Sorogoyen se postuló en sus últimas (o primeras) películas como uno de los directores punteros de la actualidad cinematográfica española, llegando a mezclar con acierto y sensibilidad elementos que conforman los intereses y las preocupaciones del hombre actual y su búsqueda de un futuro mejor, o al menos, distinto.
Aquí encaja piezas de un género en desuso pero presentes en el entorno en el que quiere moverse y plantear lo que ya plantearon otros en el cine clásico del oeste que alcanzó su plenitud en los 50: el forastero que huye en búsqueda de su oportunidad de cambio, el nativo atrapado en un mundo que no ha elegido y que busca escapar. Ante estas premisas el conflicto será evidente cuando se presenta una oportunidad que ponga de manifiesto la necesidad de unión que no puede existir ante los intereses contrapuestos. De fondo: el entorno, el mundo actual, el negocio, el ecologismo, la búsqueda del bienestar en la huida de lo conocido, el quijotismo, el romanticismo, las relaciones padres - hijos.
Muchos matices, algunos diálogos realmente brillantes y algunos no tanto. Muy buenas actuaciones: brillante Luis Zahera y Diego Anido. En resumen buena película que en su debe, tiene determinadas secuencias, que a mi modo de ver, no llegan al mismo nivel y que debilitan un tanto el relato que, por planteamiento, y desarrollo prometía más de lo que consigue.
Flojea sobre todo en determinadas motivaciones de los personajes que no llegan a quedar claros del todo y que difuminan el mensaje que en determinados momentos alcanza un nivel sobresaliente.

Carlos Vermut puso el listón muy alto con Magical Girl y lo mantiene, quizás no tan alto, pero sigue siendo un director con historias que contar.
Quizás se centra más en esteticismos (recuerda un tanto a Almodóvar en algunos planos) y menos en la trama que se muestra de forma un tanto misteriosa pero que se desvela abiertamente en un momento dado, sin ir poco a poco sugiriendo con lo que, quizás, la película habría ganado.
La mitificación de la diva y su realidad humana es algo que se ha afrontado en muchas ocasiones pero aquí (uno de los aciertos de la película), se aporta algo más, y se enriquece con otros aspectos que humanizan la historia. Y con 'humanizar' me refiero a aquello que eleva al ser humano por encima de otros seres, pero también a aquello que le pone en un nivel más bajo: Las relaciones madre hija aquí llevadas a extremos, la debilidad y la huida de la realidad y el refugio en aquello que consideramos una salvación fuera de lo mísero de una existencia vacía, las relaciones de dependencia y la falsa amistad, el talento, la falta de él, el éxito.
Todo ello forma un puzle Vermut poco a poco, va componiendo, como ya he dicho, en algún momento abandona lo sugerido por lo evidenciado y ahí quizás pierde un poco.
No obstante se trata de una película notable de un director notable, a veces brillante.

Tiene mérito el hacer un musical romántico en una época en la que arrasan en taquilla superhéroes enmallados
con déficit de pulsiones sexuales. La La Land es de esas películas que te pintan una sonrisa en la cara y recuperan el espíritu de lo que siempre fue Hollywood hasta que la reiteración y el no saber como dar otra vuelta de tuerca hiciese que determinados géneros perdieran fuerza ante el auge de otros nuevos.
Sin embargo a veces descubres en el fondo de algún cajón perdido, aquel reloj viejo que te acompañó en otros tiempos y que guarda aún la marca de tu muñeca en la correa, le das cuerda y oh funciona. Esa es la sensación que tuve con esta película la de descubrir que las viejas fórmulas funcionan y además, llevadas a la actualidad, parezcan más ¿modernas?. Y es que quizás la nostalgia hace que lo que otrora era tedioso actualmente sea rompedor.

No cabe duda de que no es tan rompedora como pudo serlo 'The Artist' en su momento, no busca la perfección artística y musical, quizás es lo que le falta para ser un musical perfecto, el que la banda sonora sea tan rompedora como West Side History. No creo que lo pretenda tampoco. Los actores son anto todo eso: actores que bailan con soltura, no bailarines que actúan y tienen un número musical epatante en el que demuestran sus cualidades como bailarines o cantantes. La música aunque cumple y encaja perfectamente en la trama, no es de que salgas del cine tarareándola y deseando volvera a escuchar.

La película se centra más en la historia de amor, en la persecución de los sueños de cada uno, en como, a veces, no ves que es lo verdaderamente importante y, por ello, puedes acabar perdiéndolo. Tambien va de 'lo que pudo haber sido y nunca podrá ser' (magnífico travelling argumental al pasado ficticio que le da una vuelta más al romanticismo y a la nostalgia. Motores que dan vida a la película). En definitiva, nada demasiado, profundo, ni demasiado trágico, pero cuando te lo envuelven bien, y te convencen te hacen soñar y soñar es gratis. Bueno en este caso no tanto, 8,90 euros, que visto lo ya visto, en este caso se pagan con agrado.

