Jordan Peele es una desgracia humana, un tipo irritado que vive obsesionado y rencoroso, lleno de conceptos binarios que luego lleva a la pantalla para atormentarnos con sus ñoñerías y su política inclusiva forzada y artificial... De toda su filmografía, tanto como director como de productor, únicamente se salva "Get out", en donde sus constantes preocupaciones no son tan visibles sino que se transmiten sutilmente, dejando que la trama de terror transcurra en primer plano.

Confieso que muy a pesar de los clichés insufribles que casi todos los directores se ven obligados a introducir en sus trabajos, esta no es la peor de todas las películas de terror que vi últimamente. Tiene, desde luego, la inexorable presencia de los elementos indispensables en toda película moderna: una parejita gay (¡e interracial!), una permanente alusión a la maldad innata del hombre blanco (los términos "white boy", o "white man" se repiten hasta la náusea), la pobreza (especialmente del hombre negro, causada por el hombre blanco siempre, obvio), etcétera. Sin embargo, tiene algunos momentos decentes, aunque estén muy, pero muy lejos del ideal que uno espera encontrar en una cinta del género.

A destacar: la buena fotografía; que hayan conservado la música de la original, y la representación de los títeres. El resto es un poco más de lo mismo, y creo que el puntaje que le doy se debe más al contraste entre lo que esperaba (nada de nada) y lo que finalmente vi.

Mientras Peele siga al mando de producciones cinematográficas van a seguir estos ejercicios manipuladores, políticamente correctos, cursis y sosos. En este caso puntual, hay un par de escenas que equilibran la balanza y la dejan neutra. Es poco, lo sé, y estoy exigiendo casi nada, pero es que esperaba algo mucho peor.

Film no apto para fanáticos de David BisBALIN, o Ricky mesientoenelpinocho Martin. Pink Floyd es lo más grande dentro de las titánicas bandas que ha parido Inglaterra. Junto a The Beatles, Iron Maiden, Judas Priest, Queen, The Rolling Stones, entre tantas y tantas bandas geniales, Floyd está en la cima junto a The Beatles. Me imagino las caras de opa de quiénes se han aburrido con este "largo videoclip" esperando la hora de salir del cine para ir a bailar la fenomenal música de Abba junto a sus otros amiguitos aputazados.
Floyd es lo más, y no porque tenga que ser así, sino porque lo es.
"See saw", "If", "A Pillow Of Winds", "Echoes", "Burning Bridges", "Wots... Uh The Deal", "Not Now John", "Signs of Life", "Learning to Fly", "Terminal Frost", "Sorrow" y los discos enteros como The Dark Side of the Moon, Animals, The Wall, Wish You Were Here, The Division Bell y hasta el grandioso "On an island" de David Gilmour hablan por si solos.
Andá bufa, andá a escuchar los parchís.

Estamos ante una gran obra cinematográfica, de las mejores, más puras y acabadas obras de arte
de la historia del cine. La fotografía es brillante, sutil, bella, llena de matices y rebosante de colorido. Las actuaciones son realmente impecables; la músicalización está admirablemente acorde con cada situación. El guión también está perfecto; en suma, es una genialidad absoluta manchada tan solo por un detalle innecesario; me refiero a la ejecución de la vaca. Quisiera creer que son efectos especiales, de no ser así, mataría al director de la misma forma o a la cara de ubre de la hija. En fin, una enorme película, pero como dije, lamentablemente hace mucho que no la veo por esta razón. Además considero siempre superflua la inserción de escenas "fuertes" para conmover al público. Sin esa parte (aunque sea falsa y hayan recurrido a efectos especiales), hubiera sido la misma maravilla, no hubiera cambiado en nada. Imaginemos que para representar una violación se recurra no a la actuación, sino a una violación real; sería un delito gravísimo y además perdería todo sentido el fabuloso arte de la actuación.

Estos niños pseudo-hippies lo único que tienen en común con aquellos desarrapados pacíficos de los "setenta" es que se bañan de vez en cuando y actúan como "fumados" aunque sin haber fumado, eso es lo peor. Esta visión de la vida, al estilo de aquel muchacho norteamericano Christopher McCandless, nada tiene que ver con estos pelotudos snobs. Se trata esta tierna novelita dirigida hacia muchachitos y muchachitas cortos de entendimiento, de una manga de parásitos que deciden dejar todo de lado para probar suerte con el mundillo de la música (en este momento, Miles Davis se retuerce en su tumba, y maldice a estas desgraciadas larvas, junto a Monk y Coltrane). Contamos en esta maravilla con la soberbia presencia de Luisana Lopilato, la nueva rica y famosa, al haberse casado con el gordito multimillonario (y en breve cornudo) de Michael Gooogle. Vale decir, que hace aproximadamente año y medio, esta bella niña, detuvo su coche en la puerta de mi negocio y me preguntó una calle (vive en una burbuja) y yo hubiera querido decirle que a cambio de la info, me otorgue una deliciosa fellatio, pero un policía coimero y taimado, con quién estaba hablando en ese momento, se me adelantó e indicó la dirección requerida. Ahora, esta misma pendeja, que manejaba un autito de mierda, es casi una princesa, y hasta creo que va a actuar en una película yanqui, seguramente por manija del pálido canadiense excedido de peso; ¡¡Dios mío, lo que es la pelotudez humana!!

Stephen Sommers, director de "La momia", y que dicho sea de paso es otra gran pavada, dirige en este caso un film que resulta un perfecto cocktail de idioteces y lugares comunes. Abundan los efectos especiales (bastante malos ellos), las bellas mujeres, vampiros siglo 21, un Van Helsing muy piola, divertido, seductor y boludo, etc. Pobre Bram Stoker, si hubiera visto la porquería que este abombado director realizó tomando un personaje de su gran novela "Drácula", se moriría de nuevo, aunque no sin antes maldecir a todos los integrantes de esta forrada de película. El humor, siempre presente en muchas de las películas yanquis y que aparece hasta en situaciones increíbles, por ejemplo; tiran una bomba atómica, y el protagonista, que siempre es apuesto, ver caer la bomba mientras guiña un ojo a la cámara, tuerce la boca en un mohín idiota y dice algo así como: ¡Oh fuck no, i think we are in troubles! y en el cine, la gente mientras mastica pochoclo estalla en carcajadas mientras escupe los restos del maiz a la cabeza de los desgraciados que están adelante, que a su vez escupen los remasticados y babeados pochoclos a los que están por delante de ellos, y así hasta los espectadores de cuello retorcido de la primera fila, quiénes vomitan el "alimento" al piso, y todo esto gracias al buen tacto del director que inserta estas gracias en medio del caos. Este detalle, arruina el noventa por ciento de la producción de cine mundial, quiénes se copian de lo más supérfluo del cine norteamericano. En fin, Van Helsing con sus monstruos superpoderosos, sus chicas infartantes (las vampiras están como para hacer una brochette), sus hombres lobo, sus tontos efectos digitales componen una película pasatista, que si se ve con un grupo de amigos, puede zafar, pero si uno la ve solo, y se la toma en serio, puede preguntarse seriamente que carajo les está pasando a los directores de películas de terror, fantásticas, etc.