como esa superviviente política que es todo fachada y que te hace pensar no solo en su similitud con cierta líder andaluza sino cómo esta gente hacen de esto su rutina habitual, cómo normalizan esta vida a caballo entre las cloacas y los yates, Lennie, tan sobria como poderosa en el papel de una periodista que también recuerda a cierta entrevistadora con programa propio en un canal que también se las da de lo mismo que el que nos muestran en la película, etc...

-Y, por último, mención especial a la genial banda sonora de Olivier Arson que me recordó a la eléctrica y acertadísima música del biopic de Steve Jobs que realizaron Danny Boyle y Aaron Sorkin hace un par de años. Es una apuesta igual de arriesgada pero también les ha salido exitosa, le va como anillo al dedo a la trama y al montaje. Merecido Goya para el compositor francés, colaborador habitual de Sorogoyen.

Si a todo esto le unimos que este director ya hizo en 2016 la que consideré entonces como la mejor peli española del año, Que Dios nos perdone, pues creo que hay ya argumentos sólidos para aseverar que Sorogoyen se confirma como nuestra mejor esperanza cinematográfica junto con Alberto Rodríguez (al que, por cierto, le da un repaso si comparamos esta peli con su última y peor peli, El hombre de las mil caras, un thriller político fallido que está a años luz del nivel de El reino).

Quizá si este comienzo lo hubiesen contado en otra de las tres anteriores pelis se notaría menos que la fórmula está un poco agotada ya y no da para más. Además, a nivel visual también es la menos atractiva con diferencia. Tampoco ayuda que en esta sea en la que el reparto tenga menos carisma ya que en la primera un gran punto era la pareja Lena Headey + Ethan Hawke y en las otras dos Frank Grillo supo ser un gran anti-héroe.

Lo que más valoro de esta película es que su diseño de producción y efectos especiales. Soy un fan de los fx ochenteros, todo era mucho más artesanal, no había esa sensación de digitalización, de computerización. Más maquillaje y menos ordenador. Y esta peli lo tiene, y son muy buenos.

¿Gran película? Obviamente no. Pero si a su diseño de producción le añades un ritmo ágil y unos personajes fácilmente identificables, tienes lo necesario para una sesión de serie B friki ochentera en una noche que te apetezca cine de terror con aroma a otros tiempos.