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Críticas de Juan Ignacio
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Críticas 414
Críticas ordenadas por utilidad
6
30 de noviembre de 2017
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Martin Taylor sale de prisión tras cuatro años de condena por un delito financiero. Al poco tiempo su mujer, Emily, sufre una crisis de ansiedad que la lleva a intentar suicidarse. Detrás de todo ello hay tejida una trama difícil de aclarar.

Película de intriga en la que ésta termina decayendo a la vez que surge un thriller bien elaborado, con un guion solvente, pero que resulta ser de menor interés que el que la cinta prometía en un principio. Lo que parecía ser una denuncia a la industria farmacéutica y a sus más que oscuros intereses económicos que ponen en peligro la salud de los pacientes, se transforma en la lucha de un hombre, el psiquiatra que atiende a Emily Taylor, por salvar su reputación puesta en entredicho.

Analizando fríamente este filme se ve que todo en él es correcto, pero quizás sea ese su mayor inconveniente, que todo resulta muy académico, pero que, al mismo tiempo, toda su virtud queda en eso, algo que en este caso destaca aún más al tratarse de un thriller con una base importante de intriga. El guion va siempre en tono ascendente, sin fallos ni fisuras; y la dirección resulta sobria, a la vez que elegante, sin alardes artificiosos para ganarse la atención del espectador, pero tal vez resulte un tanto fría, sin la fuerza necesaria que el argumento reclama. Por otra parte el tramo decisivo parece un tanto precipitado, con demasiada aceleración, como si se quisiese que el público no tuviera tiempo de reflexionar si lo que se le está presentando resulta del todo creíble o no, y tal vez esa sea una tara que a este trabajo se le pueda achacar, que la malla tejida, al igual que su resolución, sufren cierta carencia de verosimilitud.
Juan Ignacio
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8
29 de octubre de 2017
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Emad y Rana forman un joven matrimonio, ambos actores, que reside en Teherán. Después de resquebrajarse el edificio donde viven se trasladan de alquiler al que les proporciona un amigo; allí, tras una desgraciada doble confusión, tanto por parte de Rana como de su agresor, ella es atacada, se supone que sexualmente, mientras está en la ducha.

'El viajante', a su comienzo, tras mostrar el escenario del teatro donde se está representando la obra 'Muerte de un viajante', en la que trabaja la pareja protagonista como Willy Logan y su mujer Linda, respectivamente, nos presenta una alegoría sobre lo nuevo que acaba con lo viejo, aunque el resultado, por lo menos a veces, no sea el esperado; dicha metáfora puede hacer referencia a la vida en Irán, pero también se puede extender a todo el mundo; este filme muestra la cotidianidad y la forma de ser actual de este país asiático, pero su esencia puede verse de forma universal, pues, en el fondo, no estamos ante la descripción de un suceso local, sino de diversos aspectos de la condición humana.

El espectador, a través del guion (bueno, pero con algún apartado que cuesta creer), y la brillante dirección de Farhadi, asiste, desde un estilo costumbrista, sin efectismos artificiosos, lo que causa mayor impresión en aquel y le da mayor valor al producto, a la tribulación de Emad que no sabe como salir de la situación en la que le ha colocado el ataque a su mujer, dentro de un entorno machista que le somete a una presión más elevada aún que la que ya padece de por sí con el sufrimiento de Rana, y que le llevará a encontrar una solución en la que el afán de venganza anula al de justicia, llegando a perder la razón. Del mismo modo, se muestra la difícil situación de la mujer en esa sociedad dominada por la figura del hombre, en la cual, a pesar de ser la víctima, parece no tener nada que decir ni decidir sobre la desdicha sufrida, aunque en este caso el personaje femenino protagonista terminará imponiendo su verdadera personalidad, su dignidad de ser humano.

La similitud entre la realidad expuesta con la ficción de la obra representada, el gran drama del vendedor creado por Arthur Miller, se dará en la figura del agresor, poniendo el acento en la doble moral del padre de familia, algo que no es propio ni de un país ni de una cultura en concreto, sino que se da en cualquier lugar, de la misma manera que la obra teatral, de fondo absolutamente estadounidense de mediados del siglo XX, puede ser comprendida por un público tan diferente como el actual iraní.

Por último destacar la labor interpretativa de todo el elenco, tanto en los papeles principales de la pareja protagonista como en los secundarios, que es excelente.
Juan Ignacio
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7
8 de agosto de 2017
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En Quebec, dos hermanos gemelos, Jeanne y Simon, se presentan ante el notario que ejerce de albacea testamentario de su madre cuando esta acaba de morir. En ese momento se enteran de la existencia de su padre y de un hermano. El notario les hace entrega de un sobre a cada uno de ellos, a ella, el dirigido al padre; a él el dirigido al hermano. Todavía queda un tercer sobre que se habrá de hacer llegar a su destinatario cuando se haga la entrega de los dos anteriores. De esa manera, en principio solo para Jeanne, su hermano no se quiere trasladar hasta Líbano (lugar de nacimiento de su madre), comienza un descenso al mundo trágico y despiadado de la guerra civil libanesa y al núcleo de su propia existencia.

El director, Denis Villeneuve, quebequés al igual que Wajdi Mouhawad, el autor de la obra de teatro de la que se ha extraído el guion del film, trama una compleja historia en la que en un viaje al pasado, repleto de continuos flashbacks, se hace viajar al espectador por una variada cantidad de temas, todos ligados entre sí, tan difíciles de desanudar como lo fue la propia situación vivida en el pequeño país libanés durante su guerra civil, desde 1975 hasta 1990. Guerra, devastación, inquina entre vecinos de distintas religiones, brutalidades cometidas contra civiles e incluso familiares y, entre todo ello, amor y odio producido por violaciones continuas a una mujer cuyas consecuencias llegan a los jóvenes protagonistas de esta historia hasta su punto final en su origen de partida, Quebec.

