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España España · Sevilla
Críticas de JLZM
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Críticas 40
Críticas ordenadas por utilidad
4
2 de noviembre de 2015
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
No siempre va a resultar fácil para el público mayoritario disfrutar de un musical en el más puro sentido de la palabra, donde los diálogos convencionales den paso en su totalidad a la sucesión de piezas musicales. Esto no puede considerarse un hándicap per se pues, como ya sabemos, en esto del cine, el contenido va supeditado a la forma y va a depender de la pericia del director el imprimir personalidad e interés a una obra para, en el mejor de los casos, rescatarla del ostracismo y, en el peor, postergarla al olvido. He aquí el principal fallo de la misma, Richard LaGravenese (director que sí ha mostrado mucha valía en la realización de guiones como los de ‘El rey pescador’ y ‘Los puentes de Madison’) ejerce una labor de dirección totalmente impersonal y anodina que acaba convirtiendo el metraje en una mera sucesión de videoclips carente de interés.

La historia se centra en Cathy, una aspirante a actriz que es incapaz de hacerse un hueco en la industria, y Jamie, un joven novelista que sí saborea las mieles del éxito. Ambos se disponen a narrarnos los cinco años de su relación, altibajos incluidos.

Llama poderosamente la atención la estructura temporal mediante la cual se nos cuenta la historia. Se va intercalando una narración cronológica de los hechos desde el punto de vista de Jamie, con una narración cronológica inversa cuando es Cathy quien aporta su visión de la relación. Supongo que el objetivo de tan enrevesado planteamiento no es más que el de mostrar el contraste que hay entre los idílicos inicios y los desilusionantes finales, entre otros avatares propios de una relación sentimental; aun así lo considero un recurso fallido pues, llegados a cierto punto, la inconexión entre unas escenas y otras es patente. El espectador acaba preguntándose si era necesario complicarse tanto para contar una historia tan simple.

Respecto al amor en el cine siempre me he decantado por finales fallidos, por relaciones donde las vivencias buenas y malas se intercalan al igual que los aciertos y errores de quienes la forman; el ser humano es imperfecto y así lo son también sus relaciones. Comprenderéis, pues, porqué huyo de películas como 'Un paseo para recordar' (Adam Shankman, 2002) o 'El diario de Noa' (Nick Cassavetes, 2004) y, en cambio, me fascinan títulos como 'Closer' (Mike Nichols, 2004) o 'Blue Valentine' (Derek Cianfrance, 2010) Y, pese a que el pasteleo está bastante presente, es de agradecer que en esta película sí se muestre esa dualidad en las relaciones. También me interesa cómo el tema laboral parece ser clave en el devenir de la pareja, el éxito de Jamie parece minar la moral de Cathy, ella empieza a verse como una mujer florero y se niega a tener ese rol pasivo; lo cual dinamita la relación. El éxito y la falta del mismo como elemento separador. Estos son dos aspectos que rescato de la misma.

Respecto a las actuaciones los indiscutibles protagonistas son Jeremy Jordan en el papel de Jamie y Anna Kendrick como Cathy, ambos cumplen sus roles y demuestran tener química en pantalla. Un aspecto importantísimo es el elenco de temas que conforman el musical, otro gran fallo del mismo, está conformado por temas pop bastante facilones y alguna que otra balada; un repertorio muy escaso que no eleva para nada el conjunto, carece de canciones memorables.

Para concluir, que tu película esté basada en un exitoso musical de Broadway no es garantía de éxito. Con una historia cargada de tópicos, canciones sin interés y un director con el piloto automático puesto no podemos sino hablar de una película fallida. Hay mejores opciones en la cartelera actual.
JLZM
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5
26 de mayo de 2014
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre ha sido tema recurrente la guerra de Vietnam para contar historias de malogrados soldados que arrastran traumas, que no lograron reponerse a lo allí vivido y son atormentados por los fantasmas de la guerra. aquí Afganistán toma el relevo; Joey Jones es un ex soldado que, una vez terminada la guerra, vive en las calles de Londres subsistiendo cual vagabundo. Un golpe de suerte le hará salir de la pobreza y empezar a “trabajar” como extorsionador para la mafia, a la vez que intenta vengar la muerte de una vieja amiga. Por si fuera poco la trama se ve aderezada por la presencia de una monja que entabla relación con Joey. Sí, el cocktel es curioso. Una pena que no satisfactorio.

Nos encontramos ante un thriller de acción,teniendo más elementos del primer género que del segundo. Ya que las escenas de acción, como tal, pueden ser contadas con los dedos de una mano. Steven Knight intenta no quedarse en la superficie, uno es consciente de su esfuerzo por profundizar en la historia y desarrollar los personajes, lo cual es loable; pero no logra alcanzar dicha pretensión por diferentes fallos que explico a continuación.

