Cambié la crítica porque la anterior era demasiado blanda y no representaba en realidad, el sentimiento de desprecio que me surge hacia este mamarracho y que sube hacia mi garganta como una náusea, por lo que tengo, necesariamente, que lanzar lo que siento.
Un gato negro (que lleva la desgracia a todas partes) es el protagonista (y vaya si lo es, actúa mejor que el resto del elenco) y nada más, eso es todo. No hay demasiado para discutir sobre el argumento. Todos los que vimos películas de Lucio sabemos de que van: tripas, sangre, fluidos repugnantes, pedazos de cerebros desparramados por acá, un ojo por allá, y otras pelotudeces por el estilo. Debo reconocer que a veces me sacan algunas sonrisas y también ciertas ganas de vomitar las pelis de este idiota de director, pero no debería considerarse cine a estos excrementos deleznables.

Otra huevada infernal, que abusa de chistes tontos aderezados con algunas partes de sentimentalismo idiota. Esta es la misma gente que va a ver al teatro a Ricardo melamorFort, la misma que aplaude a rabiar series estupendas como "Valientes" o "Mi padre es un pelotudo", en las que también está metido este engendro endiablado de Adrian Suar. La chica esta, Bertotti, es ya a esta altura y lamentablemente, el próximo fetiche del decadente cine actual. De Claudia Fontán, sólo puedo decir que fue mujer del negro Fontova.
Esta comedieta ligera, absurda, patética como todo aquel que la considere "una sorpresa agradable", es parte de la nueva ola de giladas para el populacho ahíto de arte excrementicio. La trama (el padre súper piola que vive de joda en joda y que recibe la visita de una hija que viene a turbarle esa vida de disipación y estupidez) es asquerosamente trillada, los recursos de que se vale son un remasticado pastiche de tópicos infames, muy en boga hoy día, pero que revienta las boleterías, por lo que puedo inferir que a este tipo de "directores" lo único que les interesa es fabricar retardados y engordar su billetera.
Hay partes destacadas, como por ejemplo la que el vivo de Adrian Suar arroja un gato por el balcón; un aplauso para este imbécil; si me lo llego a cruzar por la calle le voy a romper todos y cada uno de los huesos de su tísico cuerpecito de nena para acabar de una vez con esas series pedorras que infestan el canal trece. No me gustan esas bromas con animales que nada entienden de esto de hacer dinero con la amable contribución de los tontos.
Hablando un poco de este director (Diego Kaplan), recuerdo vagamente el esperpento que dirigió hacia el 2000, llamado "Drácula" (pobre Bram Stoker); en esta serie fantástica, pudo demostrar su talento un actorazo estupendo como el "Baby Etchecopar" (recordemos un policial algo fallido en el cuál los efectos especiales eran ya demasiado graciosos y baratos para que nuestro pobre estómago pudieran soportar) y Carlos lentitud Calvo. Tiempo después se lució con una serie (también poco exitosa) llamada Mosca y Smith, protagonizada por el talentoso Fabián Vena y Pablo "Zanahoria" Rago. Me intriga cuál será la próxima perla con la que deleitará al público inteligente que suele seguirlo.
PD: A mi amiga, quién me llevó a rastras al cine a ver este cachivache (la entrada la pagó ella desde luego, esa era una de las condiciones), le exigí una indemnización por daños cerebrales y otra por daño auditivo, producido por el repugnante ñam ñam de las decenas de bocas masticando pochoclos.

Hincha del circense club de fútbol argentino Boca Juniors, que siempre nos otorga el "placer" de contemplar los especímenes más raros del planeta (ver al idiota de Laudonio agitando como un payaso banderitas azules y amarillas por el sanguchito y el tinto), la Raulito era una border mugrienta cuya historia de vida carece de importancia.
Breve biografía de "La Raulito":
"Una bestia ignorante nació no se bien donde, para luego pasar por agradables recintos tales como reformatorios, cárceles, manicomios, la cancha de boca, etc. Contaba con el intelecto de un mosquito afiebrado, el aseo de un cerdo en una porquerisa, un comportamiento ejemplar, y una belleza sin par. El amor de su vida no han sido los pobres, ni los niños, ni tampoco los animales; ha sido el glorioso boca juniors (glorioso desde hace apenas unos años, cuando vino un capitalista facho como presidente y compró árbitros, jugadores, copas, etc.). Tenía tanta voluntad y ritmo de trabajo como una ameba y provocó escándalos por todos lados. Vivió en las perfumadas cercanías del estadio de boca y junto a las sanas emanaciones del "riachuelo". Sus amigos eran filósofos del tinto y el "asaíto", chorros, cafishos, etc. Falleció un día, y nadie la echó de menos, salvo el almacenero que le vendía el vino y los piojos que se ensañaban con su pelambrera de macho. Esta fue más o menos la vida de este microbio hediondo."