Buena y desasosegante película que contiene un guion mejor que la dirección (hay sucesos que no se terminan de explicar bien, y la edad de los protagonistas no coincide del todo con el tiempo transcurrido durante las vicisitudes del personaje de su madre), con gran interpretación en sus papeles principales femeninos y cierto regusto de tragedia griega, sobre todo en el papel de la madre y la espiral que cierra sobre sí misma el destino de los hermanos.
Juan Ignacio
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7
22 de julio de 2017
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Década de los años 30 del siglo pasado. Corea vive bajo dominación japonesa. Una joven muchacha, Sookee, carterista, hija de madre carterista, que pagó con la horca su actividad, es introducida por el hijo de la mujer que la acogió al quedar huérfana (madre e hijo también ladrones, él, además, falsificador de antigüedades, en la enorme mansión de un hombre, ya mayor, coreano, pero decidido a ser japonés para alcanzar mayor prestigio social en su dominado país), con la intención de que haga inclinar la voluntad de la sobrina, la japonesa Hideko, del señor de la casa, mujer joven y bella, para que el mentor de Sookee la pueda seducir, simulando una noble identidad, antes de que su tío se case con ella para quedarse con su elevada fortuna.

Park Chan-wook dirige esta película basada en la novela 'Fingersmith', de Sarah Waters, trasladando la acción desde la Inglaterra victoriana a la Corea de los años 30. Dividida en tres partes, con una narración no lineal, introduciendo elementos nuevos en secuencias que ya se habían presentado con anterioridad, algo que no es extraño en el cine de este director, quien hace un gran ejercicio de estilo detrás de la cámara, por ejemplo, sus largos travellings; y aprovecha todo elemento artístico, vestuario y decoración, sobre todo, a su mano para crear una obra de preciosista contenido visual.

Casi nada es lo que parece en este filme, al menos ese es el juego que se plantea al espectador, a quien, durante la segunda parte de las tres en la que está dividida la película, se le trata de sorprender y despistar sobre aquello que haya creído entender en la primera, si bien, entre tanto artificio que va apareciendo sin descanso, se puede vislumbrar por dónde va a definirse la situación; si se conoce a Sarah Waters no hay ni que esperar a la segunda parte. Especie de cuento gótico, erótico (esta parte para las mujeres) y lascivo (esta para los personajes masculinos, no hay que olvidar en ningún momento la personalidad de la autora de la novela que sirve de base al guion), con su dosis de comicidad, macabra principalmente. Para consumo interno coreano está la crítica a la parte de sociedad de aquel país que no solo no hizo nada para deshacerse del yugo imperialista japonés, sino que hizo todo lo posible por asimilarlo.
Juan Ignacio
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10
27 de junio de 2017
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13 de Mayo de 1630. Hanshiro Tsugumo, antiguo samurái, llega al castillo del clan Iyi con la intención de hacerse el harakiri y encontrar un padrino para completar el suicidio con la ceremonia del sepuku . Los once años de paz bajo el poder del shogun Tukugawa han hecho que numerosos clanes de señores feudales hayan sido disueltos, como el de Geishu, para el que trabajaba, lo que ha abocado a la miseria a los antiguos guerreros; los más honorables buscan el final adecuado a su condición, otros tan solo utilizan el falso deseo de morir con el honor de un samurái para obtener una limosna con la que subsistir un poco más. Al no estar presentes ninguno de los tres hombres del clan Iyi que Tsugumo propone como padrinos éste comienza a relatar su historia...

Película de Masaki Kobayashi, director muy prolífico, pero no demasiado conocido fuera de su país, al menos no tanto como Kurosawa, Mizoguchi, Ozu o Ichikawa, si bien todo el cine que ha Occidente ha llegado de él demuestra que fue un gran maestro. Con guion de Shinobu Hashimoto (guionista, director y productor cinematográfico, colaborador habitual de Akira Kurosawa), basado en una novela de Yasuhiku Takiguchi, Kobayashi lleva a la gran pantalla una tragedia en la que se nos habla, principalmente, del HONOR (creo que en este caso es preciso escribirlo con mayúsculas) y contra la impostura de este por parte de quienes ostentan el poder, pero no deja de lado por ello, es más, los une a lo anterior, otros deberes y razones del ser humano, como el amor a la familia y la amistad. El maestro Kobayashi, con un estilo pausado, muy cercano al del teatro kabuki, no solo en la puesta en escena, sino también por el perfecto uso que hace, recalcando la acción de cada escena que lo requiere, de la música tradicional, compuesta aquí por Toru Takemitsu (prestigioso compositor tanto de música clásica occidental como de tradicional japonesa e incluso electroacústica, que compuso cerca de cien bandas sonoras para películas, entre ellas las de 'Ran', de Akira Kurosawa y 'Black Rain', de Ridley Scott), consigue crear una auténtica obra maestra con similar estilo épico al de Kurosawa utilizado en filmes de este género.

'Harakiri' compone un todo que no tiene desperdicio, siendo completa en su majestuosidad, de la que también forma parte la interpretación de Tatsuya Nakadai, uno de los actores vivos más laureados y mejor considerados de Japón; Nakadai trabajó mucho con Kobayashi, así como con Kurosawa e Ichikawa.
Juan Ignacio
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