El director parece no saber en cuál subtrama centrarse y divaga sin rumbo entre todas ellas. Es un quiero y no puedo constante, se queda siempre a mitad de un camino que quizás ni siquiera debería haber empezado a recorrer. Uno no logra entender, por una parte, ni las motivaciones de un delincuente con pretensiones de héroe ni, por otra, las de una monja que tan pronto cree en Dios de manera inquebrantable como sufre crisis de fe sin razón aparente. El papel de la monja, en general, me parece bastante irrisorio encarnando a una Pepito Grillo con brotes de sexualidad reprimida. Visto lo visto no podemos más que culpar las labores de Steven Knight al realizar un guión confuso, de personajes arquetípicos que fracasan en la necesaria evolución que deberían tener y que no logra transmitir nada de lo que, pienso, Steven quería hacernos llegar (entre tanto despropósito creo que subyace un cúmulo de buenas intenciones que no han logrado ser más que eso, intenciones). Una auténtica lástima para un director que, si algo había demostrado, es su buen manejo realizando sólidos guiones tanto en la destacable ‘Locke’ ( Steven Knight, 2013) como en esa joya en forma de miniserie que es ‘Peaky Blinders’ (Steven Knight, 2013).

Es remarcable en lo negativo el contar con un hombre carismático, algo innegable en Statham, y que dicha cualidad sea malgastada entre dilemas morales sin ninguna enjundia y tragos vacíos a botellas de alcohol. Busca remarcar constantemente la precaria situación del protagonista, en exceso, hasta el hastío; cuando ya el espectador es consciente de ello con observar los primeros compases de esta prescindible película. El subrayado acapara gran parte de la cinta y no conozco ningún ejemplo donde la reiteración se convierta en virtud, aquí no es una excepción.

Lo que sí me ha gustado de la cinta es ese aire de nostalgia y pesimismo que le rodea, creo que logra crear una atmósfera muy acertada que la aleja de otras películas similares. Un acierto, para la consecución de este fin, ambientarla en una ciudad tan característica y cinematográfica como Londres (centrándose en los suburbios). Sin restar méritos al experimentado director de fotografía Chris Menges, célebre por su participación en ‘La Misión`(Roland Joffé, 1986) entre otros muchísimos trabajos, que hace uso del contraste entre colores y la presencia de neones que tanto nos retrotraerá a las películas de Nicolas Winding Refn.

El trabajo actoral es correcto, Jason Statham tenía la oportunidad de demostrar que es un buen actor más allá de encarnar a tipos duros. Joey Jones es un personaje que transmite tristeza por no haber superado las barbaridades cometidas en su pasado, es un infeliz que sobrevive como puede y esa faceta la cubre perfectamente Statham. Si no tenemos una actuación memorable por su parte es porque el personaje tampoco tiene ninguna escena que se preste a grandes alardes interpretativos. Sigo, pues, esperando ese papel para Statham que le permita lucirse. Pese a que no me entusiasmen en demasía las películas de acción, es un actor que me gusta.
La actriz coprotagonista, Ágata Buzek, realiza correctamente su papel de monja (aunque ya haya dicho que me parece un personaje absurdo). El problema reside en que su química con Statham es nula.

Para concluir, es una película que recomendaría básicamente a los fans incondicionales de Jason Statham pese a no contener tanta acción. Tiene alguna buena escena, las de acción están muy bien rodadas, y una fotografía destacable. Una película con un endeble guión que acaba con toda posibilidad de que ésta llegue a ser algo más que un olvidable entretenimiento. Con las buenas intenciones no basta.
JLZM
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6
14 de mayo de 2014
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
David Lowery comentaba en una entrevista que una de sus pretensiones era hacer que “la película funcionase como una pieza de música”. Los grandes compositores de música clásica han contado historias a través de sus sinfonías, él quiere hacer sinfonía con la historia que nos cuenta. Quizás con estas declaraciones podemos entender mejor la pericia narrativa que el señor Lowery nos ofrece en ‘Ain´t them bodies saints’. Si peca de algo este neo-western crepuscular, sustentado en el drama y el romance y con reminiscencias al cine de Terrence Malick y Robert Altman, no es precisamente de ser convencional.

El título es una incorrección gramatical, una frase perdida de alguna canción que ya no pertenece a la memoria del director, pero sí lo hacen esa frase y las sensaciones que le transmitieron en su día. A veces lo incorrecto no es más que una excusa, un recuerdo a desarrollar, en forma de película.

Texas, años 70. Bob es un forajido. Tras cuatro años en prisión alejado de su esposa e hija, a la cual no llegó a conocer, decide huir de la cárcel para volver a reunirse con el único vestigio de decencia y humanidad que aún le queda en la vida, su familia. La trama se centra en la odisea de este desesperado hombre por reencontrarse con ellas y en la vida tranquila, aparentemente, de éstas mientras los acontecimientos se suceden.

