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España España · Sevilla
Críticas de JLZM
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Críticas 40
Críticas ordenadas por utilidad
5
8 de noviembre de 2009
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cómo en el anuncio de seguros Balumba, y haciendo un símil coche-niña, al principio todo es genial, los padres vacilan de niña modelo e inteligente (cómo el gusano que vacila del coche) pero, más tarde y si te fijas, la niña les sale cara y tiene algo podrido dentro (Balumba es muy caro y... un gusano nunca fue síntoma de higiene).
Después de esta metáfora surrealista, aunque verdaderamente resume bien la película, decir que tanta originalidad como se le atribuye a este film en otras críticas que he leido para mí es desmensurada, el tema de voy a arrebatarte a tu familia yo lo he visto ya en "La mano que mece la cuna" y 300 películas de sobremesa de Antena 3. El del infante con apariencia inocente pero con mas mala leche que un Gyarados Rojos (alegoría pokemaniaca) lo he visto también en "El buen hijo" y un puñado más, que no recuerdo por su mediocridad.
Los momentos de tensión e intriga que nos proporciona la película, para mí, no son suficientes y me quedo con la sensación de que durante todo el metraje se intenta consolidar un ambiente y una atmósfera que rara vez, por no decir ninguna, se consigue.
Personajes planos, sin duda, me quedo con la hija pequeña del matrimonio: muy linda, valiente y a mí me transmitia paz (llamadme flipao a viva voz), lo de la sordera le da un toque entrañable.
Pero no todo es negativo, hay varias cosas buenas: la madre está muy buena, aunque, por otro lado, es el prototipo y la interpretación de una alcohólica más poco creible que he visto. Y sobre todo, y por lo que le doy 5/10, la película se deja ver, es entretenida, cumple su función (suponiendo que esta sea entretener) y a mí por lo menos me ha servido como excusa para quedar con mi "amiga" y darme el lote un rato, Dios bendiga el cine.
JLZM
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8
26 de noviembre de 2009
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Supongo que es un fallo que tengo, que suelo ver las películas que causan gran expectación bastante tiempo después de su estreno, aunque, por otro lado eso me hace verla sin todo el "hype" que suelen traer a su alrededor cuando fueron estrenadas. Esto me permite verlas mucho más objetivamente.
No he leído el cómic, no sabía de que trataba, no sabía del séquito de seguidores que tiene...pero joder, me ha encantado. Es curioso lo que una película basada en un cómic, aunque no de superheroes al uso, te puede hacer reflexionar, y es que hay mucho mensaje encerrado dentro de estas casi 3 horas de metraje. Eso me encanta en una película.
Desde los créditos iniciales se nota que estás ante una película diferente, la primera hora y media es SENSACIONAL, no aminora el ritmo, la sucesión de escenas en las que se nos va mostrando desde el asesinato sobre el que girará la historia hasta el rescate en el edificio ardiendo son excelentes. Las personalidades de los personajes quedan muy bien definidas y los temas musicales elegidos son perfectos y se adecúan a las escenas.
La escena del entierro me parece brutal (con flashback incluido)
A partir de esta hora y media no se aminora el ritmo, pero todo parece metido acelerado y un poco a trompicones, pero para nada ensucia el resultado final de la película. Resaltar al Doctor Manhattan, cada intervención suya me encanta, sus diálogos y ese halo de divinidad que transmite.
El argumento es excelente y el final sorprendente, ya que, al fin y al cabo, el mayor enemigo del hombre es el propio hombre.

Con películas como esta y The Dark Night, el cine de superheroes camina a pasos agigantados dentro de la Meca de Hollywood y nos hace olvidar esos tediosos comienzos de peliculas como Spiderman y X-men, a mi parecer, autenticos coñazos
Para mí, una pelicula muy por encima de 300, del mismo director.
JLZM
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7
18 de marzo de 2015
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando uno piensa en cómo tratan en el mundo audiovisual español, sobretodo en las series televisivas, las relaciones de los adolescentes y jóvenes es inevitable sentir muchísima vergüenza ajena. Para mí, con mis aún tiernos 23 años, me es imposible verme reflejado en esos batiburrillos de irreales relaciones ancladas en falsos tópicos y escupidas por la mente de algún guionista cincuentón. Logrando romper, de este modo, la necesaria conexión emocional del espectador para con la historia que se nos transmite. Por suerte, aún hay excepciones.

