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España España · Madrid
Críticas de Feisal
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Críticas 51
Críticas ordenadas por utilidad
6
7 de agosto de 2008
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jonathan Demme aún está lejos de la forma que exhibió a comienzos de los 90, cuando filmó cosas como "El silencio de los corderos" o "Philadelphia", pero esta película, y el excelente documental que realizó sobre Neil Young le han devuelto parte del crédito perdido. Tras el horroroso remake que realizó de "Charada" (sí, aquella cosa con Mark Walhberg), Demme aprueba con esta correcta película, remake del clásico de Frankenheimer con el mismo nombre. La película deja un sabor de boca agridulce, pues si bien la intriga está razonadamente bien trenzada, y los actores cumplen sobradamente (con una pérfida y manipuladora Meryl Streep al frente), existen demasiados detalles efectistas y exageraciones que lastran el filme (esas imágenes de Liev Schreiber "hipnotizado", cumpliendo las órdenes de su madre; o ese Denzel Washington sin saber dónde está). Buenas apariciones de Jon Voight y Bruno Ganz para un filme con clara vocación de denuncia contra las oscuras estrategias políticas para llevar a un candidato a la Casa Blanca, denuncia que acaba convirtiéndose en demasiado fantástica y un poco retorcida y cogida con pinzas. Interesante, no más.
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Feisal
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7
3 de marzo de 2009
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas veces se encontrará Tim Burton con una historia en la que su estilo particular pueda dar más de sí. Ese goticismo salvaje recubierto por un lirismo y romanticismo melancólico, seña de identidad de muchas de las mejores obras de su filmografía; era sencillamente perfecto para adaptar al cine algo como el maravillosamente tétrico musical de Stephen Sondheim. Así, solo era cuestión de tiempo que obra y autor se encontraran. Estoy casi seguro que, con el argumento basado en la leyenda londinense del barbero Benjamin Barker que, tras ser apartado de su mujer e hija por un malvado juez, se convierte en el vengativo y melancólico Sweeney Todd; más los nombres del mismo Tim Burton y su fetiche Johnny Depp, pocos creían que el proyecto pudiera fracasar. Así, con una carrera sólida a sus espaldas, Burton adapta comodísimamente y con su maestría habitual, el tenebroso musical de Sondheim. Sus barrocas e imaginativas imágenes, ayudadas por una fotografía fría y grisácea que le viene al pelo a la historia, engarzan las actuaciones musicales de unos actores en estado de gracia, con un Johnny Depp sencillamente espectacular y una Helena Bonham-Carter magnífica. Tampoco es que deslumbren con su potente voz, porque ninguno de los dos han cantado antes, pero cumplen con sobrada solvencia, y no chirrían como sí le pasaban a otros actores que se atrevieron con el musical (léase Richard Gere en "Chicago"). Alan Rickman cumple como siempre con su malvado hieratismo, y Timothy Spall cumple sin más. Lástima de Jamie Campbell Bower, que no da tanto la talla, y paga un poco la novatada. La historia de amor que tiene con Johanna es, quizá, lo más flojo de la película, y rompe un poco el trepidante ritmo que marca Depp con sus venganzas. Por lo demás, un final quizá demasiado precipitado, pero no obstante, trágico y hermoso a partes iguales.

Estupendo musical, bello y gótico, como no podía ser de otra manera, que ni se hace pesado ni lacrimógeno, y que tampoco escatima su ración de imágenes sangrientas. Otro triunfo de Tim Burton.
