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España España · Gijón
Críticas de Loberto
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Críticas 49
Críticas ordenadas por utilidad
5
3 de octubre de 2006
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película como "M:I-3" no debería valorarse en torno a lo exagerado de sus escenas. Desde luego, no podemos esperar aquí un thriller de Tom Clancy, sino una búsqueda constante por asombrar al espectador. La pena es que no hay muchos argumentos para dejar boquiabierta a la concurrencia, a menos que abramos la boca para que el sonido no pueda reventarnos los tímpanos.

Y es que da la impresión de que el cine va a sustituir a aviones, martillos neumáticos, discotecas y macroconciertos en las causas más probables de pérdida de audición. En este caso, las aventuras de Ethan Hunt (Tom Cruise) bien merecen que el abuelo se baje el sonotone. De todas formas, tampoco es que los diálogos merezcan mayor atención.

Los ojos salen algo mejor parados, pero tampoco mucho, la verdad. La cámara lenta y los tiroteos a dos manos son sustituidos por la acción "moderna", entendiéndose este término en el sentido tan frecuente últimamente de mucho movimiento y bastante confusión. Aún así, uno más o menos se entera de lo que pasa en pantalla, que eso ya es bastante, y también hay escenas bien construidas donde J. J. Abrams saca provecho de los momentos de tensión (sirva como ejemplo el prólogo, tremendamente intenso).

Las interpretaciones no son excesivamente destacables: Tom Cruise demuestra que está en una perfecta forma física; Philip Seymour Hoffman es el malo, y hace lo que puede con un personaje tan unidimensional; y los demás, pues bueno, por ahí están. Maggie Q también llama la atención en alguna que otra escena (los que la vean sabrán por qué).

Como decía, no es muy importante que sean creíbles las acrobacias de Hunt, y los responsables de "M:I-3" han debido de pensar lo mismo, porque lo único que yo eché en falta es que Tom Cruise se subiera a un misil en movimiento. Lo que sí resulta increíble es que unos agentes secretos cometan torpezas como mostrar su rostro al malo mientras le interrogan, o, aún peor, usar su verdadero nombre alegremente: como esas, ni las que le ponían a Felipe II, oiga. Luego pasa lo que pasa.

Lo peor, con todo, es la manía de hacer las pelis de más de dos horas, cuando todo podría resolverse en bastante menos tiempo. Sobre todo cuando está a prueba constante la capacidad auditiva humana. Dentro de nada, en vez de la calificación por edades, la calificación de las películas vendrá en la escala de Ritcher.
Loberto
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1
23 de enero de 2007
8 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé qué traerá este año entrante en cuanto a cine de terror, pero a poco que se esfuercen, va a ser difícil encontrar un producto tan dañino para los sentidos como este supuesto origen de las aventuras de Caradecuero (o Leatherface, que queda más glamouroso). Posiblemente, con contratar a un par de chimpancés para escribir el guión ya lo solucionen.

Digo "supuesto origen" porque lo único que nos muestran sobre dicho origen es su nacimiento como bebé inmundo y repulsivo. En los títulos de crédito nos dan a entender que el tipo tiene problemas mentales graves (todo un descubrimiento a estas alturas), y ya está. Nadie espera un tratado filosófico sobre esta familia de sádicos caníbales, claro, pero justificarlo todo en un abandono post-natal y en el cierre de un matadero tiene tela. Es más, da auténtica vergüenza comprobar como el guionista, en caso de existir, ha metido la motosierra, etiqueta identificativa de Leatherface, con calzador.

Aunque no es lo más grave ni lo más incoherente del guión, claro. Enseguida pasamos a ver como las dos parejas de turno van a ser mutilados/torturados/masacrados de la forma más brutal, sangrienta y sórdida posible. Porque si en algo se han esmerado, es en que todo lo que aparece en pantalla sea desagradable, no sólo por los filtros de colores usados y la profusión de sangre y vísceras, sino por la forma de filmarlo todo: mucha cámara al hombro, mucho plano corto, mucho desenfocado de la imagen, mucha vista subjetiva, y sobre todo, mucha oscuridad, que da mucho miedo.