Los jóvenes de nuestra generación no somos oxidados arquetipos, ni hipotecamos nuestra felicidad por la incertidumbre de una relación, no utilizamos frases manidas ni planificamos el mañana pues sabemos que la alegría es momentánea y solo se encuentra en pequeñas dosis del presente. Jamás iremos susurrando piropos a los oídos de ninguna chica, ni regalaremos flores o cantaremos canciones; los trovadores hace tiempo que murieron.Y quizás busquemos más allá de un simple polvo pese a quedarnos, casi siempre, a las orillas de algo parecido a una relación. Bien porque no nos atrevemos a entrar en ese mar, bien porque sus olas acaban escupiéndonos. Si no somos convencionales, menos aún lo son nuestras relaciones; andamos más perdidos que orientados, más aletargados que despiertos.

Pero aquí sí, se produce el pequeño milagro. Rodrigo Sorogoyen e Isabel Peña logran configurar un guión donde el modo de conocerse, la situación que se forja e incluso las conversaciones nos pueden hacer sentirnos muy identificados. Todo el contexto nos es familiar, no hay idealizaciones sobre las relaciones esporádicas, la chica no es una princesa y por supuesto él no es un príncipe. Estas son las no edulcoradas relaciones de nuestro tiempo, con sus respectivas consecuencias.

La historia es simple, Un chico extrovertido y promiscuo conoce a una chica tímida y reservada en una fiesta. Hacen el camino de recogida juntos, él intenta lograr que vaya a su casa y ella, pese a mostrarse recelosa al comienzo, acabará accediendo al ir pareciéndole poco a poco un chico muy simpático y con encanto. A la mañana siguiente nada será igual.

La dualidad. ‘Stockholm’ es una película de dos actos claramente diferenciados y contrapuestos que se desarrollan sucesivamente, una dualidad que está siempre presente: el chico y la chica, el día y la noche, dos géneros diferentes en cada uno de los actos,…algo bastante enriquecedor y que nos muestra que estamos ante una producción que, pese a ser minimalista y de bajo presupuesto, está cuidada al detalle y realizada con mucho mimo. El primer acto del film peca de convencional pues, pese a ser interesante y lograr que nos sintamos reflejados, es una historia mil veces vista antes y no pasaría de ser una atractiva comedia romántica donde dos personas se conocen. La genialidad aparece una vez comienza el segundo acto donde se descoloca al espectador por encontrarnos ante un registro totalmente diferente, un ambiente malsano donde sentimos que algo no cuadra y que las reglas del juego ya no son las mismas; ahora el gato ya no persigue al ratón, sino al revés. El chico, una vez se ha acostado con ella, pierde su interés y es aquí donde afloran los miedos y obsesiones de una chica que intuimos, pues inteligentemente se deja a la inteligencia del espectador, ha sufrido mucho en el pasado y está en plena recuperación de alguna depresión o problema arraigado. Aquí es donde el protagonista empieza a darse cuenta de las consecuencias que tienen sus actos, que detrás de las personas hay historias y problemas, que la manipulación y el egoísmo dejan marcas que no se ven a simple vista. Cuando uno es consciente de ello, quizás sea demasiado tarde.

Esta producción intimista, realizada con mucho cariño y donde sus responsables han tenido que luchar muchísimo para poder realizarla y contar con una distribución, se desarrolla en esas calles de Madrid que se alejan de la presuntuosa Gran Vía; ofreciéndonos un retrato de la ciudad como pocas veces se ha hecho, serpenteando por sus calles y pisos, con la personalidad y el descaro del que cuenta con más talento que medios. Una fotografía preciosa, cargada de tonos azules, y unos planos acertadísimos que logran que verdaderamente uno quiera perderse por esas calles una noche cualquiera. Hay un romanticismo en su banda sonora, en su temática, en sus planos y actuaciones propias del cine de autor europeo.