Lo que más me jode es que habiendo tantos pobres dignos de elogio, que habitando en la asquerosa miseria y olvido por parte de los gobernantes, han podido superarse y ayudar dentro de las villas a otros indigentes con salitas improvisadas de educación, mediante comedores populares, orientación vocacional, asistencia psicológica, enseñanza de música, danza, etc., un cineasta haya perdido tiempo en retratar la vida de un gusano subnormal como este parásito agresivo y demencial.
El cine argentino tiene estas cositas, cada tanto nos trata de conmover con estas giladas (tangos tristísimos de por medio, generalmente empleados para tapar la vacuidad de sus argumentos o aun de su "intención") olvidándose de los verdaderos héroes del barro, que como dije antes erigen en medio del olvido, bajo el mordiente frío de las chapas de los ranchos, verdaderos templos de caridad en donde deberíamos arrodillarnos de admiración, todos nosotros.

Alguien dijo alguna vez que Julio Chávez es un grandísimo actor (tal vez fue él mismo), y aquellas palabras fueron rebotando en las paredes de las cabezas huecas del populacho, hasta meterse bien adentro de sus vacías neuronas. Una vez formada una idea entre la plebe inmunda, es practimante imposible convencerlos de otra cosa. Chávez habla en los reportajes con la absurda e increíble arrogancia de quién se cree un genio sin parangón; bien, en esta especie de serie "realista" el muchacho sobreactúa de manera insoportable. Rodrigo de la Serna, posiblemente mi actor preferido y a quién destaco por encima del resto, se ha pegado la resbalada de su carrera hasta el momento: consustanciado con su maestro Chávez, sobreactúa o directamente podría decir que mal actúa en esta histérica serie repleta de violencia estúpida, donde sobran los insultos (para dar realismo a la cosa) y los guapos e intrigas de mafias barriales y políticas. El puntaje alto que tiene la serie en esta página se lo atribuyo a la comparación con las obras maestras de Adrian Suar, ante las cuáles pareciera que estamos viendo alguna película de Scorsese.
No puedo evitar decir que si esta serie hubiera sido menos histriónica, menos "teatral" y más realista en cuánto a sus actuaciones, tal vez podríamos estar hablando de un buen producto televisivo; por culpa del desaforado de Barone, de los gritos y movimientos como de payaso electrocutrado de Chávez y la INCREIBLEMENTE mala interpretación de De la Serna, que pretende hablar el lenguaje marginal de los delincuentes y parece que está haciendo una parodia de si mismo, el resultado general de la serie es bastante malo.

No pienso perder demasiados minutos en esto, por lo que iré directamente al hueso. Al ver el puntaje en esta página, tan elevado, y con una buena cantidad de votos, me decidí a conseguir el capítulo de esta serie, llamado "Blink".

No puedo creer, todavía, como esta estupidez le puede parecer a alguien interesante, ni mucho menos buena. Las actuaciones son de lo peor que pude ver en mi vida; poco creíbles, afectadas, payasescas. Todo el maldito capítulo, es acompañado por una persistente música del infierno, tan endiabladamente monótona, y, por el amor de Dios, tan increíblemente desubicada, tan fuera de lugar, que no alcanzo a entender si es que yo de pronto estoy en un mundo paralelo, donde las pelotudeces son consideradas una maravilla, o si es que perdí, tal vez, el poco juicio que me quedaba.
Ya hablé de la molestia que ocasiona la música, y el dolor de cerebro y afectaciones graves en el nervio óptico que causan las patéticas actuaciones: cuando pretende ser profunda, melancólica, triste, resulta idiota, absurda y empalagosa (con la satánica música de fondo) y cuando pretende ser graciosa, es imbécil, así de simple. La trama es no muy complicada aunque insistan en zamparnos en plena jeta, una idea llena de laberínticos argumentos, cruces temporales, paradojas, y otras cosas ya vistas y ni que decir que un millón de veces mejor ejecutadas.

Dura 45 minutos. Se me hicieron 5 horas. La percepción del tiempo se hizo pedazos al ver esta gansada atroz. Hasta me quedé dormido. Retrocedí, y no pude, luego de completar el capítulo, conciliar el sueño en toda la noche, y toda la mañana, pero no por miedo, por el inevitable estupor o sorpresa, sino por la rabia, el asco y la fiebre.
El asunto de las estatuas, para terminar con esta especie de reseña/desahogo, es tal vez lo único rescatable, y por eso le subo un miserable punto. Por eso y por la belleza algo empalagosa de Mulligan.

Estatuas, sí, las utilizaría para dárselas por la cabeza al endiablado director de esta soberana y extraordinaria estupidez.