El director: conjuga perfectamente el encanto del musical, la nostalgia del cine clásico, de los estudios, la dura
vida del actor, de los castings, de las fiestas, etc.. con la historia de amor, con la fase del enamoramiento, el
apoyo mutuo, el distanciamiento, la separación y el final ¿feliz? (en la zona spoiler). Quizás por eso aunque lleven el móvil y conduzcan coches japoneses hibridos, visten con zapatos de los años 50, ella vestidos con vuelo y él traje ceñido un tanto anacrónicos para la época actual.

Los actores: magníficos ambos. Emma Stone perfecta como cenicienta - camarera - actriz ninguneada de castigs, y como pareja desengañada. Ryan Gosling perfecto en el papel que galán sarcástico, soñador, y mitómano del jazz.

El western como género siempre ha estado muy vigente en el cine y esto es porque sin duda consigue despertar en el espectador instintos y sentimientos que están adormecidos en el urbanita que acude a las salas a dejarse embriagar con historias de épica, acción, justicia, heroismo, redención etc ... que se encuentran adormecidas en la sociedad actual.

Han cambido mucho las cosas en Texas en los últimos 150 años, pero el carácter esencial de la vida en el oeste pervive. Ahora no hay conflictos entre los comanches y los colonos por la tierra, los comanches forman parte de la policía y los que se apropian ahora de la tierra son los banqueros con déficit de escrúpulos, no hay bisontes pastando en las llanuras, 'pastan' los pozos petrolíferos que extraen el alimento de los nuevos caballos con ruedas, la gente no va a caballo por la calle, o si, pero los caballos ahora tienen cómodos asientos, son más rápidos y recorren mayores distancias.

Por lo demás, parece que el carácter texano del hombre blanco, no ha cambiado demasiado, van armados hasta las cejas y ante el más mínimo conflicto no dudan en esparcir el plomo con tal de poner las cosas en orden, o mejor dicho, en 'su orden'. Las leyes se hacen en los parlamentos pero no siempre defienden al pobre que, en este caso, aplica su propia justicia y roba al rico embaucador para recuperar lo que le habían robado previamente. ¿Hay algo más texano?, se pregunta el abogado cómplice de los hermanos forajidos atracadores con causa.

Hay mucho más en esta película. La familia como motor de los actos de todos los personajes, la redención de la culpa, la amistad, la vejez. Son muchas historias dentro de una corta película. Lo mejor: los diálogos, las cortas escenas que van definiendo los personajes ('dentro de 50 años estarás en el asilo te acordarás de mi y sonreirás'), su situación, su punto de vista ante la vida y sus motivaciones: El divorciado que se rebela contra la injusticia legal que ha cometido el banco con su madre y tira de su hermano ex-convicto para recuperar la propiedad del rancho familiar y dejárselo a sus hijos y éste se embarca en la aventura aún a sabiendas de que no tiene tanto que ganar, quizá tampoco mucho que perder, pero lo hace por su hermano. El policía viudo de ácido sentido del humor que al borde de la jubilación se implica en el que podría ser su último caso sin importarle el riesgo que corre quizá porque el futuro de jubilado ocioso pesa como una losa sobre sus pensamientos.

Hay escenas propias de los western con grandes paisajes vestidos de una gran banda sonora un tanto oscura, nostálgica, brillante, Persecuciones, disparos, épica, e incluso un duelo: Brillante el diálogo sheriff - forajido.

Cada escena tiene varias lecturas y distintos matices. Describe al personaje, su carácter, sus motivaciones, pero también muestra el entorno en el que habita del cual es producto: Texas, estado fronterizo, donde conviven los herederos de los colonos anglosajones con los hispanos de origen mexicano y los indígenas americanos. Todos ellos están representados de una manera u otra.

Una de las mejores películas de 2016 que rezuma el sabor del buen western y del buen cine.

Más allá de los premios y las, para mi sorprendentes, buenas críticas, lo primero que golpea el conocimiento de mi como espectador es simplemente lo trangresor de lo asqueroso, que Julia Docournau intenta mantener activo todo el metraje intentando subir el nivel cuando lo ve necesario.
¿Qué más aporta?: pues un argumento delirantemente absurdo, del que quizás alguien obtendrá un sesudo mensaje ¿feminista?, ¿relaciones padres - hijos?, ¿relaciones hombre - máquina?, no se, yo no he alcanzado a vislumbrar nada más allá de la necesidad de provocar asco escena tras escena, asombro ante la ridiculez de la mayor parte del metraje, y desconcierto sobre como semejante sinsentido puede obtener un premio en un festival de cine con aspiraciones de seriedad.
No hay nada que tenga un mínimo de coherencia y tampoco parece que lo busque, cierto, pero , la verdad , en varios momentos llega a resultar extremadamente ridícula intentando forzar el sinsentido.