En una película que se sustenta tanto de la actuación de los dos protagonistas sería injusto no resaltar la labor de Javier Pereira y Aura Garrido, ambos son muy naturales y hay bastante química entre ellos, un factor sin el que la película no funcionaría. Si tuviese que resultar a alguien sería a Aura con su manera de actuar contenida y frágil que embriagan al espectador, en mi caso me ha retrotraído al pasado y ha logrado escarbar.

Otro paso adelante del cine español, que sigue luchando contra sus propios fantasmas y derribando tópicos que ya suenan a pasado. Tiene sus defectos, no es redonda ni pretende serlo, su primera parte puede ahuyentar a ciertas personas, pero es de esas películas que hay que sentirlas más que analizarlas; se hace valer mucho del elemento subjetivo. Una película pequeña con un gran trasfondo, muy recomendable.

@ZarcoJL
www.cinefagosmuertos.com
JLZM
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7
14 de febrero de 2015
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
@ZarcoJL
www.cinefagosmuertos.com


Película dirigida por Michael Radford y basada en la obra maestra de George Orwell, escritor que insufló sus novelas de un marcado carácter político. Si en su novela ‘Rebelión en la granja’ usaba a los animales como alegoría de la revolución Bolchevique y el posterior sistema comunista, en ‘1984’ nos disecciona las entrañas del totalitarismo así como sus límites y efectos en la sociedad. Pese a que estoy introduciendo la procedencia del material en el que el director británico se basa para realizar su película cabe decir, de igual manera, que no he tenido la suerte aún de leer la obra original y que la reseña la haré exclusivamente basándome en el material cinematográfico. Esto me permite huir involuntariamente de la polémica sobre la adaptación, pues he podido ver que la mayoría de lectores de la obra original no están especialmente contentos con su paso al celuloide.

La historia nos lleva al año 1984, para entonces el futuro. Oceanía es un superestado totalitario donde los ciudadanos subsisten bajo el yugo de la extrema dictadura que se ha implantado en la sociedad. Están permanentemente bajo vigilancia, sin ningún tipo de privacidad, controlados hasta el extremo y han sido despojados de sus libertades y derechos humanos. Es un régimen militar, donde la guerra contra otros estados marca el día a día de sus vidas y son manipulados con propaganda engañosa. En este contexto la trama se centra en Winston Smith, un funcionario del Estado que trabaja para el Ministerio de la verdad cuya vida se convierte en un auténtico infierno cuando, tras conocer a Julia, comienza una relación con ella y comete los crímenes de amar y de pensar libremente.

El Gran Hermano es la figura que encarna El Partido, la única fuerza política existente en Oceanía. Una representación de todos los “principios” de ésta, la que todo lo oye, todo lo ve y todo lo juzga. Como una divinidad que no da tregua y que maneja a su antojo los hilos de todas las marionetas a su servicio. Conformando, de este modo, un sistema que está erradicando los sentimientos y los instintos; donde no se permiten las relaciones entre las personas, donde el contacto humano dejó de ser tal hace mucho tiempo. La mejor manera de encorsetar a las personas es eliminar todo el rastro de humanidad que tienen, convirtiendo lo esporádico y natural en pútrido y corrupto. Son meras herramientas de trabajo, sin presente ni futuro, sin esperanzas. Es bastante esclarecedora en este sentido la escena en que Julia le dice a Smith que se aleje de ella si busca algo puro, pues todo en ella está corrompido; entendiendo como corrupto el no adoctrinamiento, su rebeldía, su búsqueda de sentimientos y sensaciones que se alejan tanto de lo que el régimen pregona. Lo que debería ser normal se percibe como algo negativo.