Pese a tener no tener una duración extensa el ritmo que nos ofrece es bastante lento, siendo una historia concisa y de final cerrado el director aprovecha el tiempo para que la trama quede perfectamente distribuida a través de él, sin estancamientos, con una fluidez plausible. Lo cual tiene mérito, pues su remarcado gusto formal y estético podría haber lastrado esta tarea, haciéndole divagar y ofreciendo un enfoque más abstracto de la historia. Si hubiera pecado de pretenciosidad tenía todos los elementos para torpedear al espectador con un soporífero ladrillo pero, y es esto lo que le diferencia del Malick más reciente, tiene una historia concreta que contarnos y lo hace de manera directa, esa preciosa fotografía y banda sonora con los que cuenta la película están al servicio de un argumento. Sus inquietudes estéticas y artísticas no lastran el conjunto, logra enriquecerlo y sacar de la mundanalidad lo que podría haber sido una historia común. Esos páramos, esos paisajes, son un cómplice más en la huida de Bob; la historia parece mimetizarse con ellos y con la cruda belleza de esa América profunda (que tanto puede recordarnos a los Cohen). Punto a favor del bueno de Lowery.

Ante todo es una historia de amor y sacrificio. Un amor castigado por las circunstancias, por las malas decisiones y por el pasado. La búsqueda de ese amor entre páramos, entre bosques y colinas. La impotencia de ver tu vida y la de los tuyos arrebatadas, saber que tú eres el culpable de ello y no resignarte aunque la sociedad no de segundas oportunidades y aunque, quizás, no las merezcas. En la desesperación el verdadero motor es el amor, el tener a alguien por quien luchar.

En las actuaciones encontramos uno de los puntos débiles de la película. Ben Affleck me parece un error de casting, y es un actor que en otros papeles me ha convencido, pero se muestra demasiado inexpresivo encarnando a Bob; quizás era lo que el personaje requería pero no me transmite nada. Lo poco que me parece rescatable de su actuación es algún que otro monólogo, y más por el contenido del diálogo en sí que por su propia actuación. Su química con Mara es inexistente.
Rooney Mara cumple sin grandes alardes su rol como Ruth, la esposa de Bob, una actuación comedida pero creíble. Es una mujer cuyo único interés es su familia, se muestra fría con toda persona ajena a ella y desconfía de la mayoría. Formaba, también, parte de esa banda de delincuentes que encabezaba su marido antes de entrar en la cárcel.
En general me parecen mejor interpretados los papeles secundarios que los protagonistas ya que, tanto Ben Foster en el papel de Sheriff del pueblo (con una personalidad con múltiples matices), como Keith Carradine están de notable. Sobre todo éste último.

‘Ain´t them bodies Saints’ es una película que empieza cocinándose lentamente, pero desde el segundo tercio el interés va in crescendo para terminar con un final que deja buen sabor de boca. Una película interesante, que le debe más a la labor de su director (y también guionista) que a sus actores; su belleza plástica y su interés en indagar más en la forma que en el contenido le otorgan un toque diferenciador. Sentida y preciosista. Recomendable.
JLZM
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9
15 de julio de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Brandon es un joven y atractivo neoyorquino con casa propia, un buen trabajo y gran éxito con las mujeres. Aun así no todo es idílico, le mueve un consumismo compulsivo de porno, revistas eróticas, prostitutas,... haciendo del sexo la piedra angular de su vida. La repentina aparición de su hermana con la intención de pasar unos días en su casa precipitará una serie de acontecimientos.

El genial Steve McQueen realiza una película en la que se habla del sexo como necesidad primaria y primitiva. El sexo como un impulso irrefrenable, como placer culpable. Pero espero que no se equivoque quien la vea y sepa apreciar más allá del tema central, más allá de algunas escenas; pues sería un error quedarse en la superficie de esta historia. El sexo es un elemento más de ella, pero no el central, pues se utiliza como parche para unas heridas más profundas. Esta película versa sobre un hombre perdido, sumido en un mundo interior que ha catalizado el sexo como único instrumento mediante el cual poder sentirse realizado.
Shame te atraviesa y deja poso, marca como las arrugas en la sábana de su excelente cartel. Arrugas como único testigo de la vergüenza y degradación de una persona insaciable, a la que le es imposible ceder ante impulsos autodestructivos. Es la obsesión de un enfermo al que el placer sólo proporciona sufrimiento.

La relación entre los hermanos y el pasado en común que podemos intuir es la clave de todo, tal y como el personaje de Carey Mulligan afirma "No somos malas personas. Sólo venimos de un mal lugar." .Las circunstancias les han convertido en una antítesis el uno del otro: Brandon valora su privacidad, es solitario y frío. Sissy, en cambio, es cariñosa, espontánea y busca un constante reconocimiento; acude a su hermano en busca de ese apoyo que añora pero se encuentra con un lánguido bastión en el que no puede sujetarse. El frágil mundo de Sissy termina por desmoronarse ante la impasibilidad de Brandon.

