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Críticas de Joseja93
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Críticas 27
Críticas ordenadas por utilidad
7
20 de julio de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La música es una de esas cosas sin las que la vida no sería lo mismo. Una melodía puede acompañarnos durante toda la vida o en alguno de nuestros momentos más importantes. Tal es su poder que existen estudios que muestran su eficacia para mejorar la memoria o simplemente para recordar hechos y eventos sucedidos en el pasado. Tal es esa fuerza intrínseca que hay personas que viven atrapadas y encerradas para siempre, sin poder avanzar, en un momento feliz, en una dulce y melancólica canción que resuena en Tono menor con la mayor alegría que puede existir en un recuerdo.



El cortometraje de Iván Sáinz-Pardo es ese sencillo y tierno homenaje al pasado, esa historia a la que nos transportamos cuando escuchamos una canción como el fado portugués que escucha el protagonista de Tono menor mientras cocina con su mujer, con la que sigue viviendo en las notas suaves y nostálgicas de uno de los géneros musicales más delicados y con mayor sensibilidad que existen en el panorama, uno de los estilos que más evocan a la melancolía y al cariño que da la nostalgia. Sin un gran alarde de efectos técnicos, el sonido y la banda sonora se vuelven así esenciales, con la delicadeza y vitalidad que rebosan, para lograr su propósito: conmover al espectador y hacer que empatice con el drama personal de ese hombre mayor que vive solo, tan ajeno al mismo, inmerso en las ondas del vinilo siendo tocado, como afectado por él, tan real e inevitable como la vida misma a la que vuelve una y otra vez con sabor a Portugal. Igual que la presencia de música muestra momentos bellos aunque pasado, la ausencia del mismo y su reemplazo por los sonidos reales reflejan un presente que, aunque más vacío y solitario, es necesario seguir viviendo, tal y como refleja con mucho tacto el último plano del cortometraje.

Capaz de tocar la fibra con mucha precisión y buen gusto por los colores llamativos y la abundante iluminación que abarca la escena familiar y hogareña, Iván Saíz-Pardo firma el libreto de un proyecto que transmite sensaciones humanas tan contrapuestas como la dulzura y la impotencia con mucha naturalidad y realismo, merced a dos puntos muy trabajados y fuertes como son el guion y las interpretaciones. El primero enseña con tino y acierto lo que es una familia, tanto el calor, amor y cariño que siempre hubo y habrá entre sus miembros como el dolor, la pena y las preocupaciones cuando las cosas van mal y llegan a un punto en que es necesario pasar página, aunque eso pueda suponer algo imposible. Vivir el presente no tiene por qué significar olvidar.



Eso es lo que el hijo, David Tortosa, intenta hacer ver a su padre, Miguel Rellán, un hombre ya mayor y posiblemente afectado de alguna enfermedad. Mientras el primero realiza una interpretación enérgica, muy gesticular y creíble para con los deseos de su personaje, Rellán encarna con delicadeza, gestos pausados, silencios y miradas perdidas a un hombre que ha vivido lo que muchos quisiéramos: una vida llena de amor, amistad y belleza, y que ahora no puede salir de ese sonido eterno, de ese fado, al que su cabeza no para de llevarle una y otra vez. No en vano, Miguel Rellán tiene la única nominación del cortometraje a los Premios Fugaz 2019, como Mejor Actor, un más que merecido reconocimiento a alguien con una carrera tan dilatada como la suya en cine y televisión y que aquí demuestra que la veteranía es más que un grado, con una actuación entrañable y natural como la vida misma.

Pese al escaso número de nominaciones, ello no impide que Tono menor sea una de esas pequeñas joyas que degustar tranquilamente, con una copa de vino portugués, una tapa de bacalao y un delicado fado sonando desde el subconsciente.

También disponible en: https://www.premiosfugaz.com/la-melancolia-de-un-fado/
Joseja93
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5
20 de julio de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
LA PRIMERA PURGA – PERO, ¿ESTO ES FICCIÓN?

Cuando realizó su segundo largometraje, La purga, con Ethan Hawke y Lena Headey, nadie esperaba que James DeMonaco iniciara una de las sagas más destacadas de los últimos diez años, sobre todo viendo un thriller con tintes de terror moderno, distópico y de extraños que pretenden asaltar una vivienda con sus ocupantes dentro. Una historia autoconclusiva en el fondo de la que poco más se podía aprovechar. Cinco años y una trilogía completa después, ha llegado la cuarta en discordia, la precuela que da origen a toda la historia: La primera purga: La noche de las bestias.