George Orwell presenta en su obra una extrapolación de las prácticas llevadas a cabo por la Unión Soviética y el Fascismo. Es muy reveladora una de las frases que oímos a lo largo de la película “quien controla el pasado controla el futuro; quien controla el presente controla el pasado” y hace referencia al trabajo de Smith que se dedica a eliminar las noticias dañinas para el régimen y seleccionar e inventar las que sí aparecerán en el periódico, reescribiendo la historia a su gusto. Él sabe perfectamente la manipulación a la que se ve sometida el pueblo, por tanto, está totalmente desencantado con un sistema que sabe que es una farsa y simplemente se dedica a hacer lo que se espera de él.

Es una cinta sustentada en ideologías y en las citas que, de manera acertada, se extraen del libro. Otro ejemplo de esto, y una declaración de intenciones en toda regla, es la conocida “la guerra es la paz, la libertad es la esclavitud, la ignorancia es la fuerza” que es el lema de El Partido. Un partido que se olvidó de su pueblo hace mucho tiempo y cuyos esfuerzos se dirigen a perpetuarse en el poder. La crítica a las clases sociales está muy presente también, aunque está mucho más desarrollada en el libro. La película, en cambio, se centra más en la historia de Smith y Julia. En el último tercio del metraje cobra protagonismo el oficial O`Brien para quitarnos cualquier ápice de esperanza, en una de las escenas más crueles que se recuerdan (la conversación en la sala de torturas y posterior conversión de Smith). Dos más dos no tienen porqué ser cuatro.

Como la angosta soga que rodea el cuello, permitiendo respirar lo justo en la agonía. Aquél que está sometido a ella es consciente de que la acuerda de la que pende su vida está en manos de otro y hará lo imposible por seguir respirando, al ver que su respiración no se consume se encontrará agradecido por seguir viviendo. La gratitud al captor, la realidad distorsionada, el sometimiento acaba siendo voluntario y la voluntad prostituida. Con el tiempo dejará de ver a su opresor como tal, para empezar a apreciarlo como su salvador; aquél que subyuga pero no ajusticia. Cuestión de perspectiva.

La producción contó con un presupuesto bajo al que el director sacó mucho partido, es de destacar el que para mí es el mayor logro de la película: crear una atmósfera opresiva, pesimista y apocalíptica con una fotografía a cargo de Roger Deakings cargada de tonos oscuros y grisáceos. Parece real la sociedad en decadencia y destrucción que se nos presenta. Radford realiza un buen trabajo, exceptuando algunos flashbacks y ensoñaciones que creo que aportan poco a la obra. La labor actoral es encomiable, como si cada uno de sus actores principales hubiese nacido para interpretar dichos personajes. Especialmente John Hurt dando vida al protagonista, cuando lea la novela será imposible imaginar a Winston Smith con otro rostro que no sea el suyo; un auténtico recital de contención y emociones, la tristeza en su rostro sobrecoge. Richard Burton haciendo del oficial y Suzanna Hamilton como Julia bordan sus papeles.

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JLZM
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7
5 de febrero de 2015
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mel Gibson lleva las riendas de esta particular versión del relato más famoso de todos los tiempos; quizás el film que más expectación y ampollas han levantado de su filmografía y que le consiguió un grandísimo número de detractores.

La polémica. La polémica alimenta los intereses propagandísticos de una película incluso más que cualquier promoción que se le pudiera hacer, hace más por la cinta que todos los anuncios y campañas publicitarias posibles. Aquello de ‘Que hablen mal de mí, pero que hablen’ no puede ser más cierto; ‘La pasión de Cristo’ sufrió esta losa incluso antes de llegar a los cines. Vilipendiada por los rancios y casposos sectores de siempre, esos que solo despiertan del letargo intelectual para abanderar la hipocresía, y tildada de anti-semita y morbosa entre otras lindezas. La realidad es que el ser humano por naturaleza es morboso y ante tanto revuelo acudió en masa al cine –recaudó más de 340 millones sólo en USA-, no creo que al bueno de Gibson le importara tanta publicidad negativa.