Los actores son lo que se espera de ellos: Caradecuero (Andrew Bryniarski), grande; R. Lee Ermey, haciendo de sargento Hartman una vez más; y las víctimas, capaces de chillar, correr y sangrar. Si a todo esto le sumamos un final lamentable, y unos 90 minutos que parecen 90 días, la cosa está clara: alejarse de "La matanza de Texas: el origen" tanto o más que si nos encontrásemos al mismísimo Leatherface haciendo auto-stop. Avisados quedan.
Loberto
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9
18 de febrero de 2007
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poco después del estreno de “Banderas de nuestros padres” llega “Cartas desde Iwo Jima”, rodada casi en su totalidad en la lengua original de los protagonistas, el japonés, al más puro estilo de Mel Gibson. Sin embargo, más que una búsqueda de realismo, yo creo que es una elección lógica, puesto que las inflexiones de voz, la forma de expresarse, y en definitiva, la carga emocional del idioma nipón es prácticamente imposible de adaptar a otra lengua sin perder credibilidad.

“Cartas desde Iwo Jima” se centra de nuevo en la batalla en la isla de Iwo Jima, aunque esta vez la historia se centra en el bando japonés, al mando del general Tadamichi Kuribayashi (Ken Watanabe), desde su llegada a la isla, hasta que el último soldado japonés cae.

Hay que decir que Eastwood presenta una película radicalmente distinta a “Banderas…”. Si en aquélla veíamos las secuelas que había dejado la batalla en los soldados, en ésta vemos el día a día de los mismos. Si en “Banderas…” asistíamos a espectaculares secuencias de combates, en “Cartas…” sirven únicamente como contexto del drama. Si la “americana” no dejaba un segundo de respiro, el ritmo de la “japonesa” es pausado, relajado, como el de la calma que precede a la tormenta.

Eastwood se toma su tiempo con los personajes: cada uno tiene su historia detrás, sus circunstancias, sus porqués. Por esa tranquilidad que despiden las imágenes es precisamente por lo que cada estallido de violencia sobrecoge más que cuando se está constantemente envuelto en tiros y bombas. Si hubiese que describir "Cartas..." con una palabra, esa es "cruda": no sólo por lo explícito de la violencia, sino por el tremendo drama que representa ir a una batalla a sabiendas de que no hay esperanza.

A decir verdad, no sabemos si lo que Eastwood, Yamashita y Haggis cuentan es verídico o no; tampoco conocemos el final auténtico de Kuribayashi, o de los otros soldados caídos, pero realmente poco importa: por lo que llegamos a conocer de los personajes, es perfectamente posible que así fuese.

Además, “Cartas…” está plagada de secuencias emocionantes: los suicidios de los soldados, las lágrimas contenidas de Saigo cuando habla con el general, la carta que porta el soldado americano capturado… Eastwood, apoyándose en una fotografía excelente, y en unas interpretaciones magníficas, sabe llegar al espectador con sus personajes, y tocar la fibra sensible sin caer en el sentimentalismo barato.

El tiempo dirá si “Cartas desde Iwo Jima” es una obra maestra o no. Yo sólo puedo decir que posiblemente sea la mejor película del año, y que está a la altura de otras magnas películas del veterano realizador, como “Sin Perdón” o “Million Dollar Baby”. Si hay justicia en los Oscar, Eastwood volverá a levantar una estatuilla. Con razón. Kurosawa la hubiera firmado.
Loberto
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2
9 de octubre de 2006
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sinceramente, creo que con los mimbres de esta historia, debería haber salido algo bastante más decente que lo que nos ofrece Simon West. A saber: canguro adolescente completamente aislada en una casa de tamaño descomunal y una decoración que hace que la de "13 fantasmas" parezca pensada por teletubbies, y que se ve acosada telefónicamente por el "extraño" al que hace referencia el título.