Con más altibajos y discurso que sus predecesoras y menos acción que disfrutar, y sin el misterio de la trama del que gozaban las otras entregas, supone un buen entretenimiento y aperitivo propio al plato fuerte que se espera dentro de poco. Porque lo que ha hecho grande a esta saga es el contexto en el que se ubica. Admitámoslo, por separado ninguna de las cuatro es más que un entretenimiento para un rato.

En conjunto, ese trasfondo en el que durante una noche todos los crímenes son legales, en un país estadounidense con todas las características menos deseables de la era Trump, aporta una carga de crítica social y política que hace que La purga sea algo más que una serie de películas: un referente cultural para su audiencia, que piensa si algún día esta medida puede hacerse real y si podría haber alguna forma de evitarlo.

Entrando a analizar esta última parte, lo que conocemos tras haber visto las tres anteriores no es un secreto para nadie, y aunque el guion, sin complicaciones ni sorpresas destacables, y con algún que otro agujero y momento sacado de la manga, se centra en gangsters y pandillas para tratar de mantener la atención del espectador, se echa en falta la variedad de violencia y de situaciones de peligro de la que presumían las tres anteriores películas.

En definitiva, se echa en falta la mano de director de James DeMonaco, creador de la saga, esta vez relegado a guion y producción. Gerard McMurray, su sustituto, se centra en hacer un blockbuster con sus fallos típicos y tópicos, más pendiente del mensaje y de asemejar la realidad a la era en que vivimos.

El reparto, coral, tiene esta vez un par de personajes sobresalientes, de los más memorables de la saga, como son la pareja protagonista, y que imprimen la fuerza que quizá se hubiera necesitado en alguna de las otras entregas. Un trabajo correcto el de Y’lan Noel y Lex Scott Davis, a los que la parte técnica – efectos especiales, vestuario – envuelve y permite salir airosos en sus interpretaciones, y compensan el hecho de que a otros actores, por ejemplo a Rotimi Paul – Skeletor-, se les vea sobrepasados y en ocasiones sobreactuados. Como ya se ha indicado, la parte técnica no eclipsa a la trama y deja un buen espectáculo, aunque menor que otras veces.

Por tanto, os recomendamos ir a verla si sois fans de la saga y queréis pasar un buen rato. Para lo que se ha visto ya en esta historia y lo que os puede ofrecer La primera purga, tampoco necesitáis más que eso: purgar vuestras ansias de evadiros.

También disponible en: https://creativekatarsis.com/la-primera-purga-todo-comenzo-esperaba/
Joseja93
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6
20 de julio de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con grandes expectativas se esperaba la secuela de uno de los originales mejor valorados en su momento de Disney, Rompe Ralph, la cinta de animación basada en el personaje bonachón y tontorrón de videojuegos de arcade que tan buenos resultados le dio al estudio en 2012 y que nos trajo una historia fresca y divertida, con homenajes entrañables al mundo de los videojuegos. Una vez visto el resultado, y a riesgo de caer en el tópico sobre las segundas partes, da la sensación esperada y lastrada por el listón puesto: Ralph Rompe Internet es divertida y amena, incluso emotiva al final, pero no tan fresca como pudiera esperarse.

Con la sorpresa perdida, esta vez la historia se vuelve más simple, cargada de buenas intenciones pero sin el efecto que producía la primera entrega, debido a un guion poco arriesgado en el que se deja de lado a personajes de la primera entrega a los que se podía haber sacado más partido y en el que tampoco hay un villano como tal, en el sentido estricto de la definición, que pudiera dar juego. Para más inri, Disney aprovecha más que nunca para hacer desfilar a modo de cameos a los letreros y personajes de algunas de sus grandes franquicias (Star Wars, Marvel, etc.) y a sus icónicas princesas.

Más que una historia sobre Ralph, parece que asistamos a un escaparate de exposición de Disney con un guion falto de ritmo salvo en las escenas de acción y del final, un argumento menos elaborado que otras veces, que a veces no sabe muy bien hacia dónde ir y con el atractivo desvanecido de que los protagonistas descubran Internet. Mención aparte merece, todo sea dicho, el cameo inesperado de Stan Lee, que ha resultado un inesperado y agradable homenaje animado.

El hecho de ubicar la aventura en la red resulta ser, más que beneficioso para el guion, otra maniobra publicitaria para introducir el nombre de grandes compañías mediante product placement en gran pantalla: Facebook, Ebay, YouTube…

Ralph rompe Internet mantiene a los responsables de Rompe Ralph, Rich Moore y Phil Johnston, que consiguen un buen producto pero no tan redondo y completo como pudiera ser la película previa, aunque consigue emocionar con el estilo propio de antiguas cintas de Pixar, característico en su parte final, para no desentonar con anteriores films. Respecto a la parte animada y técnica, siguen dejando claro por qué son uno de los estudios de referencia a nivel mundial en técnicas de ilustración y animación, además de en presupuesto.

