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España España · Londres
Críticas de Sitodine
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Críticas 49
Críticas ordenadas por utilidad
7
15 de septiembre de 2011
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me ha gustado mucho esta película. Todd Solondz puede llegar a ser cruel, haciendo incluso que sonrías cuando no deberías hacerlo, y a pesar de todas sus excentricidades, creo que en Palíndromos sabe muy bien qué quiere contar y por qué. Es evidente que Solondz nos habla a varios niveles y que el más tangible puede llegar a generar rechazo al espectador, quien tachará al director de degenerado, perturbado o directamente demente. Caer en eso me parece bastante injusto. Cualquier recurso puede ser utilizado para transmitir experiencias, ideas o historias. Incluso aquellos cuya naturaleza rebasa el límite de la llamada “cultura del buen gusto”, siempre y cuando lo hagan con inteligencia. Y en esta película no hay pasos en falso.

Palíndromos se acerca de una forma sutil a la premisa de Welcome to the Dollhouse, película que en el aspecto humano me interesó más que la ultra desasosegante Happiness. ¿Qué pasa si realmente no podemos cambiar? Eso es una de las cosas que Todd Solondz nos plantea de una forma brutal. Es posible que el ser humano, haga lo que haga, termine como empezó. La gente cree que cambia pero realmente no es así. Puedes adelgazar, envejecer, perder el pelo u operarte las tetas, pero en esencia, desde delante hasta atrás, siempre serás la misma persona: un palíndromo. Todd nos muestra al personaje de Aviva cambiando de apariencia e incluso de nombre, pero al final es siempre Aviva, ya lo leas de izquierda a derecha, o de derecha a izquierda. Uno no tiene más remedio que elegir o hacer lo que hace porque todas esas cosas las determina la aleatoriedad genética. Y aquí llegamos a la conclusión que, con un pesimismo demoledor, arroja la película: El que es un “pringao” siempre será un “pringao”. No hay esperanza. Nada de lo que hagas para cambiarlo funcionará. Y si esta categoría social está perfectamente delimitada por la naturaleza, condicionando en gran parte nuestro destino… ¿Existe el alma? ¿Existe Dios?

Nadie mejor que un “nerd” para hablarnos de todo esto.

Gran película del señor Todd Solondz.
Sitodine
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8
11 de agosto de 2011
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Candilejas es, sin duda, la película más íntima de Charles Chaplin. Considerada por muchos como su mejor obra, narra una historia dramática y melancólica que casa perfectamente con el momento vital que el artista atravesaba. Romance incluido. Chaplin había contraído matrimonio con Oona O'Neill en 1943 (36 años más joven que él), mientras que Calvero, nueve años después, se amedrentaba ante el amor de una muy joven bailarina. Después de esto: El exilio y el veto. Candilejas no pudo ser estrenada en Estados Unidos hasta 1972, año en que se la reconoció con un premio Óscar a la mejor música instrumental original.

La película podría considerarse como una despedida, la visión nostálgica de un payaso en el declive de su carrera. Un hombre roto que, sin embargo, no duda en dar lo mejor de sí mismo para que una joven bailarina vuelva a subirse al escenario. Se trata de un alegato al valor de la vida, al poder del amor, al deseo de lograr y de ser, todo ello armado en un guión tan magistral y preciso como la mímica de Chaplin.

Aunque no dejemos de respirar una atmósfera melancólica durante todo el film, no le faltan momentos de alegría y humor, regalándonos además una coreografía para el recuerdo, una escena que ha sido interpretada como el adiós de dos grandes genios del cine mudo: Charles Chaplin y Buster Keaton.

Si te gusta el cine, y más aún, si te gusta su historia, no pierdas oportunidad de disfrutar de esta pequeña joya.
Sitodine
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1
12 de agosto de 2011
37 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si no te ha hecho gracia el ¿chiste? del título de mi crítica, ni se te ocurra ver la película. (Ver Spoiler*). Si te ha hecho gracia, que sepas que es más bueno que todos los chistes que aparecen en Spaceballs (me niego a llamarla por su título en español), o al menos mantiene el nivel. La conclusión es fácil: No pierdas tu tiempo.

Spaceballs es el esperpento en que deposité mi confianza una noche veraniega de insomnio. Buscaba algo ligero destinado a entretenerme y a hacerme olvidar un rato el “jodio calor” que me sofocaba sin piedad. Total, se trataba de una película de humor absurdo, situaciones disparatadas e incoherentes que sin duda dibujarían en mi rostro, cuanto menos, una pequeña sonrisa. Además, estaba dirigida por Mel Brooks, el cachondo que inmortalizó “El jovencito Frankenstein (1974)”. No pintaba del todo mal ¿Verdad?

Craso error.

