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España España · Logroño
Críticas de Dagmoeke
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Críticas 33
Críticas ordenadas por utilidad
5
21 de noviembre de 2009
10 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
En esta historia de un anarquista catalán condenado a muerte en 1974, dejo de lado los aciertos y errores cineatográficos porque prefiero reflexionar acerca de lo que su visionado me ha sugerido.
Admiro a toda persona noble que se deja la piel por un ideal, aunque siento mucha pena cuando ese ideal, o los medios para hacerlo realidad, son ingenuos.
Me llama la atención la facilidad con la que, en los años sesenta y setenta, la izquierda radical sorbió el seso a personas de gran valía, tanto en España como en otros países del mundo. Pensaban ingenuamente que se podían remediar injusticias con lucha armada, pero la experiencia en tantos países ha mostrado que de ese modo se han provocado guerras civiles con miles de muertos y, cuando se conseguía derrocar a un gobierno injusto, se establecían nuevas dictaduras (ya sea en Angola o en Cuba). Durante esos años, no se sabía -o no se quería saber- que gobiernos marxistas como el de Stalin eran responsables de la muerte de 7 millones de Ucranianos (en el invierno de 1932-33), y no por un tiro de gracia en la nuca (como los 11 millones que se cargaron entre 1937 y 1941), sino por inanición (hambruna fríamente planeada y ejecutada). Todos han oído hablar de los 6 millones del Holocausto, pero ¿quén ha oído hablar de aquellos 7 millones de personas asesinadas a base de hambre?
La falta de autocrítica de quienes han defendido, o siguen defendiendo, esos ideales me llena de asombro...
Dagmoeke
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7
8 de enero de 2010
9 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras leer las otra críticas, me doy cuenta de que la única hipótesis que no ha sido señalada a la hora de explicar la frialdad de Stéphane, es una falta de corazón diríamos congénita. Me he encontrado en mi vida a varias personas sin corazón (quizá emotivas pero incapaces de com-pasión, de compartir afectivamente los sentimientos ajenos), y no se trataba -como pensé a primera vista- ni de falta de virtud, ni de traumas pasados, ni de haber sufrido educaciones que tienden a romper los sentimientos espontáneos. No, se trataba simplemente de carecer (¿genéticamente?) de capacidad afectiva. De hecho podían ser personas muy atentas que no se cerraban ante el mundo de los sentimientos. Algunos reconocían incluso tener cierta envidia hacia las personas dotadas de un gran corazón.
Es algo que te ayuda a no juzgar superficialmente a otras personas. Bastante desgracia tienen por carecer de capacidad afectiva, como para que además se lo echemos en cara.
No digo que el personaje que interpreta Auteuil no pudiera esforzarse más para no terminar tan solo como termina. Es un hombre sincero y bastante honesto (reconoce que no ha jugado limpio), pero los que tenéis corazón, podríais también compadeceros de su desgracia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Dagmoeke
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6
8 de septiembre de 2009
7 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buenos actores, buen comienzo, pero se me hizo larga y aburrida. Esperaba más de Peter Weir, el director, aunque entiendo que mi decepción tiene más que ver con el guión.
Me explico. Le doy un 6 por las actuaciones y por haberse atrevido a proponer temas transcendentes. Pero me ha defraudado. Esperaba una película con cierta profundidad a la hora de tratar el importante tema del sentido de la vida y de la muerte, pero la cinta se centra sobre todo en los aspectos psicológicos: sólo abunda en los efectos post-traumáticos de los supervivientes del crash. La fe católica de Rosie Pérez es superficial y caricaturesca. Y los argumentos del ateo de turno (Jeff Bridges) son ridículos, como si acusara a Dios de "matar" a la gente. Ya en la Edad Media sabían distinguir entre La Causa Primera (Dios) que respeta la libertad de las "causas segundas" (las criaturas).
En resúmen: esperaba menos neurosis y más razones que ayuden a dar sentido a la vida y a la muerte.
Dagmoeke
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6
12 de diciembre de 2009
5 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los actores están bien, pero la película se hace un poco larga y redundante (le sobra media hora).
Sin duda, es una buena crítica a la simpleza de esos superficiales métodos de autoestima, que están tan de moda hoy en día.
Pero lo más curioso es que, para no herir a los defensores de lo políticamente correcto, se esté tratando el delicado tema acerca de cómo procesar la muerte de los seres queridos y no se haga ni la más mínima referencia a la inmortalidad, no ya sólo a la esperanza cristiana (sería entrar en religión) sino también, aunque sólo sea a nivel filosófico, a esa inmortalidad del alma ya conocida por Platón hace tantos siglos.
Dagmoeke
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Las alas de la vida
Documental
España2006
7,9
3.089
Documental, Intervenciones de: Carlos Cristos
7
9 de enero de 2010
2 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este documental fue emitido por tve en abril de 2008. El protagonista, Carlos Cristos, murió poco después. Ante todo, quisera felicitar a Antoni Cantet por su delicadeza y respeto hacia Carlos y su familia a la hora de filmar este documental. Nos enriquece con este impresionante testimonio sin caer en esos excesos que están a la orden del día en los reality shows. Se agradece también la ausencia de dogmatismo al afrontrar el delicado tema del sentido del sufrimiento y de la muerte.
He detectado, sin embargo, una actitud contraria a la del documental en algunas críticas. Así, según algunos, este documental confirmaría que la fe, en general, o la visión cristiana, en particular, es un obstáculo para vivir dignamente los últimos momentos de la vida (en la práctica constato más bien lo contrario: que sin perspectivas de eternidad es más fácil caer en la actitud cobarde de quien se niega a aceptar realidad de la inevitable muerte).
Lo uno no quita lo otro. Ante la sensatez humana, la visión cristiana no resta, sino que suma. No olvidemos que la vida cristiana, bien entendida, se apoya en toda una serie de virtudes humanas ("la gracia supone la naturaleza", decían los clásicos). Ambos ámbitos, humano y divino, son autónomos y, a la vez, se apoyan mutuamente. Si falla lo humano, se resiente lo divino; y si se desconoce lo divino, no tiene por qué fallar lo humano.
Gracias a la excelencia de sus virtudes humanas, Carlos Cristos nos da un ejemplo maravilloso de sensatez y sentido positivo a la hora de afrontar una enfermedad terminal. Ya los griegos sabían que el sufrimiento, asumido y mirado de frente, es fuente de sabiduría.
Pero esa sabiduría humana no sólo no excluye, sino que puede ser complementada por una sabiduría cristiana, que le viene como anillo al dedo. El Dr. Carlos no es cristiano pero admite tener la esperanza de encontrarse con Dios al otro lado del túnel, de entrar en una eternidad cuya naturaleza se ve incapaz de entender, pero que le fascina.
Cuando contemplo la ejemplaridad de este médico ante la enfermedad incurable, me pregunto: teniendo tantas virtudes humanas, ¿qué no habría podido realizar si, además, hubiese conocido y vivido la plenitud de sentido que ofrece la Pasión y Resurrección de Cristo?
Y que no me digan, como alguno ha comentado, que el cristianismo lleva necesariamente al dolorismo, como si un buen cristiano debiera amar el dolor como tal y no aceptar razonables cuidados paliativos. Quien piense eso, no conoce o no ha entendido el cristianismo. Quien sigue a Cristo rechaza todo dolor que no esté ligado al amor.
Y, al igual que la Iglesia Católica, Carlos Cristos, precisamente porque es sensato, rechaza tanto la eutanasia como el encarnizamiento terapéutico.
Dagmoeke
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