No obstante, no se mejora el colorido, el diseño de personajes o la banda sonora respecto a anteriores películas que fueron producto del binomio Disney-Pixar, como Coco o Inside Out. Es más, en la terna que este año tendrá con Los increíbles 2 posiblemente salga perdiendo, especialmente en lo referente a la evolución de los personajes y al ritmo narrativo.

Todo ello resulta, a fin de cuentas, en que Ralph rompe Internet es un film entretenido, en ocasiones gracioso, pero falto de chispa y con un excesivo aprovechamiento del relleno para productos ajenos de la compañía Disney, frente a las referencias a la cultura popular y más antigua que tenía la primera entrega.

En definitiva, sigue siendo con todo una buena producción para ir con la familia o para disfrutarla en solitario y continuar así con el legado cinematográfico animado de Disney. No obstante, podría haber dado más de sí y, después de vista, da una sensación más fría de lo que pudiera parecer en un principio.

También disponible en:
https://creativekatarsis.com/ralph-rompe-internet/#comments
Joseja93
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7
16 de julio de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
PERFECTOS DESCONOCIDOS – VERSIÓN DE LA IGLESIA

El Grupo Mediaset, dirigido por Paolo Vasile, vio un inesperado filón a explotar en la cinta italiana Perfetti sconosciuti, de Paolo Genovese, indiscutible vencedora en los Premios David di Donatello – los Goya italianos – de 2016, con los Premios a Mejor Película y Guión. Producida por Medusa Film, perteneciente al Grupo, el remake castizo ha sido realizado por el director Álex de la Iglesia, quien, pese a hacer algo menos personal que de costumbre, sabe imprimir su sello propio en una de las sorpresas del año: una comedia negra de parejas, con toques esotéricos, fantásticos, y psicópatas, traducida como Perfectos desconocidos, que en sus primeros días había alcanzado los casi 5 millones de euros.

Aunque De la Iglesia es un director que cuenta con tantos fans como detractores, especialmente cuando tiene un estreno y empiezan a hacerse comparaciones, puede decirse que Perfectos desconocidos, con el hándicap de ser un remake, es una de sus mejores películas, especialmente si abarcamos su extensa e irregular filmografía, donde El día de la bestia sigue ocupando un lugar destacado y difícil de alcanzar. El gran mérito del realizador bilbaíno es hacer que un film que originalmente es más melodramático y reflexivo se convierta en una comedia descarada y gamberra, pasando por encima del punto medio y para deleite del espectador español, que se ríe hasta de su sombra y de aquellas desgracias ajenas aderezadas con buenos chascarrillos.

De la Iglesia sabe imprimirle con bastante solvencia su propio toque, con una intervención más fluida y menos teatral entre los personajes, que a través de su humor y sus frustraciones imprimen un ritmo ágil y ligero a situaciones más que comprometidas. Como es habitual, lo místico y sobrenatural de sus films también tiene una pequeña pero decisiva influencia en este caso, donde se desmarca más claramente de la versión italiana, a la que, sin embargo, y salvo en el tono general, guarda demasiado respeto, con un guión casi idéntico y únicamente más excéntrico e histriónico. En este sentido, quizá hubiera sido de agradecer algo más de riesgo que el asumido por su parte.

Al éxito crítico y de público del film contribuye decisivamente un argumento de base atractivo, mérito de la idea original transalpina, y un reparto coral que en este caso, por lo general, no tiene nada que envidiar al original. Un grupo de parejas se junta en una cena de amigos y, con la presunción de que nadie tiene secretos para nadie, deciden jugar a dejar los teléfonos sobre la mesa e ir leyendo los mensajes y escuchando las llamadas conforme van llegando.

En este disparatado conjunto de personas con complejos y dobles vidas destaca un inseguro y genial actor argentino Ernesto Alterio, que explota más que nunca esa vena cómica y ese acento castellano ensayado durante años. De los demás, poco que decir con nombres como Eduard Fernández, Belén Rueda o Juana Acosta, aunque lo cierto es que mientras Pepón Nieto es una agradable sorpresa en su actuación, Eduardo Noriega no pasa por su mejor momento, siendo quizá el más desentonado del elenco y algo sobreactuado.

En cuanto a la parte técnica, De la Iglesia trabaja de manera vibrante con la factura de las imágenes para darle un mayor tono de comedia, con su colorido e iluminación, mayor que en la versión original, más oscura y con mayor juego de sombras, hasta un final en el que los efectos especiales juegan un papel importante para ese punto sobrenatural que hace que el director deje de manera decisiva su sello sobre la original.