Michael Fassbender, más que actuar, vive a su personaje. Es increíble lo que hace, hay escenas en las que nos transmite con su simple postura, consigue que su cuerpo hable por él. Hay una escena en concreto (quien haya visto la película sabrá a cuál me refiero) en la que parece mirarnos directamente y suplicar ayuda, se puede ver el terror en sus ojos, como se transforma su cara pasando del placer al miedo. Un espectáculo. Que no haya estado siquiera nominado al Oscar habla muy mal de estos premios.
Carey Mulligan no baja el nivel de Fassbender, su papel tiende más hacia la ternura. Es una niña adulta, transmitiendo una sensación de desprotección constante (una vez más, Mulligan, encarnando un papel de mujer frágil) que parece intentar paliar con su hermano. Se luce en ese homenaje en forma de escena que McQueen le regala, un plano fijo de su rostro cantando el conocido 'New York, New York'. Una delicia.

De la dirección poco más que añadir en lo visto en otras críticas, McQueen dirige con una valentía admirable. Excelente en los planos secuencias y el uso de diferentes recursos como, por ejemplo, los reflejos deformes de Brandon en diferentes superficies como muestra de lo distorsionada de su realidad.

Cuando la vi terminar me quedé con esa sensación que al menos yo tanto valoro. Esa sensación de no poder quitar ni los créditos, de saber que has visto algo diferente, algo que no se olvida y que permanecerá en tu cabeza durante mucho tiempo. Cine que te enriquece.
JLZM
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7
15 de enero de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La música en la vida de Didier lo era todo hasta que conoció a Elise pero, desde el primer momento en que se conocen y, pese a ser tan diferentes, se entregan por completo el uno al otro. Él es cantante en un grupo de Bluegrass, bohemio y ateo confeso. Ella una mujer muy independiente, tatuada y de arraigadas ideas cristianas. Viven una relación de amor intenso, de sentimientos recíprocos, de miradas y compenetración. La llegada de un embarazo inesperado trastocará sus vidas, enardeciéndolas en un principio para terminar dinamitándolas cuando a su hija le diagnostican cáncer.

Concibo la película como una suerte de ‘Blue Valentine’ (Derek Cianfrance, 2010) europea. Más cruda, intensa y áspera tanto por los derroteros que acaba tomando la relación entre los protagonistas, como por la carga dramática que aporta la enfermedad de la hija. Durante el metraje se nos presentan tres líneas temporales que acaban conformando tres bloques bien diferenciados en la relación de Elise y Didier:
-El pasado. Cuando ambos se conocen, simboliza la plenitud de la pareja. Desde que se conocen hasta la llegada al mundo de su hija. Las ilusiones, los proyectos en común, la sensación de tenerlo todo.
-El presente. La lucha contra el cáncer de su hija y como afecta a la relación. Los cimientos empiezan a resquebrajarse, lo que era idílico se vuelven confrontaciones en esta pareja que empieza a verse superada por la situación.
-Una tercera parte que, a la postre, será la que más atención suscite en el espectador y que se desarrolla con una fuerza y efectividad elogiable. Me reservo sobre esta última parte para no desvelar más detalles de la trama.

La historia sigue un curso no lineal. Utiliza el recurso del flashback para ir dando saltos en el tiempo; proporcionando escenas del feliz pasado que sirven como bálsamo para las duras situaciones que viven en el presente. Algo que el espectador, sin duda, agradece. Eso sí, el abuso de este recurso transmite la sensación inconexa de algunas escenas y se roza el tedio en la primera hora del film. El interés y el ritmo de la película va creciendo conforme avanza.

Los actores principales Veerle Baetens (en el papel de Elise) y Johan Heldenbergh (como Didier) consiguen lo imposible, que te olvides de que están actuando, viven sus papeles, convenciéndote de que estás viendo a personas reales luchando por su hija enferma. Personas con sus contradicciones, cambios de humor, reacciones tanto lógicas como inesperadas y una capacidad de expresión increíble.
Gran fotografía y dirección.

No podemos terminar sin destacar un aspecto esencial en la película: el uso de la música en el film, cantada e interpretada por sus actores. Es el vehículo a través del cual se exterioriza los sentimientos del dúo protagonista, la música country es un personaje más en este melodrama que demuestra que somos presa de los acontecimientos que nos rodean. La estabilidad no depende de nosotros y los bonitos comienzos suelen dar pasos a tristes finales, aún así la esperanza nunca hay que perderla porque la vida nos depara otras alegrías a ritmo de country. Muy recomendable.
JLZM
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