Digo yo que alguien con un poco de maña podría haber conseguido un thriller medianamente digno, pero este no es el caso. La cinta se resume en llamada, golpe de volumen (cuando aparece el gato o sencillamente, nada), y a esperar que el invento de Meucci (y no de Graham Bell) vuelva a hacer de las suyas. Hora y media así acaba con los nervios de cualquiera, pero no de la tensión, sino del aburrimiento.

Todo el peso de la peli recae en Camilla Belle, que no es que lo haga demasiado bien. Por cierto, debe ser la primera canguro de la historia que tarda una hora en ir a visitar a los niños. Debe ser cosa de los tiempos que vivimos. Además, a pesar de que la situación debería inquietarle, parece más preocupada porque una de sus amigas le de el teléfono de la mansión a su novio, que de que haya un psicópata observándola. Si algo sorprende de la historia, es la cantidad de cosas que hace ella para que todo vaya de mal en peor, como salir de la casa a la ligera, o meterse en los sitios más complicados posibles.

Entre las muchas cosas que sobran de la peli, es el prólogo y el epílogo. El primero, porque poco o nada aporta al desarrollo del film; y el segundo, porque lo hemos visto en infinidad de ocasiones, y mejor hecho. Los demás personajes tienen la importancia de una patata, con la desventaja de que a ellos no se les puede comer. El malo es tema aparte: los que jueguen a hacer de Sherlock Holmes se van a llevar un chasco, y de los gordos. Quien avisa no es traidor.

La dirección también está a la altura, y se limita a colocar la cámara con la chica en un extremo para que parezca que por el otro puede aparecer el malo. Ah, sí, también hay alguna cámara lenta e incluso algún contrapicado, para que no falte de nada. En fin, que lo más aterrador de todo es, sin duda, las facturas de teléfono de la chica. Vaya tela.
Loberto
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6
5 de septiembre de 2006
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde hace un tiempo a esta parte, nos llegan películas en las que un señor se lía la manta a la cabeza y decide ser guionista, productor, actor, montador y compositor, todo en uno. Uno de estos casos es el de Shane Carruth, que muy posiblemente se encargase también de hacer la colada, e incluso del catering para sus amiguetes.

Es cierto que eso no tiene por qué ser malo, aunque ejemplos como "Malevolence" o "El Mexicano" apunten hacia lo contrario con energía, pero tampoco es garantía de obtener una obra de calidad. Sobre todo, si tú eres el único que sabe lo que está sucediendo en la película.

Es cierto que se adivina una intensa planificación de cada escena, y que el aspecto feote, de pseudo-documental, atraerá a mucha gente, pero la información está tan dosificada, y la línea temporal es tan confusa (algo evidentemente hecho a propósito, no sea que se entienda a la primera), que a la mínima de cambio, el espectador que se desconecte un femtosegundo, posiblemente ya no vuelva a engancharse más, como un ciclista haciendo la goma en una etapa alpina.

Películas como "Memento" o "El Sexto Sentido" juegan con el doble sentido de lo que muestran en pantalla, y pueden requerir un nuevo visionado, pero en el fondo, son películas clásicas en su guión y desarrollo, y por eso sorprenden y asombran a partes iguales. Sin embargo, "Primer" con lo que juega es con el montaje y los giros argumentales, de forma que al final uno tiene la sensación desazonante de que le han hurtado alguna parte importante del film, o alguna parte importante de un hemisferio cerebral, que uno nunca sabe.

En resumen, una película que gustará o no, pero que difícilmente dejará indiferente a alguien, aunque sólo sea por las interrogantes que un viaje en el tiempo plantea. Quizá un día salga una edición en dvd donde Carruth explique todo lo que quería decir, o con algún final alternativo. O mejor dicho, con infinitos finales alternativos.
Loberto
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