En definitiva, tenemos en conjunto a una obra como Perfectos desconocidos, un remake digno, variado en su tono respecto al original, más divertido y exagerado, casi idéntico en su argumento, pero sin nada que envidiar a nadie. Si queréis pasar un rato entretenido, esta es nuestra recomendación. Pero cuidado: como dirían en el film, quizá haya cosas que es mejor que no sepáis.
Joseja93
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7
16 de julio de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bohemian Rhapsody – Show Must Go On

Por fin. Un proyecto que llevaba años de dilación y retrasos por diferencias creativas finalmente vio la luz, para consternación de los críticos y deleite de fans y de no seguidores, en una diatriba muy opuesta como pocas veces se ha visto entre unas opiniones y otras. Hablamos, como no podía ser de otra manera, de Bohemian Rhapsody, el film biográfico del grupo Queen y de manera central de su líder y alma máter, Freedie Mercury. Para bien o para mal, la película no deja indiferente, como hacía el propio cantante y sigue haciendo su recuerdo. Pese a los ríos de tinta y caracteres que han despotricado de la cinta, no puedo decir lo mismo: Bohemian Rhapsody es un absoluto placer para aquellos que vayan a verla, con la magistral banda sonora del grupo, una parte técnica muy bien lograda, especialmente en lo referente a sonido, vestuario e imagen, y una interpretación absolutamente camaleónica del actor del momento: Rami Malek (Mr. Robot).

Todo ello es principalmente mérito de Bryan Singer, quien, aunque despedido por la productora casi al final del rodaje, figura en los créditos como realizador de la obra. En conjunto, el efectista director firma una obra correcta, por momentos épica y capaz de tocar musicalmente el alma de los espectadores que ven la historia del grupo. Esta es la última de las continuas polémicas que tuvo que afrontar el film en su realización.

No en vano, hay que recordar que el actor inicialmente elegido para ser Freddie fue el cómico Sacha Baron Cohen, quien abandonó el proyecto por diferencias creativas con los productores, principalmente con Brian May, ex guitarrista de Queen. Ahora, el propio Sacha afirma que su personaje hubiera sido más escandaloso, más abiertamente gay de lo mostrado y provocador a cada instante. Algo de lo que muchos críticos se quejan. Según ellos, el guion falta a la verdad en muchas cosas, no abunda en la intimidad de Mercury y se blanquea y suaviza su historia sin centrarse en su homosexualidad o en el SIDA.

Pues bien, pienso que no es necesario exacerbar el morbo de manera innecesaria y tirar un mito a los pies de los caballos para hacer un excepcional homenaje a su memoria y a lo que supuso como artista y como persona, como efectivamente se hace en esta cinta. Aunque si bien el guion no es nada del otro mundo, simple y convencional para ayudar a la narración y con licencias que todo biopic se toma frente a la realidad para poder mostrar la historia en pantalla, permite aproximarse a la figura de Freddie Mercury en lo esencial, de manera elegante y sutil, sin dejar de lado su personalidad ni su bisexualidad pero tampoco sin convertirla en una parodia de sí mismas, como algunos pretendían. Hubiera sido mucho peor dicho remedio que el resultado emotivo y honesto ante el que nos encontramos.

En cuanto al reparto, hay un actor que eclipsa en su interpretación a los demás por completo. No podía ser otro que el que hace de Freddie Mercury. Pese a las reticencias iniciales de quienes se quejaban de su falta de parecido o de la falta de bagaje del actor, Rami Malek se mimetiza en cada gesto, actuación, mirada, desdén o vocalización del cantante. De hecho, la voz del mismo se ha realizado a medias, juntando la del propio Malek con grabaciones de canciones originales de Queen. No descartaría que, aún con las críticas recibidas, Bohemian Rhapsody pudiera proporcionarle al intérprete de orígenes egipcios una nominación al Globo de Oro a Mejor Actor de comedia o musical.

El resto del reparto palidece en comparación, pero mantiene el tipo y logra crear unos personajes sin los cuales Queen tampoco podría existir. Uno de los aciertos del film es darle reconocimiento también a los otros miembros de la banda: Brian May, Roger Taylor – los dos productores además del film- y John Deacon. Mención especial para Lucy Boynton, más conocida por el film irlandés de Sing Street y cuyo personaje fue el amor de la vida de Freddie, y para Aidan Gillen, Meñique de Juego de Tronos, papel breve pero, como siempre, con su toque de traidor.

En conjunto, esta obra rebosa emoción tanto si te gusta Queen como si no, y es complicado evitar que se te ponga la piel de gallina con actuaciones como la recreada en el estadio de Wembley. Una buena película para salir tarareando, con una sonrisa en los labios y con el reconocimiento de lo que una figura como Freddie Mercury supuso para la música y para el mundo. ¡Dios salve a la Reina!

También disponible en: https://creativekatarsis.com/bohemian-rhapsody-legado-queen/
Joseja93
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