Debo reconocer que nunca claudiqué con la religión cristiana, o más bien con su representante actual, la iglesia. Un constante predicar sin el ejemplo. Un bonito mensaje en manos equivocadas. Por lo tanto, y como es natural, me ceñiré a analizar la película en su lenguaje puramente cinematográfico, sin pretender sentar cátedra sobre temas que trascienden mi existencia ni mojarme más de lo que ya lo he hecho.

Mel Gibson me gusta más como director que como actor. Sabe lo que quiere y tiene decisión para llevarlo a cabo, si tuviera que destacar su virtud principal es la valentía. Hay que tener arrojos para, en una historia tan manida ya como la de Jesús de Nazaret, querer aportar tu propia visión y que, además, resulte ser personal y diferenciada de la del resto. Estamos, pues, ante un claro ejemplo de que en el cine lo importante no es qué se cuenta sino cómo se cuenta. Mel Gibson llevaba años con este proyecto en mente y con una obsesión: mostrar con todo lujo de detalles los momentos previos a la muerte de Jesús. Así asistimos al agónico proceso moral y, sobretodo, físico por el que pasa el protagonista desde la conocida como “Oración en el huerto” hasta la propia crucifixión.

La gente siempre recuerda la resurrección de Cristo pero antes de eso hubo traiciones, torturas, abusos e injusticias y no hay que pasarlos por alto. No podemos solo recordar e indagar en lo optimista y desechar la otra realidad, por mucho que sea desagradable. Una vez más, aquí aparece la curiosa naturaleza del ser humano que obvia lo que no puede soportar; no hay bien sin mal, no hay vida sin muerte, no hay alegrías sin penas, no hay justicia sin injusticias. La existencia, la vida, es una dualidad y hay que aceptar y normalizar ambas caras de la moneda. Al director no le basta con contártelo, quiere que lo sientas, su visión personal es introducirte en la auténtica pasión de Cristo. Y cuando hablamos de “pasión” no nos referimos a su significado actual, más relacionado con amoríos, sino al padecimiento y sufrimiento en su más alto nivel. Las escenas hiperrealistas te angustian y agobian, pero acaba logrando que lo mismo que al principio te estremece al finalizar no lo haga. Es decir, hace de la violencia una rutina (justo lo que era en la época). El único fallo que le veo al asunto es que llega a saturar, llega el momento en que no te dice nada y eso sí lo considero un error. Por lo demás, me encanta tantísima explicitud, aunque entiendo que es algo que depende del grado de sensibilidad del espectador.

Es una película cargada de simbolismos, como no podía ser de otra manera, desde la paloma hasta la serpiente. Llama especialmente la atención esa personificación del pecado y del mal que está presente constantemente. Ese ser andrógeno con apariencia de mujer y voz masculina que, como si fuera un espectador más, vislumbra todo lo que ocurre desde un segundo plano. Relamiéndose por lo que ve, es un mal augurio constante y disfruta perturbando a Jesús. Una vez más esa dualidad, donde está el bien, está el mal.

Mel Gibson tira de recursos a la hora de dirigir. Para adentrarnos en acontecimientos pasados en la vida de Jesús utiliza breves flashbacks que nos trasladan a esos momentos, aunque quizás alguno rompe el ritmo de la película. Hace uso del slow motion para enfatizar el impacto visual y emocional. Proliferan los primeros planos, muy efectivos a la hora de lograr transmitir y empatizar; a resaltar esas visiones subjetivas de Jesús delirando por el dolor y desvaneciéndose con la muchedumbre alrededor. El trabajo de dirección, en definitiva, me parece encomiable; hay mucho cine dentro de esta infravalorada película. Hay que destacar la excelente ambientación y diseños de producción, realmente te transporta a aquella época, contribuye a esto que utilicen los idiomas que usaban por aquel entonces: el latín y el arameo. Muy valiente, una vez más, el director en este sentido.

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JLZM
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