Si esto es lo mejor que se puede hacer parodiando a Star Wars tenemos un problema. Y la cosa se agrava si aparecen detrás un montón de conformistas asegurando que se trata de una de las grandes parodias del cine. Esta última afirmación probablemente tenga mayor valor humorístico que todas las soplapoyeces que aparecen en Spaceballs, así pues, el hecho de haberla generado merece de alguna manera la estrellita que un servidor va a otorgar.

La calificación “humo absurdo” se convierte aquí en una justificación. Mientras que otras obras hacen reír, o al menos sonreír, pasando de la chorrada más pretenciosa a la crítica social o política, repartiendo puyazos de diversa índole (unos más inofensivos que otros), esta película es un tostón sin gracia que alega ser humor surrealista para ser comprendida. A nada parodia y nada tiene que decir, salvo ver a Rick Moranis pegándose golpes uno detrás de otro disfrazado de Dark Hemmet. Cuando el mendas se ha caído treintaicinco veces y ya ha dicho la gilipollez de “menos mal que llevo casco” no es nada gracioso, es, simplemente, un coñazo. Si encuentras extremadamente divertido el chiste del perro que se llamaba “Mistetas”, la película probamente te parecerá un despliegue soberbio de ingenio (la parodia de Chewaka se llama “Vomito"), pero se mire por donde se mire, es patética, aburrida, inclasificable, y lo que es peor, tan políticamente correcta que Shrek a su lado merecería calificarse con dos rombos. ¡Que leches! Al menos el ogro verde y apestoso parodiaba a alguien, y tenía algo que decir…

Por todo esto y mucho más, mi valoración es: "Muy mala", así que seguramente pegará a las otras valoraciones. (Chúpate esa Mel Brooks).

Lo más gracioso:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sitodine
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1
11 de junio de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pasen y vean zombis saltarines, zombis spiderman (acojonante), zombis de transmutación expres y, en definitiva, “murápidos”. Esta menudamierda es, toda ella, una oda a la cafeína de zombis para zombis: Red Zom Bull. No tiene desperdicio ver los fast forward del metraje cada vez que sale un no muerto, guiño y homenaje evidente a aquellas películas mudas que ganaban en comicidad al acelerar la reproducción de los fotogramas. Me acuerdo del bueno de Chaplin chapoteando con sus enormes zapatones. Qué gracia tenía el jodio… ¡y qué bueno era!

A parte de todo esto, la película es un puto-tele-zombi-film que bien podrían haber parido los productores de Mi Gitana, Boda Real y Carmina, y que además, osa atribuirse la cualidad de remake, nada más y nada menos, que de una auténtica obra maestra del amigo Jorge Romerales, cuyo único rasgo en común es que salen militares y la prota es una rubia cañera semi-tonta.

Pobre rubia de American Beauty… a dónde has ido a parar.

Un bodriaco.
Sitodine
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2
2 de agosto de 2011
17 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo también nací en los 80 y adoro muchas películas cutres con las que crecí. Sin embargo, esa simpatía que mantengo hacia algunos cutre-productos ochenteros de serie B se desvanece cuando hablo de “La noche de los demonios”. Tiene todo lo necesario: culos porque sí, tetas, rubias tontas, diálogos de guardería, demonios, adolescentes gilipollas… pero es aburrida. Muy aburrida. La Noche de los Demonios la vi siendo un pre púber y ya entonces me pareció un coñazo. Recuerdo que, tras el visionado, las inquietudes de aquel chaval morboso que programaba el video a escondidas de sus padres para grabar todo tipo de películas terroríficas con el objetivo de auto acojonarse en silencio, se limitaron a la reflexión profunda sobre la escena del pezón carnívoro y el pintalabios que aparece en esta película. Fue así como comencé a sospechar de la existencia de Mujeres Marsupiales. Mi enhorabuena a los guionistas por su derroche imaginativo. Acojonarme no me acojonaron, pero consiguieron que echara varias veces para atrás la escena de marras para intentar descubrir cómo coño desaparece el pintalabios. Bueno, para eso y para verle las tetas a Linnea Quigley. Observé detenidamente para ver si encontraba la cremallera en el pezón, pero no, se trataba de un efecto especial a lo David Copperfield. El mago. No el pavo de la novela de Dickens. ¡¡La ilusión del pezón come pintalabios!! Es más original que matar cerdos disparando pajaritos.

Posteriormente descubrí The Return of the Living Dead (1985), película anterior a la chufa que nos ocupa, donde la Scream Queen, Linnea Quigley, se deja de truquitos de magia cutres y de juegos de palabras de dudosa genialidad, pasándose toda la película en pelotas con un look Punk de los más morboso. Esa película si que era buena, ¡y divertida!

Palabras clave: Huevos de chocolate, pezón, pintalabios, tostón.

Ya sabéis. Si alguna guarrilla os pregunta si tenéis huevos de chocolate…
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sitodine
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