Feisal
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9
10 de noviembre de 2008
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Christopher Nolan se está convirtiendo por méritos propios en uno de los mejores cineastas de la actualidad. A una capacidad increíble para adaptar historias intrigantes y oscuras, con argumentos laberínticos y complejos, se le suma su indudable talento para lograr una puesta en escena que una y que compacte todas los hilos argumentales que nos cuenta. Ya lo vimos en "Memento", película rara, extraña, que juega con el espectador que se atreva a participar en el juego, y que deja sensación de desconcierto, de no saber muy bien si lo que ve es verdad o no. Lo clavó en "Insomnio", devolvió la dignidad al personaje de Batman con su estupenda "Batman Begins", y más tarde lo elevó a los altares del cine, hasta donde nunca había llegado, con "El caballero oscuro". La película que nos ocupa tiene más rasgos "mementianos" que ninguna otra. Es una película-matrioska, una película que al igual que las muñecas rusas, contiene varios argumentos, varias lecturas, que van apareciendo una dentro de otra, y ésta dentro de otra, etc. La película, narrativamente, es un puro truco de ilusionismo, un juego de cartas, un número de magia. Aunque en su esencia contiene una de las historias de rivalidades malsanas más apasionantes que un servidor haya visto jamás (ayudado por unas perfectas interpretaciones de Hugh Jackman y Christian Bale), esa historia permite a Nolan saltar continuamente de un hilo a otro, como un trapecista. Desde la historia contada por Jackman hasta la historia contada por Bale, hasta la historia contada por Cutter, el personaje de Michael Caine... desde el pasado al presente para volver al pasado... todos estos "saltos", que a otro cineasta se le habrían ido de las manos, mantienen un ritmo ascendente hasta que al final todas las historias acaban convirtiéndose en una sola, y todos los hilos, en uno solo: la matrioska final, la que ya no se abre. Sí es verdad que el truco final acaba siendo un pelín efectista y fantasioso, pero qué rayos. El verdadero misterio y truco de magia es cómo Nolan nos deja boquiabiertos por la forma de contarnos esa lucha obsesiva (física y psicológica) entre los dos magos, que destruyen todo lo que tienen a su alrededor (amores, amistades), incluídos ellos mismos, por superarse en todo. Al final, acaba venciendo uno, pero a un precio muy alto. Por otro lado, perfecta fotografía tenebrista de Wally Pfister, habitual de Nolan, que sumerge a toda la película en un permanente tono semi-siniestro muy apropiado. Magnífico Michael Caine, ajustando cuentas al final, espléndida una descubierta Rebecca Hall (luego vendría Woody Allen), testimonial el papelito de Scarlett y atención a las apariciones de un Andy Serkis post-Señor de los Anillos, y un David Bowie curioso e irreconocible.
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Feisal
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10
8 de septiembre de 2005
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy buena adaptación de la novela del gran Miguel Delibes, retratando a la perfección la dureza de la vida rural, y el abuso de los poderosos a los débiles. Rabal y Landa están por encima de las estrellas. Recuerdo especialmente el "milana bonita" de Rabal, que es capaz de emocionar hasta a un ladrillo.
Feisal
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7
4 de abril de 2010
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película a película, sin hacer demasiado ruido, David Fincher se está labrando una carrera más que prestigiosa, en la que ninguna película sobra, y prácticamente todas ellas son ejercicios de auténtico maestro a la hora de crear atmósferas e historias que encajen como un guante en esas atmósferas. Algunas de ellas, como "Seven", "Zodiac" o "El curioso caso de Benjamin Button" rozan la maravilla y la perfección, y ninguna se parece a las otras. Por eso, no deja de ser curioso que el debut de Fincher en la dirección fuera en medio de una de las sagas más famosas del cine, la del oscuro asesino espacial que surgiera de la enfermiza imaginación de H.R. Giger y de la poderosa inventiva visual de un Ridley Scott en su apogeo (su "Alien" llegó tras "Los duelistas" y antes de "Blade Runner", nada menos). En 1992 la saga no parecía que tuviera nada más que ofrecer, tras ese brillante espectáculo de acción espacial que el mejor James Cameron ochentero nos ofreció en la continuación de la obra maestra de Scott. Es evidente, claro está, que los productores de la Fox querían seguir estrujando a la gallina de los huevos de oro de la saga, de modo que, tras tantear a varios directores (Renny Harlin entre ellos), Fincher se encontró al frente de la nueva entrega. Un Fincher que, como se vio después, tenía un universo personal, un estilo visual nuevo que podía encajar perfectamente en el universo Alien. El director se entregó a fondo, y con el beneplácito de la protagonista y a la vez productora, Sigourney Weaver, tomó la continuación de la historia, donde Ripley y los supervivientes de la película anterior partían al espacio en estado de hibernación, y los hizo estrellarse en un oscuro planeta inhóspito, sede de una cárcel de máxima seguridad donde los presos más peligrosos pululaban por oscuros corredores, entregados a la extracción de mineral, y únicamente controlados por un capataz autoritario y una especie de líder religioso. Semejante argumento daba pie a que Fincher desplegara su posteriormente demostrada querencia por las atmósferas opresivas, decadentes y casi asfixiantes, reflejos de una misma sociedad o grupo humano igualmente decadente y asfixiante. Esto lo llevaría al infinito con "Seven", pero aquí ya mostraba parte de sus cartas utilizando esa cárcel y a ese grupo de violadores y asesinos rapados, jadeantes por ver a una mujer después de años y desquiciados por las soflamas religiosas de su profeta, para mantener un continuo estado de tensión latente y de peligros tras cada esquina. Hasta el único personaje aparentemente amable, como es el del médico interpretado estupendamente por el actor británico Charles Dance, tiene un lado inquietante.

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Feisal
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